Investigando mi propia alma... [libre]

Llevaba varios días teniendo prontos algo raros. Solía despertarme envuelta en sudor, soñando con algo que se supone no debía recordar, la muerte de mi madre. Además, y para mi pesar, solía despertarme destrozando algo de la habitación. En los últimos días me había cargado dos lámparas y el despertador había salido volando por la ventana sin ni siquiera tocarlo.

Según mi hermano esto era debido a el acontecimiento que había cambiado mi vida, la muerte de mi madre, y todo por culpa de un estúpido demonio al que ni siquiera había visto... o al menos que yo recordase. Pero esta telekinesis que tenía era grave, temía perder el control con alguien delante, y entonces se armaría una buena.

Cogí varios libros sobre poderes paranormales, desde telekinesis, hasta telepatía y videncia.Estaba claro que si iba a tener poderes raros tenía que estar preparada para controlarlos.

Spoiler:

Una vez cogí los libros dejé mi chaqueta a un lado, junto con mi bolso de cuero negro, me aparté el pelo del rostro y me puse a leer. Cualquier que me viera por la zona pensaría que algo raro me pasaría, creo que nunca había pisado este sitio desde que vivo aquí, pero siempre había una primera vez.

A decir verdad no sabría explicar qué es lo que hacía allí. Di un par de pasos hacia el interior de la sala de lectura, observando a la gente que se sentaba allí a leer libros de diversas materias. No, no sabía por qué de pronto había sentido el extraño impulso de ir a la biblioteca por que sí, aun más teniendo en cuenta que mis tíos estaban fuera durante toda la semana y no me iban a molestar por quedarme todo el día en casa.
Pero no, no me apetecía encerrarme en mi cuarto o en el salón sin hacer nada más que ver la tele, escuchar música o lanzarme una y otra vez la misma pregunta: ¿por qué me había pasado aquello a mí?
La única superviviente de la familia...La que había sobrevivido a su mentor cazador, y que era incapaz de vengarlo...La que tenía pesadillas por las noches y no sabía por qué...La que huía del demonio de ojos blancos una y otra vez, y dañaba a aquellos a los que quería...¿Por qué debía ser yo esa?
Al menos, necesitaba saber qué había iniciado mis desgracias, y para eso supongo que fui a la biblioteca, para encontrar una maldita respuesta.
Así que escogí un montón de libros sobre criaturas de aspecto prometedor y me senté a una de las mesas, frente a otra chica que leía igualmente ocupada una buena cantidad de libros.

Los libros no respondían a mi pregunta, decián cosas como que se nacia con esa habilidad, chorradas me decía a mi misma cada vez que leía. Yo no había nacido con la capacidad de mover objetos con mi mente, todo esto me había pasado por culpa de Azazel.

Una chica bastante mona se sentó delante mio, en otras circunstancias le hubiera tirado los trastos, pero ahora mismo no me sentía con ánimos, sin duda algo raro en mi.

Sus libros eran tan extravagantes como los mios, con tantos sucesos paranormales que ocurrian en este pueblo era lógico que los freaks se pusieran a estudiar, aunque la mayoría de esos libros no tenían ni idea del tema.

Lei algo que me pareció prometedor, "con entrenamiento se podría perfeccionar y dominar las habilidades mentales" eso podría ser interesante. Puse un libro delante, me percaté de que nadie me mirara y me concentré en un pequeño boli para hacerlo girar, apenas se movió poco hacia la izquierda...

"Necesito entrenamiento" pensé abatida por la idea de que eso no se me daba nada bien.

