De nuevo en el bar (Amanda) (+18)

Recién volvía a salir de mi casa, caminando hacia la ciudad que días antes había casi destruido. Por suerte los que había en este bar no me conocían, es mas ninguno que en ese día estuviese allí volvió para contarlo, solo aquellos pocos cazadores gracias a Alex.
Pedí algo para comer y para beber, y me senté en una mesa cercana a la ventana para ver el exterior. A lo lejos me pareció ver a alguien conocido pero... ¿Quien era?

Después de mi para nada valiente reacción en el ataque a la ciudad que el anticristo y el otro demonio habían iniciado me tocó ir al hospital para recuperarme de los golpes que tan amablemente me habían propinado. La médica me miró mal y lamenté no haberme ocupado de ellos yo misma, pero mi especialidad no era precisamente traumatología y podía hacerme más estropicio que ayuda, por lo que no me quedó otra que acudir a la sanidad privada. Con una identidad falsa y una historia de una caída de las escaleras también falsa, para no llamar demasiado la atención. La cuestión era que había acabado con una serie de moratones pero nada más grave que eso, por mucho que me dolieran como el infierno cada vez que hacía un movimiento brusco. Me recomendaron descanso, pero estar en mi habitación del motel me aburría y decidí irme al bar de copas en el que tantas cosas me habían pasado ya. Iba sin estar pendiente de nada, y entré al lugar con aire ausente, sumergida en mis pensamientos. Fui a la barra y pedí una Coca-cola, porque alcohol no me apetecía demasiado en ese momento. La pagué y la cogí, yéndome a una mesa cercana a la ventana y justo enfrente de otra que estaba ocupada por....un momento. ¿Pero ese no era...? Mis ojos se abrieron al máximo cuando reconocí al chico que había atacado la ciudad comiendo tan tranquilo, y murmuré para mi misma: - Si no lo veo no lo creo, aún con sorpresa. Me quedé mirándole, sorprendida de que pudiera mantener la tranquilidad después de lo que había hecho y sin ser capaz de apartar la vista de él. ¿Y ahora qué iba a hacer si me veía? Tarde, porque dirigió la vista hacia mí y me miró. Bendita suerte que tienes, Amanda.

Estirado en la silla mientras comía y bebía de forma tranquila y paciente vi entrar a la chica del otro día por la puerta de este mismo bar. La cosa era que no lograba atar a la chica esta en cual de todas era... La que se arrodillo al lado de Sam... La que salió corriendo de allí... La mire, y la salude, luego le indique que se sentase para hacerme compañía con una sonrisa.

- ¿Nos conocemos verdad?

Pregunte con una pequeña y juguetona sonrisa en mi rostro.

- Siéntate por favor, hazme compañía, no me gusta comer solo.

Nada más verme me dedicó una sonrisa y un saludo, y eso me descolocó bastante. Seguía enfrente del mismo mismo chico que me había dejado en manos de un demonio que me había torturado, ¿verdad? No me había confundido con su hermano gemelo, ¿no? La única solución a este dilema era que el chico en cuestión era medio bipolar, porque si no no era comprensible este cambio de actitud de hacía apenas unos días a hoy mismo. Me indicó que me sentara con él, y aún con cierta extrañeza pintada en mi rostro me levanté de mi mesa, cogiendo mi botellínde coca-cola, y me senté enfrente de él, dejándola en la mesa y apoyando también mis manos en ella.
- Sí, nos conocemos. - respondí yo transformando mi cara de extrañeza en una con una expresión más tranquila, pero que no reflejaba ningún sentimiento de manera clara. Al haberme sentado con él había aceptado hacerle compañía, por lo que no vi necesidad de responderle también a eso. - A mí tampoco me gusta beber sola. - dije yo siguiendo la conversación por alguna razón que no acababa de entender.

