Tomando un nuevo rumbo [Justin Willis]

Habían pasado unas semanas desde el altercado con el demonio y la muerte de mi madre. Mi padre y yo no habíamos hablado del tema desde entonces, apenas queríamos nombrarlo. Aún no nos habíamos recuperado de aquel susto del todo y, menos aún mi padre, que me había encontrado en un estado de shock en la cama y me había asegurado de que las condiciones de mi madre eran inexplicables. Yo, por desgracia o por suerte, no recuerdo nada de aquel acontecimiento. Simplemente recuerdo ver la cara de un demonio que me atormenta en todas mis pesadillas y me hace hundirme en un charco de sangre. Algo horrible…

Nos hemos venido a España, para investigar sobre un interesante caso en una iglesia de Sevilla, donde los pueblerinos parecen ser atacados durante su sueño por un extraño fantasma. El padre Apeles nos avisó de que los aldeanos, después de descubrir que son acosados por fantasmas en sueños, se vuelven locos, e inexplicablemente, se suicidan.

Hemos alquilado una furgoneta y durante el trayecto hemos tenido el suficiente tiempo para hablar sobre los seres sobrenaturales. Mi padre, esta vez, no esperaba ocultarme nada. Él sabía que debía saberlo todo, ese sería el único modo de protegerme.

Mientras nos adentrábamos en el pueblo y mi padre buscaba alguna zona para aparcar, yo terminé de inspeccionar el revólver de mi padre. Estaba totalmente fascinado con las armas y él lo sabía.

-Algún día tendré una de estas para mi solito-me aventuré a decir.

Desde que Jesse había muerto no había parado con Andrew. Había vuelto a dejar a Alex sola, además sabía que nunca me perdonaría pues entre lágrimas me había advertido que no volviera. Quizás tenía razón, había dado prioridad a Andrew y a ella la había abandonado anteriormente, aun sabiendo que mi hijo se parecía muchísimo a ella.

Sin que Andrew me viera había comprado una botella de wiski, la verdad es que apenas me duraba algo más de un día, pero era la única manera de no pensar en todo lo que había perdido, de no pensar en la mierda de vida que llevaba.

Para poder despejarme había aceptado un trabajo en España. Hacía años que no venía aquí. Escuché a Andrew hablar sobre mi arma.

- Por ahora ten cuidado con eso, son peligrosas y todavía no sabes manejarlas – dije sin dejar de mirar hacia el frente, aunque pendiente de él – ya tendrás un arma cuando seas mayor

Aparcamos donde pude antes de coger el arma y guardarla en la funda, escondida para que la policía no la viera.

- Vamos – dije saliendo del coche

Bajé de la camioneta y seguí a mi padre de cerca, como si fuera su mano derecha. Me encantaba ver a mi padre haciéndose pasar por federal, policía o militar, me hacía sentir importante, aunque no fuera cierto. Junto a él lo pasaba genial, aprendía muchas cosas de la vida y veía como era realmente el mundo. “Está lleno de locos”, decía siempre.

-¿A dónde vamos a ir ahora, papá?-le pregunté interesado.

Ya sabíamos lo esencial, ahora teníamos que buscar información en el pueblo sobre los acontecimientos, según me había enseñado mi padre. Probablemente diéramos una vuelta por el pueblo antes de ir a ver al padre Apeles a la iglesia, el cual nos avisó del altercado. Probablemente preguntaremos sobre los sucesos ocurridos, e intentaríamos buscar similitudes entre las víctimas para saber exactamente si de verdad nos enfrentamos a un fantasma. Si mis pensamientos eran correctos, iríamos a desayunar a alguna cafetería para empezar a interaccionar con el pueblo.

- Primero iremos a desayunar, recuerda que los camareros y los taxistas son los que más saben de un pueblo – dije mientras caminaba con Andrew directo a la cafetería.

Hacía años había aprendido a hablar varios idiomas, entre ellos incluido el español, aunque no era un experto sabía defenderme perfectamente. La cafetería era pequeña, las paredes estaban decoradas con multitud de fotografías del dueño con diversas personas. Las paredes estaban empapeladas con un horrible estampado anticuado. Las ventanas tenían unas cortas lisas de color blanco que desentonaban enormemente con lo oscuro de la pared.