Cuando me fui a sentar detecté una cierta mirada de interés más bien curioso en la chica que estaba frente a mí. Aquello provocó que me fijase en los libros que leía: telequinesis, poderes variados...
Extraño, la verdad, aunque no lo más raro que hubiese visto. No, sinceramente, con lo que pasaba en aquel maldito pueblo (fantasmas atacando en pleno parque y demás ataques de criaturas varias), que alguien buscase algo sobre poderes mentales no llamaba la atención.
Me centré en mis propios libros, pero cuanto más leía más me daba cuenta de que el autor no tenía ni la más remota idea sobre qué eran aquellas cosas de las que hablaban. Para empezar, las estacas no mataban a los vampiros, y si querías exorcizar a un fantasma no servía para nada que regases sus restos con agua bendita mientras rezabas un salmo. Seguramente que ni siquiera creía en la existencia de esos seres.
Bufé. Aficionados. Lo único que buscaban era hacer pasta con los miedos y las dudas de la gente.
Cerré el libro con cierta violencia y lo dejé a un lado, lanzando una furibunda mirada a mi alrededor.
Entonces fue cuando lo vi: la chica que estaba frente a mí había movido un boli con solo mirarlo.
Me incliné hacia adelante mientras le lanzaba una mirada de asombro.
-¿Cómo has...? -mascullé.

No me habíá percatado lo más mínimo de que me estaban obervando por lo que cuando escuché la pregunta de la chica me quedé en blanco. No sabía que responderle, estaba claro que aunque había movido poco el boligrafo había sido suficiente como para que se diera cuenta de tal cosa, así que preferí hacerme la loca e intentar escapar al posible interrogatorio de una curiosa.

- A qué te refierres? - dije fingiendo como solía hacer siempre, o por lo menos más amenudo de lo que me gustaba.

Cogí el bolígrafo y hice como que estaba tomando apuntes, aunque no era lo más recomendado viendo aquellos libros que tenía delante. Cerré los libros más cantosos y los aparté.

"Genial Alex, acabas de meterte en un lio bien grande" pensé mientras esperaba a que la chica se tragara la treta.

Vi su gesto de sorpresa y temor, que rápidamente disimuló al tiempo que cogía el boli y fingía tomar apuntes...Unos apuntes muy curiosos, teniendo en cuenta el tema que trataban sus libros.
Bufé mientras contenía una sonrisa. Esa chica no estaba acostumbrada a tener que mentir, o al menos no a tener que mentirle a un cazador. La cantidad de veces que la gente trataba de engañarme o de engañarse a sí mismos de algún que otro modo...
Aparté a un lado el libro cerrado, aquel libro que tanto me enervaba por haber sido escrito por algún incompetente sacacuartos que jugaba con la seguridad y las creencias de las personas, y me apoyé sobre los codos para lanzarle una mirada de incredulidad.
-Lo he visto -repuse, con voz baja tanto como para no molestar a los demás como para que no nos oyesen.
Arrojé una mirada de diversión sobre la enorme pila de libros sobre poderes que tenía delante.
-No deberías hacerlo en un lugar público -musité.- Alguien podría verte...
Me recosté hacia atrás y en ese instante se me abrió un poco la chaqueta dejando entrever la funda de mi pistola, de la que nunca me separaba. Me tapé rápidamente, con la esperanza de que no lo hubiese visto.

Me quedé mirándola, sobretodo cuando se vió su pistola. Entonces todo cuajaba, no era normal que una persona estuviera tan calmada después de haber visto como una chica mueve un boligrafo, o al menos lo intenta, a caso de que fuera cazadora.

Sonreí, ahora más calmada.

- No deberías darme esos sustos - dije dejándo el bolígrafo a un lado - es malo para mi salud sobresaltarme de esa manera

La miré.