La mire con una pequeña sonrisa en mis labios. El echo de que supiese quien era solo me decía que era una de aquellas cazadoras. Por su rostro pude comprobar que fue la que Rustin apaleo. Sonreí desmedidamente y di un bocado de mi plato. La mire de nuevo.

- ¿Que tal? ¿Te recuperaste de los moratones?

Le pregunte con una pequeña sonrisa en mi rostro.

- Por cierto, buena forma de detener sus puños con tu cara.

Seguía sonriéndome, con aquella expresión que hecha por él abandonaba todo tinte de amabilidad que normalmente debería tener y se convertía en un mero gesto de malicia y casi maldad hacia mí. Si no fuera porque siempre me controlaba mucho en ciertas cosas, y más frente a seres que eran más poderosos que yo, habría tenido ya un escalofrío provocado también por sus ojos. No era para tanto, la verdad, pero últimamente estaba bastante alterable. Dio un bocado de su plato, pero por su expresión me di cuenta de que ya sabía quién era yo. Y sus comentarios tan maliciosos no hicieron sino confirmar lo que yo ya sospechaba, que efectivamente recordaba que aquel demonio me había pegado bastante. - No, de hecho hay alguno por ahí que sigue dando guerra. - contesté de manera sincera. Mis moratones tardaban algo más que un par de días en curarse, y más teniendo en cuenta la cantidad que me había salido. Luego escuché su siguiente comentario y me limité a alzar las cejas y a mirarle con cierta indiferencia. Encima se regodeaba, qué bien. Me había tocado tratar con el semidemonio más arrogante que había existido nunca. Oh, espera, que él era el único anticristo que había habido nunca. Fantástico, simplemente. - Mejor con mi cara que con mis costillas. Oh, espera, que también paré sus golpes con ellas. Es lo que tiene, cuando te golpean tanto ya ni sabes qué parte del cuerpo te ha quedado libre de teñirse de morado. - respondí con voz cortante, ligeramente molesta.

- El sarcasmo solo hace gracia cuando lo utilizo yo... Ahorate esas papanatas que dices...

Dije sin mas, algo molesto y con malicia. La mire, y deje el plato a un lado para tomar el baso de agua, convertir el agua en cerveza y dar un trago de esta. La mire de nuevo fijamente.

- Dime... ¿Como te llamas?

Pregunte, luego note como se dolía un poco de las costillas, del dolor que le producía la enorme paliza de Rustin.

- Ven... Deja que te ayude...

Dije, y pase mi mano por su mejilla haciendo que todas sus heridas y todos sus moratones sanasen al instante, aliviando un poco su dolor.

- ¿Mejor?

- A sus órdenes. - acepté inclinando la cabeza y alcanzando mi botella para dar un trago de mi bebida, notando cómo las burbujas me hacían cosquillas en la boca. Cogió el vaso de agua y lo transformó en cerveza, haciéndome sonreír a pesar de que no era lo que más me apetecía en ese momento. Su poder era, cuanto menos, práctico, pues anda que no había deseado veces hacer lo que me viniera en gana sin necesidad de que fuera posible o no. Tenía suerte, aunque posiblemente la historia tras ese don que tenía fuera dura y dolorosa. No quise comentar nada al respecto para no enfadarle, pues se había descubierto como alguien bastante temperamental y no era lo más sabio llevarle la contraria.
- Soy Amanda. - contesté a su pregunta, volviendo a sonreir. Me dio un súbito dolor en las costillas producido por las recientes heridas del encuentro con su amigo demoniaco, pero traté de ocultarlo y de no dejarle ver que me había dolido. No funcionó, puesto que él lo vio y alargó su mano hasta mi mejilla. Al haberme dicho que le dejara ayudarme me acerqué para que así lo tuviera más fácil. Sentí una energía en mi interior con su contacto que logró que el dolor de mi pecho se detuviera de golpe, y le miré agradecida. - Mucho mejor, gracias. - contesté con expresión de sorpresa por que me hubiera ayudado y de sincero agradecimiento. - ¿Tú cómo te llamas? - pregunté, dándome cuenta de lo extraño que era que ni siquiera supiera su nombre.

