Wild Side (Nikki) (+18)

Amanda bloqueó las salidas mientras yo saltaba sobre los clientes, sin armas, sin nada... ¿Para qué? No me hacían falta. Eran unos 15 en total contando con un par o tres de bailarinas que chillaban aterrorizadas como perras. Salté a por uno de los tíos y empecé a golpearle a puñetazo limpio en la cabeza, la sangre empezaba a desparramarse por el suelo y mis golpes cada vez eran más fuertes, le partí el cráneo y parte de su cerebro se desparramó por el suelo, no pude evitar alzar la mirada cuando vi como uno se acercaba a Amanda, me puse alerta pero ella se defendió bien así que volví a lo mio, salté sobre las stripers y comencé a besarlas, a meterles la lengua hasta la campanilla y a hacer que, por un momento, se olvidaran de que era un jodido psicópata que quería matarlas, entonces, empecé a morderlas con fuerza y a arrancarles trozos de carne, que escupía sobre los tíos que no dejaban de gritar. Estaba rodeado de ella, intentaban pegarme, hacerme daño o algo, hasta que una se quitó sus taconazos y empezó a clavármelos por el cuerpo, dejándomelo como un colador. No pude evitar gemir cada vez que me hacia una de aquellas heridas y, a la ver, destrozar a alguna de sus amigas. Acabaron desmembradas junto a ella que cada vez temblaba más, lo que le dificultaba golpearme, o siquiera mantenerse en pie, joder, incluso podía oler su miedo! La cogí por el pelo, estirando de su cabeza hacia atrás y le mordí en el cuello, justo donde estaría la nuez en un hombre y le hice sangre, no podía hablar, ni gritar... Adiós, cuerdas vocales! Con una mano la cogí de la cintura y estiré con fuerza de su pelo hasta arrancarle la cabeza. Cuando fui a girarme un par de tíos se abalanzaron sobre mi, sacando fuerzas de nosedonde para intentar golpearme y entonces empecé a reírme de ellos, alcé mi brazo y acabaron pegados en el techo, sonreí con maldad y bajé el brazo, haciendo que cayeran con fuerza contra el suelo, volví a repetirlo, una y otra vez hasta que sus cuerpos explotaron por culpa del impacto o hasta que por donde todos sus órganos se convirtieron en puré. Me levanté rápidamente, quizá demasiado para el estado en el que me encontraba pero eso de no sentir dolor, bueno, en momentos como aquel era una gran ventaja, miré a mi alrededor... ¿Cuanta gente quedaba viva? Vi a un grupo de personas aterrorizadas yendo hacia donde el Dj se encontraba, quedarían unos cinco, quizá menos, miré a Amanda que acababa de cargarse a uno y esbocé una media sonrisa. Cuando alzó la mirada y me vio le hice un gesto con la cabeza hacia la zona del Dj, ella lo entendió y fuimos cada uno por uno de los lados, acorralándolos a todos. No tenía ni iea de los poderes que podría tener Amanda pero, por una vez, trabajaríamos en equipo.

-¿Qué te parece si yo los paralizo y tu los matas? He pedido mucha sangre como para poder paralizarlos y además matarlos yo mismo... - hice una mueca y sin más alcé los brazos y cerré los puños, todos se llevaron las manos al cuello intentando respirar, no podían hacerlo. - Si no los matas tu antes... Morirán ahogados. - sonreí con maldad y me encogí de hombros. - La verdad, no sé que es peor...

