Las cartas sobre la mesa (Adam Milligan)

Contemplé la habitación semivacía con mirada ausente. No podía estar seguro, pero creía que aquella era la misma habitación en la que Dean y yo nos habíamos alojado hacía cuatro años, durante mi primera estancia en Townhidden. Las cosas habían cambiado mucho desde entonces; el Sam que regresaba ya no era el mismo que se había marchado con su hermano para tratar de detener el Apocalipsis inminente. Era distinto, más maduro y más consciente de mis actos...y más atormentado por la culpa que antes. Porque, aunque de nuevo hubiese alquilado aquella habitación junto con mi hermano, no era Dean quien me acompañaba en aquel viaje: era Adam. Dean seguía con nosotros, sí, pero no del mismo modo que antes, sino como un ángel. Y, cada vez que lo veía, constituía para mí un recordatorio de que cada acto tiene su consecuencia. Por ejemplo, al abandonar a Adam tras la muerte de Dean, había causado su perdición. ¡Si yo hubiese estado allí para él, seguro que no hubiese hecho aquella estupidez de vender su alma, aunque solo fuese porque yo se lo hubiese impedido por todos los medios disponibles! Pero no, yo me había marchado sin decir adiós ni dejar forma alguna de encontrarme; le había abandonado a su suerte cuando más me necesitaba, convenciéndome a mí mismo de que lo hacía por su bien cuando en realidad lo hacía por puro egoísmo. Me daba asco a mí mismo. ¿Qué hubiese dicho mi padre de haberlo sabido? Le había decepcionado de todas las formas posibles, a él y a todo el mundo.

-¡AAAAAAH! -chillé, descargando mi puño contra la pared.

Me di la vuelta y me dejé caer sobre mi cama, contento de que Adam no estuviese allí para presenciar aquella lamentable escena.

Dean estaba ultimamente muy raro, por su cabeza aun rondaba el ser un asqueroso angel y decir si a Mitchael, lo cierto es que en la mia tambien estaba esa possibilidad, un si y todo acabaria, volveria a tener mi alma y possiblemente ayudaria a terminar con este apocalipsis. Habia llegado con Sam a un Motel, yo tenia hambre por lo que no fui directo a la habitacion, si no que fui al burguer que habia al lado. Pedi un maximenu extra grande y puse cara de satisfaccion al ver esa gran amburguesa frente a mi y para colmo la camarera no estaba nada mal, aunq claro siempre tenia que tener presente que nosotros no podiamos fiarnos de nadie, y como decia Sam, nada de compromisos y menos dentro de una mision, y que mision mas peligrosa el ayudar a terminar esta mierda? Le sonrei a a camarera y obserbe un poco más esa hamburguesa enorme.

Quedé tendido en la cama, boca abajo, con ganas de emprenderla a golpes con algo. Me contuve, sabedor de que eso probablemente llevase a que nos echasen con cajas destempladas de allí, lo cual no era una buena idea, si tenía en cuenta que no sabía cuanto tiempo íbamos a tener que quedarnos en aquel pueblo, y que era el único motel de Townhidden. Si nos echaban, el sito más cercano en el que podíamos encontrar una habitación a buen precio era Houston, y eso supondría una enorme cantidad de viajes entre una ciudad y otra; ya pasábamos bastante tiempo en la carretera como para tener que aguantar aún más viajes. Además, Adam no sabía el motivo por el que estábamos allí, y tendría que explicarle por qué narices era necesario tanta ida y vuelta si, aparentemente, no había una misión clara en la que estuviésemos metidos. Si nos asentábamos en el pueblo mientras yo buscaba pistas del paradero de Syn, podía pedirle que investigase alguna cosa extraña que estuviese pasando allí, que otra cosa no, pero sucesos paranormales no faltaban en aquel diminuto pueblo apartado. Por eso mismo habíamos venido la primera vez, por la gran concentración de seres sobrenaturales que había en él, que lo convertían en un lugar lleno de trabajo para los cazadores. También por eso había vuelto, porque allí era donde me había encontrado con Syn la última vez, y porque era más que probable que siguiese por la zona, o que al menos se conservase alguna pista de su paso. Y Adam no tenía por qué enterarse de nada si lo llevaba con suficiente discreción.

Me levanté de golpe. ¿De verdad iba a mantener a mi hermano en la inopia con respecto a mis intenciones? No, eso no estaba bien. Tenía que contárselo, tenía que confiar en él. Pero no quería hacerle cargar a él también con mis problemas, cuando ya tenía suficiente con lo suyo. Me lo pensé un buen rato, hasta que al final me decidí. Ya había pasado tiempo suficiente como para que se comiese todas las hamburguesas del bar, así que no le interrumpiría en plena comida. Cogí el teléfono y le llamé.

-¿Adam? -dije, cuando respondió.- ¿Dónde estás? Oye, vuelve cuando termines de comer. Tenemos que hablar -y colgué.

Vaya, la camarera era realmente interesante, si, una chica culta que trabajaba de noche para pagarse los estudios y bueno, para alegrarme la vista a mi. Tenia cara de gilipollas mientras la miraba, normal tenia una personalidad muy marcada, y no referia precisamente a la personalidad. Estaba riendome con ella y apunto de llebarmela, si ya se habia dicho q estar centrado, las misiones y todo ese royo, pero esq uno no era de piedra y... la chica no parecia mala..., cuando de pronto sonó mi telefono, era Sam, resople y le pedi que esperara unos segundos. Me lebante y me alege para contestarle. Genial su respuesta no era precismente tranquilizadora, devia hablar conmigo, dios, cuando Sam decia eso era que no habia nada bueno, o que me hiba a echar una bronca... suspire y colgué mire a la chica y luego mire al techo "¿Qué te hemos echo?" bocalicé con los labios. Me acerqué y le pedí disculpas. Me dió su numero de telefono y lo acepté, si, no devia hacerlo pero eh... como diria Dean un pequeño descanso no viene mal... me alege muy a mi pesar y recorri ese pequeño tramo de parquing hasta llegar a las escaleras que me llebaban a la habitacion. Abrí la puerta con una de las llabes que nos habian dado y entré.

- ¿Qué es lo que pasa ahora?

Tire las llabes encima de una de las mesitas y me quité la chaqueta, sentandome en el borde de una de las camas y mirando a mi hermano esperando lo peor, no era nada bueno las charlas entre hermanos.