Naturaleza [Sam]

Como siempre me había gustado pasear, ese día lo tenía libre, ya que habían suficientes camareros en el restaurante y sobre todo estaba la chica que me inspiraba más confianza y la que solía encargarse del bar cuando yo no estaba, así que decidí dar un paseo hasta el rio del pueblo, me encantaba, era precioso, y me gustaba hundirme en la naturaleza de vez en cuando, ya fuera el bosque, el rio, no me importaba, lo cierto era que de vez en cuando me apetecía pasear por lugares así para relajarme y quitarme un poco la tensión de encima.
Cuando llevaba aproximadamente unas horas paseando por alrededor del rio, me senté en el borde de este contemplando como el agua pasaba frente a mis ojos.

El bosque era un lugar tranquilo y apacible, un sitio que invitaba a la relajación y a la reflexión. Tal vez era lo que estaba necesitando, algún rincón alejado y sosegado donde poder poner en orden mis pensamientos. Con la situación actual, con el mundo yéndose por el desagüe a marchas forzadas, era difícil encontrar algo así. Y a veces era lo que más falta hacía: pararse a pensar, al margen de todo aquel infierno desatado, en las cosas que estaban sucediendo al mismo tiempo. Por ejemplo, el regreso de Jess de entre los muertos, o la separación que se estaba estableciendo entre mi hermano y yo, y que no sabía cómo detener.

Caminé por los senderos medio desdibujados, sabiendo que luego no me sería difícil encontrar el camino de vuelta, perdido en mis reflexiones acerca de todo aquello. Llegué hasta el río, un sitio agradablemente fresco y con una sombra invitadora, así que me senté un rato allí, recostado contra un árbol y con los ojos cerrados.

Seguía en la orilla del rio, contemplando el agua distraídamente, por suerte hacia buen tiempo, pasado un rato, no sé cuánto tiempo fue exactamente, las nubes cubrieron el sol, dejando el rio en sombra, podría a verme inquietado pero por lo contrario me parecía bastante agradable, eso incluido con el frescor y la brisa que empezaba a haber por el ambiente, estaba bien, sonreí para mí misma, y me tumbe hacia atrás, en la hierba, mire el cielo, por suerte podía observarlo sin problemas porque el sol ahora no molestaba en los ojos, alargue mis manos y me puse a seguir las formas de las nubes por pasar el rato, debía parecer una niña pequeña aburrida pero no me importaba, escuche un ruido pero no hice ni caso, después de un rato repitiendo la operación con varias nubes, cerré los ojos y deje mis manos reposar sobre mi estomago, estaba un poco aburrida cierto, pero prefería eso al bullicio, necesitaba relajarme y un poco de tranquilidad, últimamente mi vida se había vuelto patas arriba y en apenas un mes, había descubierto tantas cosas, y había perdido otras tantas, que casi dolía no saber por donde seguir.

Se estaba muy bien allí, tumbado en aquella orilla del río a la sombra de los árboles. El viento soplaba suavemente, refrescando agradablemente la piel. En aquel sitio, era muy fácil el relajarse y dejar vagar libremente los pensamientos. Hasta las cosas parecían menos graves vistas desde aquella tranquilidad: el regreso de Jess parecía simplemente un regalo del cielo en medio de todo aquel desastre, y la separación entre mí hermano y yo parecía una simple tontería, muy sencilla de solucionar.

Poco a poco me fui adormeciendo. Apoyado de aquel modo, comencé a resbalar lentamente por el tronco, sin ser consciente de ello, hasta acabar cayendo al suelo con gran estrépito.

-Agh -mascullé, sentándome en el suelo y frotándome la espalda.

Prácticamente me había quedado dormida, me gire sobre mí misma, apoyándome sobre un costado, descansado todavía, mientras intentaba olvidar mis preocupaciones, en esa tranquilidad extrema, todo parecía más fácil, y la verdad es que daba la sensación, como si nada hubiera cambiado, como si los sobrenaturales no existieran, de repente, escuche un estrepito, sin saber ni como me levante de repente, vi una silueta unos metros más allá de donde estaba yo, y sin poder evitarlo, mi pie resbaló por el borde de saliente del rio y caí hacia atrás, la tranquilidad del ambiente se rompió, primero por aquel ruido y después, por el ruido del agua, cuando me di cuenta me encontraba metida dentro del rio murmurando -Mierda!- me quede maldiciéndome a mí misma, por no haber podido recuperar el equilibrio.

Me alegraba de que no hubiese nadie por allí cerca: no hay nada más patético que un tío que se queda frito apoyado en un árbol y luego se estrella contra el suelo con todo el equipo. No tenía ganas de que nadie se riese de mí, o que se preocupasen por si me había hecho daño.

Pero un chapoteo y una maldición me advirtieron de que no estaba tan solo como pensaba. Una chica, con un rostro tan adormilado como el mío, estaba a cuatro patas dentro del río.

