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Mensaje por Amanda Smith Dom Mayo 09, 2010 5:59 pm

Parecía haberse quedado un poco sorprendido con mi diagnóstico tan simplista de doble personalidad. Y es que podía resultar difícil de aceptar que todos aquellos momentos tan duros de pérdida de control, bloqueos y demás cosas que él me había descrito (y posiblemente en parte ocultado para que no me asustara demasiado) se debieran simplemente a una enfermedad mental. No demasiado común, cierto, pero sí un defecto que con el tratamiento adecuado puede ser curado. El quid de la cuestión no era que él tuviera dos personalidades, o tres, o las que le apeteciera, sino más bien el por qué el problema de su mal humor cuando era un niño había desencadenado en un problema como el que él tenía ahora. Y yo me hacía una idea bastante aproximada de esa precisa razón, pero me daba miedo contársela. Podía pensar que la que le daba a las drogas o que se esnifaba hasta las pajitas de los vasos era yo, y no me apetecía demasiado. El único vicio en el que caía regularmente era el tabaco, y ya lo tenía tan asimilado que ni siquiera me molestaba en seguir repitiéndome a mí misma que me hacía daño. Un cigarro me vendría muy bien, ahora que lo pienso.
En un momento indeterminado del continuo examen visual al que le estaba sometiendo bajó la mirada, sin saber yo demasiado bien el por qué. Aunque había que admitir que yo siempre miraba a la gente a los ojos y que muchas veces mi mirada se volvía fija. Posiblemente le hubiera molestado mi continuado contacto visual, pero es que yo lo tenía demasiado metido en el subconsciente. Los ojos eran la ventana del alma, y yo siempre que podía me asomaba, ya fuera por pura curiosidad, por simple magnestismo (como el que en un grado sorprendentemente elevado me unía a Nikki) o por estar más alerta de lo que me podía esperar de la persona a la que estaba mirando. Alzó la mirada de nuevo cuando le conté lo que nos había pasado durante su breve "ausencia", por denominarla de alguna manera. Al mencionar que casi me pegó puso una mueca que reflejó su repugnancia por la idea, sentimiento que le agradecí. Si se hubiera dejado llevar por la ira y si Nikki, el auténtico Nikki, no hubiera influido al otro para que no me pegara, era muy probable que yo no estuviera sentada, hablando con él tan tranquilamente como lo estaba haciendo. Tranquilamente era un decir, pero al menos comparándonos con hacía apenas diez minutos, esto se podía llamar verdadera paz.
Al acabar de contarle toda la historia había abierto los ojos, que había mantenido cerrados para favorecer que vinieran las imágenes a mi cabeza de nuevo con mayor fluidez. Fue lo suficiente como para ver su expresión, algo abrumada, al decirme que lo sentía. No le salían las palabras para decírmelo, pero no necesitaba escucharle para saber cómo se sentía al respecto, así que me limité a sonreírle de nuevo, esta vez de medio lado. - No te preocupes tanto, Nikki. Por increíble que pueda parecer, confío en tí y en que no me harías nada que no quisiera. - dije, de corazón. No sabía si iba a servir para tranquilizarle o no, pero al menos había sido sincera, tanto conmigo misma como con él.
En el momento en que le dejé caer lo de la teoría, me agarró las manos por encima del cojín, y yo desvié la vista hacia ese mismo lugar, con mi instinto de su médica particular salpicado por la preocupación. Un vistazo rápido me bastó para ver que sus heridas no habían empeorado, al menos visiblemente, y respiré tranquila. Dejé que siguiera sostuviendo las mías, si eso le conseguía tranquilizar. Alcé la vista de nuevo hacia sus ojos, que me miraban con preocupación. Me rogó que se lo dijera, que necesitaba saber la razón por la que le pasaba aquello que le ocurría y que no podía vivir sin saberlo. - A veces la ignorancia es mejor que la verdad. - susurré, sin estar segura de si me había oído o no. Lo había dicho más para mí misma que para él, en cualquier caso.
Puse mis manos encima de las suyas, sintiendo cómo seguía agarrándome. Tomé aire profundamente un par de veces, sin dejar de mirarle a los ojos para que viera que no mentía, si no le bastaba con el tono de las palabras que estaba a punto de decirle. - Es posible que pienses que estoy loca por lo que estoy a punto de decirte, y francamente me da bastante igual porque yo sé que es verdad. - comencé a decir, de una manera algo más brusca de lo que me hubiera gustado, pero sin poder evitarlo. - Los demonios existen, y a veces hacen tratos con los humanos corrientes. Hay una cierta clase de tratos que implican sangre de un demonio en particular, Azazel, mezclada con el hijo o la hija de aquel que decidió firmarlo. Esa persona muere al cabo de un tiempo, y aquel que recibió la sangre de ese demonio desarrolla poderes especiales, que sumados a ciertas características previas de la persona (como en tu caso tu ira acumulada) puede llevar a desarrollar trastornos como la doble personalidad. Así que, resumiendo, eres medio demonio con bipolaridad y yo soy una gilipollas integral por habértelo contado y no haber sido capaz de mantener la bocaza cerrada. - acabé diciendo, cerrando la mandíbula con fuerza para evitar ponerme a gritar. Solté nuestras manos y me levanté de la cama con brusquedad, yéndome hacia la mesa que había bajo el espejo. Me apoyé en ella y de uno de los bolsillos del pantalón saqué un cigarro y un mechero. Encendí el pitillo y le di una calada profunda, sosteniéndolo con la mano derecha y cerrando los ojos. Con la mano izquiera me masajeaba la sien, sin dejar de repetirme insultos muy variados mentalmente por lo rematadamente imbécil que a veces podía llegar a ser.
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Mensaje por Nikki Sixx Dom Mayo 09, 2010 7:01 pm

Amanda aún parecía que quería tranquilizarme y hacerme vez que aquello no era para tanto, al menos, lo que mi "otro yo" le había hecho. En el fondo, quizá tenía razón, porque yo mismo podría haber intentado algo parecido en cualquier otra circunstancia, pero eso de pegarle... No, eso sí que no lo habría hecho nunca. Pese a que le insistí mucho para que me contara su teoría o lo que ella creía saber no estaba segura, cuando le cogí las manos, vi como desvió su mriada hacia bajo, preocupada, iba a apartarlas de golpe cuando lo hizo pero no lo hice pues no parecía molesta, al parecer solo estaba preocupada por mis heridas de las cuales, apra variar, me había olvidado. Aquella era otra cosa que a veces me llamaba mucho la atención, tenía una enorme resistencia al dolor que, en ocasiones, podía ser fatal porque sin enterarme podría haberme cortado y haberme desangrado, de hecho, ya me había pasado una vez. Olvidando el pasado suspiré, seguía mirando a Amanda, con auqellos ojos vidriosos, esperando una respuesta por su parte porque necesitaba saberlo. Susurró unas palabras que me hicieron morderme el labio inferior. ¿Tan malo era lo que tenía que decirme? Por un momento incluso dudé de si quería saberlo o no, porque en sus ojos había duda y preocupación y estaba clar que no quería cotnarmelo pero, se sentía obligada, por mi y por ella misma en cierto modo. Al final, puso sus manos sobre las mias, sin soltarlas y de nuevo alzó la mirada, encontrandose con mis ojos que seguian fijos en ella, esperando una respuesta, tomó aire, como si le costara la vida decir aquello y empezó a hablar... Al principio no dijo nada más que explicarse con brusquedad y un tono distinto, más hostil. Me dijo que quizá pensara que estaba loca con lo que iba a decirme, de nuevo pensé que aquello no me iba a gustar si Amanda se ponía así por contarmelo. Esta vez el que suspiré fui yo y me limité a asentir con la cabeza, estaba nervioso, MUY nervioso. Y, al fin, soltó la bomba. Con las tres primeras palabras que pronunció, sentí miedo y alivio a la vez: Miedo porque sabía que lo que vendría después no iba a gustarme y alivio porque había resultado no ser un esquizofrenico paranoide y aquella chica que creía ser un demonio, quizá lo era. Escuché el resto de sus palabras con atención y tuve que contener la respiración durante un momento con alguna de sus palabras, todo tenía tanto sentido que por abrumado que estuviera, sentía que todo encajaba. Azazel, otra vez aquel nombre... No era la primera vez que lo escuchaba pero nunca había escuchado la historia "entera". Terminó insultandose a si misma y diciendo que no debería haberme contado aquello, ahora debería pensar que yo creía que estaba loca, pero no era así. Soltó mi manos de golpe y se levantó de la cama, como queriendo alejarse a cientos de metros de mi, se apoyó en la mesa y sacó un cigarro que no tardó demasiado en encenderse y en darle una gran calada. Yo la miraba en silencio, no sabía que decirle, podía ver reflejado en el espejo como cerraba los ojos mientras se masajeaba la sien. Suspiré y me levanté, me puse tras ella y en un rápido movimiento, sin siqueira rozarla le quité el cigarro de la mano, haciendo que se girara mientras yo le daba una calada.

-Así que.... No estoy loco.
- dije aliviado y mirando al techo mientras soltaba una bocanada de humo. - Dios, ya empezaba a pensar que veía zorras infernales por ahí que ni siquiera existían. - me pasé una mano por la cabeza, despeinandome un poco. - Si te sirve de consuelo, no pienso que estes loca. - le dije mirandola a los ojos. - De echo, lo que me acabas de contar, es lo más cuerdo que he oído en mi vida. Todo encaja, todo tiene sentido, además... Azazel... Ya había oído ese nombre antes... Y el otro día... conocí a una loca que decía que era un demonio y... hacía cosas que no puedo explicar. - le di otra calada al cigarro y me acercé a ella poniendoselo en los labios para que también le diera una calada. - Mi madre no esta muerta y la muy zorra no creo que tenga pensado morir muy pronto para darme esa satisfacción... Así que quizá fue mi padre. Nos abandonó cuando yo apenas tenía tres años o quizá menos... - me encogí de hombros. - ¿Sabes? Todo tiene sentido y las visiones... - me callé. No le había hablado a nadie de mis visiones y ahora le estaba contando a ella mi vida entera. - Bueno, olvidalo... - sonreí y le pasé una mano por el pelo, despeinandola. - Gracias.

Incliné un poco la cabeza hacia un lado, como haría un perro o un gato y me quedé mirándola con aquella media sonrisa en los labios. Terminé por inclinarme hacia ella y darle un beso en la mejilla, aunque más bien, fue justo en la comisura de los labios me separé y seguí sonriendole mientras me llevaba nuevamente su cigarro a la boca.


