Atrapada (Jake)

-No te preocupes-añadí y juraría que sonó más serio de lo que me hubiera gustado.

Conduje hasta el pueblo contiguo. La carretera era bastante tranquila, no había ni un solo coche a aquellas horas de la mañana y lo mejor de todo era el paisaje de alrededor. Así que, aquel trayecto sirvió para que ambos nos relajáramos. Parecía que acabamos de llegar a una concurrida ciudad; después de abandonar aquel pueblerino motel de carretera, esto es lo que nos hacía falta.

-Hemos llegado-dije tras apagar el motor. Había dejado el coche en un pequeño parking exterior al pie de un centro comercial que parecía estar bastante poblado. Se veía que era una zona moderna, sobretodo comparándola con los últimos sitios a los que había ido. Había tiendas por todas partes, coches de bastante calidad, algún que otro parque en medio de aquella lluvia de contaminación y vehículos públicos que iban y volvían por las calles-la ciudad.

Bajamos del coche y ambos nos quedamos admirando aquel gran edificio. Probablemente ella estuviera pensando en asaltar las tiendas de ropa, las mujeres solían relajarse de esa forma. Yo me conformaba con ver una película en el cine o comerme una gran pizza. Claro que, teníamos que seguir trabajando. ¿Y qué consistía para un cazador trabajar? Al fin y al cabo, ¿no estaba aquello incluido?

-Vayamos a investigar-sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

Estaba claro que de día no íbamos a conseguir demasiada información sobre esos vampiros si por la noche no montaban algún altercado de los suyos. La mejor opción sería despejarnos y prepararnos para estar bien despiertos por la noche si queríamos encontrar información.

Alesha se paró ante un escaparate y me giré a ver qué era lo que tramaba, luego me di cuenta de que estaba bromeando conmigo, respecto a la confusión que tuvimos en el motel; y entonces recordé, que un cazador me dijo una vez que reír era la mejor manera de pasar los agobiantes días de investigación. Aunque, yo hubiera preferido echar un buen polvo. Era a lo que estaba acostumbrado.

Mis pensamientos pervertidos vagaron y mi vista se quedó parada en aquel peculiar escaparate de lencería. Alesha no pudo evitar reírse, ante mi mirada perpleja, probablemente ya habría descubierto cual era mi debilidad. Me reí y no pude evitar darle un empujoncito en el hombro para seguirle la coña.

Andamos en silencio, mirando alrededor hasta descubrir un bar. Fue entonces cuando Alesha recomendó ir a visitarlo. No me pareció mala idea y acepté con la cabeza.

Nos sentamos en la barra y verdaderamente no sabía que pedir. No me apetecía emborracharme a plena mañana y tampoco es que tuviera demasiada hambre aún, así que me limite a pedir un vaso de agua.

Cuando Alesha pidió lo suyo aproveché la ocasión para entretener aún más al camarero. El chico llevaba una placa con su nombre, “Manuel”, por su aspecto se diría que era un chico cubano.

-¡Hey Manuel! ¿Conoces este sitio?-le mostré el trozo de periódico en el que salía la publicidad del local.

-¡Claro que sí! Ese es el local de ensueño, hermano. No sabes la de chicas guapas que hay ahí todos los días. Esta noche celebran el cumpleaños del jefe y quieren celebrarlo a lo grande. Van a ir los más importantes del cotarro.

-Ya me lo suponía, ¿es grande el local?

-Bastante grande señor, es cuatro veces este antro y además tiene una zona vip para los clientes fijos, aunque me parece que hay que pagar una buena cantidad para ir a esa zona.

-¿Vas a ir?-intenté seguir sacando información ya que el chico parecía muy extrovertido y dispuesto a hablar sobre el tema.

-¿Ustedes no son de por acá, verdad?-contestó con una pregunta. Probablemente le mosqueara nuestro aspecto.

-Somos americanos.

-Chiiico, esa es la raza que vale-el cubano insistió en estrecharme la mano como si fuéramos colegas de toda la vida.

-¿Te veré en la fiesta Manuel?-insistí.

-Pue’ claro que sí hermano. ¡No puedo faltar!-puntualizó Manuel y se marchó a servir una mesa.

Miré a Alesha intrigado por saber lo que pasaba por su mente. Estaba claro que iba a ser una noche inolvidable. Parecía un sitio bastante conocido aquí y probablemente fuera un nido de vampiros buscando víctimas. Tendría que hacer un esfuerzo para no pasarme con la bebida esa noche.

