Haciendo una visita (Aidan)

Era la primera vez que venía a este cementerio desde que enterraron aquí a mamá.
Había pasado más de una década, así que me imaginé el estado en el que debería estar su tumba.
Todo el lugar estaba en un profundo silencio que se desvanecía con cada paso que daba en la húmeda hierba.
Nunca me gustaron los cementerios aunque bueno, ¿le gustan a alguien? El caso es que odiaba caminar sola por ellos, no es que me esperara que fuera a aparecer un zombie o algo así... Sabía muy bien que esas cosas no existían, pero saber que estaba rodeada de cadáveres... me ponía los pelos de punta.
Me costó bastante encontrar la tumba de mamá. Estaba llena de musgo y apenas se leía su nombre.
La limpié como pude y dejé a su lado las flores que había traído, crisantemos, sus favoritas.
No se cuanto tiempo me quedé observando la tumba, pudo ser cinco minutos, diez o quince. Cuando me levantaba para irme, oí unos ruídos raros. Quizás serían producto de mi imaginación o... quizás no.
Me erguí rápidamente y empecé a apurar el paso hasta la salida, cuando ya estaba saliendo del cementerio oí unos pasos que cada vez se acercaban más y más... Ya no estaba apurando el paso, estaba corriendo.
De repente, resbalé con un charco y me caí sobre mi trasero.
Esas cosas solo me pasaban a mí.

Quíen iba a decir que los zombies estuviesen faltos de compañía. Aquel dato lo descubrí aquella misma noche, cuando, paseando por el cementerio, encontré a un par comiéndose el cerebro de un cadáver. Convirtiéndolo también en zombie. Cuando me vieron a unos metros de ellos, no tardaron en ponerse en pie e intentar cogerme, pero en cuanto encontré una pala para enterrar, no fue nada del otro mundo dejarlos decapitados. Haciendo esfuerzos para no ceder a las arcadas que eran provocadas por el terrible olor que ofrecían los cuerpos en descomposición, me alejé de la masacre y cuando ya me acercaba a la salida, vi otra figura caminando con cierta torpeza. ¿Sería otro zombie? Cuando la estaba alcanzando, ésta calló de bruces al suelo, y llegando a ella con paso precavido, comprobé que solo era una chica asustada, al parecer, viva. Observándola detenidamente, me coloqué frente a ella con algo de recelo.

- ¿Qué haces aquí a estas horas? - oyéndome, me di cuenta de que sonaba algo paranoico, así que dejé de lado mi actitud y la suavicé un poco, ofreciéndole mi mano para que se pusiese en pie.- Lo siento, no quería ser tan brusco. Pero es que... hay algunos individuos por aquí con los que preferirías no encontrarte. Y no lo digo por mí.

Le comenté al final con una ligera sonrisa, aún algo incómoda por el recuerdo de los zombies putrefactos.

Un chico joven se acercó a mí. Probablemente de él serían los pasos que había oído.
Se colocó delante de mi y me observó detenidamente, después, me habló en un tono algo brusco pero me ofreció la mano para ayudarme a levantar, aún seguía con el trasero en el suelo húmedo.
La cogí y me puse en pie.
- No pasa nada - dije devolvíendole la sonrisa -Oh, y gracias - hice una pausa - No debería de haber venido tan tarde... - pensé sobre lo último que dijo. ¿A qué se refería con individuos? ¿Vampiros, zombies...? Esas cosas no existían... ¿no? - Entonces, ¿tú que haces aquí?- pregunté mientras metía las manos en los vaqueros.