Diversión particular [Gabrielle Strawford]

¿Cómo no? Una noche de diversión particular en otro sitio que desde luego no era mi local. Obviamente, era un demonio, y como tal, tenía necesidades fisiológicas como tal. Echar un polvo, emborracharse, matar a alguien, ¡cómo no, lo típico! Sonrio mientras camino por una de las calles que da a una de las zonas más concurridas de la ciudad, para después, perderme en uno de esos callejones. Ladeo la cabeza pensativo, dándome cuenta de que me hallaba perdido, al menos en una médida dentro de lo considerable.

-Genial, odio perderme por estas razones. Pero bueno, con suerte me encuentro algo de diversión - dicho esto, comienzo a caminar, sin percatarme de si hay alguien siguiéndome o simplemente, me pueda cruzar con otra persona.

Decido dirigirme al bar para tomar una cerveza. Con un poco de suerte, tendrán de aquella aromatizada con tequila que tanto me gusta. Salgo de casa de Freddie con botas, unos vaqueros ajustados y una chaqueta de cuero negra sobre el top blanco. Me veo bien, pero no lo suficientemente arreglada como para llamar excesivamente la atención. Mejor así.
Estaciono el Chevelle más o menos a tres cuadras del bar; no pude encontrar aparcamiento más cerca. No importa; la calle no está muy iluminada, pero como siempre, voy armada discretamente.
En el camino, frente a uno de los callejones, me cruzo con un hombre, bastante apuesto. Parece desorientado, pero no conozco bien el pueblo, así que prefiero no intentar ofrecer direcciones por mi cuenta.

Me giro en silencio, los faros de un coche me iluminan de una manera tan brutal que me ciega durante unos instantes hasta que finalmente, logro ver algo. Sin duda, es una mujer que sale de un coche recién aparcado. Ladeo la cabeza tranquilamente y finalmente, la miro, cuando ella se cruza conmigo. Enarco una ceja divertido.

-¿Hmmm? ¿Buscando copas, eh? - dije con tranquilidad cruzándome de brazos, observando unos segundos el coche y después a ella. -¿Estás perdida o algo? - pregunté.

El hombre me dirige la palabra. Le echa una mirada a mi auto, y luego a mi. Repentinamente parece tranquilo, aunque antes me ha parecido perdido.
-Claro, ¿que más podría hacer una chica como yo en una noche como esta?-le respondo, esbozando una sonrisa y encogiendome de hombros-La verdad es que he llegado hace poco al pueblo y me apetecen un par de tragos. Nunca está de más, ¿no? No estoy perdida, voy a un lugar que está más o menos a tres cuadras, ¿lo conoces?

-Hay tantos lugares por esta zona, que o me concretas a cual vas, o dificilmente podría indicarte o decirte a donde vas, pero bueno - sonreí burlonamente para después estirarme con tranquilidad para después, ajustarme la chaqueta de mi traje.

-Hay tantas cosas que una chica podría hacer una noche de estas... - sonrio y le guiño un ojo. -Me llamo Christopher, ¿y tú eres...? - mentí, aunque la mentira era una de mis mejores armas, como en este caso.

-Gabrielle-le contesto, y le extiendo la mano. Deliberadamente no le devuelvo el guiño, aunque soy bastante coqueta por naturaleza. Hay algo en él que me parece demasiado peculiar, pero no sabría decir bien qué...
-Voy a un bar que me recomendaron, no recuerdo el nombre, pero me parece que el propietario es de apellido Swan-le había preguntado a unos chicos al llegar cuál era el mejor lugar para tomar unas copas y divertirse, y me habían señalado este lugar-Si no tienes nada más que hacer, podrías venir-le digo encogiéndome de hombros, como quien no quiere la cosa. Quería averiguar algo más sobre este hombre...