[OFF: Vale, no es demasiado largo pero es uno de los pocos posts que realmente me han gustado *-* Todo para ti! Wink ]
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Mensaje por Amanda Smith Dom Mayo 09, 2010 8:49 pm

No podía evitar sorprenderme ante su aparente incapacidad para sentir dolor, reflejada en que no había dicho nada cuando me había tomado a mí de las manos, y estaba segura de que a pesar de que tenía una auténtica avería ahí montada provocada por su deseo de no hacerme daño, probablemente estaba como si nada. Yo era exactamente al contrario, sentía demasiado el dolor y siempre que podía trataba de evitarlo. En su situación, probablemente yo estaría por los suelos, muerta de dolor y con auténtico charco de sangre a mi alrededor, formado por ni dejar que nadie se me acercara para curarme ni ser capaz yo tampoco de hacerlo por mí misma. Era bastante quejica, por mucho que me fastidiara o costara admitirlo, aunque con el dolor de las personas solía ser bastante más paciente y resistente que con el mío propio, por suerte. Sin embargo, su absoluta falta de cualquier sensación proveniente de sus heridas lograba descolocarme, pues ni siquiera por ser lo que era podía considerarlo como algo normal.
Al principio casi había conseguido hacerle desistir de su propósito de conocer la verdad que tenía que contarle, pero sacó fuerzas admirables de donde no sabía que las tenía y me hizo seguir contándoselo, por mucho que mi nerviosismo quisiera echarle para atrás. Al empezar a decirlo vi el alivio y el miedo reflejados a partes iguales en su rostro. Alivio posiblemente por descubrir que no estaba loco, o al menos tanto como él creía. El miedo suponía yo que era porque los demonios no son moco de pavo y siempre que se les menciona hay cierto temor implícito. O tal vez fuera porque se esperaba lo siguiente que iba a decir, no lo sabía. El caso era que no me hizo detenerme en ningún momento, y yo se lo agradecí. Soltarlo de un tirón era lo único que podía lograr que se lo dijera y no que volviera a guardármelo para mí, porque si me hubiera cortado, habría conseguido que al retomar el hilo yo me hubiera inventado cualquier excusa para o bien mentirle o bien seguir. Y eso no estaba bien, pues le debía la verdad para que dejara de sufrir y, además, yo no solía mentir tanto. Ni siquiera ocultaba tanto la verdad, normalmente, y por ello no me acabé de sentir del todo cómoda hasta que no se lo dije. Aunque con esa comodidad vino, por supuesto, el miedo a que me llamara de todo y me diejra que estaba loca. Ya era la segunda vez que me tocaba decirle esto mismo a una persona. La primera había sido hacía apenas unos días, en el pueblo, a mi ex, Jimmy. Y se lo había tomado sorprendentemente bien, la verdad, mucho mejor de lo que yo me había esperado. Pero con Nikki el asunto era distinto, pues no le conocía lo suficiente como para saber por dónde iba a salir.
Su silencio cuando me fui directa a la mesa no ayudó, y supuse que se me había quedado mirando con alguna expresión del tipo ¿quién demonios te crees que eres para decirme semejantes estupideces? O algo así. No me atrevía a mirarle por miedo a encontrar rechazo en sus ojos, y tan sumida en mis propios insultos hacia mí misma estaba que ni siquiera le escuché levantarse de la cama y venir hacia donde estaba yo. Sólo me di cuenta de que lo había hecho cuando me quitó el cigarro de los labios, obligándome a girarme y, lo que era peor, abrir los ojos. Para mi tremenda sorpresa no encontré en su expresión nada que se acercara a lo que yo pensaba que iba a haber. Le dio una calada mientras yo le miraba con sorpresa, sin acabar de creerme que, a pesar de todo, él tampoco fuera a creerse que estaba loca perdida por hablar de demonios y de tratos con ellos. Sus ojos sólo reflejaban alivio por no estar loco, como me confirmó con sus propias palabras antes de mirar al techo y soltar el humo.
- No, no lo estás. - me atreví a confirmar. O bueno, puede que lo estuviera, pero desde luego estábamos todos locos si eso era así. Me hizo sonreír con el comentario de las zorras infernales, y me recordó el encuentro que había tenido con Odette en el que yo había pensado exactamente lo mismo acerca de ella. No podía tratarse de una coincidencia, estaba segura, y mucho menos si mi querida y dulce enemiga estaba detras de aquel encuentro.
Me dijo que él no pensaba que estuviera loca y yo le miré a los ojos, con agradecimiento grabado en ellos. No podía decirle con palabras lo agradecida que estaba, así que se lo dije con la mirada. Me dijo que él también se había encontrado con una loca que decía que era un demonio hacía unos días, y yo solté un bufido. - Y seguro que se llamaba Odette, ¿no? - inquirí yo. ¿La muy perra tenía que estar siempre metida en absolutamente todo o simplemente era mala suerte por mi parte? Me volvió a colocar el cigarro en los labios y le di una calada profunda, pensando en el tema de Odette.
Si su madre estaba viva tenía sentido que el del trato hubiera sido su padre, del que no sabía nada. Tenía sentido también que dijera que tenía visiones, pues sería un efecto secundario de la sangre de Azazel que entraba dentro de lo normal. Como él dejó enseguida el tema no me quise volver a meter a no ser que volviera a sacarlo, cosa que dudaba. Me agradeció que se lo hubiera contado y me despeinó entera, con cariño. Yo me eché a reír, sin poder evitarlo, y estuve por hacer lo mismo, pero tampoco habría supuesto mucha diferencia en su pelo tan revuelto, que me gustaba mucho.
Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, que se acercó más a los labios de lo que habría esperado. Se llevó mi cigarro a la boca en cuanto se volvió a alejar, y le miré con cierta confusión. Por un momento quise dejar de pensar y limitarme a actuar, así que en cuanto soltó el humo que había cogido con su anterior calada me dije que era mi oportunidad de oro y acorté las distancias entre nosotros para acabar besándole con cierta timidez. Era muy distinto al anterior beso que el otro Nikki me había dado, pero era mejor porque por lo menos se lo estaba dando a alguien que me caía bien. Me separé de él, sonriente, pues el beso había sido algo que me había salido del fondo del alma dejándome llevar por el momento, sin siquiera pensar en que pudiera llevar a algo más. No debería, pues simplemente había sido un roce, así que hice lo que quería antes y le revolví el pelo aún más, si podía. - De nada. - contesté.

OFF: No habrá sido de los más largos, pero se nota que ha sido de los que más te han gustado, porque a mí francamente me ha encantado. Da gusto rolear contigo, esposo Very Happy
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Mensaje por Nikki Sixx Dom Mayo 09, 2010 9:35 pm

Amanda parecía muy sorprendida por mi reacción, no se esperaba par nada que no la tratara de loca, ni quisiera llamar al manicomio apra que se la llevaran o algo por el estilo. Pero, en cierto modo, estaba haciendo exactamente lo mismo que ella, yo sabía que no estaba loca porque tenía pruebas no tenía ni idea de cómo sabía ella todas aquellas cosas y, en el fondo, no m importaba ni lo más mínimo, pero eran ciertas y no podía tratarla como una loca cuando yo creía en las mismas cosas porque entonces, ambos estaríamos como cabras. En su mirada pude ver reflejada toda aquella gratitud, que sin duda, era imposible expresarla con palabras, tuve que devolverle una cálida sonrisa. Respondió a mi primera afirmación diciendo que no estaba loco, oir aquello me ponía bastante contento porque, al final, empezaba a descubrir más cosas sobre mi mismo que nuncame habría imaginado... Aunque me dejaba la duda de por qué el cabrón de mi padre me había vendido a un demonio y años después, cuando lo llamé me dijo que no tenía hijos... precisamente por todo eso me cambié el nombre... Y ahora que lo pienso, hice muy bien. No volví a saber nada de mi padre y estoy seguro de que está muerto, sino, quizá lo mató mi otro yo alguna noche, eso no lo sé, pero también me pregunto como una persona puede llegar a odiar tanto a sus padres que, por decirlo de alguna manera, son sus creadores... Aunque en mi caso, me creé yo solo de la anda, ellos pusieron un puto espermatozoide y un óvulo y se hizo la mágia, cuando nací todo se fue la mierda y desde entonces he tenido que cuidarme solo y hacer las cosas por mi mismo, yo renové el dicho de "Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo." Así fue como empezó todo y estoy seguro de que así es como acabará. Después de contarle a Amanda lo de la zorra infernal (me encantaba aquel apodo ya que le venía que ni pintado a aquella mujer) ella respondió con un bufido y sin saber como sabía exactamente a quien me referia poque me dijo su nombre. Odette. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Con lo que me hizo sufrir la muy cabrona. Me quedé bastarnte sorprendido que supiera a quien me refería y no pude evitar preguntarle.

-Sí, era Odette... ¿Cómo lo sabes? ¿La conoces? ... - por su expresión y su bufido pude entreveer que no se llevaban demasiado bien. - ¿Te ha hecho algo? - pregunté algo más serio. Sí, disfrutaría quitándole aquella maldita sonrisa de maníaca de la boca a Odette y mucho más si le había hecho algo a Amanda, una de las pocas personas, miento, la única persona que se ha preocupado tanto por mi en mi vida...

Agradecí muchísimo que aceptara mi cambio de tema, ya habíamos hablado suficiente de mi y de demonios y de todo aquello que mi cabeza estaba a punto de estallar y no me apetecía dejar todo aquello lleno de sesos que más tarde Amanda tuviera que limpiar para que el propietario no se enfadara. Hice una mueca causada por aquella imagen mental y de nuevo, ella me contagió su risa cuando la despeiné, no podía evitarlo pero me empecé a reir como no lo había hecho en años estando tan sobrío. Después de besar su mejilla pude ver como me miraba pensativa y no sabía que iba a hacer hasta que terminó con la distancia que nos separaba y me besó, fue un beso bastante corto pero intento, apenas rozó mis labios con los suyos pero si aquel beso me había hecho sentir de aquella manera... No quería ni imaginar si hubiera sido otro tipo de beso. Justo después de separarse de mi me despeinó el pelo (sí, un poco más de lo que ya estaba) y me contestó el agradecimiento con un "De nada." Aún mirandola a los ojos me pasé la lengua fugazmente por el labio inferior antes de morderlo para volver a saborearla y tuve que morder aún con más fuerza mi labio inferior para apartar de mi cabeza todas aquellas dieas descabelladas que empezaban a surgir sin cesar. ¿Acaso podría salir algunanoche por ahí y no acabar fornicando como conejos con la primera chica que me encotnrata o conociera? Además, Amanda era distinta a todas las chicas con las que solía hacerlo, tenía algo especial y lo peor era que ella lo sabía, o al menos, lo intuía y eso la hacía estar a veces bastante segura de sí misma, sin duda, había mucha diferencia entre ella y la típica rubia con tetas que podía encontrarme cualquier noche en una de mis habituales rondas por los clubes rockeros hasta la madrugada. Llevaba mirandola fijamente demasiado tiempo, tanto, que esperaba no tener un cartel en la frente con mis pensamientos, porque entonces podría empezar a flipar y si en lo que llevabamos juntos no me había mandado a la mierda, esta vez lo haría, acompañando sus palabras con una buena bofetada bien dada en mi suave cara. Tuve que hablar para dejar de pensar en todo aquello de una vez por todas.