Había poca gente en el interior, la mayoría estaban en la zona de terraza debido al buen tiempo que había en el lugar. Entremos y nos sentamos en la barra, aunque tuve que ayudar a Andrew a sentarse pues los taburetes eran muy altos. El barman no tardó demasiado en aparecer y preguntarnos con su curioso acento que queríamos tomar.

- Quiero un café solo – miré a Andrew – tú qué quieres comer? - mi acento en español era horrible, pero era lo que tenía que hacer para poder hablar.

-Quiero un zumo de naranja y una tostada-contesté y puse mi característica cara de no haber roto un plato en toda mi vida. Siempre surtía efecto con mi madre, con ello podía conseguir muchos caprichos. Aún no le había dado mucho uso con mi padre, tenía que ir acostumbrándolo a ello, de todos modos, no creo que un zumo y una tostada fueran un problema para él. Mis pensamientos acabaron en una socarrona sonrisa.

Le traduje el pedido de Andrew al camarero que se marchó con una sonrisa en busca de la comanda. Yo mientras cogí un periódico que había por ahí y me puse a ojearlo. En una de las páginas estaba lo sucedido en la iglesia. Al parecer un cura se había suicidado, algo raro teniendo en cuenta que estaba a demasiada altura para haberse colgado él solo y que además, al parecer, habían rastros de sal por algunas zonas de la sala.

Sin duda la noticia era curiosa y estaba totalmente adornada con otros acontecimientos de curas y sacerdotes en los últimos años. A los pocos minutos llego nuestro pedido. Mientras que Andrew comía me puse a hablar con el camarero, en Español claro estaba, aquel tío tenía aún peor acento que yo para el inglés así que lo dí por imposible.

Mi padre perdió la vista en el periódico y no pudo apreciar la belleza que entraba en el local en ese momento. Una chica-de apariencia adolescente-se sentaba en una de las mesas adyacentes mientras se aseguraba de cruzar las piernas para que no se dejara entrever nada. Se acomodó en el asiento y subió el escote de su camisa para que el camarero que acababa de llegar no se quedara embelesado con su canalillo. Parecía un tanto incómoda, no dejaba de mirar a todas partes, como si se sintiera observada, cosa que no me extrañó, ya que vistiendo de ese modo probablemente muchos hombres se fijaran en ella. Como siempre a mí la edad no me importaba así que le guiñé un ojo en cuanto ella se giró hacia mí. Su cara fue un poema y se reviró de forma brusca algo ofendida. Me reí sin poder evitarlo, todas reaccionaban así.

El camarero llegó al fin con la comida y mi padre dejó el periódico a un lado para hablar con él. Aunque por su expresión deduje que no le había agradado demasiado la conversación. Yo continué riéndome entre dientes mientras le daba un mordisco a la tostada. Entonces elevé la vista y me di cuenta de que mi padre me miraba, su expresión era como; “¿De qué coño te ríes?” Así que respondí:

-Mira aquella chica papá, no está nada mal. Es demasiado joven para ti, así que yo me apuntaría un punto a mi favor, estoy seguro de que se muere por los jóvenes-continué riendo y es que este tipo de bromas era muy común entre mi padre y yo, nos ayudaba a olvidar-. Parece algo asustada, la gente no deja de observarla…-añadí esta vez con más seriedad-, ¿Has averiguado algo?

Miré a la niña y no pude evitar reírme, sin duda cada vez se parecía más a su tía. Dios mio la que de chicas a las que se ligaría cuando fuera mayor, solo pensarlo me hacía recordar a todas las chicas a las que me había ligado yo antes de conocer a su madre... espero que al menos él tenga algo más de decencia que yo.

Miré el periódico y le enseñé el artículo.

- Mira, este artículo y dime qué puedes sacar de él – le dije a modo de instrucción.