Mi primera impresión acerca de la gente que había en el bar no había incluido a las bailarinas que, cómo no, estaban por allí, como si fueran parte del atrezzo. De todas formas aquel pequeño error no sería demasiado importante, porque estaba segura de que a él le iba a gustar mucho más encargarse de aquellas bailarinas, que más bien tendrían que dedicarse al típico papel de gritonas chungas que son las primeras en morir de cualquier película de terror que el que tenían ahora, de streapers en un club de Houston, pues darían más el pego y tal vez hasta les fuera mejor. No me dio demasiado tiempo a plantearme el porqué de mi error y de las consecuencias prácticas que tendría, pues uno de los hombres que aún quedaba con vida en la sala se lanzó a por mí, pensando que que me hubiera cargado a varios de sus colegas había sido simplemente un golpe de suerte y que por mi aspecto juvenil y casi inocente (aún a pesar de la abundante sangre que me manchaba tanto la piel como la ropa y la mueca sádica de mi cara) podría librarse de mí en apenas un par de minutos. Craso error. Nada más venir corriendo hacia mí como un maldito kamikaze le esquivé hábilmente y le puse la zancadilla para que cayera al suelo de morros, rompiéndose la nariz por lo brutal del impacto y por la velocidad acumulada en su anterior carrera. Una vez de espaldas en el suelo y lamentándose me senté en su espalda y le cogí del pelo, levantándole la cabeza. Lástima, estaba bueno. Con el cristal aún en la mano lo acerqué a su cuello y comencé a rajarle, comenzando en un lado y terminando por el otro mientras la sangre salía de su pequeña gran herida como impulsada por un aspersor. Tanta fuerza hice con su cabeza y tan profundo me salió aquel tajo que en breves me quedé con su cabeza en la mano y sentada sobre el resto de cuerpo decapitado. Tiré la cabeza a un lado y me eché a reír por lo poco que me había durado. Sólo esperaba que Sikki se lo estuviera pasando mejor que yo con aquellas bailarinas, cuyos gritos iban dejando de oírse poco a poco. Giré la cabeza a ver qué tal le iba, levantándome del suelo de paso, y vi que tenía el cuello lleno de pequeñas heridas de lo que parecían ser otros zapatos de tacón. Lo tendría en cuenta para cuando no llevara demasiadas armas encima y tuviera necesidad de defenderme de algo...o alguien. Yo misma lo había probado antes, y había demostrado ser bastante efectivo, aunque donde estuviera un trozo de cristal o, mejor aún, un buen cuchillo, que se quitara el resto.
Con otros tipos simplemente se le debieron pasar las ganas de jugar, porque fue a lo fácil y simplemente con usar sus poderes para alzarles y hacerles chocar contra el suelo y el techo del local hasta que sus cuerpos fueron una papilla sanguinolenta en el suelo se libró de la pequeña molestia. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que quedaban aún algunos vivos, cuyas últimas esperanzas residían en esconderse junto al Dj y probar a ver si aquello de “la unión hace la fuerza” les funcionaba, dado que a Sikki y a mí nos estaba yendo tan bien al poner a la práctica aquel pequeño refrán. Vamos, ni de coña tendrían tanta suerte como para ser siquiera una amenaza para nosotros, y aquel pensamiento hizo que en mi cara se grabara una sonrisa que, sin pretenderlo demasiado, salió sádica ya per se. Me imagina las caras que debían estar poniendo, y al mirarles con más atención porque me estaba acercando más a ellos, cumplieron mis expectativas en cuanto a expresiones de terror. Bien, muy bien. Al menos no eran lo suficientemente estúpidos como para ignorar el peligro cuando lo tenían delante de sus malditas narices.