-Y.... ¿Cómo sabes tanto de... estas cosas? - pregunté algo intrigado. - Si no quieres no contestes... Es la última pregunta sobre el tema. Luego podemos salir de aquí y si quieres podemos ir a la playa... - me encogí de hombros. - La playa de Los Ángeles es un lugar precioso por la noche. Estoy seguro de que te encantará... - esbocé una media sonrisa y me limité a esperar su respuesta.
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Mensaje por Amanda Smith Lun Mayo 10, 2010 9:09 pm

No podía evitar sentirme muy contenta, casi hasta el extremo de querer ponerme a dar saltitos por la habitación y pegarme un par de bailecitos chorras, porque no pensara que estaba loca. Joder, dos personas menos en...¿cuánto? ¿Una semana? Con más frencuenta me estaba pasando últimamente que a lo largo de toda mi vida, y la verdad es que después de pasarse años salvando a gente que ni siquiera creía en los seres que habían estado a punto de matarles, por fin alguien acabara por confirmarme que no me faltaba un tornillo y que no tenía alucinaciones con demonios, licántropos, vampiros y mil seres de esos. Gracias, Dios que ya podrías ayudar a los simples humanos un poco, muchísimas gracias.
Al mirarle con semejante agradecimiento me había devuelto la sonrisa que yo no había sido capaz del todo de expresar, y su gesto me hizo volver a sonreír, por mi parte. Era contagioso cada gesto que realizaba, y más si ahora estábamos los dos de relativo buen humor, como habíamos quedado después de llegar a la conclusión de que ninguno de nosotros estaba loco. Cosas como esas animan a cualquiera, y más después de años pensando que sí, que lo estás.
La sorpresa llegó a su expresión cuando mencioné el nombre de Odette. Probablemente porque no se esperaba que la conociera. A decir verdad, yo misma habría querido no hacerlo. Es más, mi vida había sido bastante fácil y poco liosa antes de tener un simple encuentro con ella, del que aún no tengo nada claro cómo demonios había logrado salir viva. Oh, sí, cierto, sólo me había dejado salir por patas de aquel lugar porque quería usarme como GPS humano y así ver los contactos que tenía, principalmente de cazadores y de gente del mundillo que pudiera suponer una amenaza para ella o para su querido Lucifer. Vaya suerte la mía, desde luego.
- Me imaginaba que era Odette. Su reputación la precede. - comenté, encogiéndome de hombros. Preguntó que si me había hecho algo, y yo negué con la cabeza. - Físicamente no. Bueno, sí, tirarme algodón de azúcar a la cabeza, pero nada más aparte de eso y un par de heridas. Sin embargo Odette será mi cruz por el resto de mi vida, porque me temo que la tomó conmigo... - contesté, recordando molesta lo que la perra aquella podría llegar a hacer si no me andaba con cuidado y le impedía acceder tanto a mis amigos como a mis contactos.
Vi en su expresión que disfutaría tanto haciéndole daño como lo haría yo, y no pude evitar sonreír, sólo que de manera más macabra, esta vez. - Cuenta conmigo para hacerle la vida imposible a esa furcia. - le dije, sacando a la luz mi lado más vengativo. Por muy poderosa que fuese, seguía siendo un demonio, y las armas normalmente aplicables a ellos funcionaban contra ella. Además, siempre podía pedir ayuda a los Winchester, que según un rumor tenían armas que conseguían aniquilar a los demonios para siempre. Lo mío con Odette era ya algo personal, y cuanta más ayuda pudiera obtener contra ella, mejor.
No pareció molestarle que me hubiera tomado la libertad de besarle, pero me pareció entrever que se había quedado con ganas de que volvera a acercarme. Espera, Amanda, tiempo muerto, no te lo creas tanto que tampoco causas ese efecto en la gente. Sin embargo aquel gesto que tuvo de pasarse la lengua por el labio y mordérselo con fuerza podía significar que... ¡No! Simplemente se extrañará de que lo haya hecho y punto final, ya esta. No hay que darle más vueltas de las que tiene. Aunque, a decir verdad, yo también me había quedado con las ganas de continuar besándole para poder disfrutar de su sabor, que me atraía innegablemente. Mejor dejar ese tema aparte, que no nos ha de llevar a ninguna parte.
No me había dado demasiada cuenta por haber estado sumida en reflexiones acerca de besarle de nuevo o no hacerlo, pero en cuanto volví a levantar la mirada hacia él pude notar que me estaba mirando fijamente. Me extrañó un poco la intensidad de su mirada y fruncí el ceño, pero nada más. Yo lo hacía constantemente con todo el mundo, así que tampoco iba a decirle nada.
Llegó el turno de la pregunta que, después de conocer mi secreto, más miedo me daba que me formulara, y que era la razón por la que sabía todo aquello. Me dio permiso para no responder, si no quería, pero en mi interior me parecía lo más justo ser sincera con él y por ello decidí contestarle. - De acuerdo, la última pregunta sobre esto. Si conozco todo esto acerca de los demonios y de los tratos es porque me criaron para eliminar a todos aquellos que supusieran una amenaza para la vida de las personas, nada más. Nunca mataría a ningún ser sobrenatural que viviera pacíficamente. Puedes llamarme idealista, si quieres, pero tiendo a juzgar por cómo es la persona y no por la raza a la que eprtenezca. - le respondí, encogiéndome de hombros. Me sugirió ir a la playa de Los Angeles, y teniendo en cuenta que el experto en la ciudad era él y que, de momento, todos los lugares a los que me había traído habían resultado merecer la pena, decidí hacer caso de su propuesta. - Por favor, estoy a tu disposición esta noche. Llévame donde prefieras, que tú eres el guía. - le dije, cogiéndole de la mano para que me guiara hacia aquel lugar, que tan bonito prometía ser si hacía caso de las palabras de Nikki.
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Mensaje por Nikki Sixx Lun Mayo 10, 2010 11:38 pm

No pude evitar asentir con la cabeza cuando dijo aquello de unirse a mi apra hacerle la vida imposible a Odette, aunque más que auqello, yo tenía pensado acabar con ella... Aún no sabía cómo pero algo se me ocurriría. Ahora que me había convertido en su "mascota" y disponía de mi para absolutamente todo lo que quisiera, tenía que escapar de alguna manera y no me importaba cómo... Pero eso, en aquel momento, había pasado a un segundo plano y más bien lo que importaba eramos Amanda y yo. Por alguna extraña razón que se escapaba a mi entendimiento, no podía quitarme de la cabeza aquel beso que ni siqueira había sido eso, más bien un roce, con el que dejarme con la miel en los labios, probando su sabor y quitandomelo de golpe. En el fondo sabía y entendía perfectament ecual había sido aquella "extraña razón" que me estaba volviendo loco por dentro y con la que luchaba para que aquello no se hiciera evidente por fuera, y por el momento lo había conseguido, pero no sabía el tiempo que conseguiría aguantarlo. Por suerte, Amanda empezó a contestar a mi pregunta y así consiguió alejar por un momento aquellos pensamientos que me llenaban la cabeza. Me explicó que desde siempre había luchado contra demonios y mencionó criaturas en general, lo que me extrañó, ya que no tenía ni idea de que pudiern existir más pero ya había gastado mi última pregunta y no volvería a sacar el tema, al menos no aquella noche. También me explicó que ella nunca mataría a "nada" que no supusiera una amenaza para los humanos, así que , en cierto modo, yo me salvaba por los pelos. Me quedé en silencio asimilando sus palabras y entendiendolas.

-Así que eres algo así como una cazadora... - dije más para mi mismo que para ella. - Vaya, que guay! Eres Buffy Cazavampiros! Oh, ¿Ella también es real? Oh, Dios dime que si... A esa si que me gustaría incarle el diente.... - empecé. No terminé la frase porque yo mismo me corté. Aquellos pensamientos no ayudaban a que mi cuerpo se relajara.

Enseguida cambié d tema y le dije que podríamos ir a la playa de Los Ángeles, a ella le pareció buena idea y de hecho dijo que iría a donde yo le dijera porque, en cierto modo, era como su guía. Sonreí y recogiendo algunas cosas que me había dejado por allí, le abrí la puerta del camerino y esperé a que saliera. Nuestra salida fue bastante rápida y me limité a pasarme por la barra y pagarle al camarero antes de salir, él me regaló una botella más de Jack Daniel's y, sorprendido, se lo agradecí. Caminamos durante un buen rato por Sunset Boulevard, recorriendola de cabo a rabo hasta llegar a la zona de la costa. Entonces, ya llevabamos unos 15 minutos como poco caminando, en los cuales habíamos contado tonterias y no habíamos dejado de reirnos, como si hubieramos enterrado toda aquella mierda demoníaca en el camerino del Whisky a Go-Go y ahora fueramos libres de nuevo. A lo lejos empezamos a ver la enorme luna llena y las estrellas reflejadas en el mar que aquella noche estaba en calma y cuanto más nos acercabamos a la playa, más se podía escuchar el relajante sonido de las olas. Yo llevaba mi bajo colgado a la espalda, porque era lo único que tenía, y la botella de Jack daniel's en la mano. Cuando llegamos a la arena me quité las botas y empecé a correr por ella con los pies desnudos, mientras le gritaba a Amanda para que me siguiera.

-Venga, ¿A que esperas? Si tardas tanto al final va a amanecer!

Llegamos a la orilla(yo antes que ella) y nos sentamos justo donde el agua no llegaba. Me quedé un momento mirando al cielo y enseguida volví mi mirada hacia Amanda, había estado en silencio aunque con una enorme sonrisa en los labios desde que nos habíamos sentado.

-¿Qué? ¿Qué te aprece? - pregunté orgulloso de lo bello que era mi hogar. - Es bonito, ¿Verdad?

Sin poder esperar mucho más abrí rápidamente la botella de Jack Daniel's y me lallevé a los labios, me bebí casi media botella de golpe, al aprecer, estaba sediento. Se la ofrecí a Amanda que la cogió sin rechistar mientras yo no dejaba de mirarla.

-Apuesto cualquier cosa a que ni en mil años habrías imaginado acabar en la playa sola con un ex rockero y una botella de Jack Daniel's cuando decidiste venir a Los Ángeles. - bromeé. - Es la mágia de esta ciudad... Nunca sabes lo que puede pasar...

Sonreí y me callé, aquella frase la había dicho sin pensar y ahora también me tocaba actuar sin hacerlo. Me incliné hacia delante y acariciandole la cara, terminé con la distancia que nos separaba para, por fin, besarla de verdad. Fue un beso largo e intenso, en el que mi lengua consiguió abrirse paso en su boca y juguetear con la suya... Era un beso cargado de deseo, no había podido contenerme y al final lo había hecho... Porque necesitaba sentir el calor de sus labios fundiendose con los mios. Me separé lentamente de ella y de mala gana, no quería hacerlo pero no sabía como se lo habría tomado, me limité a sonreirle timidamente y desvié la mirada hacia la luna llena mientras me llavaba de nuevo la botella a la boca, bebiendo poco y rápido para que no borrara su sabor de mis labios.


[[OFF: Uuuuuuh, ¿Que le ha pasado a Nikki? Alegaré enajenación mental! Siento el post biblia-moñas... Pero no me ha salido otra cosa, al menos... ESPERO QUE TE GUSTE! xD ]]
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Mensaje por Amanda Smith Miér Mayo 12, 2010 4:54 pm