Estaba claro que quería enseñarle, pero para ello tenía que aprender como lo hice yo cuando era pequeño, leyendo las horribles noticias y sacando conclusiones de los datos que daban los periódicos.

- Dime de este artículo que ha sido añadido por los redactores para darle algo más de énfasis a la noticia... recuerda que solamente algunos datos de las noticias que aparecen en los periódicos suelen ser datos auténticos, por eso tenemos que investigar tanto por nuestra cuenta, para poder descubrir qué datos son ciertos.

Mi padre no pudo evitar soltar una carcajada a la que yo también me uní. Después me cedió el periódico para que yo le diera mi opinión sobre el artículo que había estado ojeando él anteriormente.

“Nuevos acontecimientos en la Iglesia del pueblo

Los policías juran haberse encontrado el cadáver del Padre Apeles en unas condiciones extrañas. Al parecer colgaba de una de las vigas de la Iglesia de madera, cosa casi irracional, pues, la iglesia tenía grandes dimensiones y la distancia hasta el suelo era aproximadamente de siete metros. Lo curioso del caso es que había sal por varias zonas de la Iglesia, en especial; las ventanas y las puertas. No había indicio de que nadie más hubiera irrumpido en la estancia a diferencia de las marcas de unos neumáticos de coche extranjero en el exterior.”

No sabía muy bien hablar español pero algunas palabras eran bastante parecidas a las nuestras y podía defenderme en algunos casos. También, había aprendido algo de español durante el trayecto con mi padre, ojeé un diccionario en los momentos aburridos y me centré en las palabras más importantes para un cazador. En el periódico pude descifrar algunos datos importantes y i imaginación hizo el resto.

-La imagen de la Iglesia es un poco tenebrosa, ¿no crees?-sonreí y mi padre siguió a la espera de mi veredicto-. Creo que hay alguien más detrás de todo esto, algún cazador que parece conocer a lo que se enfrenta, a juzgar por los rastros de sal, se debe de tratar de un espíritu. Y por los resultados de esta contienda, parece que lo que hubiera en aquel momento allí consiguió apoderarse del alma del Padre. Solo hay algo capaz de dejar a alguien colgando a esa altura sin dejar huellas; un humano muy profesional, cosa descartada ya que esto no parece un pueblo para criminales. Un demonio, cosa que también se descarta porque no ha habido augurios ni cambios en el tiempo ni nada similar. Así que me descarto por un espíritu bastante cabreado. Y a juzgar por lo que ha hecho debe de llevar aquí bastante tiempo atormentando a los ciudadanos.

Di un sorbo al zumo satisfecho con mi respuesta y miré de reojo de nuevo a aquella adolescente. Ella estaba apresurando su café y entre sorbo y sorbo miraba a su alrededor como buscando algo.

-Esa chica me mosquea, parece que teme encontrarse con algo… ¿Un fantasma tal vez?-comenté en voz alta. No esperaba que mi padre creyera mis quebraderos de cabeza, pero cuando algo me mosqueaba… era para ponerse serio-. Quizá deberíamos hablar con ella-recomendé.

En un principio mi padre puso cara de-no voy a entrar en tu juego-pero después de pensarlo y observar de nuevo a la chica su expresión cambió.

No pude evitar fijarme en la chica. Los españoles resultaban la mar de raros, muchas veces incluso pensaba que estaban chalados, aunque de esos habían en todos lados, sin importar qué país era. Lo que sí que sabía era que no era buena idea asaltarla como a las americanas y preguntarle, sobretodo sabiendo que seguramente mi acento la desmoralizaría y además era tres veces más grande que ella, lo que era otro punto añadido.

- Andrew, ve a hablar con ella – le dije sin dejar de mirar a la chica – recuerdas aquellas palabras básicas que te enseñé?, con eso podrás sacarle qué le ocurre

Finalmente miré hacía el frente y tomé un trago del café. Aquel café era horrible, demasiado fuerte para lo que estaba acostumbrado.

Asentí con la cabeza y me dirigí hacia la chica sin dudar.

-Hola-dije en inglés y ella pareció advertir mi presencia. Me miró, pero no dijo nada-¿Sabes hablar mi idioma?-pregunté.