-Pues la verdad es que siempre viajo con un par de vaqueros y poco más. Vamos a tener que aprovechar que estamos aquí… aunque…-terminé el vaso de agua-, no se me dan bien las compras.

“Lo que si se me daban bien, eran las chicas; aquellas con las que me acostaba y no volvía a saber de ellas al día siguiente. Era lo mejor para entretenerse en los viajes de trabajo y sobre todo para buscar información. Al menos yo lo veía así. Quizá aquella noche tuviera suerte y me ligara alguna tía buenorra”.

Miré pensativo a Alesha.

“Estaba claro que no iba a ser fácil ligar si ella estaba a mi alrededor y mucho menos llevarme una chica al motel. Además, conociendo a las chicas, se podría librar una buena batalla si la dejo sola en aquel antro sabiendo que hay vampiros al acecho. La verdad es que llevaba ya bastante tiempo sin… Esto sería más fácil si todas fueran como Alex, que por cierto, me pregunto cómo le irá”.

Alesha se ofreció a ayudarme con el tema de las compras y no me pareció mala idea su propuesta de empercharnos un poco. Entonces, algo me pasó por la cabeza: Alesha con un vestidito muy corto y sensual, insinuando el contorno de sus pechos y dejando al aire esas hermosas piernas. ¡Dios solo de pensarlo me pongo enfermo! ¡Relájate Jake!

-La cuenta Manuel-dije en voz alta y alzando la mano intentando concentrarme en el trabajo.

Cuando Manuel se acercó, me invadió la curiosidad y quise saber más sobre aquel local al que íbamos a ir y quién mejor que Manuel para darnos información.

-Oye Manuel, ¿hay que pagar entrada?

-Sí, llevas a una chavala guapa te salvas de la entrada pero te obligan a una buena consumición dentro del local.

-Que sitio tan raro…-susurré rascándome la barbilla pensativo.

-Yo creo que con esta muchachita tan guapa podrás pasar como un caballero por la puerta grande-sonrió Manuel.

Miré a Alesha y ambos nos reímos algo sonrojados.

-Oh, no, no es mi…-intenté arreglar y ella acabó mi frase.

-¡Pues mejor aún!-dijo Manuel alzando un poco la voz-. Si al jefe le gusta tu amiga seguro que te da un buen pellizco por pasar el rato con ella.

Se me puso el semblante serio ante el comentario de Manuel, no me gustó nada la idea de poner a Alesha en manos de algún traficante forrado, y menos por dinero. Aunque eso me dio una idea. ¿Y si el jefe ese supiera o tuviera algo que ver con nuestros amigos los vampiros? Tendríamos que buscar el modo de acercarnos a él y no estaba dispuesto a usar a Alesha de cebo.

-Perdona amigo si te ofendió algo-dijo Manuel al ver como presionaba con fuerza mi mandíbula y apretaba los puños con la mirada fija en algún punto. No me había percatado de mi estado hasta que Alesha me sacó del ensimismamiento.

Salimos del local y ambos miramos a todas partes en busca de alguna tienda que destacara sobre todas las demás. Cuando quise darme cuenta, apretaba con fuerza la delicada mano de Alesha.

-Lo siento-me disculpé deshaciéndome de ella. Acto seguido mis manos acabaron en mis bolsillos.

Observamos con detenimiento algunos escaparates asegurándonos de que los precios no eran excesivos antes de aventurarnos en ellas. Cuando nos decantamos pos una ella se detuvo a admirar algunos trajes de caballero mientras yo la seguía de cera. Sus manos acariciaron el terciopelo y sus ojos se detenían aquí y allí. No me extraña que después de un día de compras acabaran agotadas. Las mujeres miraban todos los detalles, desde el precio hasta la costura. Lo que más deseaba yo en este momento, era en no tener que probarme demasiados trajes, la mayoría no solía encajar bien con mi espalda.

Una presencia me llamó la atención, giré la cabeza y me di cuenta de que se trataba de un viejo, pero no uno cualquiera, uno que no le había quitado ojo a Alesha desde que habíamos entrado en la tienda. Probablemente estuviera fantaseando con sus curvas y analizándola de arriba abajo. Quizá estudiara mis movimientos para deducir si ella estaba libre pero… se iba a llevar una decepción. Cuando tuve la oportunidad pasé con disimulo la mano por la cintura de Alesha, no supe si ella se percató del detalle, pues intenté distraerla hablando con ella:

-Esta me gusta, parece bueno-señalé con la otra mano el traje que estaba analizando ella en ese momento.