La mire con una pequeña sonrisa en mi rostro. Separe mi mano de ella al escuchar sus palabras y asentí con la cabeza.

- Me debes una Amanda.

Dije de nuevo con la sonrisa en mi rostro.

- Mi nombre es Synyster... Llamame como te apetezca.

Respondí sin mas, luego largue un pequeño suspiro.

- Seguro tienes mil preguntas.

- Una muy grande, además. Gracias de nuevo. - repetí en respuesta a su comentario. No entendía del todo la razón de que me hubiera ayudado, teniendo en cuenta que prácticamente fue él quien me arrojó a los brazos del demonio que me torturó. Supuse que precisamente por arrepentimiento no sería, pero con este chico nunca se sabía. Me dijo su nombre, Synyster. Por alguna razón no me extrañaba, le pegaba bastante con su apariencia tan siniestra. Aunque claro, las apariencias engañaban porque con sejante aspecto exterior no me esperaba para nada el gesto de curarme de las herdias o de ser amable conmigo. Era todo bastante confuso y no acababa de entenderlo, pero no por ello iba a perder la educación. - Un placer, Synyster. - dije yo. El otro día no lo había sido, pero hoy sí, y eso era bueno en nuestra relación a pesar de no saber muy bien qué clase de lazo había entre nosotros. Era confuso, como mínimo. Escuché lo que me dijo y asentí, con un breve suspiro.
- Tengo un ciento de preguntas que me gustaría hacerte, pero creo que lo mejor será empezar por la más básica. ¿Por qué lo hiciste? - inquirí por mera curiosidad, sin que en mi tono hubiese el más mínimo reproche. No iba a juzgarle antes de que me contestara, no era mi estilo.

Dibuje una pequeña sonrisa al poder notar en su rostro la confusión que le proporcionaba mi, repentino cambió de humor. La verdad hoy no me apetecía destrozar nada... Ni matar, asesinar, hoy era uno de esos días a los que yo solía nombrar light. Escuche lo que dijo, y luego su pregunta. Cerré los ojos pensativo e intentando recordar lo que en aquel momento pensaba o se me cruzaba por la cabeza. La mire y sonreí levemente.

- Para serte sincero, solo lo hice por diversión, y también para demostraros quien soy, lo cuan poderoso puedo llegar a ser... Y para que deis gracias a quien sea que creáis por que no habías sido borrados de la faz de la tierra ya. Ese día me levante de la forma totalmente opuesta a la de hoy.

Cuando escuchó mi pregunta adoptó una expresión pensativa, tratando de recordar lo que se le había pasado por la cabeza aquel día para comportarse como lo hizo. Su respuesta, sin embargo, me sorprendió bastante, pues aunque confirmó mi sospecha de que no lo había hecho para expandir el mal por la tierra ni para asesinarnos y así hacer reaccionar a los ángeles sino por un impulso sádico que le había exigido muerte y destrucción, todavía seguía resultándome algo difícil de creer que alguien pudiera hacer todo eso y llegar hasta semejantes extremos simplemente por algo que te apetecía hacer. - Lo de demostrarnos quién eras lo entiendo, aunque créeme que para mí habría bastado simplemente con que te hubieras limtado a hacer algo menos llamativo. - comenté, sin poder evitarlo. - Y ya no puedo agradecérselo a nadie, pues dejé de creer en nada hace demasiado tiempo. - añadí, pensativa y llevándome la botella de nuevo a los labios para dar un sorbo. Todo seguía resultando demasiado extraño para mí, aunque ahora que tenía al anticristo, a Synyster, enfrente de mis narices no me parecía tan amenazante, a pesar de saber lo que era capaz de hacer si simplemente se le pasaba por la cabeza. Lo único que era capaz de ver en él era oscuridad que me impedía saber acerca de las razones que le habían llevado a ser como era. - Hasta ahí todo claro, no nos metamos con Synyster si no queremos acabar muy mal. - resumí, mirándole a los ojos. Me fascinaba, como la facilidad que tenía para cambiar de la felicidad a la ira en apenas segundos. - Pero hay algo que sigue resultándome extraño. Si lo que querías era demostrarnos tu poder, además de destruir la ciudad, ¿por qué paraste? - pregunté, de nuevo incapaz de evitar que mis auténticas dudas salieran de mi boca. Me había enterado de que los cazadores habían salido vivos del encuentro y Sam me contó que había decidido frenar el ataque, pero no fue capaz de aclararme ni el cómo ni el por qué y sentía mis dudas al respecto.