Ella después de pensarlo un rato, asintió y comenzó a mirar a su alrededor intentando evitarme.

-No he podido evitar darme cuenta de que no estás bien-fui al grano.

-¿Qué te hace pensar eso, niño?-contestó ella algo enojada.

-A juzgar por las ojeras de tus ojos, llevas días sin pegar ojo, por el color de tu piel deduzco que tampoco te alimentas bien. El modo en que miras a tu alrededor me hace sospechar que algo te incomoda. ¿En serio estás bien? Cualquiera se daría cuenta de que necesitas ayuda.

-No necesito nada de un crío, ¡márchate!

-Me ofendes, no soy un crío. Y si me permites, voy a sentarme –Empujé la silla y me senté sobre ella, coloqué los codos sobre la mesa y apoyé la barbilla sobre mis manos, en unos instantes ella volvió a fijarse en mi pequeña figura.

-¿Qué quieres?-preguntó.

-¿Has visto algo extraño últimamente?-me lancé al ataque-, ¿algún cambio de temperatura, sonidos extraños o cosas que no te parezcan normales?

-Tú, no me pareces normal-contestó tajante.

-Hey, hey, hey. Solo intento ayudarte-me defendí.

-Pues no necesito tu ayuda-la chica levantó la mano para pedir la cuenta.

-¿Ya te vas? Si apenas nos hemos conocido-le cedí mi mano-soy Andrew Willis.

Ella miró mi mano como si le diera asco y enseguida abrió la boca para hablar.

-Yo soy Eva Longoria-finalmente estrechó mi mano.

Entonces, me di cuenta de que ya estaba ganándome su confianza. Ahora solo necesitaba la ayuda de mi padre, pues… Estaba claro que nadie se fiaba de contarle nada a un niño, y menos si se trataban de cosas paranormales. Les parecería una locura.

Hice un gesto con la cabeza para que se acercara mi padre.

Mientras Andrew hablaba con la chica no les quité el ojo de encima, sabía que el chico era demasiado espabilado para su edad, pero temía que acabara por el mismo camino que su tia... con un Willis así el mundo tenía bastante.

Cuando me hizo el gesto con la cabeza terminé mi café de un sorbo y entregué el dinero al camarero, luego caminé hacía la mesa.

- Hola, espero que mi hijo no la haya molestado - dije con una sonrisa.

Estaba más que seguro que mi aspecto intimidaba a cualquiera, pero también sabía que si decía que era mi hijo tranquilizaría un poco más a la chica.

- Soy Justin - dije alargándo mi mano para estrechar la suya

La chica se asustó un poco al ver a mi padre, pero enseguida le brillaron los ojos intensamente y sonrió con dulzura. Como si hubiera notado en él algo diferente al resto de los hombres. No me extrañó para nada, pues mi padre, solía causar ese efecto en las chicas. Sobre todo si yo estaba a su lado como un niño bueno. Enseguida mi padre tomó asiento a nuestro lado y Eva desistió de pedir la cuenta. La cosa se acababa de poner interesante.

-Mi padre y yo hemos viajado desde muy lejos para averiguar lo que está pasando en esta ciudad-comenté mientras me apoyaba en el respaldo de la silla y me escurría por ella sentándome desgarbado. Cosa que a mi madre no le gustó nunca-. Verás, sé que has visto algo que no es normal y deberías contárnoslo.

Ella pareció aún más confusa. Miró a mi padre haciéndole ojitos y luego me miró a mi de reojo como si fuera un bicho raro.

-¿Este niño siempre es así?-se dirigió a mi padre.

Yo chasqué los labios y me limité a observar con detenimiento la respuesta de mi padre que, estaba seguro, convencería completamente a la chica.

- Puede parecer un poco raro, pero es un buen chico – dije frotando su cabeza y despeinándole – en eso se parece a su madre

Por un momento la nostalgía apareció en mi voz, pero rápidamente lo rectifiqué y volví a mi mirada de siempre. No quería que Andrew se preocupara, ya era bastante haber perdido a su madre para que además se preocupara por los sentimientos de su padre.