Ella me dirigió una pequeña sonrisa y por mi mente pasaron varias preguntas. ¿Se habrá dado cuenta de mi reacción? ¿Qué le habrá pasado por la cabeza? ¿Pensará que soy demasiado protector? ¿Pensará que estoy celoso? Esa última cuestión me hizo retroceder la mano y con una sonrisa disimulé mi acción. ¡Qué estupidez se me había ocurrido!

Alesha continuó mirando trajes y cuando ya había analizado casi toda la tienda, llamó al dependiente. ¿No hubiera sido más fácil llamarle primero? No sé por qué pero las mujeres tenían unas manías para comprar muy raras.

-¿Le puedo ayudar en algo?-el chico, parecía bastante joven y educado, aunque a ratos se le notaba la perdida de aceite que tenía. Por desgracia para mí, el chico parecía más interesado en mí que en venderme un traje.

Alesha me señaló y le pidió al muchacho algo para mí. Exactamente no entendí muy bien lo que le dijo, o no quise entenderlo, pues ver tanto traje ya me estaba mareando.

Me sobresalté al sentir su mano en mi cintura. La miré inquieto y enseguida sus cálidos labios estaban sobre los míos. Apenas pude disfrutar de aquel tierno momento, pues ocurrió todo en cuestión de segundos y habían demasiadas miradas puestas en nosotros.

Alesha me tendió los trajes y me acompañó para probármelos. Los probadores eran muy sencillos, habían varios provistos unos junto a otros cubiertos por unas gruesas cortinas rojas. La sala poseía muchos espejos y sillones de espera.

Entré en el cambiador y casi me hice un lío con las perchas. Por suerte parecían ser trajes de mi talla, pues las chaquetas me iban bien. Cuando me había puesto uno de ellos salí para mostrárselo a ella. Su mirada me desconcertó, ya que no sabía muy bien si estaba asqueada o sorprendida. Se levantó y se paseó a mí alrededor observándome. Yo me sentí algo incómodo y no pude evitar romper el silencio:

-¿Y bien?

Ella seguía con la mirada de incertidumbre.

-Pruébate el otro a ver-se limitó a contestar.

Estaba seguro de que quería verme igualmente los dos trajes a ver cual me sentaba mejor. Me probé el siguiente, y con este me sentí más cómodo, era una tela más suave y cedía a la perfección con mi cuerpo. Me miré al espejo y me reí al ver mis pintas, no estaba acostumbrado a llevar este tipo de ropa. Salí para mostrárselo a Alesha y sus labios se curvaron en una leve sonrisa. Una vez más giro a mí alrededor sin apartar sus ojos de mi esbelta figura. Mis ojos se toparon con los de ella, su mirada me estaba enloqueciendo y sus labios pedían a gritos que le devolviera el beso.

Bajé la mirada rápidamente temiéndome lo peor y me detuve a observar mi camisa disimuladamente.

-¿Está bien con esta camisa o mejor pruebo otra?

De repente, el dependiente entró para ver que tal lo llevaba. ¡Qué oportuno! El chico me hizo levantar los brazos y estirarlos hacia delante.

-Le queda muy bien el corte-el chico se agachó para analizar el pantalón. Se detuvo en mis tobillos y subió lentamente la mirada hasta la entrepierna. Sin previo aviso, sujetó la cruz del pantalón y dio varios tirones. Después se levantó y analizó mi cintura apartando la chaqueta y girándome de un lado a otro-le queda divino.

Yo miré a Alesha en busca de ayuda, una vez más.

No esperaba que me diera otro beso, así que una vez más volvió a cogerme por sorpresa. Esta vez, tuve más tiempo de saborear sus labios y de sentir su cuerpo junto a mi cuerpo. Por un instante quise continuar, pero ella volvió a ser la misma de siempre.

-Será mejor que terminemos esto cuanto antes-dije algo incómodo intentando rascarme donde tenía la etiqueta de la camisa.

Ella asintió y yo enseguida me cambié de ropa en el probador. Pagamos el traje y salimos cuanto antes de la tienda. Yo me puse el traje a la espalda y escapamos hasta una tienda que parecía interesarle a Alesha.

-Wow-dije al ver los vestidos tan sexys que había en el escaparate.

Ella sonrió con picardía y no tardó en seleccionar varios para probárselos. Me puso unos cuantos en la mano y la acompañé hasta los probadores. Ella entró en uno y yo me senté en una de las butacas a esperar, por desgracia para mí no pude evitar mirar la cortina intentando encontrar algún resquicio que me dejara ver su belleza.