- Demasiadas preguntas salen de tu boca, sin dejarme a mi preguntar nada.

Dije, con una pequeña sonrisa algo sádica en mi rostro. hinque mis codos sobre la mesa de la cafetería y me acerque un poco mas a ella.

- Haremos una cosa, una pregunta tu, una yo, ¿De acuerdo?

Pregunte, luego espere su respuesta para darle yo la mía.

Oops, fallo mío. A decir verdad en determinados momentos me emocionaba y no daba la oportunidad a mi interlocutor de hablar. De preguntar, en su caso. Era normal que sintiera curiosidad, aunque tampoco me consideraba a mí misma tan interesante como para resultarle curiosa a alguien. - Tienes razón, se me ha ido la pinza preguntando y ni siquiera te he dejado que lo hagas tú. - admití, asintiendo más para mí misma que para él. Apoyó los codos en la mesa y se acercó a mi tras haber esbozado una sonrisa maquiavélica que me recordaba al chico que había conocido apenas unos días atrás. Me sugirió que lo mejor era que cada uno hiciera una pregunta para que así al otro también se le resolvieran las dudas. Yo le miré a los ojos y asentí con suavidad. - Por mí de acuerdo, es lo justo. - dije dándole mi visto bueno para que empezara a preguntarme.

Escuche atentamente y asentí con la cabeza, la mire y dedique una pequeña sonrisa. Luego negué con la cabeza y la mire fijamente.

- No todo lo que pides tiene una respuesta coherente... Veras, conozco a Alex, y en otras palabras tengo como un vinculo con ella... No quiero hacerle daño, por eso me detuve.

Respondí sin mas, luego la mire.

- Puesto que me has echo dos preguntas, ahora te are yo dos.

Sonreí de medio lado.

- ¿Tienes familia?¿Eres virgen?

Bueno, las respuestas coherentes no destacaban precisamente por su abundancia, al menos cuando yo estaba cerca y las preguntas en cuestión se me hacían a mí. Se podía decir que estaba bastante acostumbrada a que no me respondieran de manera clara, por lo que no me importó que él no fuera a hacerlo. Sí me sorprendió lo de su vínculo con Alex, pues me entró la curiosidad al respecto. Estaba más que claro que se conocían, y eso fue obvio para todos los que habíamos estado allí aquel día, pero la naturaleza de su relación seguía siendo un misterio. Tenía curiosidad, pero como tampoco conocía a Alex lo suficiente como para ponerme a cotillear en su vida decidí dejarlo de lado, poniendo mi atención en sus preguntas. Por lo directo que fue me hizo reír, pues no se había andado con tonterías y había preguntado directamente lo que le interesaba. Así me gustaba, directo al asunto. Me estaba empezando a caer bien, y todo.
- Sí, tengo familia, aunque no tengo relación con ellos desde que me fui de Inglaterra. - contesté a su primera pregunta. Sólo me quedaban mis padres, y para ellos era como si yo ya no existiera. - Y no, no soy virgen. - respondí, mirándole con cierta diversión. Era ahora mi turno de preguntar, pero no sabía qué decirle exactamente. Bebí de nuevo de mi botella mientras em lo pensaba, y en cuanto la dejé en la mesa se me ocurrió.
- ¿Por qué me has curado antes? - inquirí. Seguía teniendo cierta curiosidad, y a pesar de que había otras docenas de preguntas que le podía plantear, sólo esa me pareció razonable, por el momento.