Su asentimiento con la cabeza al decirle acerca de mi participación en hacerle la vida imposible a Odette me indicó que le parecía bien, pero estaba casi segura de que preferiría tomarse la justicia por su mano en caso de que aquel momento llegara, y de que iba a disfrutar de lo lindo haciéndola sufrir cuanto pudiera y un poquito más. Yo podía limitarme a explicarle cómo podría matarla y ya habría contribuido a solucionar el problema que aquella zorra infernal nos suponía a todos, tanto cazadores como humanos, ambos víctimas en potencia. Me quedaría con las ganas de haber participado más, pero al menos habría contribuido de algún modo.
Se puso a preguntarme que si era una cazadora y me comparó con Buffy la Cazavampiros, y yo negué con la cabeza, con una sonrisa divertida en la cara. - No, me temo que ella no es real. Si lo fuera ya me habria encargado yo de perseguir a Spike... - contesté, alzando las cejas un momento. Era una desgracia que de todos los vampiros que había conocido ninguno fuera como él. Se podía considerar que era uno de mis mitos eróticos particulares. Él se cortó cuando dijo que quería hincarle el diente a Buffy, pero yo no dije nada. Era comprensible, pues era una pava que cazaba bichos vestidita como lo hacía y de una manera bastante cutre. Si fuera tío también me pondría, pero como no lo soy tenía que conformarme con alegrarme la vista con Spike o Ángel. Oh, qué pena más grande.
Después de nuestra pequeña ida de pinza con series de televisión de hacía ya muchos años, recogimos un poco todo lo que estaba por medio del lugar y salimos del backstage. Dejamos la sorpresita de los azulejos rotos en el baño, pero el portero probablemente no se acordaría de quién había estado aquí para hacerlo y no nos caería mayor bronca. El camarero le regaló una botella de Jack Daniel's a Nikki, que él aceptó con una sonrisa y con cara de sorpresa.
Salimos del local y, atravesando Sunset Boulevard entre risas sin parar en dirección a la costa, acabamos llegando a la playa, que como él había dicho estaba simplemente preciosa, con la enorme luna resaltando su claridad en el cielo oscuro, del que sólo arrancaban destellos luminosos las estrellas distribuidas aquí y allá. Nikki llevaba el bajo colgado en la espalda, pero no le supuso ningún inconveniente para descalzarse y ponerse a correr por la playa, acompañados del sonido de fondo del mar. Yo me quedé mirando el paisaje nocturno un momento, disfrutando de todo lo que podía abarcar con la vista. Me dijo que si no me daba prisa a este paso iba a amanecer, y yo salí de mi ensoñación para negar con la cabeza, divertida, y quitarme las botas, que lancé por ahí. Sentí la fría arena en mis pies durante un momento, y no tardé más que un instante en seguir la estela dejada por Nikki en la arena y correr tras él, disfrutando de la libertad y de la adrenalina que sentía en ese momento, ambas mezcladas. Llegamos a la orilla y nos sentamos juntos, yo con una sonrisa enorme en la cara por tener la oportunidad de estar aquí. Lo que parecía haber empezado como un simple viaje hecho por curiosidad estaba derivando en algo bastante mejor que superaba mis expectativas iniciales. Me preguntó lo que me parecía, con orgullo en su voz por lo bonito que era su hogar. - Es simplemente genial. Ojalá Bristol pudiera ser así. - contesté, recordando cómo mi hogar no era precisamente una ciudad de la que fuera fácil sentirse orgulloso.
Abrió la botella y, casi de golpe, se bebió la mitad, alcanzándomela a mí después. Yo la cogí y me la llevé a los labios, aún con la sonrisa dibujada en la cara. Bebí un par de sorbos, comparado con lo suyo, pero no tenía tanta sed como él. Me dijo que la situación en la que estábamos era algo que nunca me habría imaginado, y yo no pude evitar asentir, de acuerdo con él. - Desde luego supera con creces mis expectativas más locas. - confirmé.
Él no dijo nada, pero en un momento, sin que apenas tuviéramos tiempo de reaccionar ninguno de los dos, se acercó a mí y me besó. Esta vez no había sido como mi inocente roce anterior, sino que se tomó su tiempo para darle la intensidad que ambos habíamos estado, sin saberlo, buscando. Dejó que su lengua se abriera paso y jugueteara con la mía, que de ningún modo iba a impedírselo y mucho menos si seguía haciéndolo como hasta ahora. Se separó de mi casi a regañadientes, y yo me quedé mirándole con duda. No tenía nada claro lo que sentía o dejaba de sentir por él, porque aún era quizá algo pronto para saberlo. Lo que no podía tratar de negar era lo mucho que había disfrutado con aquel beso que me había dado, y también que había algo en él que me gustaba y me atraía inevitablemente, a pesar de todo.
Se llevó la botella de whiskey a los labios y me miró un poco avergonzado, bebiendo en intervalos cortos y rápidos. Yo seguía mirándole a los ojos, buscando ni sabía qué en ellos. Tal vez una razón para explicar por qué lo había hecho, o tal vez una justificación para lo que estaba a punto de hacer. Le quité la botella y la cerré, tirándola en la arena a nuestro lado. Me giré del todo, hasta quedar sentada enfrente de él, y mande a tomar viento todas las dudas que quería tener. Esta vez fui yo la que recorté la distancia que nos separaba y me lancé a besarle con pasión, la misma con la que él me había tentado hacía un momento. ¿Qué decir en mi defensa? La carne es débil, y más si se tienta de semejante manera.
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Mensaje por Nikki Sixx Miér Mayo 12, 2010 9:48 pm

Desde que llegamos a la playa pude notar como el hambiente cambiaba o quizá era yo, menos borracho y más maravillado con aquel hermoso paisaje. En realidad, aquello junto con todos los recuerdos que se agolpaban en mi mente me hacían querer volver a aquella época en la que no importaba nada ni nadie más que yo y mi grupo, mis amigos. Lo haciamos todo juntos y estabamos juntos en todo y para todo. Lo que había vivido en aquella playa era más de lo que mucha gente había hecho en toda su vida y todo se juntaba haciendome sentirme extraño, como queriendo rememorar todos esos recuerdos, al sentarme en la arena y dejar el bajo junto a mi fue cuando, mirando a la luna, me di cuenta de todo aquello. Amanda me dijo que le encantaba aquello y mencionó que ojalá Bristol, de donde era, fuera así de bonito. Me giré y ,al mirarla, fue como si mis pensamientos hubieran cobrado vida y se hubieranconvertido en ella, como si fuera una invención, una ilusión formada por mi mente. Allí estaba ella, sonriendome, con la melena al viento y disfrutando de mi compañía, lo que no muchas personas habían hecho en los últimos meses. Bebí como un cosaco de la botella, necesitaba más alcohol en el cuerpo para pensar con claridad o para no hacerlo en absoluto, ella aceptó la botella cuando se la ofrecí y bebió, no tanto como yo, pero bastante. De nuevo, aquello me hizo sonreir, era una chica con aguante. Quizá lo único que le faltaba era algún tatuaje pero quitando eso lo tenía prácticamente todo. Sin pensar, dejandome llevar por el momento e hipnotizado por su mirada, notando como su sabor había desaparecido de mis labios me incliné para besarla. El beso fue increible, ella lo correspondió haciendo que fuera aún más intenso y que me costara aún más separarme de ella cuando lo hice, algo nervioso y avergonzado. No sabía qué iba a pensar ella, no sabía si estaba bien y me sentía extraño. ¿Por qué coño estaba nervioso? No me había pasado algo así desde hacía muchos años, tantos, que ni siquiera lo recordaba e incluso dudaba de que alguna vez me hubiera sentido así. Amand me miraba extrañada, como sorprendida y a la vez con algo de duda en su mirada, no tenía ni idea de lo que aquello significaba así que me limité a coger la botella y empecé a darle pequeños tragos intentando hacer que el alcohol entrara rápidamente en mi cuerpo y que me diera la seguridad para lo que quiera que pudiera pasar. Mientras bebia, notaba sus ojos fijos en mi y yo a veces intentaba a paratar la mirada, conseguía hacerlo durante a penas un segundo, pero luego volvía a mirarla como si sus ojos me hubieran hechizado y me resultara imposible no mirarlos. *Nikki, tio, ¿Qué te pasa? ¿Por qué no haces lo de siempe...? Ya sabes, venir, ver, vencer... Y olvidar!* pensé para mi mismo, sí, eso tenía que hacer. Exactamente lo mismo que siempre porque, después de todo solo era eso, ¿No? ¿Quien me aseguraba a mi que volviera a verla después de todo? Lo mejor era aprovechar el momento y disfrutar del tiempo que tuvieramos... Mientras yo pensaba todo esto, ella pareció leer mi mente de alguna manera porque cogió la botella de Jack Daniel's de mis manos la cerró y la tiró a la arena, no demasiado lejos de nosotros. Yo seguí sus movimientos con la mirada extrañado, como si no supiera que estaba haciendo, seguí la botella con la vista hasta que aterrizó en la arena y volví a mirar a Amanda a los ojos, no me dio tiempo a decir absolutamente nada porque cuando quise darme cuenta me estaba besando con pasión. Correspondí sun beso deajndo a un lado todas mis dudas de una vez por todas y terminé tumbandome sobre la arena con ella sobre mi, mientras nos besabamos con pasión, empecé a sentir como el deseo que había sentido desde que la había visto crecía y crecía incontrolablemente en mi y se hacía cada vez más evidente en mi entrepierna, mis manos recorrían su cuerpo, dibujando todas sus curvas y acariciandolo sensualmente, hasta que volvieron asu pelo y se enredaron en él, haciendo que echara la cabeza hacia atrás mientras yo me dedicaba a besar, morder y lamer su cuello. Una de mis manos empezó a bajar por su espalda y se metió por dentro de su camiseta, hábilmente desabroché su sujetador en apenas un segundo y cogí uno de sus pechos, empecé a acariciarlo y de nuevo volví a besar sus labios y recrearme en ellos. Demostrandole todo lo que me traia, terminé por morderlos antes de separarme y mirarla con una sonrisa. No hacía falta decir nada, en estos momentos, las palabras siempre lo estropeaban todo y prefería seguir así... Disfrutando del momento. Con un rápido movimiento me coloqué sobre ella y volví a besarla, aquello prometía y no podía esperar por demostrarle de lo que era capaz cuando escuché unos pasos acercarse. Los ignoré y continué besandola, volví a enterrar mi cabeza en su cuello, le mordí y le quité la camiseta, le llené todo el torso de besos hasta llegar a sus pechos, empecé a morder y lamer sus pezones...

-¿Nikki? - escuché una voz femenina detrás de mi que me hizo parar rápidamente.
-Sí, tiene que ser él! - dijo una segunda voz. Alcé la cabeza y me giré.
-¡Nikki! - una tercera voz chillona me descubrió a tres "viejas conocidas" que no parecían haberme olvidado. Me quedé de piedra, sin saber que hacer o decir. - ¿Qué pasa, cielo? ¿Ya no te acuerdas de nosotras?

Las tres chicas que estaban de pie frente a nosotros eran unas rubias de tetas enormes y piernas kilométricas, labios carnosos quizá falsos y ojos enormes. Eran tres prostitutas, que más tarde se habían convertido en gruppies y luego en nuestra diversión particular y con ello me refería a que les habíamos hecho absolutamente de todo: Desde follarnoslas con mástiles de guitarra y bajo, micrófonos, palos de escoba, meterles un teléfono entre las piernas y llamar al servicio de habitaciones, hacer que se pasaran horas sentadas sobre una botella de champagne.... Sí, las habíamos puteado de lo lindo... Pero ellas adoraban que les hicieramos de todo y les encantaba hacernos de todo... Buenos tiempos aquellos, aunque no era exactamente el mejor momento para encontrarmelas, debía de estar blanco y con los ojos desorbitados porque parecían sustadas o quizá no... En sus ojos solo podía ver reflejada la lujuría y la lascivía pero... ¿Como me habían reconocido? ¿Por mi culo? Aquellas tias estaban locas....

-Eh... - empecé sin saber muy bien que decir. - ¿Cómo me voy a olvidar de vosotras, chicas? Mmmmm... Irina, Svenna y Katrina... - sonreí. - ¿Qué haceis por aquí? ¿Acaso habeís vuelto a las calles? - pregunta equivocada su mriada me confirmó que sí.

-La verdad es que estabamos buscando algún cliente....
- dijo una de ellas, la de ojos azules, no conseguía distinguirlas muy bien.
-¿Os apetecería que nos unieramos a vosotros? Somos bastante baratas! - soltó la de ojos negros. Tragué saliva aún sin creerme que aquello estuviera pasando. Miré a Amanda que en medio de toda la sopresa me taladró con la mirada, vale, mala idea. Aunque tenía que reconocer que de rpente me había excitado aún más sin motivo aparente... Bueno, la evrdad es que había cuatro preciosos motivos a mi alrededor que mandaban toda la sangre de mi cuerpo a mi entrepierna haciendo que pensar con coherencia me resultara prácticamente imposible.

Antes de poder contestar me mordí el labio inferior y escuché sirenas a lo lejos. ¿Joder es que era el día internacional del metomentodo? Aquello se estaba emepzando a covnertir en un circo, sobretodo cuando las tres chicas emepzaron a dar vueltas sobre si mismas y a gritar como histéricas. Entonces no tardó demasiado en llegar a dodne nos encotnrabamos el enorme Hummer de la policía que paró justo a nuestro lado. Aquello parecía digno de película, desde luego, yo estaba flipando. Los Ángeles, hogar dulce hogar. Un policía bajó del coche con prisa y al ver la escenita me miró a mi furioso.

-¿Qué está pasando aquí? - ladró.

-Mmmmm.... ¿Una reunión familiar? - solté sin pensar. Perfecto Nikki, un pin para ti. Eso me pasaba por tener aún toda la sangre del cuerpo donde no debia.