-¿Ya está?-pregunté algo desesperado. Las chicas tardaban mucho, pues meterse en esos trajes tenía que ser complicado.

Ella al fin salió y yo me quedé boquiabierto. El vestido dejaba insinuar todo su cuerpo y mi imaginación pervertida hacía el resto. ¡Tranquilo Jake!

-Uff, está muy bien-dije aunque ella, después de mirarse varias veces en el espejo volvió para probarse otro.

Entonces, me pidió que le ayudara con la cremallera, así que abrí la cortina con cuidado y entré en el probador. Ella se giró con una sonrisa muy cautivadora y yo comencé a subir aquella cremallera, cada vez que subía, se iba dibujando el contorno de su figura. No pude evitar suspirar, estaba poniéndome verdaderamente malo. No iba a poder resistirme más. Quería abrazarla…

Ella volvió a girarse y yo no supe donde mirar, así que me miré al espejo algo avergonzado. Ella encontró mi mirada a través del espejo y sonrió deslumbrándome. Estaba muy hermosa.

-Está bien-me limité a decir. Sabía que a las chicas no les gustaba que les dijeras un simple “está bien” pero no quería parecer un acosador diciéndole lo verdaderamente atractiva que estaba con ese vestido. La verdad es que me daba cierta vergüenza enfrentarme a ella de ese modo. No la veía como una chica normal, la veía como una buena cazadora y compañera de la que probablemente no me tendría que encariñar porque tarde o temprano acabaríamos separándonos. Aunque no me gustase, yo era así, huía del amor y Alesha me lo estaba poniendo difícil.

Cuando fui a salir del probador ella agarró mi brazo y me pidió otra vez ayuda con la cremallera, cosa que me hizo bastante gracia. La verdad es que las cremalleras podían ser verdaderamente peligrosas, cualquiera podría bajársela. ¿No se sienten inseguras las mujeres con ellas, o a caso eso quiere decir algo? Nunca las comprenderé.

Bajé la cremallera lentamente para no pillarle la piel y noté que a través del cristal ella me estaba observando. Así que, intente guardar una expresión tranquila y serena en todo momento. Cuando hube terminado salí a toda prisa del probador para relajarme.

Pagó el vestido y no dudamos en entrar en una zapatería para buscar algunos zapatos a juego. Ella no dudó en atreverse con un tacón de aguja, la verdad es que el tacón le realzaba mucho la figura. Yo me limité a llevar unos zapatos negros muy sencillos.

Ya habíamos comprado de todo y nos sentamos a almorzar en una cafetería. Mientras degustábamos los alimentos intercambiamos algunas emociones fuertes. Yo le conté una de mis cazas en Twonhidden y ella me comentó algunos momentos que había disfrutado en aquel mismo pueblo. La cosa parecía estar muy bien entre nosotros dos, cada día parecíamos compenetrarnos mejor, como si fuéramos buenos hermanos que hacen cosas juntos y eso la verdad es que me gustó. Me hacía recordar lo que era una familia. Claro que todo acabaría cuando nos encontráramos con esos malditos vampiros.

Terminamos de comer y ambos fuimos directos al coche, una vez más se respiraba una intensa tensión en el ambiente. Probablemente fuera porque regresábamos al motel y no sabíamos que haríamos a partir de ahora para despistar nuestras mentes, tanto del trabajo como de nosotros mismos. Yo seguro que me echaría una cabezadita, necesitábamos estar en forma para la noche y la verdad es que ir de compras me había agotado.

Entonces recordé durante el trayecto al motel, que Alesha me había besado hoy dos veces de una forma muy tierna. Ambos habíamos llegado bastante lejos en nuestra relación hoy y sabíamos como cazadores, que no era bueno encariñarse con el compañero. Eso había acabado con la vida de muchas personas y siempre había dolor detrás de una relación en el que las parejas se enfrentaban a lo sobrenatural. Por otro lado, me había gustado compartir estos momentos con ella y de recibir esos cariñosos besos.

Llegamos el motel y Alesha estaba casi embelesada. El trayecto del coche en silencio la había vuelto a entrar en ese estado de sopor y no me extrañaba, si no fuera porque estoy conduciendo a mí me pasaría lo mismo.

-Por fin en casa-bromeé.

