Invítame a una copa (Jake) [+18]

Empezo a mastrubarme con su mano moviendola muy rapidamente, algo bueno es que conocia como me gustaba, siempre lo rapido y lo profundo. Mi respiracion se agito bastante mas de lo normal, mientras empezaba a retorcerme dejo suyo.

Comencé a masajearlo poco a poco para ir aumentando el ritmo como sabía que le gustaba. Notaba como palpitaba entre mis manos y crecía por instantes alcanzando un tamaño que no recordaba.

Me mordí el labio al ver la envergadura de su miembro, considerablemente mayor que la última vez que lo había visto. Con razón se llevaba a las chicas de calle. Dejé escapar un suspiro y pensé en cómo colocarme en aquel incómodo capó sin dejar de masturbarlo mientras una de mis manos se deslizaba a través del encaje de mis braguitas acariciando mi cada vez más húmeda entrepierna.

Cogi su mano apartandola de su entrepierna para luego introducir la mia en su interior, si ella me estaba dando placer yo no me quedaria atras. Acaricie su entrepierna por encima de su ropa para luego con la mano que ya tenia dentro introducir mis dedos en su interior masturbandola bastante rapido, sabia que a ella tambien le iva aquel tipo de rapidez, sobretodo despues de haberselo inculcado yo mismo. Se echo hacia atras gimiendo mientras cada vez ella me masturbaba mas rapido y mas pronunciadamente. Saque mis dedos de su interior mientras con ambas manos bajaba su ropa interior para luego cuando ya estaba fuera, en el suelo, bajar los tirantes de su sujetador, desabrochandolo por delante, como lo hacian algunas de aquellas ropas.

Me eche hacia delante lamiendo sus senos mientras los mordisqueaba tocando con mi mano su clitoris.

Noté como apartaba mi mano e introdujo la suya comenzando a acariciar mi entrepierna para poco a poco ir introduciendo sus dedos en mi interior y moverlos rítmicamente cada vez más rápido.

Comencé a gemir mientras me mordía el labio sin dejar de acariciar con ansia su miembro, notándolo en mi mano, palpitante, deseoso de pasar a algo más que simples caricias.

Jake comenzó a deslizar mi ropa interior, quitándomela, quedándome tal y como vine al mundo. En ese momento agradecí que no me la arrancase como solía hacer cuando éramos jóvenes ya que nunca habíamos sido tranquilos en ese sentido, éramos demasiado pasionales en la cama, casi rozando el salvajismo.

Comenzó a deleitarse con mis pechos mientras sus dedos rozaban mi clítoris cada vez más hinchado y húmedo. No aguanté más y apoyé mis manos sobre sus hombros, dándole un empujón y tumbándolo sobre el capó del coche con un sonoro golpe. Imaginé que no sentiría dolor, ya que estaba hecho de otra pasta y me senté a horcajadas sobre él bajando la cadera levemente para que su miembro erguido y palpitante acariciase mi sexo más que húmedo sin llegar a entrar mientras lo miraba con una sonrisa mezcla de satisfacción y deseo.