-¿Qué te crees, chaval? ¿Vas de gracioso? - dijo cogiendo la porra y acercandose a mi. - Te vas a enterar. - Bajó otro agente del enorme coche también con la porra en las mano.

-Eh, eh, eh! ¡Que no es lo que parece! - grité poniendome de pie.- Yo estaba aquí tan tranquilo con... Mi novia! - casi lo grité mientras señalaba a Amanda, necesitaba una forma de pararlos ya que cada vez estaban más cerca. - Y ellas aparecieron... Querían... ¡Sí! Querían "ofrecernos sus servicios".

Les acababa de dejar el marrón a aquellas tres pobres chcias que no se lo merecían, pero no me apetecía que me partieran la cara por su culpa(otra vez). Los policias se giraron hacia ellas y sin siquiera preguntarles nada sacaron las esposas y las arrestaron, las metieron en el enorme Hummer y antes de largarse de allí, el mismo policía de antes se acercó a mi y sin venir a cuerto me dio un golpe en toda la cara con la porra, tirandome al suelo y dejandome sangrando. De golpe la sangre volvió a su lugar original y mi excitación desapareció dejandome paso a una molestia en la mandibula.

-Así aprenderás a no pasarte con la policía, gilipollas. - escupió a mi lado y se metió en el coche. Arrancaron y se fueron. Ahora dudaba de lo que pudiera pasar a aquellas chicas. Suspiré y mientras el coche se alejaba me dejé caer sobre la arena.

-JO - DER... - dije escupiendo algo de sangre y pasandome una mano por la cara y viendo que la tenía manchada. - Vaya nochecita, eh? - dije mirando a Amanda. - Lo siento mucho... Pero bueno, esto es Los Ángeles. - me encogí de hombros. - Ya echaba de menos tener una movida así de vez en cuando... Si te paras a pensarlo ha sido de lo más gracioso... - dije empezando a reirme a carcajadas. Ahora Amanda debería pensar que estaba loco, si es que no lo pensaba ya... Como poco, debería pensar que era un maldito mujeriego, que me emtía en lios y que era de lo peorcito con lo que se podría juntar... Lo peor de todo... Es que aquello era cierto.


Última edición por Nikki Sixx el Sáb Mayo 15, 2010 2:20 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Amanda Smith Vie Mayo 14, 2010 10:14 pm

La playa había parecido suponer un antes y un después en lo que llevaba con Nikki de relación, ya ni sabía de qué clase. Porque sí, podía conocerle desde hacía un par de horas, pero había un algo innegable en él que me empujaba a confiar en él, sin tener demasiadas razones para ello por lo que me había demostrado hasta ese momento. Tenía un alter ego diabólico que salía cada vez que tenía sangre cerca y encima le daba a las drogas y al alcohol como un auténtico cosaco. Pero como yo tampoco era ninguna santa no podía evitar pasar por alto esos detalles y centrarme en él, en el auténtico, en aquel chico tan dulce a veces pero tan apasionado otras y que se empeñaba en demostrarme que siempre podía lograr arrancarme una sonrisa de la cara, aún cuando yo no quisiera. Por suerte y gracias a él, hoy estaba descubriendo una parte nueva de mí misma, una Amanda que podía divertirse y desmelenarse frente a aquella fría y seria en la que me había convertido hacía ya tiempo. Y me ponía de buen humor saber que podía ser la auténtica yo con alguien.
No pude dejar de notar algo que me sorprendió bastante, y fue que cuando nos separamos de aquel beso consentido por ambos, a pesar de que en un principio me había sorprendido, se le veía algo nervioso. No me terminaba de entrar en la cabeza aquella expresión, pues no creía que le hubiera dado razones para sentirse así conmigo. A no ser que fuera simplemente que le diera palo acercarse a sí a mí, precisamente a mí. Oh, joder, eso no entraba dentro de mis planes. ¿Poner nervioso yo a alguien? Si lo unico que podía hacer sentir era risa y lástima. Me alegró saber que, al volver a acercarme yo a él para sentir sus labios de nuevo, no me rechazara. De hecho rechazarme creo que no es precisamente el mejor modo de denominar lo que acabó siendo aquel beso. Todas sus dudas parecían haber sido solucionadas o, al menos, apartadas, y yo supe aprovechar aquel pequeño detalle para dejarme llevar entre sus brazos.
Nos tumbó en la fría arena de la playa, quedando yo encima de él. A cada instante que pasaba el deseo y la pasión se hacían más evidentes que antes, sobre todo por parte de Nikki. Sentía cómo sus manos recorrían mi cuerpo, dibujando y desdibujando cada milímetro que estuviera a su alcance (que si por mi fuera sería yo toda entera, sin ninguna duda al respecto) y haciendo que cada vez me resultara más fácil dejar de pensar y limitarme a actuar, como ya estaba haciendo. Me lancé a por sus labios como una desperada, casi más o menos como me hacía sentir él en aquel preciso instante, pero nuestro beso duró poco al enredar sus manos en mi pelo y hacerme echar la cabeza para atrás. Eso le dejó el camino libre para empezar a trabajar en la zona de mi cuello, besando, mordiéndolo y lamiéndolo. Yo cerré los ojos un instante, incapaz de hacer nada que no fuera eso, y al volver a abrirlos pasé la mano por su cuello para acercar su cabeza más a mí y que así siguiera. Una de sus manos se coló bajo mi camiseta y me desabrochó el sujetador, con una maestría envidiable fruto seguramente de su amplia práctica al respecto. Llevó su mano hasta uno de mis pechos y empezó a acariciarlo. En ese momento casi sentí cómo un gemido se quería escapar de mis labios, pero no le dio tiempo a salir porque volvió a ir hacia mis labios, besándolos de nuevo. Terminó aquel contacto con un mordisco suave, y se separó de mi de nuevo, mirándome sonriente. Yo inspiré y expiré un par de veces para después mirarle a los ojos con picardía y deseo contenido, instándole a que siguiera. Dicho y hecho, pues me puso bajo él, cambiando de posición, y volvió a darme otro apasionado beso. Me pareció oír unos pasos en la distancia, pero no le di mayor importancia, pues en ese momento por mi cabeza sólo podía haber pensamientos de disfrute y gozo. O de pura lujuria, que eso también es posible. Volvió a mi cuello y siguió mordiéndolo, sólo que esta vez aprovechó la ocasión y me quitó la camiseta y el sujetador, besándome todo el pecho sin ningún estorbo de por medio y acabando por llegar a mis pezones.
Todo iba a muy bien en aquel momento, hasta que unas voces chirriantes nos hicieron interrumpir lo que nos traíamos entre manos. Muy bien, perfecto, ¿a quién tengo que cargarme ahora? Encima no es que sean simples curiosiosas con interés morboso en ver a dos personas liándose en plena playa de Miami, sino que para más inri eran tías que parecían conocer a Nikki muy bien, a juzgar por la cara que puso al verlas y también porque había parado en seco. Las miré de frente y pude ver que eran unos perfectos especímenes de la "selecta" fauna que la ciudad podía ofrecernos, es decir, tías con tetas gigantescas, pelo rubio teñido visible a veinte kilómetros en una noche oscura, labios operadísimos y una pinta de putas que cantaba en varios estados.
La situación nos había pillado por sorpresa a los dos, y yo aún no tenía demasiado claro qué decir o hacer en ese momento. ¿Tenía que echarlas de aquí para poder acabar lo que Nikki y yo habíamos empezado o simplemente frenarlo en seco, como parecía que había pasado y que iba a continuar? Nikki parecía estar en las mismas, pero las reconoció como unas viejas conocidas que respondían a nombres de apariencia rusa. Putas rusas, menudo topicazo para una estrella del rock. Pero por alguna razón no me extrañaba demasiado teniendo en cuenta lo que había visto de Nikki hasta ese momento. Estaban tan tranquilas, sin la menor vergüenza por habernos interrumpido, y encima soltaban con todo el morro que buscaban clientes y que si nos apetecía que se unieran. Nikki me miró, como pidiéndome permiso, y yo le miré muy mal. Dios, no, por favor. Orgías en igualdad de sexos vale, para que así disfrutemos todos por igual, pero con cuatro chicas y un chico...lo siento, pero hasta yo tengo mis límites por mucho que esté claro que, por lo que su cuerpo estaba diciendo casi hasta con luces de neón, era lo que en ese momento más le apetecía. Podía hacer lo que quisiera con ellas, que yo no era nadie para obligarle, pero que no contara conmigo. Alargué el brazo y cogí el sujetador, tirado a un lado nuestro. No me había dado casi cuenta de que estaba ahí medio en bolas entre tres prostitutas y una ex estrella del rock. Surrealista del todo, pero algo me decía que la cosa no había hecho más que empezar. Me lo puse rápidamente y cogí la camiseta, aunque de fondo empecé a escuchar unas sirenas de policía que hicieron que las chicas se pusieran a dar saltitos y vueltas como tres locas desesperadas. Vale, era cierto que lo estaban, pero tampoco había que ser tan obvios.
Un enorme Hammer llegó hasta nosotros apenas unos instantes después, y de él bajó un policía. Vale, hasta luego. Si creía que lo más raro que me había pasado en la vida había sido conocer a Nikki, obviamente estaba equivocada. Alguien debería escribir un guión de película con esto, que se forra.
Preguntó que qué estaba pasando, y Nikki, aún no demasiado capaz de pensar con coherencia, le dijo una gracia, que era una reunión familiar. Aquello sólo cabreó al poli aún más, que se acercó a él con la porra. Por suerte para todos se inventó una excusa, que él simplemente estaba aquí con su...¿novia? ¿Yo su novia? Vale, eso no sonaba nada mal. Pero no era precisamente la realidad, a pesar de que no se la pudiéramos contar a aquel bulldog humano. Por suerte no estaba desnuda del todo, sino que llevaba el sujetador y la camiseta me tapaba bastante. Coló que las chicas hubieran querido obligarnos a aceptarlas, y por ello las detuvieron. Casi me daban lástima. Casi.
Le metieron un golpe con la porra que le dejó sangrando, y yo miré al policia con expresión asesina que, por estar tan oscuro, dudé que viera. ¿Pasarse con la policía? Yo le enseñaría a ese hijo de puta lo que era hacer eso, siempre y cuando no tuviera miedo a que una chica le diera donde más le dolía, en el orgullo.
- Desde luego es algo que se ha salido de mis expectativas. - le contesté. Todavía seguía cabreada porque nos hubieran cortado el rollo de semejante manera, y de algún modo lo pagaba con Nikki, que no tenía la culpa... O al menos no toda. - Viva Los Angeles, entonces. - dije, con falso tono de euforia. ¿Echaba de menos tener movidas así? Pues vaya, la verdad es que alguna de vez en cuando no viene mal, pero hasta ciertos extremos sólo, que tampoco estoy tan mal. Se echó a reír a carcajadas y yo le miré con la ceja levantada. Si tenías un sentido del humor muy retorcido tenía gracia, en eso estábamos los dos de acuerdo, y no pude evitar sonreir, aunque no llegué al extremo de Nikki, que se estaba tirando por los suelos de la risa. Negué con la cabeza y me puse bien la camiseta, pues bajado ya el calentón empezaba a hacer algo de fresco. Cogí la botella que había tirado antes y que, por suerte, no nos habían requisado, y la abrí dándole un buen trago, acabándomela del todo. Si antes era él el que necesitaba alcohol, ahora era yo. La tiré por ahí, vacía, y me saqué otro cigarro, que encendí y dejé en mi boca sentándome a su lado y mirándole con duda. - ¿Y ahora qué? - le pregunté, sin dejar de mirarle a los ojos.
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Mensaje por Nikki Sixx Sáb Mayo 15, 2010 2:45 pm

Seguía tirado en la arena mirando al cielo cuando Amanda habló, me sorprendió que lo hiciera con aquel tono tan hostil, como si se hubiera enfadado conmigo por algo. Su, "Viva Los Ángeles" aún sonó peor y no pude evitar mirarla alzando una ceja. ¿Pero qué mosca le había picado? ¿Acaso me culpaba de todo lo que acababa de pasar? Para avriar yo estabaa mi bola y tampoco me supuso demasiada comedura de coco que se hubiera enfadado conmigo, de hecho mencioné que echaba de menos aquellas movidasque antes tenía tan a menudo y empecé a reirme a carcajadas mientras
revivia todo lo que acababa de pasar, la verdad es que había sido de lo más subrealista y de todas las locuras que había hecho o de todas las cosas que me habían pasado no habían demasiadas que se pudieran comparar con aquello. Mientras me reia, por el rabillo del ojo observé como Amanda se colocaba bien la camiseta, cogía la botella de Jack Daniel's y se la bebía de golpe. Puse morritos algo molesto, yo también quería beber... La tapó y la lanzó a la arena, se sacó un cigarro y se puso a fumar tranquilamente mientras se acercaba más a mi y se sentaba a mi lado. Se quedó mirándome a los ojos y me preguntó qué haríamos ahora. Hice una mueca y me encogí de hombros. ¿Qué pasaba que por ser una ex estrella de rock medio borracha era yo a quien tenían que ocurrirsele las ideas locas? Vale, pensandolo bien, tenía lógica. Esbocé una media sonrisa y me incorporé un poco poniendome a su altura. Cuando tenía el cigarro en la mano me acercé y le di una calada.