<< Todavía en el suelo, recobro el conocimiento. Poco a poco me arrastro hasta la cama y subo por ella hasta sentarme. Siento la cabeza terriblemente pesada entre las manos, como si fuera de plomo.

Intento recordar lo ocurrido y cómo he llegado a este estado, pero lo único que percibo son unas voces distantes. Su sonido es tan desconocido para mí que me llaman la atención durante un buen rato. Hasta que decido levantarme. Voy dando tumbos hasta la puerta. No está cerrada.

Gracias a dios la cabeza se me empieza a aclarar y eso me da fuerzas para averiguar quién es el misterioso visitante. Quizá eso me ayude a averiguar el porqué de mi estado; ropas raídas, cuerpo ensangrentado y sucio-por su puesto la sangre no parecía ser mía-. Entonces, escucho el quejido de mi madre y solo de pensar que está en apuros noto una descarga de adrenalina y empiezo a recorrer los pasillos en busca del origen. Al fin, la localizo, está en la cocina, en el suelo. Y a su lado la figura de una mujer que me observa que ojos totalmente bañados en un vacío blanco y tenebroso. Entonces noto que una fuerza invisible me atrapa, no puedo escapar, no me deja deshacerme de ella. Mis esfuerzos por intentar alcanzar a mi madre son en vano. Y finalmente después de un duro forcejeo el ser me mira sonriendo con picardía y me susurra unas débiles palabras que no consigo entender. Empiezo a entender que algo no marcha bien, hablaba en términos demasiado amistosos y yo no conocía a esa persona para nada. Además, ¿cómo sabe mi nombre?

Un terrible dolor comienza a recorrerme todas las fibras de mi pequeño cuerpo, el dolor se hace cada vez más intenso y pataleo descontrolado sin poder hacer nada más >>.

-¡¡Nooo!!

Me despierto y veo a Alesha que me mira fijamente, me tiene agarrado por los hombros y no para de sacudirme. Tengo que pensar rápido: ¿Cuánto tiempo he estado enloqueciendo en esta maldita pesadilla? No pueden haber sido más de unos minutos, pero lo que ignoro es porque han vuelto.

Me siento en la cama totalmente confuso. Tengo el cuerpo empapado en sudor, el corazón está desbocado y aún me corren lágrimas por la cara. Está oscuro, debe de haber caído la noche.

Alesha pregunta por mi bien estar y yo asiento con la cabeza. Aún algo desorientado como para saber donde me encontraba. La pesadilla había sido tan real que casi pensaba que iba a morir delante de aquel demonio. Entonces, se me aclararon poco a poco las ideas y asimilé con mayor claridad aquel terrible sueño. Se trataba del día en que un demonio había matado a mis padres. El demonio que acabó con la vida de aquel niño feliz.

-Ha sido solo una pesadilla tonta-dije algo avergonzado al ver la cara de preocupación de Alesha-, estoy bien-repetí.
No quería responder a las preguntas que probablemente ella me haría a continuación. A juzgar por la toalla que cubría su cuerpo, acababa de salir de la ducha cuando me encontró en este estado. Así que, hice como si nada hubiera pasado. Agarré una toalla y me metí enseguida al baño. Necesitaba darme una ducha para despejarme.

Cuando terminé Alesha estaba casi terminando de prepararse. Probablemente estuviera esperando a que yo terminara para ella entrar al baño. La había dejado a medias, que mal educado soy, o debería decir, ¿cobarde?

-Lo siento-me disculpé-me he apoderado un rato largo del baño-añadí.

No había cogido ropa así que llevaba puesta la toalla sobre la cintura. Agarré el traje y lo puse sobre la cama, me senté a un lado y esperé a que Alesha se metiera en el baño para vestirme.

Me encogí de hombros ante su pregunta y subí la cremallera tal y como me había pedido. Entonces, su actuación me cogió por sorpresa y por ello no me moví en todo momento. Percibí una vez más el suave y dulce tacto de sus labios que hicieron recorrer en mí un extraño escalofrío. Le devolví la mirada, pero no dije nada. No estaba dispuesto a correr la misma suerte de siempre, así que sin darme cuenta mi semblante se puso más serio del que pensaba. Ella se disculpó sin perder su elegante sonrisa y yo continué en mi estado paralizado. Por un momento, quise abrazarla, explicarle todo lo que pasaba por mi cabeza y saciar esta sed que me mataba por dentro pero, no pude y me limité a callar.

