Fiesta (Libre)

Estaba mortalmente aburrida. Hacía demasiado tiempo que no tenía una misión que me pudiera permitirme entretenerme, y era ya incontable el tiempo que hacía que no me iba a algún bar a socializar, así que eso fue precisamente lo que decidí hacer para pasar el rato. Me puse un vestido corto y ajustado y unas medias de rejilla, con unos zapatos de tacón y algo de maquillaje en los ojos. ¿Qué demonios? Me apetecía fiesta. Me fui hasta el bar de copas, que supuse que a esas horas podía ser divertido. Tenía razón, como comprobé nada más entrar. Había mucha gente en él y la música era bailable y no muy desagradable, así que con esas señales de empezar bien la noche fui directa a la barra y me pedí un mojito. No quería emborracharme demasiado pronto, así que lo mejor era empezar suave. Cogí mi bebida y me fui al centro de la pista, a bailar sin que me importara nada. Porque, al fin y al cabo, en ese momento no lo hacía.

Aburrimiento se llamaba lo que en esos momentos sentía. Acabar en un pueblucho repleto de cazadores no era algo que me agradara mucho... Pero total, habían fiestas. Con eso me valía. Entré a un supuesto "bar de copas", donde sonaba una horrible música. Miré lo que tenía enfrente de mí, gente de todo tipo.
-Que asco... - dije con doble sentido, por parte de esa música comercial y lo mal que olía la mayoría de la gente. Pero sólo la mayoria... Un olor muy peculiar me atraía, pero sin saber quién era, me acerqué a la barra. Contemplé la pista de baile, aburrido. Normal, después de todo, un pueblo era un pueblo.

Estaba bailando a mi ritmo, ignorando el ritmo de la música. Total, había ido allí para divertirme y no para seguir ritmos chungos que además eran bastante malos. Bebía también a intervalos irregulares, pero me acabé el mojito más rápido de lo que había calculado, así que paré mi baile y me fui a la barra, ignorando a los chicos que había a mi alrededor. Los moscones no eran lo mío, y menos pareciendo siempre más joven de lo que era en realidad. Dejé el vaso y me pedí otro mojito. Eran de mis favoritos de siempre, no podía hacer nada al respecto. Me apoyé mientras me lo preparaban y eché un vistazo alrededor, dándome cuenta de la presencia de un chico al que no había visto antes. Raro, porque era bastante atractivo. Tenía cierto punto de magnetismo que me chocó, y me fijé un poco mejor en él, dándome cuenta de que era un vampiro, Bueno, mientras no hiciera nada raro no tenía nada en contra suyo. En cuanto me dio el camarero mi bebida volví a la pista de baile, sin dejar de mirarle de reojo. Tenía curiosidad, qué demonios.

Bostecé, no porque tuviera sueño, sino por el aburrimiento. Una chica salió entre la multitud de la pista de baile hasta la barra. Parecía joven, pero no, no lo era. Pidió un mojito y mientras esperaba, se percató de mi presencia. Como si yo no llamara suficiente la atención de las chicas. Me miró fijamente y supuse que sabía lo que era... Extraño, mucho. A no ser que fuera una cazadora...
Volvió a irse cuando el camarero le dio el mojito y le seguí con la mirada, mientras le dedicaba una sonrisa torcida.

Parecía aburrido del ambiente general que se respiraba en aquel lugar en el que nos encontrábamos, y no le culpaba. Si no fuera porque yo sabía divertirme muy bien sola posiblemente hasta hubiera estado de acuerdo con él en su tan acertado bostezo. Volví al lugar donde había estado antes acompañada de una sonrisa torcida por su parte, que me resultó tremendamente atrayente. No tenía nada en contra de los vampiros siempre que se comportaran, y él de momento no saba ninguna señal de que no fuera a hacerlo. Le miré a los ojos fijamente y alcé mi vaso, como brindando por él. Después le di un trago pequeño, pues quería que me durase más que el anterior. Lo dejé en una mesa a mi lado, a sabiendas de que nadie me lo quitaría, y me volví a poner a bailar a mi ritmo, mirándole de manera pícara y acompañando mi mirada con una sonrisa igual.