-Oye, ¿estás bien? -le pregunté, levantándome de entre los árboles y acercándome a la orilla.

Cuando escuche una voz y vi a alguien acercarse de entre los árboles, el chico aquel, el que había producido el ruido, resople, porque tenía tan mala suerte? Encima tenía que encontrarme con alguien y en esas penosas condiciones, mire a ambos lados por suerte no había nadie más, y quería asegurarme de que era un tipo normal, aunque no sabía cómo.. me pregunto si estaba bien, finalmente me levante con precaución, para no volver a hacer el ridículo de aquella manera y mire mi ropa, genial! Totalmente empapada.
Cogí un extremo de la camiseta y la escurrí un poco, después me acerque a la orilla, e intente dar un salto, hasta ella, aunque la tierra caía a cachos, por la humedad, conseguí volver a ponerme en el terreno de hierba mire al chico bastante avergonzada -Esto…sí.. gracias..- murmure finalmente, pocas veces en mi vida había tenido vergüenza y esa era una de ellas, me gustara o no, mire al joven de espalda ancha y rostro bastante dulce, desvié la mirada antes de seguir analizándolo, no me apetecía quedar encima como una rarita, que lo era, pero eso era secundario.

Vi por la expresión de su rostro que estaba deseando que la tierra se la tragase. Normal, apenas unos segundos antes yo mismo había estado pensando que si alguien me hubiese visto me moría de la vergüenza. Esbocé una sonrisa de comprensión; debía estar tan cubierto de hojas y tierra como ella misma estaba empapada. Supe que no quería que la ayudase a subir, por lo cual me puse a sacudirme la suciedad de la camiseta mientras ella retorcía la suya y trepaba por la orilla para situarse luego frente a mí.

-Me alegro de que estés bien. Ha debido de ser una buena caída -comenté, mientras la observaba con disimulo adquirido por los años de práctica como cazador.

Era bastante bonita, tenía un rostro muy expresivo y ahora mismo denotaba que estaba nerviosa y se sentía bastante tímida e inquieta. Sonreí alentadoramente para tratar de calmarla.

-¿Quieres un pañuelo o algo para secarte? -se me ocurrió ofrecer.

Esbozó una sonrisa, y parecía querer ayudarme, no obstante mientras se sacudía todas las hojas y tierra de la ropa, aproveche para subir con cautela, cosa que no me costó mucho pero tampoco me fue fácil, porque el borde del rio, se desprendía, que era lo que me había pasado, por eso había caído, mientras me ponía a su par, empecé a escurrir mi ropa.

Me dijo que se alegraba de que estuviera bien y que debía haber sido una buena caída, me limite a sonreír y a negar con la cabeza, para restarle importancia, no había sido nada doloroso, solo un poco para el trasero y más que nada, vergonzoso, lo único que podía haberse dañado quizás, era mi orgullo, pues de físico seguía perfectamente.

Cuando me ofreció algo para secarme, me quede quieta y levante la vista para mirarle, murmurando -Hombre.. no creo que haga mucho un pañuelillo.. la verdad..- comente medio divertida mientras se me escapaba una risilla, bueno de todas maneras me era igual si tenía que volver empapada a casa, no hacia frio, así que en ese sentido no había problema.

Menos mal que había caído en terreno seco, porque ya estaba bastante sucio de polvo, tierra y hojas como para tener que limpiarme de barro, agua o algo así. ¿Cómo podía haberme manchado tanto con una simple caída en la que ni siquiera había rodado por el suelo? Daba igual, lo cierto es que con mi trabajo uno no pasa demasiado tiempo limpio: a lo mejor hasta ya estaba sucio de antes y ni me había dado cuenta al ponérmelo por la mañana. Sí, seguramente fuese lo que había sucedido. Tío, daba asco.

Alejé la vista de mis ropas sucias y le sonreí. Parecía que la caída no había sido grave y que solamente la había herido en su orgullo. Pobre, si supiese que yo mismo acababa de caerme y darme el golpe de mi vida contra el suelo, tal vez se sintiese mejor; no obstante, yo no era tan caballeroso como para decírselo abiertamente, pero estaba tan cubierto de suciedad que probablemente fuese suficiente pista. Además, sería demasiado incómodo, ¿qué iba a decirle? ¿No te preocupes, no es tan grave, yo mismo acabo de caerme? Sería demasiado raro, y a saber lo que ella pensaría.

Interiormente me aplaudí por la genial ocurrencia que acababa de tener. Si es que, con lo empapada que estaba, ¿en qué le iba a ayudar un pañuelo? Muy bien, Sammy. Bravo.

Aún así, traté de arreglarlo:

-Digo para secarte las manos o la cara, no debe ser agradable tenerlas mojadas, se podrían manchar de barro... -me obligué a callar.