Escuche sus respuestas y sonreí ampliamente al escucharla, asintiendo con la cabeza a la vez que la miraba.
Dí un trago de mi baso y me gire de nuevo hacia ella al escuchar formular su nueva pregunta. Desvíe una pequeña sonrisa y la mire.

- Simplemente por que quería hacerte unas preguntas, y tu ibas a hacerme unas preguntas a mi... Por lo que no me apetecía tener que estar esperando y observándote como te quejas o te doblas de dolor.

Respondí simplemente.

- Pero si te molesta puedo hacer que te vuelva el dolor.

Vaya, había que admitir que su lógica era bastante interesante. Sus motivos para haberme curado no me importaban demasiado, aunque sí que era cierto que tenía cierta curiosidad. No iba a juzgarle por no querer que me retorciera de dolor y ser incapaz de mantener una conversación normal, pues estando en su lugar yo probablemente habría hecho exactamente lo mismo. - No, gracias, estoy muy bien como estoy ahora. - repsondí con los ojos bastante abiertos tratando de hacer que mi expresión reflejara lo mismo que mis palabras: que no quería, en absoluto, que volviera el dolor. Era agradable poder volver a respirar de nuevo sin que cada inspiración me molestara, así que no iba a dejarle que me volviera a poner los moratones que debían estar de manera natural en mi pecho pero que él había conseguido eliminar.
- Era sólo curiosidad, nada más. - le dije encogiéndome de hombros. - A ver, otra pregunta... - murmuré para mí misma, intentando atajar el tema de mis heridas para que no se le ocurriera volver a ponérmelas, que de él ya no me extrañaba nada. - ¿De dónde eres?

- Incorrecto, me toca a mi.

Dibuje de nuevo una pequeña sonrisa en mi rostro y la mire con una expresión totalmente de curiosidad. Me acerque un poco a ella y la mire.

- ¿Que opinas de lo que hice el otro día... Me refiero... Te parece poco humano?

Pregunte, sabía que le tomaría un poco de sorpresa.

- Lo siento, me emociono y es lo que tiene. - me disculpé con una sonrisa y encogiéndome de hombros. A decir verdad me sentía muy cómoda con él, algo que teniendo en cuenta la primera impresión que había tenido por su arte no hubiera creído posible en la vida. Que estuviera tranquilo ayudaba bastante, aunque a decir verdad había algo en él que impulsaba a sentir, cuanto menos, curiosidad. Tenía un punto que le hacía distinto al resto de personas, aunque no supiera decir exactamente qué era. No era como los demás, eso ya me lo había demostrado con creces la otra vez, pero es que además se le notaba. Me suponía curiosidad el mero hecho de poder hablar así con él, y puede que fuera eso lo que conseguía que no dejara de poner mi atención en cada cosa que él me contestaba.
Su siguiente rpegunta me sorprendió, sin embargo. No me esperaba que fuera a referirse precisamente a aquello, y me dio cierto respeto contestar, porque a pesar de todo no quería que se enfadara y acabar yo mal por ello. Tomé aire y me mordí el labio, pensativa. De acuerdo, si quería una respuesta se la iba a dar.
- ¿Quieres que te sea sincera, Synyster? Muy humano no me pareció, que digamos, pero teniendo en cuenta que tú tampoco eres del todo humano no me resulta incomprensible que lo hicieras. Tal vez un poco, pero no totalmente. - respondí, tranquila. No era el único que se había comportado alguna vez de forma inhumana, pero normalmente no se llegaba a semejantes extremos. Yo no, al menos.

La escuche atentamente, luego desvíe una pequeña sonrisa al escuchar su respuesta. Exactamente como yo me esperaba... No fue un comportamiento tipicamente humano pero... Su razonamiento también era de enmendar... Yo no era totalmente humano, ni totalmente demonio.