- Bueno, ahora me dirás lo que te ocurre? - sonreí ligeramente – soy bueno ayudando a la gente aunque parezca un bruto de narices – reí ligeramente para intentar que aquella chica confiara un poco en mi.

Eva rió ante el comentario de Justin y luego cerró los ojos para centrarse en aquellas imágenes que la atormentaban durante el día. No eran solo imágenes que se desdibujaban en su cabeza, pues éstas le hablaban en susurros y le incitaban a la muerte.

-Esas cosas…-comenzó a decir la joven pero sus labios se detuvieron para inhalar una buena cantidad de aire.

-No te preocupes, puedes contárnoslo, no te va a pasar nada-le apremié.

La chica abrió la boca para decir algo pero volvió a contenerse. Sus manos comenzaron a juguetear con una cuchara con nerviosismo y sus ojos iban de un lado a otro, como buscando algo. Entonces, al fin pareció concentrarse, su mirada se detuvo en sus manos y su boca exhaló la primera palabra:

-Estaba en mi casa, era de noche, y acababa de llegar de una fiesta. Todo ocurrió muy rápido, un escalofrío recorrió mi cuerpo y supuse que no estaba sola. Entonces, algo me hizo andar hasta aquella figura desdibujada en la oscuridad. Sin dar abasto a lo que veía el… el fantasma me susurró algo. Me decía cosas terribles-una expresión de horror se dibujó en su cara-, solo ver la cara de la joven… me hacía sentir mal, muy mal, me hacía sentirme como una mala persona. Y cuando quise darme cuenta, aquel cuchillo estaba sobre mi mano…

Eva no pudo continuar y unas lágrimas se derramaron por sus mejillas.

-Eva-toqué sus manos para inspirarle apoyo y confianza-, tienes que saber, que todo esto es normal, es normal que tengas miedo y para eso estamos aquí, para ayudarte a vencerlo.

Ella asintió secándose las lágrimas.

-Has dicho que era una joven… ¿puedes explicar cómo era?

-Sé que era una joven porque llevaba un vestido y su pelo era muy largo, aunque apenas podía vislumbrar su figura en la oscuridad. Solo cuando se me acercó pude ver su entristecido rostro. ¡Espera! Ahora que lo pienso, el vestido era blanco… y su piel era tan traslúcida… realmente debió ser una mujer hermosa, pues si las heridas y la suciedad que la cubrían no estuviera…

Miré a mi padre y ambos intercambiamos una mirada de complicidad. Ambos acabábamos de averiguar algo importante, ya sabíamos por donde debíamos buscar. Y a juzgar por la descripción de la joven, parecía la típica esposa asesinada por su marido, con el cual se habría casado recientemente.

-¿Ves a menudo a la joven?-pregunté.

-Bastante, hace un momento, antes de que vosotros vinierais la vi sentada en es silla-señaló la silla donde yo me sentaba-, me susurró algo…

-Papá, si ese fantasma induce al suicido, ¿podría ser que también ella se suicidó?

-La vida es un dolor constante, la muerte es el principio de la felicidad eterna…-dijo Eva en susurros.

-¿Eva?

-Eso me repite constantemente…

Yo volví a mirar a mi padre, estaba completamente seguro de que por su mente ya se estaban ideando varias hipótesis.

Durante toda la conversación estuve en silencio, observando a aquella chica y escuchando detenidamente sus palabras. Cuando terminó de hablar me quedé unos minutos pensando qué contestar, que decirle a aquella chica para relajarla.

- ¿Reconocer a esa mujer? ¿Algo en ella te suena familiar? - dije mirándola fijamente. La verdad es que no sabía qué cara tenía exactamente, pero Jess incluso Alex cuando era pequeña, siempre decía que cuando estaba concentrado podría llegar a dar miedo, por lo que recé por que mi rostro se hubiera suavizado con los años, lo último que quería era asustarla más de lo que ya estaba – cualquier dato que nos pudiese dar de esa mujer nos ayudará a liberarte de todo esto lo antes posible – dije en el tono más dulce que pude, que conciéndome, no era demasiado.