- Eres cazadora verdad? - dije totalmente tranquila

Solté una risita al ver que la chica se calmaba y dejaba de fingir, poniendo a un lado el bolígrafo que antes había movido (o intentado mover) y que me había llamado la atención sobre ella.
Devolví la sonrisa de medio lado, apretando la chaqueta contra mi cuerpo, mientras cerraba los botones para que nadie más viese mi pistola y pensase mal. No tenía ganas de formar un altercado o algo así.
-Lo siento, pero pareces una chica sana y no creo que te vaya a dar una ataque -me burlé.- No quería asustarte, pero no deberías haberlo hecho. Yo te he visto, y alguien más podría haberlo hecho, y entonces se habría formado un buen lío...
Asentí con una sonrisa y abrí las manos en gesto invitador. No quería parecer demasiado desconfiada, pero iba a mantener los ojos bien abiertos con aquella chica y a mantenerla bajo vigilancia, al menos mientras estuviésemos en la biblioteca o en presencia de personas inocentes.
-Exacto -asentí.- ¿Quién eres tú?

Sonreí.

- Una simple mecánica curiosa - dije sonriendo y con cara de niña buena.

La verdad es que tenía razón, pero por suerte aquella biblioteca pocas veces estaba frecuentada, la mayoría de los que vivian en este pueblo eran tios que para lo único que usaban los libros era para calzar alguna mesa coja.

- Si bueno, tienes razón, pero no creo que nadie estuviera tan pendiente de mi, salvo tú por lo visto - dije divertida - me llamo Alex

Aquella chica era mano, y si no pensase ahora mismo que yo era un monstruito intentaría ligar con ella, lástima que me hubiera visto en mi momento freak.

Reí por lo bajo. Aquella chica era extraña, abierta y cerrada al mismo tiempo, y con un toque de falsa inocencia que podía confundir a la gente.

-Catherina -repuse, inclinando levemente la cabeza.- Cath, mejor.

Afortunadamente que no había mucha gente por allí, aunque no solía haberla por lo que había podido averiguar. Las gentes de este pueblo no destacaban precisamente por amantes de la literatura y la cultura. Más bien se concentraban en otros menesteres, menos elevados. (?)

-No estaba pendiente de ti -negué.- Sólo había alzado la vista un momento.

Vamos a ver, ¿por qué me estaba justificando? ¿Qué mas me daba lo que ella pensase? Tal vez era por el modo en que me miraba de vez en cuando, me dije.

-¿Eres mecánica? -inquirí, interesada.

No había muchas mujeres que se dedicasen a esa profesión, la verdad.

- Sip, no es por alardear pero llevo el mejor taller del pueblo y posiblemente del Houston - dije algo prepotente - además tambien sirvo de posadera para aquellos cazadores que necesiten algo de ayuda

Eso último lo dije para ver si la chica tenía donde quedarse, no estaría mal volver a compartir mi piso con un bombón, pues hacía tiempo que no veía a Shady, aunque era posible que me evitará al ser hetero y haber echado un polvo con ella.

Miré los libros que andaba ojeando.

- Supongo que no habrás encontrado nada interesante en esos libros verdad? - dije sonriendo - los escritores no tenían la menor idea de lo que escribian.

Enarqué una ceja, divertida ante su alarde y su evidente orgullo hacia su taller.

-No tengo coche, pero cuando lo tenga me aseguraré de llevarlo a tu taller -murmuré.

¿Me estaba tirando los tejos o era cosa mía? Sacudí la cabeza. Aunque no tuviese la casa de mis tíos allí, no habría aceptado quedarme en casa de una completa desconocida que además parecía poseer poderes, aunque me cuidé bastante de no decir aquello.

-Muchas gracias, pero vivo aquí, en casa de mis tíos -comenté, apartándome el flequillo de encima de los ojos.- De todas formas, gracias por el ofrecimiento. Ya has tratado con bastantes cazadores antes, ¿verdad?

Seguí la dirección de su mitrada, hasta aquel inservible montón de papeles llenos de mentiras, que me hacían hervir la sangre.

-La verdad, me sorprende el hecho de que supiesen escribir siquiera. Aunque lo más probable es que se lo hayan dictado a otros para que escribiesen por ellos y así no tener que cansarse -bufé.