- Supongo que tienes razón...

Dije, y bebí el ultimo trago de cerveza, luego hice que se volviese a llenar, y mire por la ventana unos segundos antes de volver mi mirada hacia ella.

- ¿Tu siguiente pregunta?

Pareció que mi respuesta le había complacido por no haberse alejado de la lógica que parecía estar esperando. La verdad era que si no era del todo humano no podía tratarle del mismo modo que al resto de personas, pero si tampoco era demonio del todo no se le podían aplicar las mismas categorías que al resto de demonios. Con él la cosa era muy confusa, porque además que pudiese hacer lo que él quisiera en cada momento sólo con desearlo tampoco ayudaba nada. Era una clase de persona que estaba condenada a ser libre y a no regirse por las mismas normas que los demás, y no sabía hasta qué punto podía llegar a afectar eso en su comportamiento.
- Supongo que la tengo. - comenté, dubitativa. No sabía si el resto de cazadores pensaba lo mismo que yo, pero al menos por mi parte tenía garantizado respeto y, en cierto modo, comprensión, aunque si se le iba la pinza yo me iba a defender tanto a mí misma como a los demás. Volvió a hacerme una demostración de su poder al hacer que su vaso de cerveza se llenara de nuevo, y me dio permiso para preguntarle algo nuevo. - ¿Eres virgen? - pregunté con una sonrisa divertida, imitando su pregunta de antes. Me imaginaba la respuesta, pero confirmarlo nunca venía mal.

Escuche lo que dijo, y desvíe una pequeña sonrisa. Volví a relajarme en mi sitió, estirando un poco las piernas y dando un largo suspiro. Tome el baso y me lo acerque a la boca dando un trago, escuche lo que pregunto, y la carcajada fue tan grande que casi me ahogue bebiendo del baso.
La mire riendo.

- ¿Que si soy que?

Pregunte de nuevo, luego reí.

- Si quieres... Podemos comprobarlo luego.

Dije en plan broma, luego negué con la cabeza.

- No, no soy virgen.

Mi pregunta le había hecho reírse, tanto que casi se atragante por haber bebido un trago de cerveza antes. Yo me uní a sus risas, quedando cuando ya nos calmamos ambos con una sonrisa dibujada en la cara. Conseguía hacerme olvidar nuestro anterior encuentro, bastante accidentado y algo doloroso, y empezar a considerarle como alguien totalmente distinto, amable incluso, con quien se podía pasar un rato divertido.
- Virgen, Synyster. Intocado, nunca usado, inocente y puro... Vamos, todo lo contrario a lo que aparentas. - añadí, encogiéndome de hombros y sonriéndole. Di otro trago de mi botella de Coca-Cola, ya a la mitad de su capacidad original, y me la aparté de la boca cuando me sugirió lo de comprobarlo luego, mirándole con las cejas levantadas y expresión pícara. - No me des ideas, que puede que hasta me lo piense y te diga que sí. - respondí a su comentario. Luego respondió que no, no lo era, y yo asentí. Era exactamente lo que yo pensaba, pero no sería el primero que me sorprendía en esa clase de cosas.
- Bueno, ahora es tu turno de preguntarme. - le recordé yo, estirándome en la silla y cruzando las piernas bajo la mesa, sin dejar de mirarle a los ojos.

La mire con una pequeña y juguetona sonrisa. Hinque mis codos sobre la mesa, acercándome un poco mas a ella.

- Oh, ¿De verdad? Entonces te daré muchas, muchas ideas. O, incluso, te daré visiones de ello.

Dije con una pequeña sonrisa, y escuche lo que dijo. Pensé mi siguiente pregunta, y mire por el local a ver que podía observar. Sonreí ampliamente y luego la mire a ella directamente a los ojos.

- ¿Alguna vez lo has echo en un servicio de un bar?