Ella fue en busca de sus tacones de aguja y yo aproveché para ponerme los bóxers y comenzar a abrocharme la camisa. Entonces, al fin, rompí el silencio:

-Tenemos que estar muy concentrados esta noche no podemos perder más tiempo. Hay mucho trabajo que hacer-mi voz sonó algo seria. Ella lo notó pues se quedó en silencio, probablemente no querría sacarme de quicio sabiendo los cambios tan repentinos de humor que solía tener yo. La verdad es que mis prontos han conseguido sacar de sus casillas a más de una mujer, entre ellas a Shady, la hermana de mi novia, ¿o debería de decir exnovia? Es todo tan frío y extraño para mí...

Me puse el pantalón y la chaqueta mientras Alesha se ponía a mirar mis notas sobre la investigación y los recortes de periódico. Estaba completamente seguro de que lo hacía para evitar mirarme o incordiarme. Cada vez que yo me enfadaba ella parecía sentirse culpable e intentaba no causarme problemas y la verdad es que no era su culpa, todo estaba en mi cabeza. Ella jamás podría entender lo que me corroe por dentro cada vez que se me acerca. Ojalá pudiera abrazarla sin más, ojalá pudiera.

-¿Estás lista?-pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Cogí las llaves del Camaro y abrí la puerta con seriedad. Ella me siguió los pasos desde cerca mientras llegábamos al coche. Entonces, me invadió un sentimiento de pena por dentro que no pude evitar pararme en seco, mirarla valientemente a los ojos y decirle “lo siento”. Me había comportado como un capuyo otra vez y ella no tenía la culpa de nada.

Alesha abrió la boca para decir algo, pero yo me volví hacia el coche ignorando su comentario. Realmente soy un capuyo.

Subimos al coche y yo le insistí en que se atara el cinto rápidamente. Pues en seguida me puse en marcha. La velocidad del Camaro estaba superando ya los 120 km/h cuando decidí poner la radio para intentar calmar el ambiente. Alesha se tendría que sentir totalmente confusa ante mis reacciones. A veces la trato bien y a veces me siento realmente mal con lo que le hago, pero creo que es necesario. Si no… no quiero ni pensarlo.

Me estaba haciendo a ella demasiado rápido. Me atraía físicamente y lo peor, había llegado a experimentar un sentimiento hacia ella en dos días que hacía tiempo que nadie había despertado en mí. ¿Cómo era posible? Teníamos que terminar cuanto antes la misión y alejarnos. No quería que los demonios la encontraran, no, a ella no…

Llegamos a la ciudad y aparqué en un parking cercano al local. En la entrada habían dos seguritas corpulentos, calvos y prepotentes. Sus miradas eran serias e inexpresivas, tanto como la que yo tenía ahora mismo. Ambos decidían que tipos de personas podían acceder o no al local y también cobraban la entrada que les pareciera.

Cuando nos disponíamos a pasar entre los dos ogros uno nos detuvo interponiendo su brazo, el cual tocó mi pecho bruscamente.

-Son 30 libras.

Yo le miré con cara de pocos amigos, no tenía ganas de que me aguaran la noche y la verdad es que estaba bastante asqueado como para tener que aguantar a dos marmotas como estos. Miré a Alesha y ella se encogió de hombros y su expresión casi me hace reír. Gracias a que estaba ella para relajarme un poco sino les habría atinado un par de golpes a estos hombres.

Saqué la cartera y pagué al hombre, aunque me costó soltar el dinero cuando él ya lo había agarrado.

Al fin entramos al local, el ambiente era bastante denso, se respiraba una mezcla de alcohol y humo y apenas se veían las caras de las personas en la oscuridad, bajo las luces de colores. El tipo de música parecía ser bastante cañera, las chicas meneaban agitadamente las caderas al ritmo del dance y el techno. A la izquierda se divisaba el escenario; en el que bailaban algunas gogos animando la noche. Agarré la mano de Alesha por miedo a perderla y me introduje en aquella selva de personas bailando. Entre codazos conseguí abrirme paso hasta alcanzar el otro extremo donde se situaba la barra.

-¿Quieres tomar algo?-le invité.

Ella estaba a punto de contestar cuando Manuel nos interrumpió con unos cuantos gritos emotivos. El chico, tenía una ropa bastante ajustada. “Típico de cubanos”-pensé. Llevaba dos bebidas en la mano las cuales no dudó en regalarnos entre saltitos.

-Muchas gracias-dijimos ella y yo al unísono.