Sikki, tras hacerme un gesto con la cabeza que fue lo que había necesitado para ir hacia ellos, fue por el otro lado hasta rodearles por completo entre los dos y evitar cualquier vía de escape que se les pudiera ocurrir. Estaban atrapados como conejos en su madriguera, acechados por los lobos que les iban a devorar. Oh, vaya, qué metáfora más apropiada teniendo en cuenta las circunstancias. Me preguntó acerca de mi opinión sobre la muerte de aquellos, y francamente me sorprendió aquello. A ver, él era como un lobo solitario y que me pidiera ayuda precisamente a mí no era algo que entrara dentro de lo que una veía todos los días, así que mi sorpresa estaba justificada. De todos modos entendía que hubiera perdido demasiada sangre para hacerlo, porque yo estaba en las mismas (gracias a él y a sus oportunos mordiscos y heridas de nuestros polvos anteriores), pero en el fondo me daba igual porque podía matarles aún sin necesidad de usar mis poderes. Con aquel bendito trozo de cristal de la botella que aún guardaba podría hacer las delicias de Jack el Destripador, y esa idea de esparcir las vísceras de aquellos tipos por todo el local me pareció muy apropiada. Sikki me avisó que si no les remataba rápido iban a morir ahogados, y sus gemidos entrecortados por tratar de respirar a un apretón de puños de Sikki acompañados de una subida de manos a sus gargantas fue realmente plástico, pero no lo necesitaba para creérmelo. -De acuerdo, Sikki, les remataré. – le dije, ahogando un suspiro de falsa resignación como si en el fondo me molestara hacerlo.
Me acerqué a ellos y, uno a uno, les fui matando siguiendo un mismo patrón de una manera fría y eficaz que habría hecho palidecer de envidia a cualquier asesino en serie que se preciara o que osara llamarse así. Primero hacía dos cortes profundos en el cuello y después bajaba con mi cristal favorito hacia el vientre, donde lo desgarraba rápidamente haciendo que sus interiores fueran visibles y que cayeran al suelo muertos de dolor o simplemente fiambres. Con el sexto, el Dj, me apeteció cambiar un poco de estrategia. Me giré hacia Sikki y, con un simple gesto de mi cabeza, dejó de ahogarle. Se llevó las manos a la garganta y comenzó a emitir jadeos agónicos, que buscaban llenar de aire sus maltrechos pulmones. Estaba frente a él mientras permanecía agachado, tratando de recuperarse. Le cogí de la barbilla y le hice alzar la cabeza hasta que se encontrara con mi mirada, mientras su cuerpo seguía tan débil que no podía moverse lo suficiente como para oponer un mínimo de resistencia. A pesar de haber estado luchando por su vida, había visto lo que le había hecho a sus compañeros, y por ello su mirada reflejaba terror al clavarse en la mía. Pobre diablo, si tan sólo supiera que con él pensaba tomarme mi tiempo y no ser tan rápida y benévola como con los otros sí que tendría razones de peso como para asustarse.
Le dediqué una sonrisa de apariencia inocente, como si le comprendiera, y él se limitó a mirarme mal. Intentó escupirme, de hecho, pero por suerte no tuvo las fuerzas para hacer otra cosa que babearse en la cara. La intención es lo que cuenta, como se suele decir, y las suyas habían quedado bastante claras con aquel pequeño gesto. Negué con la cabeza, resignada. Nunca aprenderían a tener respeto a sus superiores, de verdad. - Mira, sólo por eso ya has conseguido que me cabree. – le dije, con tono de voz molesto. Él simplemente se limitó a mirarme y a maldecir entre dientes. Lo único que le pude entender fue un: Vete al infierno, zorra, al que no dudé en sonreír. Oh, sí, lo haría. – No te preocupes, que lo haré a hombros y por la puerta grande. – le dije, dándole una palmadita en el hombro para poner más énfasis en mis palabras.
Con el cristal de antes aún en la mano me acerqué y le rebané una oreja, mientras que la otra se la arranqué de un mordisco que me permitió saborear su sangre. Así aprendería a poner música de verdad en lugar de mera basura comercial. Mi boca se llenó de sangre mientras sus gritos aumentaban de volumen y rebotaban contra las paredes del local. De hecho, con fuerzas sacadas de no sé dónde intentó morderme en el cuello, aprovechando que lo tenía a su alcance porque me había acercado para morderle la oreja, pero fui más rápida que él y me aparté antes de que me hiciera nada. - Ah, no, aquí el único que tiene derecho a morderme en el cuello es él. – le avisé, señalando a Sikki con la cabeza. De hecho, mis heridas y mi enorme chupetón así lo demostraban, ya que él había sido el encargado de hacerme todas y cada una de ellas, como marcándome. Bueno, si era el precio que tenía que pagar por disfrutar de un buen rato con él lo pagaría más que encantada.
