Bajo las sombras del destino (Alex)

No pude evitar sonreír ligeramente ante el comentario. Estaba claro que esa frase no decía nada bueno, que tuviese cosas en común conmigo era algo realmente malo, algo que no le desearía a mucha gente.

- Sinceramente si me hubieses dicho eso cuando nos conocimos me habrías alegrado el día... pero ahora mismo no sé si esa frase significa algo bueno, principalmente porque ahora mismo dudo que sea humana – con mi mano derecha froté mi nuca para despejarme un poco, luego dejé caer ligeramente mi cabeza hacia atrás para mirar el cielo, aunque el tiempo no acompañaba demasiado el día me parecía muy bonito... aunque algo sombrío. - al menos ya sabes con quien hablar sobre este tema – le comenté

Sonrió ligeramente tras escucharme hablar, lo cual constituyó un cambio agradable. Aquel rostro carente de emoción salvo por una honda desesperación y tristeza, era una burda parodia del rostro que yo recordaba. Todo en ella parecía apenas una copia, una mala imitación de la Alex original, hecha por algún artista sin talento y demasiado depresivo. Dolía solo de mirarlo, era una pequeña muestra de todo el tormento que debía estar sufriendo por dentro. Me preguntaba si, en realidad, estaba viendo un reflejo de mí misma cuando hubiese pasado algún tiempo.

-Entonces -murmuré lentamente, casi para mí-, ya somos dos.

Desvié la vista de su rostro a los árboles y a la gente que pasaba por allí, ajenos a lo que me acababa de suceder, al brusco cambio que acababa de acontecer en mi vida. A veces sentía envidia de sus vidas, normales y sin relación alguna con el mundo sobrenatural que los acechaba y para el que los cazadores hacíamos de barrera.

Incliné la cabeza de medio lado, en su dirección.

-Sí, supongo que es algo bueno...

- No te diré que esta mierda es fácil... no lo és, a decir verdad es una putada - dije seria - pero creeme es mejor el poder decirle a alguien qué te ocurre, el poder decir que tienes auténtico pánico a lo que te estas convirtiendo... - paré en seco cuando me dí cuenta de que ya no hablaba de ella, sino de mi.

Aunque habá hablado con ella no le contaría toda la historia, al menos no si quería seguir viva. SAbía que la mayoría de los cazadores no durarían un segundo en darme caza si supieran en lo que me había transformado, si supieran que cada noche me despartaba sin saber lo que había pasado y con visiones horribles en mi mente. Suspiré.

- Mi hermano siempre me decía una cosa cuando era pequeña... nunca es bueno estar solo porque acaba volviéndote loco - paré unos segundos pensando la frase - aunque jamás llegó a cumplir esa frase tenía razón... de eso no hay duda

Reí, con una carcajada carente de alegría. Sus palabras bien valían también para describir cómo es ser un cazador.

-¿Qué de todo ésto lo es? -le pregunté, con un amago de sonrisa.- Supongo que tienes razón, que será más fácil así para...

Iba a decir para las dos, pero temí que se ofendiese o se molestase por ello, pero estaba claro que ella misma había estado deseándolo, deseando encontrar otra persona con la que hablar y vaciar todos sus miedos de una vez por todas. Sentí pena por ella, que había tratado de ayudarme la primera vez que nos habíamos visto sin siquiera conocerme apenas, y me inflamó el deseo de ayudarla en todo lo que pudiese. Es decir, si es que podía ayudarla en algo, porque al parecer era incapaz de ayudarme hasta a mí misma...

Asentí a su lado.

-Es una gran verdad, aunque a veces cuesta abrirte a otras personas cuando te enfrentas a lo sconosciuto -murmuré. Luego me corregí a toda prisa-, a lo desconocido.

Me quedé pensando unos momentos antes de abrir la boca. Estaba claro que no era una chica a la que fuese fácil ser delicada, a fin de cuentas me había criado toda la vida como un hombre, pero había resultado agradable poder hablar con alguien a la que le pasaba lo mismo que a mi. Aún así no quería contarle todo lo que me ocurría, nunca lo había hecho y no iba a empezar a hacerlo ahora.

- El problema no es lo desconocido, so no lo que ya conoces - dije finalmente. Y era cierto, jamás había temido a los desconocido, temía convertirme en algo que ya conocía muy bien, un demonio... creo que si fuese cualquier otra cosa no me hubiera puesto tan de los nervios.

Se tomó unos momentos para pensar y reflexionar antes de decir nada, y yo lo entendí: no quería decir demasiado de lo que le estaba pasando a una persona a la que apenas conocía, máxime teniendo en cuenta que se trataba de una cazadora; considerando la clase de personas que solían ser los cazadores -medio psicópatas obsesionados con acabar con todo aquello que se saliese de lo normal, aunque no se lo mereciese-, eso era algo que entrañaba un cierto riesgo de acabar asesinada. Yo no era como los demás, cazaba solamente a aquellos que se pasaban de la ralla y no de forma indiscriminada, aunque eso ella no podía saberlo. Además, me encontraba en una posición semejante a la suya, por lo que, si la mataba a ella, tendría que acabar conmigo misma también, y no tenía ganas de morirme, la verdad.

Asentí, conteniendo un escalofrío ante lo que implicaban sus palabras.

-Supongo que tienes razón -repuse, con la mirada perdida.- Aunque no tiene por qué acabar así... -murmuré para mí.

- Supongo que si, pero eso nunca se sabe - dije tajante. No quería hablar más de ese tema, la verda dme empezaba a ver demasiado atosigada por eso, estaba el hecho de que me había convertido en un auténtico monstruo y hablar de esas cosas con una chica que, aunque parecía encontrarse en la misma situación que yo, apenas la conocía.

Me levanté y me eché el cabello hacía atrás para airearlo y despejar mi rostro. Luego cogí mis gafas de sol y me las puse.

- Bueno yo me marcho, creo que hablar demasiado no es lo mio - dijo sonriendo ligeramente - sinceramente espero que no pase tanto tiempo hasta la proxima vez que te vea y sinceramente espero que todo te vaya bien - le dejé una de las tarjetas de mi taller - llámame cuando quieras - luego hice un gesto con la mano a modo de despedida y comencé a caminar, alejándome de ella.