Dejé la bebida sobre la barra ya que no me fiaba de lo que podría tener dentro. Alesha se sentó en la butaca y yo me apoye de espaldas a la barra apoyando los codos. Ambos nos quedamos en silencio haciéndonos al ambiente. Nos reímos al ver a un señor de mediana edad intentando bailar al ritmo de Lady Gaga con una tremenda energía. El señor no perdía el tiempo y se arrastraba bajo las faldas de las mujeres. ¡Qué energía!
Entonces, algo me llamó la atención en aquella zona a la que llamaban “Vip”; varias personas de aspecto muy peculiar se asomaban en el palco con algunas copas en la mano. Desde mi posición podía ver algunos asientos del piso superior en el que estaban sentadas varias chicas rodeando a alguien. “Sera el jefe de todo esto”-pensé.

Observé con detenimiento los movimientos de Alesha mientras se debatía con los guardias para acceder a la zona vip. Estaba en desacuerdo con el plan que se estaba llevando a cabo, pero no teníamos más alternativas. Cuando al fin consiguió burlar a los de seguridad accedió al piso superior y la perdí de vista unos instantes. Eso me puso bastante tenso.

-Oye Manuel-le toqué el hombro para llamar su atención-¿De qué son estas bebidas?

-¡Eso te hace poner los pies en el suelo tío! Es el manjar de este sitio, tiene una pizca de magia que te hace enloquecer.

Le miré serio pues no había comprendido exactamente la longitud del tema.

-¡Tío! No te preocupes, con esto te lo pasarás de puta madre y tendrás sexo hasta no poder más.

Le miré una vez más con el ceño fruncido.

-¿Pretendías drogarnos?-pregunté acercándome a él con agresividad.

-Oye hermano, no te pongas así, ¿vale? Es una buena mezcla, no te va a hacer daño, es suave. Es lo que se lleva aquí amigo, no pretendía hacerte daño-Manuel comenzó a caminar dos pasos hacia atrás pues mi presencia comenzaba a perturbarle.

-¿Pero tú sabes lo que acabas de hacer? Mi amiga se lo ha tomado y la necesito con los pies en la tierra para esta noche.

-¡Ah por eso no te preocupes, ahora no querrá parar, tendrá energía para tí y para muchos. Moverá el esqueleto hasta caer rendida.

Apreté la mandíbula volví la mirada hacia el lugar donde estaba Alesha y al fin la divisé en el piso superior junto a aquel hombre. Parecía que se había buscado un buen hueco a su lado, y además parecía divertirse bastante. Una enorme preocupación me invadió por dentro, seguida de una rabia y una impotencia que no pude controlar.

-Manuel… -murmuré entre dientes.

Sin pensarlo, le asesté un derechazo en la mandíbula haciendo que este cayera al suelo aturdido. Acto seguido varias manos evitaron que me abalanzara contra él y me presionaron con fuerza alejándome de la zona. Yo me resistí e intenté deshacerme de los miembros de seguridad que calculé que eran cuatro. Finalmente todo el mundo había puesto su atención en mí a pesar de que la música seguía sonando. Me empujaron hasta el exterior del local y me tiraron al suelo por una puerta trasera que no había visto hasta entonces.

-¡Cabrones!-grité con rabia pero eso solo hizo agravar más la situación pues uno de los calvos me golpeó con su pierna en el costado haciéndome tambalear en el suelo.

Intenté levantarme para volver a la batalla. Estaba tan enfadado que no había pensado en todas las consecuencias que esto me acarrearía y tampoco había estudiado la desventaja. La rabia no me dejaba pensar con claridad y está cada vez iba en aumento.

Un guardia me agarró por los pelos para ponerme a su altura y acto seguido me propinó un golpe reventándome el labio. A esto se unieron el resto de guardias entre risas que acabaron uniéndose a la paliza. Entonces, fue cuando lo vi claramente. Uno de ellos mostró el encanto de sus colmillos y se abalanzó contra mi cuello con deseo. Yo lo agarré con fuerza y fue ahí cuando la adrenalina activo todos mis sentidos. Con una fuerza que no sabía de dónde había sacado alejé al hombre de mí y me levanté rápidamente para estar a su altura. Ahora sí que tenía un problema. No tenía machete.
Entonces, no me quedó otra opción que huir hasta mi coche y como había esperado no iban a dejar escapar a su víctima. Corrimos a toda velocidad por el callejón hasta salir al parking. Rápidamente saqué las llaves y abrí el maletero, cuando estaban a punto de alcanzarme, agarré el machete y arremetí contra uno de ellos. Éste no se lo había esperado pues no tuvo tiempo de defenderse en absoluto y su cabeza cayó rodando por el suelo. Entre golpes y estocadas continuó la batalla contra los otros tres. Intenté alejarme de mi coche y atraerlos al callejón nuevamente para no llamar la atención de los transeúntes y decapitarlos de un golpe limpio y seco.