Sin orejas y retorciéndose de dolor bajo mi mirada, comencé a hacerle pequeños cortes por todo el cuerpo, simplemente disfrutando del olor de su sangre al ser derramada por mí y mi cristal, tan eficaz como me estaba demostrando ser. Al final me harté de ser lenta y comencé a profundizar los cortes, con intención de arrancar partes de su cuerpo lenta, muy lentamente. Comencé por sus dedos, y entre mordiscos y cortes le arranqué los diez, y después fueron las manos y los brazos en sí. Ya se había desmayado del dolor, e inconsciente no me divertía tanto, así que le corté en el cuello para matarle de una vez, viendo la sangre correr mientras le echaba al suelo y terminaba de desmembrarle, pedacito a pedacito e incluso cortándome yo en las manos por aquel cristal que, manchado de tanta sangre, me resbalaba. Al terminar con él quedaron varios montones con sus restos en el suelo y una gran mancha de sangre que creía y crecía. Yo estaba, de nuevo, manchada de sangre, y al girarme y mirar a Sikki el calentón de antes vino a mí. Joder, era tan perfecto para mí que no quería estar ni un momento sin que me tocara, así que me levanté del suelo y, a grandes zancadas, me acerqué a él hasta quedar frente a frente. Mi boca estaba chorreando sangre, y me llevé las manos a mi boca para lamer de mis propias heridas. Tras llenarme la boca de mi propia sangre me acerqué a Sikki y le di un beso en los labios, lleno de pasión, brutalidad y, sobre todo, necesidad tan enorme como la que era capaz de sentir por él.

Amanda se deshizo de todos de la misma manera, rápida y limpia, con la cual sacaba vísceras y dejaba el suelo lleno de sangre, vaya, al final no iba a ser tan mala después de todo... Con el último, el Dj, me miró y automáticamente bajé los brazos y dejé de apretar los puños, el tipo volvió a recuperar el aliento y empezó a jadear y a toser para que su cuerpo, sus pulmones volvieran a llenarse de aire y volvieran a respirar de nuevo... aunque por la mirada que tenía Amanda, aquello iba a durar muy poco tiempo. Intercambiaron algunas palabras y el tipo cometió el error de insultarla, joder, había estado a punto de morir ahogado y ahora Amanda lo iba a torturar y se lo iba a cargar lentamente... ¿Y aún tenía los santos huevos de soltarle aquello? Le cortó primero una oreja, y luego le arrancó la otra de un mordisco, el tipo intentó defenderse mordiéndole el cuello pero ella se apartó y le dejó bien claro que el único que podía hacer eso era yo, no pude evitar esbozar una media sonrisa, aún manchada de sangre, que me daba un aspecto de psicópata. Amanda, después de aquella pequeña pausa, continuó haciéndole cortes por todo el cuerpo, cada vez más profundos, yo observaba su trabajo, como si fuera un profesor que la estuviera sometiendo a un examen que, sin duda, iba a aprobar y con muy buena nota. Esos cortes terminaban por arrancarle la piel al pobre diablo, pero no se contentó con eso, le arrancó los dedos, las manos y los brazos, todo lentamente pero el tipo ya se había desmayado a causa del dolor y bueno... Adiós a la diversión hice una mueca, pero estaba expectante, esperando a ver como terminaba, porque si, el final siempre era lo mejor... Le cortó el cuello y terminó de desmembrarlo por completo con aquel cristal, se hizo varios cortes en las manos, podía oler su sangre y reconocerla pero no apartaba los ojos de sus