Probando eso que llaman licor [Liza Ramos]

Después de tantos años, siglos, con la garganta seca y escuchando a los demonios que volvían de arriba hablar maravillas de la bebida que ellos llamaban uno de los mejores inventos humanos la verdad es que tengo curiosidad, curiosidad y sed. Mucha sed. Preferiría la antigua y exquisita ambrosía pero hace como mil años que no se fabrica asi que supongo que no me queda más remedio que investigar.

Entro decidido en uno de esos locales que ellos llaman bares y me acerco a donde veo que la gente se agolpa pidiendo copas. En cuanto se acerca el camarero le pregunto qué me recomienda, me mira raro pero me sirve un vaso bajo con un liquido ambarino.

He de reconocerlo, está bueno. Podría acostumbrame a esto. Tras varias copas y debido a la falta de costumbre, supongo, mi mente se nubla un poco y eructo sin querer un poco de azufre. Espero que no se note mucho porque no estoy en condiciones de anular la mente de nadie ahora mismo cuando la mia se está anulando sola.

Me meto en uno de esos barcetes de mala muerte, donde no mucha gente conciente y puedo andar a gusto. La mayoría estan borrachos, y los que no, ocupados en sus propios menesteres como para hacerme un poco de caso a mi. En un momento unos estúpidos se amontonan y terminan empujandome, pero no se me mueve un pelo. Lanzan unos gritos de algabardía y se vuelven a amontonar entre ellos. Suspiré y me acerqué a la barra, donde me pedí una cerveza, para estar mas o menos a tono. Con un poco de suerte cuando me fuera podría coger a alguno sin tanto alcohol en la sangre.

Al notar que empieza a afectarme intento centrarme un momento y aletargar mis poderes enviandolos a una zona más inconsciente de mi mismo. Debería dejar la copa, pero es verdaderamente refrescante, tampoco es que con los poderes mermados haya nada en este universo ahora mismo que pueda dañarme o enviarme de vuelta, Pueden intentarlo pero sólo se harán daño.

Una chica me roza en un descuido antes de pedirse algo llamado cerveza, también es ambarino pero viene en botella alta y parece sabrosa. Dejo la copa a un lado y me pido otra de esas. Ya que estamos, ¿por qué no probarlo?

Inspiro y un movimiento de aire me trae el olor de la humana..no, humana no, vampiro. Mejor, el olor es mucho más dulce. Tiene sed, pero no es de cerveza.

En cuanto paso junto a la barra lo siento. Si, hay una enorme fuente de poder justo a mi lado, un demonio. Y no es un demonio cualquiera, este es más poderoso que cualquier otro. Realmente, hoy debe ser mi día de suerte. No puedo creer que estoy aquí, con un ser increiblemente fuerte, justo a mi lado.
Lo miré de reojo. Estaba tomandose un whisky, y parecía gustarle. Tomé un trago de mi cerveza y me volteé hacia el, mirandole sonriente.
—Así que tu eres... digo, con los ojos entornados.

La chica se dirige a mi. No puede estar pensandolo ¿no? Seguramente solo intuye que tampoco yo soy humano y prefiere la compañia de seres semejantes. No le contestaría en otra ocasión pero el licor me relaja y estoy aburrido.

- Luzbel- respondo sin mentir, ese es otro de mis tantos nombres, asi me llaman en algunas culturas, no deja de ser cierto. Como dije, nunca miento. Le tiendo la mano con deferencia, no he olvidado mis modales después de tanto tiempo.

Mi cerveza llega también y le doy un sorbo pero la aparto con un mal gesto. Es mejor el whisky.

- ¿Quién lo pregunta?

Luzbel, me suena conocido, como si lo hubiese leido en algún sitio hace tiempo. Pero seguro fue hace demasiado, así que lo dejo pasar.
Le estrecho la mano. —Izabelle, a su servicio— le respondo, educadamente; aunque es solo una pantalla. En este momento, la educación y todas esas porquerías que alguna vez me enseñaron me valen madres. Lo que yo quiero realmente no puede darmelo una bonita respuesta. Siento como me quema la garganta, pidiendome que beba algo bueno de una vez por todas.

Retiro la mano enseguida porque al tocarla noto su sed casi palpablemente y algo más, una parte de sus pensamientos inconexos. No me gusta la sensación asi que me alejo un poco en la silla y lo disimulo tomando la copa para darle otro trago.

- Hermoso nombre...

Izabelle, tuve un demonio particularmente bello llamado asi, pena que falló en su cometido y tuve que deshacerme de él. Había que dar ejemplo, no puedes fallarme cuando te doy una orden directa, la única opción es cumplir o morir. Me inclino un poco hacía ella sin llegar a tocarla para poder bajar la voz, no me atrevo a hablarle mentalmente por si la asusto.

- Asi que...¿cuantos años tienes Izabelle?

Hice un gesto imperceptible con la boca. Nunca me gustó mi nombre en particular. Y era lo único que tenía de mi "otra" vida.
Se acercó tanto a mi... Me pregunté si la energía se sentiría de esta forma dentro de mi ser, o si sería aún una sensación más fuerte.
Niego con la cabeza. ¿Años? —Demasiados para recordarlos y muy pocos como para exagerarlos— respondo. Ni siquiera recuerdo a ciencia cierta el día de mi nacimiento, en ninguna de las dos vidas. Será que me esforzado tanto por olvidarlo que acabé desechandolo completamente de mi mente.

Una respuesta escurridiza, quizá ni ella misma lo sepa. Es perfectamente normal en un vampiro, llegas a perder la cuenta, la base es humana en un ser semejante y los humanos son débiles.

Me inclino un momento para lamer despacio el cuello que deja al descubierto, parece un acto impudico pero solo pruebo su sudor para contestar a mi pregunta.

- Doscientos, año arriba año abajo...eres muy joven.

Vuelvo a mi posición y pido la última, o eso me digo a mi mismo. Tengo que recordar pedir un par de botellas para llevar.

- ¿Cuanto hace que no te alimentas?