-No sé tú... Pero yo voy a darme un baño...
- le guiñé un ojo y de un salto me puse de pie y empecé a quitarme la ropa, primero la camiseta y luego los pantalones... Para mi sorpresa aquel día me había dado por ponerme ropa interior así que llevaba unos boxers oscuros bastante apretados. - ¿Te vienes?

No la vi demasiado convencida pero me daba igual, la cogí en brazos y empecé a correr hacia el agua con ella en brazos mientras me decía que la soltara y que la bajara, se quejaba mucho, lo que solo conseguía que corriera aún más deprisa para llegar cuanto antes al agua. Cuando me llegaba por las rodillas salté aún con ella en brazos y ambos nos zambullimos bajo el agua. La solté y empecé a nadar un poco hasta salir de golpe. Empecé a sacudir el pelo como un perro haciendo que el agua llegara hasta todas partes y sonreí.

-¿Te has enfadado?
- le pregunté mordiendome el labio inferior. - ¿Sabes? No sé por qué pero algo me dice que aún te vas a enfadar más conmigo esta ncohe... - le guiñé un ojo y corrí hacia ella, tirandola de nuevo al agua aunque esta vez fue ella la que terminó por dejarme a mi bajo el agua y cuando salí le escupí algo de agua en la cara y empecé a reirme.

Por algún extraño motivo empecé a pensar en las drogas que tenía guardadas. En que siempre llevaba conmigo una jeringuilla que guardaba en mis botas, en que con el tapón de la botella de Jack Daniel's y mi zippo podría calentar la droga y tenerla lista para inyectarmela... Sacudí de nuevo la cabeza y me alejé de Amanda, adentrandome aún más en el mar.Me volví a zambullir en el agua y me quedé varios minutos bajo ella, salí de nuevo y me quedé miando la luna extrñado. ¿Qué leches me pasaba? ¿Ya me había vuelto a cansar de una persona tan rápido? Tenía claro que alguien como yo nunca sería capaz de enamorarse, nunca lo había hecho y nunca lo haría... Pero lo más parecido al amor que sentiría en mi vida era aquello que sentía por las drogas, sí, Cuando conocí la heroína, sin duda, fue amor verdadero. Y ahora no era capaz de pasar una noche increíble con una persona sin que en algún momento se me pasara por la cabeza la idea de chutarme, lo peor era que sabía que Amanda no lo veía bien, sino todo lo contrario, y si ella odiaba a "mi amada"... ¿Por qué teníamos que llevarnos bien? Era un madito apranoico y eso que no iba puesto de coca... Suspiré y nadé hasta la orilla salí y busqué la droga en la funda del bajo, la jeringuilla en una de mis botas y cogí el tapón de la botella de Jack Daniel's, empecé a prepararlo todo en silencio, poco después me di cuenta de que unos ojos estabn fijos en mi... En el fondo, era un maldito gilipollas y lo que mejor sabía hacer era arruinarlo todo, como aquella noche...
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Mensaje por Amanda Smith Sáb Mayo 15, 2010 9:22 pm

El tono que me había salido al hablarle a Nikki me había resultado algo más hostil y duro de lo que pretendía. Fue justo después de decirlo cuando me di cuenta de que la había cagado, pero el alcohol me estaba empezando a hacer efecto en cuanto a decir las cosas que se me pasaban por la cabeza sin pensarlas demasiado. Las consecuencias eran después claras, y el mejor ejemplo fue que Nikki se limitó a ignorarme. Suerte, la verdad, porque no quería tener una bronca con él tan pronto. Eran inevitables con todas las personas, pero es que no nos conocíamos ni de hacía un día, así que tampoco era algo que deseara con todo mi corazón. Más bien al contrario. Por suerte tenía bastante aguante en lo referido al alcohol por mi infancia y adolescencia llenas de él, por lo que con un poco de suerte podría controlarme y pensar un poquito antes de abrir la bocaza y cagarla como sólo yo sabía.
Puso un gesto de nuevo muy gracioso cuando me bebí la botella, o lo que quedaba de ella. Querría beber, pero ya nos valía a los dos de alcohol por el momento. Se acercó a mí y le dio una calada al cigarro, que aún llevaba yo en la mano. Se levantó de un salto y me dijo que se iba al agua. Vale, esa opción no la había contado, aunque tal vez fuera porque no tenía demasiadas ganas de bañarme en ese momento. Me empezó a hacer un streaptease personalizado y exclusivo mientras yo seguía fumando, hasta que al final me lo terminé. Se quedó en calzoncillos, oscuros y bastante ajustados, y me preguntó que si quería ir con él.
Mi mirada debió ser un auténtico poema que reflejaba muy bien mi falta de ganas de mojarme, pero se limitó a ignorarla y a cogerme en brazos con rapidez. Yo mientras tanto le pegaba en el pecho con los puños, sin hacerle mucho daño, y no dejaba de patalear. - ¡Nikki! ¡Joder, bájame, que no quiero irme al agua! ¿Me estás escuchando? ¡Bájame! - le gritaba, pero parecía que a cada palabra que yo decía él corría un poco más rápido, enseñándome que en cuanto se le emtía una cosa en la cabeza no había quien le parara. Acabé por agarrarme a él fuertemente y, en cuanto llegó al agua, nos zambulló a ambos violentamente. Me solté en cuanto impacté con el agua, y él se alejó de mí para bucear un poco mientras yo permanecía inmóvil bajo el agua unos segundos acostumbrándome a lo sorprendentemente fría que estaba. Salí a la superficie, prácticamente a la vez que él, y me preguntó que si me había enfadado. - No, no me he enfadado. - le contesté, con expresión divertida en la cara. Me estaba logrando sorprender más y más a cada minuto que pasábamos juntos, y eso era algo que me impedía enfadarme con él. - Esperemos que ese algo se equivoque del todo. - dije, asintiendo con la cabeza para mí. Se acercó a mí y me tiró al agua, o al menos lo intentó, porque aquella vez yo estaba prevenida y el que acabó bajo el agua fue él. En cuanto salió me salpicó agua a la cara y se empezó a reír, contagiándome la risa inevitablemente.
Sacudió la cabeza y se alejó de mí, nadando hacia las profundidades. Yo me quedé un momento quieta conde estaba y me volví a sumergir, disfrutando de la sensación. Al principio podía no haber querido meterme, e incluso ahora que estaba con la ropa sentía cierto rechazo por la idea, pero no podía negar que me encantaba la sensación de estar bajo el agua en la oscuridad, pues me ayudaba a relajarme y simplemente estar ahí, indefinidamente. Emergí casi enseguida y me puse cerca de la orilla, donde hacía pie. Me estrujé el pelo para quitarme toda el agua que sobraba y también la camiseta, aunque tampoco sirvió de mucho. Nikki mientras salió del agua y volvió hasta donde estaba su ropa. Yo me extrañé y le seguí, sacudiéndome entera como un perro durante un instante para luego acelerar y llegar hasta donde él estaba.
Me quedé muda al ver que tenía una inyección en la mano, y no necesitaba de la claridad que las lejanas farolas y la luz mortecina de la luna nos otorgaban para saber que era heroína. No dije nada, sino que me limité a cruzar los brazos y seguir mirándole. Después negué con la cabeza y me senté a su lado. Le quité la jeringuilla de la mano y él me miró mal, aunque no le dí tiempo a que hiciera nada por volver a recuperarla. Cogí una de las gomas de pelo que llevaba siempre enganchadas en las muñecas y se la puse en el brazo, apretando bien. Pareció sorprenderle mi actitud, pero no dije nada. Esperé unos instantes y después le toqué con el dedo índice la zona del antebrazo, sintiendo las venas hinchadas. Cogí la jeringa y le di un par de toquecitos, preparándome para inyectarla. - Si de verdad esto es lo que quieres al menos me aseguraré de que lo hagas bien. - le dije, con tono algo triste porque a pesar de todo estaba casi a punto de chutarle droga a un adicto, cosa que siempre había tratado de combatir en mi breve carrera de médico. Porque muchos de los pacientes con los que había estado, en el psiquiátrico, tenían trastornos provenientes del consumo de drogas, y sabía de sobra lo que la heroína podía llegar a hacerle, aunque si era su decisión iba a respetarla.
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Mensaje por Nikki Sixx Sáb Mayo 15, 2010 10:15 pm

Una vez fuera del agua, mientras preparaba todo aquello, me di cuenta de que no tenía agua para diluir la droga y el agua salada empeoraría las cosas así que me limité a llenar el tapón de la botella hasta la mitad y empecé a quemar la parte de abajo durante un buen rato hasta que se formó líquido, llené la jeringuilla, estaba seguro de que era demasiado pero me daba igual, necesitaba hacerlo. Cuando alcé la mirada al notar unos ojos fijos en mi me encontré con la mriada de Amanda, llena de desaprobación. Negó con la cabeza y acto seguido se sentó junto a mi, mientras terminaba de prepararlo todo la miraba por el rabillo del ojo, atento a todos sus movimientos, con una expresión sombría en mi rostro, si aquello no le gustaba, que no mirara... Pero iba a hacerlo de todos modos. Cuando me quitó la jeringuilla de las manos le atravesé con la mirada, ¿Qué se creía quee staba haciendo? No era quien para impedirme hacerlo y si lo hacía, me largaría a buscar otro lugar y otra persona con quien poder hacerlo, ahora solo podía pensar en la droga y en sentirla dentro de mi en olvidar el dolor y en volver a ser feliz , a ser yo mismo y a tolerar a más gente a mi alrededor porque había llegado un punto en el que, cuando estaba completamente sobrío, no sabía relacionarme con la gente, me horrorizaba y si estaba en un lugar lleno de desconocidos me entraba el pánico y necesitaba salir de allí... Aunque aquel día, con Amanda, había sido completamente distinto, como si la conociera pero... Bah, aquello no importaba en aquel momento, no importaba lo que había difrutado hablando con ell, no importaba lo bien que me lo había pasado riendome a carcajada limpia, no importaba lo que había sentido momentos antes al besarla, no importaba absolutamente nada más que la droga. Me quedé realmente sorprendido cuando se quitó de la muñeca unas gomas del pelo que llevaba y me las puso en l brazo, apretandolo bien, miré mi brazo y luego la miré a ella sorprendido. Tocó las venas de mi entebrazo, buscandolas y cerciorandose de que estaban bin visibles para ser inyectadas, cogió la jeringuilla y le dio unos golpecitos antes de hacer nada y me miró, me habló con una voz capaz de romperle el corazón a cualquiera y sus palabras aún fueron peores. Me sentí extraño y no entendí aquello... Si lo odiaba, ¿Por qué quería inyectarme ella? Yo tenía más experiencia y sabí lo que me hacía, quizá fuera "duro" para ella hacerlo y... También tenía una experiencia horrible con eso de que otras personas me inyectaran la droga: Dos veces que lo había permitido, Dos sobredosis que había tenido. No era una estadistica demasiado esperanzadora y algo dentro de mi me obligó a pararla. Cogí su mno antes de que la jeringuilla tocara mi piel, le quité la jeringuilla con cuidado y le dejé sobre la funda del bajo, antes de hacernada más acaricie su rostro y la besé con pasión.