manos y de lo que estaba haciéndole a aquel tipo. Cuando terminó con él volvió a ponerse frente a mi, yo estaba apoyado en la pared, cruzado de brazos, verla venir así hacia mi me encendió de nuevo, acababa de ver como mataba y torturaba, como se manchaba de sangre como disfrutaba haciendo aquello... Y tenía que reconocer que me había encantado y me habían dado ganas de otro asalto con ella pero... No, mejor no... Quería que al menos fuera ella la que viniera a buscarme la próxima vez. Amanda lamió las heridas de su mano sin apartar los ojos de mi y sin más me besó con pasión, cuando mi lengua entro en su boca, pude saborear su sangre y jadeé de puro placer. Correspondí su beso con brutalidad, enredando mi mano en su pelo y atrayéndote hacia mi, me separé un poco para morder sus labios y de nuevo la volví a besar disfrutando de aquel sabor embriagador de su sangre, sintiendo la fuerza que entraba en mi, pese a haber perdido mucha sangre podía volver a hacer lo mismo una y otra vez. Me separé de ella y le di un lametón en la cara, chupando la sangre que tenía en ella y sonreí, entonces miré nuestro alrededor, pero enseguida volví a ella, notaba como de nuevo también estaba dispuesta a volver a lanzarse contra mi y follarme como lo habíamos hecho antes. Sonreí.

-Creo que es hora de salir de aquí... La diversión se ha acabado. - hice una mueca. - Y yo... - miré mi cuerpo lleno de heridas que seguían sangrando, además de ir sin camiseta y con los pantalones de cuero algo rotos. - Debería curarme las heridas. - la volví a besar con pasión y me separé de ella. - Si quieres... Puedes venirte conmigo... - propuse al fin, sí, a tomar por culo mis pensamientos de dejarla con las ganas, me ponía demasiado como para desperdiciar aquella ocasión... ¿Quien sabía hasta cuando seguiría siendo mala? Tenía que aprovechar con ella todo lo que pudiera... - También puedo curarte a ti... - dije lamiendo su cuello que aún sangraba.

Mi pequeña carnicería con aquel tipo me había dejado bastante sedienta. Satisfecha estaba a aquellas alturas en el sentido de mi sed de violencia y de ver cadáveres y causar carnicerías por razones más que obvias (ya que nos habíamos cargado entre los dos al local entero de una manera brutal, llena de sangre y sorprendentemente excitante no sólo para Sikki, sino también para mí), pero me temía que mi sed de sangre no estaba todavía saciada, ni siquiera por un momento. Todavía sentía la quemazón y el ansia recorrerme por dentro al oler cada gota de sangre que habíamos derramado y que ahora formaban parte de la decoración del local, decoración que costaría bastante esfuerzo eliminar por completo. La sangre es muy difícil de limpiar, y también de quitar de la ropa, así que si Sikki no me la destroza después de lo que nos queda de noche juntos, tendré que quemarla directamente para evitar mayores dificultades. La perspectiva de pasar lo que quedaba de noche con él a mi lado, no haciendo precisamente sudokus sino pasando el tiempo de una manera mucho más placentera, resultaba de un atrayente impresionante, como si no se me pudiera ocurrir un plan mejor para la noche que el que con él tenía asegurado. Y la verdad era esa, pues no se me podía siquiera pasar por la cabeza alguna alternativa que me fuera a satisfacer más que simplemente pasar la noche los dos, fornicando como conejos y matando gente inocente.