-No estoy muy segura, pero creo que hace unos meses ocurrió algo bastante serio en este lugar. Una universitaria se suicidó cuando la dejó su novio por otra chica, desde entonces los suicidios se han disparado. Nunca vi a esa chica ni supe su nombre, la verdad es que en su momento no me llamó la atención el caso. Ocurren tantas cosas a veces que no le di demasiada importancia.

Miré a mi padre de soslayo y abrí la boca para hablar pero no hizo falta, pues él se adelantó:

Tendríamos que preguntar por ella en su Universidad.

- Andrew deberías quedarte con ella por su vuelve a aparecer ese fantasma - le dije mirándole - yo iré a avariguar lo que pueda en la Universidad... además me será más fácil ir yo solo y averiguar las cosas que si voy acompañado contigo.

No me gustaba en absoluto la idea de dejar a Andrew solo, pero a diferencia de aquella chica él sabía que tenía que hacer en caso de ver a un fantasma. Además confiaba en que no fuera tan despistado como yo con los móviles, que siempre los perdía.

- Si ocurre algo y no puedes hacerte cargo me llamas e iré - luego miré a la chica - estarás a salvo con él, sabe lo que hay que hacer en caso de que las cosas se pongan difíciles, yo mientras iré a averiguar cosas

-De acuerdo-dije.

-Podríamos esperar a tu padre en mi casa, si algo ocurriera prefiero estar allí y no llamar demasiado la atención. Además suele actuar cuando no hay demasiada gente, por eso no suelo estar demasiado en mi casa.

Asentí con la cabeza y mi padre hizo lo mismo. Después de pagar la cuenta salimos al exterior y nos dividimos en dos direcciones; mi padre subió al coche para ir a la Universidad y Eva y yo fuimos a su casa en la otra dirección.

Al llegar a su casa me preocupé de aislarla contra los fantasmas, colocando todo lo esencial para persuadirlos hasta que llegara mi padre.

Eva y yo nos sentamos en el sillón del cual dispuse un círculo de sal a su alrededor.

-Bueno Eva, pronto habrá terminado todo-sonreí para darle esperanzas-¿está por aquí?

Ella negó con la cabeza y siguió jugueteando con sus manos. Encontes, me acerqué más a ella para que se sintiera segura y posé una de mis manos sobre las suyas.

-Tranquila…-susurré para que se relajara.

Ella me miró extrañada pero no se deshizo de mi presencia pues probablemente yo fuera el peor de sus problemas en este momento.

Comenzamos a hablar durante horas y ella se quedó dormida en mi regazo mientras yo le acariciaba el pelo con suavidad. Entonces, empecé a notar aquel frío embriagador que ya conocía.

-Eva-la desperté con cuidado-está aquí, puedo notarlo. ¿La ves?

Ella se desperezó y negó con la cabeza enseguida.

-Está cerca-dije.

Ella se puso tensa y a pesar de que mi cuerpo era mucho más pequeño que el suyo, apretó mi brazo e intento esconder la cabeza tras mi hombro.

-Tengo miedo-dijo con la voz entrecortada.

-No pasa nada-levanté el hierro que tenía en la mano para estar alerta.

Después de unos tensos minutos en el que el frío iba invadiendo nuestros cuerpos comenzamos a oír unos susurros que apenas eran audibles.

-Ya se acerca-dijo Eva pegando aún más su cuerpo contra mí.

En un abrir y cerrar de ojos el espectro se mostró ante nosotros sin llegar a pasar el circulo de sal. Eva profirió un grito aterrador y comenzó a agitarse en el sillón.

-Tranquila, no puede alcanzarnos, ¿ves?-señalé al círculo.

-Tengo miedo.

-Mi padre estará al caer y habremos acabado.

El fantasma comenzó a hablar, nos llenó la mente de pensamientos tristes y dolorosos y nos hizo ver que la vida era insignificante comparado con la muerte. Nos estaba induciendo al suicidio; pedía continuamente que le clavara el hierro a Eva y que luego hiciera lo mismo conmigo. Entonces, sin yo creérmelo, mis músculos comenzaron a moverse sin mi consentimiento. Estaba actuando tal y como el fantasma me había pedido. Eva también lo había notado pues ya estaba más relajada y actuaba ferviente de deseo de morir.