-Gracias... - me limité a decir cuando me separé de ella. - Pero esto es algo entre ella y yo... - me encogí de hombros y colci a coger la jeringuilla. - No mires si no quieres.... Yo estoy bastante acostumbrado y... a veces sangra.

Le avisé antes de hacer nada y, apenas un segundo después, clavé la jeringuilla directamente en mi brazo notando como traspasaba mi piel y se clavaba en mis venas haciendo que ese pequeño dolor se conviertiera casi en placer y alivio, apreté el émbolo hacia abajo y de golpe toda la droga entró en mi cuerpo haciendo que notara una explosión dentro de mi, droga esparciendose por todo mi cuerpo y un placer, una seguridad y bienestar conmigo mismo que ni todo el dinero, la fama ni las mujeres del mundo podrían llegar a darme nunca. Saqué la jeringuilla de mi brazo y volví a tapar la aguja con su pequeña tapa de plástico, la guardé de nuevo en la bota y me dejé caer en la arena mientras miraba la enorme luna llena que se alzaba imponenete en el cielo. Solo tenía un único pensamiento en mi cabeza y era retorcidamente simple: "HEROÍNA, TE AMO." Solté un sonoro y profundo suspiro mientras en mis labios aparecía una estúpida sonrisa producida por las drogas, me volví hacia Amanda aún con esa sonrisa en el rostro y la miré apoyando mi cabeza en una de mis manos.

-¿Te apetece otro baño? - le pregunté sin más. - También puedo conseguir una Harley y subir a la montaña de Hollywood si lo prefieres... O, bueno... Yo... - mientras hablaba iba acercandome a ella pero me callé de golpe y me llevé una mano al brazo rápidamente, picaba, dolía, ardía... y el agua salada que empapaba mi cuerpo no ayudaba. Lo miré y vi un reguero de sangre bajando desde mi antebrazo, cogí mi camiseta, que seguía en la arena y lo sequé. - Mierda... - murmuré. - Tranquila, a veces pasa... - hice una pausa y volví a mirarla de forma despreocupada aún sonriendo. - ¿Y bien? ¿Qué te apetece hacer?

Algo me decía que estaba vez la sangre no era como siempre, la droga había sido demasiado fuerte, no estaba diluida y era peligrosa pero me sentía tan bien de repente que aquello ni siquiera me importaba pero por la expresión en el rostro de Amanda, algo me decía que la noche estaba a punto de acabar para nosotros dos, si es que no lo había hecho en el preciso instante en el que la aguja había atravesadi mi piel... Pero Amanda me había demostrado que era distinta a todas las chicas que había conocido hasta ahora, por alguna extraña razón a pesar de que odiara las drogas había querido chutarme ella misma y por otra razón que aún entendia menos seguía allí sentada conmigo pese a todo lo que había pasado aquella noche... Sin duda, si conseguía no espantarla haciendo cualquier otra gilipollez que se me pasara por la cabeza, tendría mucha suerte... Pero nunca se puede habalr antes de tiempo... Y mucho menos conociendome.
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Mensaje por Amanda Smith Dom Mayo 16, 2010 2:00 pm

Su mirada me había atravesado como un hierro candente en el momento en que me había decidido sentar a su lado. No se lo tuve demasiado en cuenta, pues para los ojos de un espectador ajeno a mis propias intenciones (de las que ni yo misma estaba muy segura, siendo sincera), sólo podría parecer que estaba a punto de detererle en algo de lo que estaba seguro de querer hacer. Y a decir verdad eso era lo que debería hacer: ganarme su odio y simplemente apartar toda la droga de él para que no se acabara de estropear. Pero por muy sorprendente que fuera comprendía que sufriera y que la necesitara tanto como al parecer lo hacía. Los días posteriores a la muerte de mi abuelo, tras su entierro de cazador que yo misma me había encargado de darle, no había levantado cabeza por el dolor y me había refugiado en el alcohol, cogiendo las peores borracheras de mi vida. Así que en cierto modo podía comprender su necesidad de recurrir a algo para evitar el sufrimiento, por mucho que no lo aceptara.
Y su expresión sólo había sido peor en el momento en que le quité la jeringuilla de las manos. Había sido capaz de hacerme dudar de nuevo, como queriendo conseguir que o bien le desafiara y la tirara o bien se la devolviera y me limitara a irme, dejándole solo. Cosa que no podía hacer porque era algo que ni se me pasaba por la cabeza. Si había decidido seguir adelante con todo aquello era mi responsabilidad permanecer con él para segurarme de que no hiciera nada (aparte, claro está, de clavarse la jeringa) que pudiera lamentar después o, llegando al extremo (que era incapaz de eliminar de mi cabeza después de haber visto la cantidad de heroína que estaba dispuesto a meterse), de ser la encargada de mantenerle vivo y que mientras estuviera bajo mi cuidado no muriera de una sobredosis. No iba a dejar que pasara eso.
Me quitó la jeringuilla de la mano y me sorprendió, pero un beso muy apasionado por su parte impidió que le dijera nada al respecto. Cerré los ojos un momento, disfrutando del contacto y tratando de alargarlo lo más posible, pero al final el momento llegó y nos tuvimos que separar, a regañadientes por mi parte. Abrí los ojos y pude ver que cogía la jeringuilla de nuevo, agradeciéndome mi gesto y diciéndome que no era necesario que lo viera. Yo negué con la cabeza, dispuesta a apoyarle todo lo que fuera necesario, y en ese momento se la clavó en el antebrazo y bajó el émbolo, metiéndose la droga dentro de él.
Su expresión de dolor mezclada con placer por tenerla finalmente en su interior fue algo que me hizo daño, y que casi logró que la culpabilidad se abriera paso en mi pecho, pero no tenía razones para sentirla, pues al fin y al cabo había sido su elección. Me culpaba, no obstante, por no haber sido lo suficientemente fuerte como para pararle. Y eso me estaba destrozando los enrvios, pues sabía que si le pasaba algo no me lo iba a perdonar nunca.
Se tiró en la arena con una mueca de absurda felicidad proveniente de la heroína, y yo en ese momento fui incapaz de hacer nada que no fuera bajar la mriada, avergonzada conmigo misma. Se acercó a mí y me preguntó que qué quería hacer, pero se detuvo casi inmediatamente después al notar cómo su brazo estaba sangrando. Cogió la camiseta y se limpió el reguero que caía de la herida con ella, intentando tranquilizarme sin conseguirlo en absoluto. De hecho sólo me preocupó aún más, porque que cayera tanta sangre no podía ser ni normal. Me acerqué a él y saqué pañuelos de papel del bolso, que aún estaba por allá. Le sequé la sangre y el agua salada del brazo en condiciones para no montar carnicerías innecesarias, y luego me levanté para echarlos a una papelera que había por allí.
Su pregunta me dio en qué pensar, pues no tenía ni idea de qué podía hacer que no fuera a ponerle en peligro y que no me hiciera tener que cuidar de él como una canguro de un bebé. Viéndome a mí misma me di cuenta de que con la ropa mojada y muchísima arena por todas partes estaba dándome asco a mí misma, así que bañarme de nuevo para quitarme todo aquello de encima era una opción. El problema era que podía acabar ahogándose si se quedaba fascinado mirando la luna o lo bonita que era el agua cuando le rodeaba a uno al bucear. Y eso no era una opción demasiado halagüeña, así que seguía en las mismas.
Decidí ignorar mi estado y me tumbé de nuevo junto a él, acurrucada a su lado. La mejor manera de vigilarle era estar cerca de él y que no pudiera escaparse, así que eso iba a hacer. Aprovechando que la noche estaba empezando a aclarar sonreí. - Me apetece tumbarme aquí y ver el amanecer contigo al lado. - le dije, pasando un brazo por su pecho y apoyando la cabeza en su hombro, mirando al cielo.
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Mensaje por Nikki Sixx Dom Mayo 16, 2010 2:46 pm

Con tal sensación en mi cuerpo necesitaba moverme, hacer algo o simplemente ponerme a correr por la arena. Después de sentir la heroína dentro de mi fue como si volviera a ser yo mismo, ya no me horrorizaba la idea de estar en público o de tratar yo sólo con una mujer como Amanda, que no era la típica con la que simplemente te metias en un baño publico y te hacía un buen trabajito en los bajos o te la tirabas sin más... Por fin era yo, no aquel niño asustadizo que era sin drogas, pero es que en el fondo me daba miedo dejar que alguien entrara entrata en mi vida porque siempre que alguien lo hacía, acababa mal... Después de que mi brazo empezara a sangrar de golpe como nunca lo había hecho, Amanda se asustó, pude verlo en sus ojos y corriendo cogió un pañuelo de papel y me limpió la sangre y la herida. Seguía todos sus movimientos de cerca y sin quitarle el ojo de encima, aún me preguntaba cientos de cosas sobre ella que no entendía, como por qué seguía allí conmigo después de todo... Era algo que no lograba entrar en mi dura cabezota. Se levantó y fue a tirar los pañuelos manchados de sangre a una papelera cercana y cuando volvió yo le insistí en qué quería hacer, la verad, la idea de coger una Harley y recorrer Los Ángeles en ella me apetecía muchisimo y esperaba que a ella también aunque no fue para nada así. Se tumbó a mi lado en la arena y terminó por quedarse pegada a mi, acurrucandose en mi y apoyando una de sus manos en mi pecho. De no ser por la heroína, mi corazón se habría acelerado muchísimo pero con la droga ya de por si lo estaba así que no me puse más nervioso de lo normal en un drogadicto. Sus palabras me hicieron alzar una ceja y morderme el labio inferior... ¿Estaba.... hablando en serio? Apoyó la cabeza en mi hombro y se quedó mirando al cielo mientras yo no podía dejar de darle vueltas a sus palabras... No... No podía ser lo que parecía. No, nunca era lo que parecía. Sin que ella se diera cuenta me quedé mirando sus ojos en los que se reflejaban las estrellas del cielo, una brisa helada llegó desde el mar y agradecí el contacto de su piel que consiguió que el frío fuera menos importante al tenerla allí.

-Pues vaya compañía has elegido para disfrutar de un "tranquilo" amanecer... - dije alzando una ceja y mirandola. - ¿Enserio me vas a obligar a quedarme aquí tumbado? Necesito moverme, correr, saltar, volar.... - sonreí. - Ya sabes... esas cosas que hace uno cuando acaba de chutarse más de 10cc de heroína.