- Pues si, mi hermano es cazador así que trato con ellos continuamente - dije recordándo lo pesados que eran algunos, aunque con otros me lo había pasado la mar de bien - digamos que me es muy familiar ya

Cerré los libros que yo tenía delante.

- Si, lo mismo me pasa a mi, estos tios se hacen los intelecutales y ante una situación difícil estoy segura que gritarían como una niña - dije riendo ligeramente

Miré mi móvil para segurarme de que Justin no me había llamado ni nada, desde la convesación con su familia no había dado señales de vida. Supngo que eso significaba que estaría viviendo feliz con su mujercita.

Asentí con la cabeza. Bueno, eso explicaba que tratase el tema con tanta naturalidad; habitualmente, las personas ajenas a la caza que conocían nuestra existencia, nos solían tratar con algunos recelos.

-Bueno, supongo que no siempre es fácil tratar con ellos -murmuré, pensando en lo asquerosos que podían llegar a ser algunos, o en lo difíciles que eran otros.

A veces me preguntaba si para ser cazador había que ser un cerdo salido o un psicópata en potencia, pero luego pensaba en Jeremy y me daba cuenta de que no todos éramos iguales. A fin de cuentas, era necesario que hubiese de todo en todas partes.

-En fin -murmuré para mí.- Es lo que hay -agregué en voz más alta.

Me di cuenta de que miraba su móvil, tal vez esperaba una llamada o algo así.

-Existen algunos libros decentes sobre el tema que buscas -le comenté, inclinándome un poco sobre la mesa, de modo que solo ella me escuchase.- Pero no deberíamos tratar el tema aquí...Ni siquiera buscar esos libros que estás leyendo -agregué, haciendo un gesto con la cabeza hacia ellos.

Sonreí, sin duda aquella chica era una preciosidad.

- Bueno, no hay demasiado sobre esto en internet - miré a mi alrededor - de todas formas por eso no te preocupes, este pueblo está más lleno de cosas sobrenaturales de las que crees

Miré a algunos chicos jóvnes que estaba allí, leyendo revistas o comics, segurametne la mayoría estaría viendo algo de porno, para evitar hacerlo en sus casas y que sus madres les hecharan una buena reprimenda.

Me heché hacía atrás un poco, estirándome, no estaba acostumbrada a estar tanto tiempo sentada, era más de estar moviéndome de un lado a otro y haciendo mil cosas.

- Pero en una cosa tienes razón... estos libros son un asco - dije medio riendo

Le devolví la sonrisa, sin saber muy bien el motivo de la suya.

-Entre toda la basura que hay en la red, hay alguna cosa decente -comenté, recuperando mi posición.- Lo sé, y por eso mismo lo digo. Podrías llamar la atención de algo no deseado -murmuré, encogiéndome de hombros.

Seguí la dirección de su mirada y vi a un puñado de adolescentes inquietos que leían libros de aventuras o cómics con interés. Con demasiado interés para tratarse de publicaciones de hacía ya varios años y evidentemente malos en todos los sentidos, ya que procedían de la sección de "Donaciones". Era fácil suponer qué estaban haciendo en realidad, así que aparté la mirada con una risita baja.

Se echó hacia atrás, evidentemente incómoda, y me di cuenta de que probablemente era como yo: le gustaba estar activa, y estar sentada mucho rato podía llegar a ser matador.

-Lo sé. Te daré unas pistas para que descubras si algo vale la pena -dije, tomando uno de sus libros.- Si es de pastas duras con signos esotéricos, basura -dejé el libro a un lado y tomé otro.- Si es de pastas blandas y con colores chillones, basura. Podría seguir así mucho rato, la verdad -agregué, echando un vistazo a su montón de libros.

- Si bueno, es complicado encontrar a alguien que sepa tanto como nosotros entretenerse escribiendo un libro

Sin duda los cazadores no estaban hechos para relatar sus aventuras o especificar en enciclopedias las clases de seres que existian y el cómo se e liminaban, no, para eso estaba el boca a boca y las nuevas generaciones. Justin era una de esas generaciones, aunque en mi caso por circunstancias totalmente distintas a la que podría tener el hijo de un cazador normal.