Tras haber dejado a Andrew y a Eva me marché con el coche a la universidad. Queria acabar con esto antes de que les pasara algo, principalmente a mi hijo. Después de la muerte de su madre le estaba sobreprotegiendo demasiado, pero era normal. Me había pasado gran parte de su vida por fuera, luchando para salvar a su tía y poco después de que apareciera en su vida había logrado que mataran a su madre... él debía vivir, fuese como fuese.

No tardé en llegar demasiado a la Universidad, aunque cierto era que estuve durante unos minutos desorientado. La gran estructura me llamó la atención así que aparqué el coche a un lado. Rebusqué entre los carnets falsos hasta que encontré uno de un profesor de historia. Cogí una chaqueta de pana que tenía en el maletero y unas gafas de vista que me ponía de vez en cuando. El aspecto que tenía con esas prendas resultaba tan extraño que nadie se fijaba demasiado en mi, salvo alguna que otra estudiante que me miraba extrañada.

Caminé a paso firme hasta que llegué al archivo. Allí tras hacerme valer como profesor con mal genio, que no era algo raro en mi, entré en el archivo y me puse a mirar los documentos que tenían de periódicos antiguos. No tardé en encontrar el que estaba buscando, un artículo sobre una chica que se había suicidado lanzándose desde un tejado después de una fuerte discusión con su novio. Este había sido principal sospechoso durante la investigación pero finalmente lo habían descartado pues esa misma noche se encontraba con su amante.

Me quedé pensando unos minutos mientras rebuscaba con la mirada algún otro dato que me dijese donde se encontraba enterrada. Lo ideal sería quemar sus restos, pero estaba claro que sería complicado. La chica había sido incinerada. “Mierda” pensé mientras lanzaba el periódico a un lado. Esto complicaba las cosas, si sus restos habían sido incinerados lo único que quedaba era algún objeto relacionado con esa chica. Me puse a mirar fotos que habían de la chica y no tardé en reconocer un objeto. Era un pequeño collar, al parecer todas las víctimas habían tenido en su momento ese collar. Dos de ellos eran parientes de la chica que lo habían heredado tras su muerte, otra era una chica que lo había comprado en un mercadillo y finalmente estaba Eva. No sabía que relación podría tener pero estaba claro que ese era el origen de ese fantasma. Dejé las cosas y corrí hacia el coche.

Andrew no me había llamado, pero las personas que tenían ese collar no duraban demasiado vivos. Mientras conducía cogí el teléfono y llamé a Andrew. Escuché los tonos, pero rápidamente el teléfono me salió sin cobertura.

No tardé encontrar la casa, por suerte me había preguntado por Eva en la universidad, haciéndome pasar por su tio y me habían dado la dirección sin problemas. Cuando llegué saqué el detector de campos electromagnéticos, el jodido chisme se estaba volviendo loco.

Lancé las gafas a un lado, fui al maletero y cogí la escopeta con balas de sal, luego pillé la gasolina y el mechero, que siempre lo llevaba encima.

- ¡Andrew! - grité mientras abría la puerta – ¡Eva! ¿Dónde estáis?

Los gritos de mi padre me sacaron del ensimismamiento y me hicieron volver a la realidad. Mi padre acababa de irrumpir en el mejor momento.

-Papá en el salón a la izquierda-grité desesperadamente esforzándome por reprimir las obligaciones que me daba el fantasma.

Eva profirió otro grito de desesperación cuando notó que una brisa hacía desaparecer el círculo de nuestro alrededor. Si mi padre no veía a tiempo, estaríamos acabados.

-¡Cierra los ojos!-le dije a Eva abrazándome a ella.

No pude evitar responder ante la llamada de Andrew. Entre el detector de campos electromagnéticos, el frío del lugar y lo asustado que parecía estaba claro que ese maldito fantasma estaba en la habitación.