Ella simplemente se agarró más a mi, impidiendome que me levantara sin llevarmela a ella conmigo e hice una mueca. Suspiré y alargué el brazo para coger su bolso, metí la mano en él y saqué el paquete de tabaco, me encendí un cigarro y me quedé mirando al cielo meintras fumaba. Estaba empezando a clarear y no tenía ni idea de la hora que era pero no importaba. Pronto amanecería y tendría que volver a Houston, a aquel horrible lugar que tanto odiaba y que lo único que hacía era volverme aún más adicto a las drogas y peor persona. Sin saber cómo ni por qué, terminé apoyando mi cabeza en la de Amanda y entonces ocurrió, el sol empezó a salir desde el horizonte alzandose imponente y llenando toda la playa con sus rayos anaranjados, como ya me había acabado el cigarro cogí otro y volví a fumarmelo mientras admiraba el hermosos paisaje que se iba formando ante nuestros ojos, no pude evitar sonreir y una vez que el sol hubo salido del todo suspiré. Habría dado cualquier cosa por que aquel momento no se hubiera acabado nunca, más que por lo que significó, porque no quería marcharme de allí. Era mi hogar y volver a abandonarlo me rompía el corazón. Me giré hacia Amanda y vi como sus ojos poco a poco se iban cerrando y sonreí. Se me pasó por la cabeza marcharme y dejarla allí durmiendo la mona hasta que el gentío la despertara, era un buena opción y era muy típica de mi... Me incorporé y me pasé una mano por el pelo, despeinandome un poco, pero cuando la volví a mirar hice una mueca. No podía dejarla allí y mucho menos así. Ella me había aguantado toda la noche, con mis más y mis menos, sobrío y drogado... Y era una de las únicas personas que habían conseguido hacerlo en mi vida. No se merecía aquello. Me empecé a vestir de nuevo, enfundandome aquellos pegados mantalones de cuero y luego la camiseta manchada de arena y de sangre y eso le dio tiempo para quedarse profundamente dormida. Vi que en su bolso tenía un pañuelo con calaveras y se lo cogí, me lo puse en el pelo a modo de bandana y ya estaba listo. Cerré la funda del bajo y guardé todas mis pertenencias antes de acercarme a Amanda de nuevo, aunque me paré justo a su lado. ¿Tenía que llevarla a algún sitio? ¿Estaría alojada en algún hotel? Lo único que se me ocurrió fue despertarla, aunque me costó muchísimo hacerlo. Me arrodillé a su lado e intenté despertarla...

-Eh, Bella durmiente... Creo que te has perdido el amanecer. - le dije esbozando una media sonrisa. - Vamos, tenemos que salir de aquí antes que la policía de la playa venga a hacer la inspección de todas las mañanas...

Se despertó un poco pero aún estaba en ese estado de ensoñación en el que todo te parecía un sueño. Suspiré y me colgué el bajo a la espalda, su bolso en el brazo y nuestros zapatos en una mano, acto seguido la cogí en brazos y empecé a caminar hacia el paseo cargado hasta arriba de cosas y esperando que no se me olvidara nada en la arena... Fue en aquel preciso instante en el que me di cuenta de que había cambiado mucho desde la última vez que había estado en la ciudad... ¿Desde cuando llevaba en brazos a chicas con las que había pasado la noche y ni siquiera me había acostado con ellas? Definitivamente, me estaba volviendo un blando... O las drogas y el alcohol habían empezado a freirme el cerebro... Cualquier opción era válida, aunque eso ya no importaba demasiado, el caso era, que no era el mismo... Y dudaba mucho que algún día volviera a serlo...
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Mensaje por Amanda Smith Dom Mayo 16, 2010 9:28 pm

La heroína parecía haberle puesto de muy buen humor y también algo hiperactivo. No parecía comprender que yo no llevara nada encima aparte de una cantidad considerable de alcohol y que pudiera estar cansada. Tampoco se le metía en la cabeza, al parecer, que no fuera una de esas típicas tías que a la mínima dificultad dejaban a su acompañante drogado en una cuneta a la espera de que algo le pasara. Era algo más testaruda que eso, y me importaban más las personas que simplemente por su capacidad para divertirme. Si necesitaba ayuda, cosa que durante toda nuestra conversación me había quedado más que clara, iba a tenerla, quisiera él o no o lo comprendiera o no. Porque a tozuda no me ganan ni las mulas, qué cojones.
Podía escuchar su corazón acelerado desde mi posición, que en ese momento tan cómoda me parecía, pero claramente se debía al efecto de las drogas. No era para menos, porque llevaba una buena cantidad de heroína encima. Yo no estaba observándole en ese momento, sino que simplemente me había quedado maravillada observando el cielo nocturno. Gracias a la maldita contaminación lumínica no había demasiadas estrellas, pero sí las suficientes como para hacer que la noche que ya estaba dejando paso al día, poco a poco, resultara aún más bonita de lo que ya era. Y más si se pasaba en buena compañía, por mucho que mi acompañante no pudiera presumir precisamente de ser una buena influencia.
Me dijo que menuda la compañía que había elegido para ver tranquila el amanecer y yo le sonreí, sacándole la lengua. Tenía libertad para elegir a quien quisiera, y aunque no le gustara me iba a tener pegada como una lapa para asegurarme de que no las montara demasiado gordas. Me dijo que necesitaba moverse y no estar quieto, y lo entendí por la cantidad de heroína que se acababa de meter, aunque tampoco iba a dejarle expresar toda su hipercatividad sin control. Hizo un amago de moverse, pero sólo consiguió que me pegara más a él para que no se atreviera a irse de allí sin mí. Pareció darse por vencido, pues suspiró y sacó el tabaco de mi bolso para encenderse un pitillo. Yo ni le pedí, pues en ese momento fumar era prácticamente lo que menos me apetecía hacer. No sabía lo que me pasaba exactamente, pero estaba rara, era la única explicación que se me pasaba por la cabeza para justificar mi comportamiento de los últimos momentos con él.
De nuevo se volvió a resignar a que no estuviera dispuesta a cambiar de idea y apoyó su cabeza en la mía, relajándose un poco. El sol se decidió a salir finalmente, inundándolo todo de una mortecina luz anaranjada que auguraba un perfecto día de playa en Los Angeles. Las nubes lograban que la luz, revoltosa, se colase entre ellas y adquiriera mil matices de un mismo color, haciendo de aquel amanecer un espectáculo precioso y sólo detsinado a Nikki y a mí, que éramos los afrotunados que podíamos disfrutar de él. Casi me parecía tan hermoso que creí estar soñando, o bueno, eso también podía deberse a que me estaba quedando dormida por momentos. En cuanto el sol ya se coronó como líder de aquel cielo mañanero, sentí cómo mis ojos se cerraban más y más, hasta acabar por no ver nada que no fuera oscuridad. No estaba dormida del todo, sino que me encontraba más bien en une stado de duermevela en el que pude sentir de lejos cómo Nikki se iba de mi lado. Casi estuve por abrir los ojos de nuevo para decirle algo, o ver si de verdad me había dejado allí sola, pero el cansancio pudo conmigo y, al final, me quedé dormida del todo.

Su voz llamándome Bella Durmiente me ayudó a despertarme un poco y a abrir los ojos, que entrecerré enseguida por acción del cansancio y de la brillante luz del sol. Me dijo que debíamos salir de allí antes de que la policía de la playa nos pillara, o eso me pareció entender, pero en ese momento estaba medio dormida y no reaccionaba ni con demasiada lucidez ni con especial rapidez. A saber. Podía incluso estar soñando todo esto y que nada fuera real del todo.
Empezó a cargar cosas a su espalda mientras yo bostezaba un poco, y para mi sorpresa (o al menos toda la que pudiera sentir estando tan dormida como lo estaba en ese momento), me cogió en brazos. Me agarré a él con cuidado para no caerme y me fui despertando a medida que caminábamos por la arena en dirección al paseo marítimo. Me di cuenta en ese momento de que llevaba un pañuelo mío en la cabeza como bandana, y me empecé a reír un poco, más despejada. Dios, por fin me despertaba un poco. Eso era agradecible.
Caminamos un poco por el paseo, bajo la atenta mirada de los deportistas madrugadores que no nos quitaban ojo de encima. Eso ya no me gustaba tanto, aunque no por estar en los brazos de Nikki (sorprendentemente cálidos y acogedores) sino más bien porque parecíamos cualquier cosa, los dos aún mojados y llenos de arena. Le hice un gesto con la cabeza y, nada más llegar a un banco, me bajó. En cuanto toqué el suelo me estiré para desperezarme y despertarme un poco, que lo necesitaba. Me senté en el banco y me empecé a quitar toda la arena, que me costó bastante. Me hice una coleta como pude para evitar desastres mayores en mi pelo, y cuando estuve más o menos presentable, ya calzada, me levanté del banco y me puse a su lado. - ¿Te apetece desayunar? - le pregunté con buen humor.
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Mensaje por Nikki Sixx Dom Mayo 16, 2010 10:12 pm

Llevaba a cuestas todas nuestras cosas y a Amanda en brazos pero no me importaba, la verdad, me sentía bien y no sabía exactamente sie ra por la compañía o por las drogas pero todo ponía de su parte, aún notaba la heroína recorriendo todo mi cuerpo, mezcalada con mi sangre atravesando mis venas y dándome esa seguridad en mi mismo que tanto añoraba cuando no me drogaba. Me había vuelto una persona antisocial y me recluía del mundo pero la droga me volvía más normal, más "yo". No tardé demasiado en llegar al paseo en el que nos cruzamos con varios deportistas madrugadores que no nos quitaban el ojo de encima, incluso alguno que otro sacó su teléfono móvil y nos sacó algunas fotos, desde luego, lo que no se viera en esta ciudad... Me hizo un gesto con la cabeza y la dejé apoyada en un banco, Amanda aprovechó para desperezarse y despertarse algo más. Se sentó y empezó a quitarse la arena y la sal de encima, la verdad es que ninguno de los dos tenía una pinta demasiado presentable pero aún así, Amanda estaba muy sexy con el pelo y la ropa mojados y arena y sal por todo el cuerpo. Me mordí el labio inferior y terminé por sacudir la cabeza y salpicar un poco todo con mi pelo aún empapado. Se hizo una coleta y se quedó mirandome y se levantó de golpe. Yo aparté la mirada y me quedé mirando al suelo cuando preguntó si me apetecía desayunar. Alcé de nuevo la mirada e hice una mueca, poniendo morritos.

-Esto... Tengo que marcharme ya. - le dije casi en un susurro. - Vine para ver a mi amigo en la cárcel y... Es hora de que vuelva a Houston. - me mordí el labio inferior y supiré. - Me lo he pasado muy bien contigo, Amanda... Espero volver a verte algún día. - le di su bolso y sus zapatillas yo me puse las botas.

Me despedí con la mano, empecé a caminar pero apenas había dado un par de pasos cuando me giré y volví sobre mis pasos. Me volví a quedar frente a Amanda, la miré a los ojos durante unos segudos que parecieron eternos, le acaricié la cara y me incluné hasta besarla con cariño, era un beso de despedida y como tal fue largo y lleno de sentimientos, en él, de alguna manera la agradecía todo lo que había hecho por mi y justo después de que nuestras lenguas se dijeran adiós le mordí el labio inferior me separé de ella con una sonrisa en los labios. En el fondo, dudaba que la volviera a ver pero, al menos, habría merecido la pena conocerla por todo lo que había pasado aquella noche... Me había ayudado, había sido mi amiga, casi mi amante y me había aguantado. Había sido increíble pero era hora de volver al mundo real, de volver a ser yo, a encontrarme con chicas y olvidarlas sin más pero... ¿Olvidaría también a Amanda? Algo dentro de mi me decía que no me resultaría tan fácil olvidarla...

-Cuidate mucho, pequeña. - le guiñé un ojo y esta vez de verdad, me marché, dejandola atrás a ella y todos los recuerdos. Encendí un cigarro y con paso decidido terminé por alejarme de allí cuanto pude, ahora solo tenía que encontrar un coche con el que ir a Houston... Pero eso para alguien como yo, era pan comido!
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