Descubriendo quién soy [libre]

Hoy no tenía muchas ganas de abrir el taller, pero aún así decidí abrirlo. No podía permitirme perder dinero a fin de cuentas gracias a eso comía. Además los últimos acontecimientos habá logrado que cada vez odiara más mi vida... con lo feliz que era yo.

Me puse a cambiar un tuvo de escape de un coche que me habían entregado hace unos días y que para variar lo había dejado apartado. No había hablado con Justin desde el ataque, lo había dejado en el hospital y no me habia vuelto a dirigir la palabra, seguro que estaba enfadado conmigo.

Solo pensar que se había enfadado cuando gracias a mi estaba con vida me ponía de los nervios y ya había destrozado un par de lámparas y había lanzado por lo aires algunas herramientas.

- Joder! - grite, me había cortado, eso me pasaba por no estar atenta a lo que hacía. Tiré la herramienta que tenía en la mano y me puse a maldecir, mientras me tapaba el corte, era algo profundo.

Un precioso día para que uno de mis preciosos coches se estropearan. Qué casualidad. Llevé el Ferrari hasta el taller de Alex, donde, al menos, me podía fiar... o tal vez no. Lo aparqué en la entrada y justamente llegar olí sangre fresca. ¿Quién más podía ser? No había nadie más allí, excepto ella. Bajé y me quité las gafas de sol, caminando hasta el interior.

-Vaya, veo que te has cortado otra vez. - dije en modo de saludo, sonriendo torcidamente. - Tu grito se ha oído desde fuera. - comenté. - He venido para que me arreglaras el Ferrari, pero parece que no va a ser posible.

Me levanté para limpiarme, pero fuí interrumpida por una voz familiar. Sonreí, hacia tiempo que no escuchaba esa voz y sonaba exactamente igual que la última vez que había hablado con él.

Me giré y metí mi dedo en la boca, para limpiar la sangre. Le escuché hablar mientras le miraba de arriba a bajo. Seguía tan guapo como recordaba, sino fuera porque le había cogido cierta manía ya me huviera hechado a sus brazos.

Miré a su coche, todavía con el dedo en la boca, el dedo sangraba más de lo que habría querido, y luego le miré a él.

- Un hola estaría bien antes de pedirme cosas - dije después de quitarme en dedo en de la boca - además no girto tanto por un corte...

Me miró de arriba a abajo y vi cómo se metía el dedo en la boca para limpiarse la sangre.
-Sabes muy bien que las heridas me tientan...- dije con un tono malicioso y a la vez seductor. Alex no era una de las que se dejaban caer fácilmente, aunque sabía a la perfección que habría venido a mí si no fuera por... esa actitud suya conmigo. Pero sinceramente, yo no quería nada.
Hice lo mismo que ella cuando vio el coche, que observó durante un rato para luego volverse a mí.
-Los saludos no son lo mío.-mentí. Volví a sonreír con mi habitual brillo burlón y esa prepotencia.- Tú no te has oído.

- Puedes intentar hacerme algo... aunque te advierto que tienes las de perder - dije maliciosa

Caminé hacia su coche, y me paré justo frente a él.

- Qué es lo que le ha pasado exactamente? - pregunté para saber mejor la causa del fallo. Aunque la presencia de Damon me ponía de los nervios seguía siendo un cliente y no era de las que dejaba que mis sentimientos hacia las personas se metieran en medio de los negocios.

Cogí un peñuelo que tenía en el bolsillo y lo enrrollé alrededor del dedo, para no mancharme la ropa.

- Recuerda que cuanto más me digas de las cosas que has notado en el coche más fácil me será arreglarlo - le advertí

Solté una leve risita incrédula.
-Estarás de broma, no? Yo perder ante ti? Tengo demasiado ego como para dejar que ocurra eso. - comenté, burlón.

La seguí hasta el Ferrari y me rasqué la frente.

-Ni idea... Pero creo que le pasa algo al motor y el tubo de escape. - contesté, dubitativo. Chasqueé la lengua, molesto. - Vamos, tú eres el profesional. Tú sabrás lo que le pasa. Me gustan los coches sí, pero nunca me e interesado por su funcionamiento.

- Alguna vez te has interesado por algo que no seas tú mismo? - le pregunté mirándole de reojo, luego caminé hacia el coche y abré el capó para ver el motor.

Soltaba algo de humo, lo que siempre era preocupante, aunque a simple vista no podía dar una respuesta muy rápida a lo que le podía pasar a aquel coche. Lo miré, la verdad es que jamás me habían gustado los Ferraris, no les veía el menor encanto y mucho menos a los tíos que los conducían les había cogido manía por lo egocéntricos que llegaban a ser, especialmente el que tenía a mi espalda.

- El motor parece algo más caliente de loq ue debería, lo que no es bueno. No puedo decirte qué le ocurre hasta que me ponga a trastear dentro de él, pero te advierto que los repuestos de estos coches son caros y tardan lo suyo en llegar

Desvié la mirada, pensativo.

-No, nunca. - afirmé, y no era mentira. Mi interés siempre empezaba por Damon Blacke y luego, el resto.

La chica echó un vistazo al coche, con lo que aproveché para admirar su... ya sabéis qué. Alcé la cabeza hacia ella cuando habló.

-Tú haz tu trabajo. Lo de las piezas y eso me encargo yo... Caen en mi cuenta. - dije, poniéndome las gafas de sol. - Entonces, cuánto tardarás en repararlo? Tengo cosas que hacer, sabes. - lo último lo susurré, a pesar de que no hubiera nadie más por los alrededores.