Cuando las cabezas rodaron por el suelo noté el peso de mi cuerpo y mis piernas perdieron la fuerza. Me tiré de rodillas al suelo, se me había acabado toda la energía y ahora comenzaban a dolerme todos los golpes que me habían propinado. Entonces, la vista comenzó a nublárseme y caí de sopetón al suelo.

-Alesha… -susurré en un último esfuerzo antes de perder la conciencia.

Sentí algo que me agarraba pero mi cuerpo no reaccionó. Entonces fue cuando escuché una voz, aunque parecía estar muy lejos, repetía una y otra vez mi nombre. Sentí unos zarandeos y abrí los ojos algo atontado.

-¿Qué?-dije sin saber que ocurría. Luego me fui dando cuenta de que estaba en los brazos de Alesha y que seguía en aquel oscuro callejón oliendo la sangre de vampiro-. ¡Alesha! ¿Qué ha pasado? –me incorporé y miré a mi alrededor atónito. No recordaba exactamente lo que había ocurrido aquí, estaba claro que había vencido.

Me llevé las manos a las sienes y apreté fuerte para ver si conseguía atenuar aquel estridente dolor, fue cuando me di cuenta de que un hilo de sangre descendía por mi cabeza. Luego analicé mi labio que me escocía y también parecía estar roto, mi ceja derecha había corrido la misma suerte. Mis nudillos estaban rasgados de golpear y mis codos raspados por las caídas. Intenté levantarme con la ayuda de Alesha pero un dolor me desquebrajó por dentro. Me dolía bastante el estómago, por suerte parecía tener todas las costillas y los huesos en su sitio.

-¿Estás bien?-le pregunté preocupado. Recordé que la había dejado sola con aquel malhechor y que se había bebido la droga que nos había dado Manuel-¿Alesha?

Me ayudó a sentarme en el coche, en el asiento del piloto. Una vez posicionado sabría perfectamente apañármelas para a conducir. Al fin y al cabo Alesha estaba drogada y no podíamos arriesgarnos con eso. Podría afectarle demasiado y podría perder el control, no sabemos qué efectos secundarios tiene.

-Puedo hacerlo-dije tozudo.

Arranqué el motor cuando Alesha subió al coche y nos pusimos el cinturón. Entonces, se oyeron unos gritos en el exterior. Ambos nos giramos para observar que estaba pasando y lo que vimos no nos sorprendió. El director del local y algunos compinches suyos, todos vampiros estaban quejándose del estropicio que había hecho.

-Ya tengo tu cara-dije sonriendo y arranqué forzando el embrague para levantar el polvo del aparcamiento con las ruedas.

Alesha se rió ante mi reacción parecía bastante divertida con la escena a pesar de que estaba algo preocupada por mis heridas.

Puse mi mano sobre la de ella, deteniéndola para que no llegara más lejos. La miré con reproche y volví la vista a la carretera. Me estaba poniendo bastante nervioso pero tampoco podía reprocharle nada en su estado.

Ella se acercó lentamente a mí y me dio un beso en la comisura del labio. Yo me quejé pues tenía una herida en él que me escocía bastante. La empujé hacia atrás con el brazo para que se contuviera.

-Alesha, estas bajo el efecto de drogas, intenta contenerte, ¿vale? Y ponte el cinturón.

Llegamos al motel y bajamos del coche ella me ayudó a llegar hasta la habitación y no dudó en intentar robarme otro beso. Su mano se introdujo a través de la apertura de la camisa que había entre botón y botón y jugueteó con sus dedos mientras yo buscaba la llave para abrir la puerta.

-¿Quieres estarte quieta? –estaba bastante nervioso.

Entramos a la habitación. Cogí un botiquín de primeros auxilios y una palangana con agua fría para curar mis heridas. Alesha se anticipó mis movimientos y me arrebató el paño de las manos para limpiar ella mis heridas. Me quejé un poco cuando me rozó la piel en carne viva y apreté la mandíbula mirando a otro lado, intentando distraerme. Ella me miraba sensualmente mientras recorría mis heridas y sus labios me incitaban a besarla, pero me contuve. No quería aprovecharme de ella en ese estado.