Pensé por unos instantes si yo también sería de esa nueva generación, no era cazadora, pero era capaz de encargarme de casi cualquier ser que me encontrase, había estudiado casos de interés y había ayudado a cazadores a conseguir objetos y hachizos para deshacerse de esos monstruos. Pero yo era distinta, no luchaba, la verdad es que no me gustaba eso de arriesgar mi vida por otra persona, le tenía mucho aprecio, pero el hecho de que cada vez fuera capaz de hacer cosas más extraordinarias... quizás debía replantearme serias cosas.

La volví a mirar.

- Y tú que buscas, algo de interés? - dije apoyándome en la mesa - si estás en algún caso puedo ayudarte a buscar información- puse mi mejor sonrisa

Asentí pensativa. La verdad, Jeremy me había insistido muchas veces en que me sentase y escribiese un diario de caza como él hacía. Al final había cogido la costumbre, pero no del mismo modo casi obsesivo por los detalles que mi "profesor" me había intentado inculcar y del que él mismo hacía gala.

-No hay demasiado tiempo. Además, los cazadores ahora no tratan de descubrir nuevos modos de destruir a las criaturas, sino solo matar a la mayor cantidad que puedan y luego ir a alardear en los bares a ver a quien se llevan a la cama -finalicé con cierto veneno en la voz, esperando que no fuese muy evidente.

Sacudí la cabeza y ahuequé la melena sobre el hombro, empezando a tener calor. No podía quitarme la chaqueta o alguien podía ver la pistola, pero ganas no me faltaban, pensé, arrojando una nueva mirada sobre aquel montón de basura que cubría la mesa.

Me dedicó una brillante sonrisa mientras me ofrecía su ayuda para alguna caza.

-No, a decir verdad buscaba información sobre unas criaturas que vi una vez. No aparecen en los grimorios ni nada parecido, la verdad. Ni siquiera creo que nadie tenga noticias de ellos -agregué, con voz baja y triste.

Una nueva criatura, eso sonoba la mar de interesante, y tal vez un reto con el que podría ganar dinero, algo a lo que nunca decía que no... bueno también había otra cosa, pero por desgracia eso no pasaría.

- Qué criatura? - pregunté interesada

El descubrir una nueva criatura y ayudar a eliminarla podría significar algo de reconocimiento entre los cazadores, por lo que significaba que más vendrían a pedir mi ayuda. La idea de tener muchos cazadores con dinero esperando en mi puerta me llamaba mucho la atención, y si también alguno de ellos estaba bien podría pasar buenos ratos.

- Quizás pueda encontrar algo de información - hice una pausa - a fin de cuentas también me dedico a eso

Noté un gran interés por su parte en cuanto mencioné lo de las criaturas, y casi me arrepentí de haber hablado de los seres que acabaron con mi familia. Pero, para bien o para mal, ya estaba dicho y no había manera de volver atrás. Además, contar con otra persona ayudándome podía ser positivo.

-No sé su nombre -repuse, algo evasiva.- Pero muere al contacto con el fuego -agregué, recordando aquella noche.

Corría por delante de la chimenea con aquella cosa pisándome los talones. De pronto caí, y se abalanzó sobre mí. Presa del pánico, agarré lo que tenía más cerca, un tronco en llamas de la chimenea, y le golpeaba con él. El golpe en sí no parecía hacerle efecto, pero cuando la llama entró en contacto con su piel, la criatura comenzó a retorcerse y al cabo de unos segundos estaba muerta.

Después de aquello corrí a esconderme en el sótano, pues ya había visto que toda mi familia había muerto a manos de aquellos seres.