Entré en ella lo más rápido que pude. El espíritu de aquella chica estaba allí, delante de ellos haciendo provocando una ligera brisa que estaba destroznaod la protección que habían creado. Me acerqué lo que pude y disparé con la escopeta, haciendo que le fantasma desapareciera y todo parese un poco.

- Hay que darse prisa, esa zorra volverá – dije cogiendo a Andrew del brazo para que se levantara y luego ayudando a Eva – Andrew, saca a Eva de aquí – le dije pero no sin antes coger su collar y arrancárselo literalmente del cuello – corre

Mientras se marchaban el frío volvió y ese maldito fantasma me lanzó hacia un lado. El golpe provocó que el collar se me cayera de las manos, junto con la gasolina y el mechero. Pude moverme ligeramente y volver a disparar a esa tía antes de que mirase a Andrew.

- Andrew, quema el collar, es la relación que hay con esa zorra – dije como pude

Eva y yo caímos de bruces a un lado mientras mi padre se encargaba del fantasma, pero algo no había salido bien. Mi padre salió expulsado hacia un lado y el collar fue en dirección contraria. Crucé la estancia con la cabeza gacha por miedo a que algún perdigón me alcanzara y agarré la lata de gasolina, que vertí rápidamente sobre el collar. Encendí el mechero, pero una brisa apagó su llama, volví a intentarlo una vez más pero me era casi imposible mantenerlo encendido.

-¡Ayudame! –le grité a Eva.

Mientras mi padre volvía a ser lanzado por el fantasma y éste una vez más lo intentaba repeler. Eva y yo intentábamos caldear el ambiente, hasta que por fin la gasolina se incendió.

-¡Papá! –le grité para que pudiera escapar de las llamas a tiempo, pues pronto se quemaría más que un collar en aquella casa, pues le bote se había derramado sin querer por una zona extensa. La moqueta comenzó a arder en llamas. Yo agarré a Eva por la muñeca y la empujé hasta la puerta de su casa a rastras. Ella intentó seguir mi ritmo. Mi padre había salido por la ventana del salón pues lo vi caer al otro lado.

-Papa… -me quejé- ¿Es que no sabes usar la puerta?-reí ante mi propia broma.

Miré a Andrew con mala cara, esa broma no era demasiado acertada teniendo en cuenta que tenía el cuerpo hecho polvo, así que me acerqué a él y le di una pequeña colleja. Luego miré a Eva.

- Estás bien? - le pregunté mienras me estiraba un poco - sentimos lo de tu casa, espero que el seguro pueda cubrir los daños - dije dándo por sentado que nosotros no lo haríamos, la verdad es que no teníamos dinero, los justo para ir de una ciudad a otro y de vez en cuando poder dormir en una cama de verdad

Eva asintió ante la pregunta de mi padre y miró nostálgica hacia su casa antes e decir:

-De todos modos, ya no quiero vivir más en este lugar, me trae malas vibraciones.

-Sí, pone los pelos de punta-añadí.

-Muchas gracias por ayudarme chicos-continuó ella-, me habéis salvado la vida…

-Es nuestro trabajo-me encogí de hombros.

-…Y a ti-Eva se dirigió hacia a mí-, eres el niño más valiente que he conocido-, se agachó hasta mi altura y me dio un largo y tendido beso en la mejilla.

Yo me puse colorado automáticamente y mi padre no pudo evitar reírse.

***

Finalmente, mi padre y yo nos marchamos de España. Fuimos a por unos Vampiros en Italia y resolvimos algunos casos de fantasmas en la India. En Japón acabamos con un curioso caso de una niña a la que solían llamar “The ring” por su similitud con esa película. Luego, nos fuimos a vivir por un tiempo a Inglaterra, donde mi padre ligó con algunas chavalas y yo comencé allí en el colegio. Tuvimos varios problemas que resolver allí y finalmente, cuando mi padre y yo habíamos superado todos los temores y nos habíamos asegurado de que nada me perseguía, volvimos a Townhidden a visitar a mi madre y a pasar un tiempo de descanso en mi antigua casa.