Ese lugar me empezaba a agobiar. No se podían comparar con las ciudades... Los cazadores no siempre me habían caído bien. Descubrían que eras un vampiro sin saber cuál eran tus intenciones, sin importar si eran buenas o malas, y te añadían automáticamente en su lista negra. Qué poca sensibilidad por su parte. Sonreí, incrédulo. ¿Qué sabía yo de sensibilidad?
La chica me miró a los ojos y dejó su bebida en una mesa cerca de ella. Volvió a la pista de baile, mientras me dedicaba miradas de picardía. Antes de que ella girara, ya me encontraba detrás de ella, marcándole sombra.
-Joder, que bien hueles... - murmuré, mientras la miraba de arriba a abajo.

Alcé una ceja, sorprendida. Aquel chico se había puesto detrás de mi en apenas lo que podía tardar en parpadear, y su poca distancia la encontraba terriblemente atrayente a pesar de las circunstancias. También a pesar de que me había dicho que olía bien, lo que supuso un halago cuanto menos extraño pero sincero teniendo en cuenta que era un vampiro quien me lo había dicho. Me giré hasta quedar frente a él y vi que me miraba con atención, así que yo hice lo mismo sin disimular, haciendo que mi vista recorriese su cuerpo desde sus ojos claros hasta sus pies, sin dejarme detalles de por medio. Le dediqué una sonrisa de interés. - Gracias, supongo. - le dije en respuesta a su comentario anterior. - ¿Y a quién si puede saberse debo el placer de mi compañía actual? - inquirí, con curiosidad. Lo mínimo era saber su nombre.

La chica alzó una ceja, sorprendida. Sonreí, torcidamente. Se giró por completo, hasta quedar en frente mío. Me revisó entero, dedicándome una sonrisa de interés. -Sólo digo la verdad. - dije restándole importancia. Arqueé una ceja, mientras sonreía levemente.
-Damon Blacke, a su servicio. - dije tomándole la mano, y dándole un pequeño beso. Allí pude oler mucho mejor el aroma de la sangre. Europea, sin duda. Con el dedo pulgar, la cogí del mentón y miré su cara. - Y usted es... ? - pregunté.

- Un gusto conocerte, Damon. - dije mientras él besaba mi mano, en un gesto galante que, no obstante, me permitió alcanzar a sentir la frialdad de su piel. Quizá lo hubiera hecho por mera educación, o simplemente por oler mejor mi sangre, que él había dicho que olía bien. En cualquier caso no me inmuté, sino que me limité a sonreírle y seguir mirándole a los ojos, que parecían tener una fuerza especial que les distinguía del resto de miradas de la gente que nos rodeaba. Alzó el pulgar y me agarró de la barbilla suavemente, dejándome notar de nuevo la frialdad de su piel. Me hizo sentir un escalofrío por el cambio brusco de temperatura, pero me repuse en apenas un segundo.
- Me llamo Amanda. - contesté con una pequeña inclinación de cabeza.

Sonreí satisfecho por su respuesta; ¿a quién no le daría gusto conocerme?
-Bien Amanda... ¿Te gustaria seguir por aquí o... prefieres salir fuera a tomar el aire? - pregunté, clavando mi mirada en la suya junto a una sonrisa sarcástica. - Como a usted le apetezca, claro... - añadí.
Eché una mirada a mi alrededor y volví a ella, esperando una respuesta afirmativa. Algo de ese lugar no me encajaba. Intenté dejarlo estar, sin embargo, debía estar alerta de cualquier cosa.

Su sonrisa tan arrogante me hizo poner los ojos en blanco durante un instante y negar con la cabeza para después sonreír. Vale, sí, se lo creía mucho, pero también era cierto que se lo podía permitir, pues no muchos chicos a los que había conocido que tenían en el ego tan grande tenían razones de peso para ello. Y Damon no era uno de ellos, no sabía si por suerte o por desgracia.
- Eso de salir a tomar el aire me parece una muy buena opción. Siempre y cuando, claro, que a usted no le moleste que esa haya sido mi decisión. - respondí, con mirada de falsa inocencia y una media sonrisa torcida que contradecía mi mirada. Bueno, jugar así yo también puedo y créeme, estoy deseando demostrártelo.
A decir verdad el lugar se estaba volviendo más y más aburrido por momentos, así que al menos esperaba que estando fuera la noche resultara más interesante. Me terminé la bebida, que cogí de donde la había dejado, y me puse la chaqueta, poniéndome al lado de Damon. - ¿Vamos? - pregunté, retórica, mientras comenzaba a andar en dirección a la salida del bar.