-También parece que ataca en grupo, aunque no sabría decirlo con exactitud -estaba poniéndome algo pálida, hasta yo me daba cuenta.- Si encuentras algo sería de muchísima ayuda.

Observé como la chica empalidecía por momentos. La miré extrañada, sin duda aquella criatura tenía un significado muy fuerte para ella. Escuché atenta o que me contaba, craituras débiles al fuego... demasiadas.

- Hay muchas criaturas débiles al fuego - dije pensativa, intentando recordar el nombre ed alguna, pero como de costumbre mi memoria selectiva me jugaba una mala pasada.

Escuché como dijo que atacaba en manada, ese dato podría ser crucial para encontrar la criatura que buscaba.

- Ese dato puede ser importante - dije simple.

La miré.

- Oye estás bien? - dije algo preocupada - quieres salir a tomar el aire o algo, estás algo pálida - me acerqué un poco a ella

Mientras daba los pocos datos que tenía sobre aquellos seres, me di cuenta de la enorme cantidad de criaturas cuya debilidad era el fuego. Con un dato tan común como aquel nunca iba a encontrar nada; asentí con la cabeza cuando comentó que había muchas con esa característica y proseguí con lo de la manada.

-Me temo que no tengo más datos -concluí con un hilo de voz.- Pero te avisaré si recuerdo algo más.

Forcé mi memoria para tratar de extraer más detalles, pero ésta se negaba, fija en la misma imagen una y otra vez: Christine cubierta de sangre y gritándome que escapase, mientras me empujaba con sus escasas fuerzas hacia la escalera. Me dieron nauseas, pero las contuve.

-Sí, no hay demasiadas criaturas que ataquen en manada -comenté.

Me sentía mal, muy mal. Me agobiaba la habitación y tenía calor, por lo que asentí a su propuesta y me puse en pie como pude.

-No es nada, se me pasará enseguida -musité, con voz desmayada.- Pero me vendrá bien un poco de aire.

Me levanté y la agarré del brazo.

- Ale vamos afuera, que no quiero que una chica mona se desmaye delante mio - dije riendo

Esperaba que no luchara contra la idea de salir, pero al verdad es que no tenía buena cara y no quería montar un pollo delante de las pocas personas que había en la biblioteca, aunque imaginándome lo que ellos hacían posiblemente ni se darían cuenta.

- Venga, no me obliges a sacarte a rastras

Intentaba quitarle peso al asunto haciendo bromas, algo miuy típico de mi.

Si hubiese tenido fuerzas, habría tratado de separarme de su agarre, ya que no me gustaba demasiado el contacto físico.

-Gracias por el piropo -mascullé, sin ganas de emitir una risita.- No hace falta que me ayudes, puedo sola. Y no voy a desmayarme -añadí, con cierta fiereza.

No, ni hablar de desmayarme por culpa de aquel recuerdo. Maldita sea, ya iba siendo hora de que lo superase, ya casi hacia un año de todo aquello. Aunque tal vez era de esas heridas que nunca cicatrizaban del todo, me dije a mí misma.

Comencé a caminar, rogando por no caerme al suelo delante de aquella panda de adolescentes con las hormonas revueltas y ocupados en sus menesteres privados. No quería montar una escenita o un drama, además que no me inspiraba demasiada confianza el desmayarme en medio de aquella panda de salidos.

Sacudí la cabeza, agradada por su manera de quitarle hierro al asunto.

-No hará falta, de verdad.

Caminé junto a ella hasta llegar a la salida. La sueva brisa contrarrestaba el calor sofocante que hacía dentro de la biblioteca... y yo me había olvidado de coger una chaqueta. Aún así no me moví, sino que me puse a su lado y espere a que se recuperara.

- Mejor - pregunté pasado un rato.

El tiempo estaba cambiando, sin duda el calor desaparecía para dejar paso al frio y al viento, odiaba el calor, pero el frio tampoco me agradaba demasiado.

- Si necesitas algo dímelo vale? - dije amistósamente