Parecía que, al principio, cuando me había acercado a él, estaba reticente en cierto modo a que siguiéramos juntos aquella noche. Lograba imaginarme más o menos la razón de aquello (conociéndole me imaginaba que era porque no le gustaba depender de nadie, ni siquiera de mí para calentarse, o tal vez porque quería tenerme bajo su control, logrando que si nos apartáramos ahora volviera a buscarle más adelante porque le necesitaba demasiado. Así me tendría bajo su control, aunque no necesitaba de semejantes artimañazas porque ya podía considerar que lo estaba, sin duda alguna), pero aún así en mi interior sentí un cierto dolor por la perspectiva de que pudiera cumplir con su amenaza no verbal e irse de allí y dejarme sola y necesitada de él. Por suerte para mí no lo llegó a hacer, y a mi beso, tan impulsivo como lo que había necesitado hacer en aquel momento, respondió con su acostumbrada pasión y brutalidad, que tanto me ponían. Su lengua no se molestó en disfrazarse de delicadeza, y recorrió cada uno de los rincones de mi boca, llevándose por delante mi sangre que le estaría fortaleciendo a cada nueva gota que entraba en él. La verdad, no sabía cómo me gustaba más dársela, si permitiendo que me mordiera mientras nos estábamos acostándonos o besándole para que así se la llevara directamente de mi boca, pero aún así la sensación era simplemente brutal. Nada más separarnos de aquel beso me dio un lametón en la cara que sirvió para quitarme de encima más de aquella sangre que no me pertenecía pero que aún así le resultaba sabrosa y apetecible (algo que, sin duda entendía, por mucho que la sangre de demonio o de medio demonio fuera mucho más dulce y embriagadora). Se puso a mirar alrededor y me bastó ese pequeño instante por su parte para darme cuenta de lo mucho que le necesitaba y lo más que dispuesta que estaba a tirarme sobre él allí mismo y hacerle el amor hasta que ambos nos cansáramos, como si no lo supiera de sobra ya. Era algo que, aparte de las implicaciones emocionales que podía tener (para él ninguna, pero para mí demasiadas porque en el fondo el cuerpo era de Nikki y ya comenzaba a sentir que algo no estaba bien por utilizarle cuando él no estaba presente para darme su permiso), se reducía primordialmente a algo físico, tan necesario para ambos que su sola falta nos afectaba seriamente. Él estaba dispuesto a renunciar a su habitual independencia, y yo...a renunciar a mi cordura, si alguna vez la había tenido.
Me dijo que era ya hora de irnos de aquel lugar y yo no pude estar más de acuerdo. Mi mirada siguió a la suya recorriendo su cuerpo, sólo que por una vez mi objetivo no era viciarme con su sola visión, sino comprobar que sí, que tenía que ir a curarse las heridas. Podía no sentir dolor, pero ir con aquello por la vida tampoco era bueno.
Me regaló otro de sus besos apasionados a los que era tan adicta, y que tanta necesidad me producían cada vez que se producían por las ganas que tenía de que nunca pararan. Nada más separarnos, momento desgraciado para ambos, asentí a su propuesta de irme con él. Algo bueno tenía que tener haberme graduado en medicina antes de tiempo, ¿no? - Cuenta conmigo para ayudarte a curarte. Y también para causarle nuevas heridas de mordiscos y arañazos, que sabía que él terminaría por agradecer. Me sugirió curarme a mí también, mientras lamía mi cuello todavía sangrante con ansia, y yo asentí de nuevo. - Claro. Siempre es bueno tener espacio para que hagas unas cuantas más. – terminé por decirle, con una sonrisa pícara y volviendo a besarle con pasión. Joder, le necesitaba más de lo que era sano para mí. Al separarnos le mordí el labio inferior y le cogí de la mano para salir de aquel local, juntos. Quité las cadenas de la puerta para que pudiéramos salir y, con paso rápido y aún agarrados, salimos por la puerta, cerrándola a nuestro paso. Nos alejamos de allí, en busca de lo que la noche podía ofrecernos, mientras no dejábamos de besarnos y meternos mano por el camino. Al día siguiente el dueño del local descubriría lo que habíamos hecho Sikki y yo, pero ya sería tarde. Estaríamos lejos, muy lejos de allí.

OFF: TEMA CERRADO