Concierto (James)

Con los ojos cerrados, los latidos de mi corazon se aceleraron como hacia mucho tiempo que no lo hacian. Eso que sentia en esos momento no era la pasion ni la excitacion que me provocaba cualquier mujer. Simplemente era Amanda, la que podria hacer que perdiera la cabeza en cualquier momento y eso solo lo sabia ahora que nos volviamos a ver. Acaricie su pelo a la vez que lo hacia mi lengua con la suya. Pronto, y después de que ella acariciara mi nuca con sus manos, puso distancia entre nosotros apoyando su cabeza en mi hombro. Respire hondo intentando mantener la respiracion acompasada y acariciando su pelo suave mientras ella tambien se tranquilizaba. Ahora no podria mirarla a la cara, no por verguenza pero si me costaria mucho mas metenerme. Pero teniamos que hacerlo, no era normal que sintiera todo eso tan rapido, y tendriamos que poner un poco de distancia entre ambos hasta que aclaremos un poco nuestra mente y pensamientos.

- Tranquilicemonos un poco... - Susurre mientras la ayudaba a separarme de mi, por mucho que eso me doliera, y aunque por mi temblor de piernas, casi perdiera el equilibrio al levantarme, camine a la barra para pagar nuestras bebidas. - Vayamos a caminar, necesito un poco de aire. - La pedi serio y metiendo las manos en mi cazadora esperandola para salir del bar.

Vamos, Amanda, recordar cómo el aire debe salir y entrar a tu pecho no es tan díficil por mucho que los estúpidos sentimientos te hagan olvidar hasta las funciones vitales básicas. Muy bien, inspira, espira, inspira, espira... Parecía que ya había vuelto a ser capaz de respirar para no morir ahogada entre sus brazos, aunque al menos aquella muerte habría sido tan placentera que ni me hubiera importado dejar de vivir, siempre y cuando fuera a su lado. Las suaves caricias que Jimmy estaba depositando sobre mi pelo contribuyeron a conseguir que me tranquilizara también en gran parte. Tanto que casi no quería abrir los ojos, sino quedarme dormida en su pecho disfrutando de su calor y sintiéndome protegida a su lado. El problema principal era que él nunca podría estar seguro estando cerca de mí, pues parecía tener últimamente un imán para atraer problemas encarnados en criaturas sobrenaturales con muy malas pulgas. No quería que él se viera obligado a pasar por lo que yo tenía que pasar día sí, día también, pero él no había mostrado ningún deseo en absoluto de separarse de mí. Y eso no me parecía justo, pues no quería que estuviera en un peligro constante simplemente porque no supiera que existía una realidad diferente a la que siempre habíamos pensado que era la única. Me iba a armar de valor para decírselo en cuanto me ayudó a separarme de él, pero su voz, de nuevo su perfecta voz, consiguió que olvidara mi propósito inicial y sólo asintiera. - Sí, tranquilizarnos será lo mejor. - dije yo en un susurrro que sin embargo él pudo oír. Se fue a la barra a pagar lo que habíamos consumido y yo me puse la chaqueta, repentinamente helada porque él se hubiera separado de mi lado. Sin su calor me resultaba difícil aguantar con la camiseta que llevaba, muy veraniega, así que abrigarme fue la mejor opción. En cuanto volvió sugirió salir para airearnos un poco y que el frío de la noche nos hiciera volver a la realidad. Me fui de la mesa, envuelta en mi chaqueta y con paso algo apresurado, y salí con él del bar, respirando una gran bocanada de aire fresco que hizo que mi mente se aclarara de repente, recordando lo que le tenía que contar. Me puse a su aldo de nuevo y le hice un gesto para que empezáramos a caminar, sólo que esta vez a suficiente distancia como para no tocarnos. Me mordí el labio, dudosa, y le miré de reojo. A la luz de la luna su aspecto ahora hermético me resultaba imponente, y no acababa de estar segura de lo que le tenía que decir. Decidí armarme de valor, sin embargo, pues si no lo hacía ahora no lo iba a conseguir nunca.
- Jimmy... - le llamé con voz trémula. En cuanto se giró y me miró tragué saliba y cogí aire, preparándome mentalmente para lo que me tocaba ahora. - Hay algo que tengo que contarte.

Los dos caminabamos recien acostumbrandonos al frio de aquella noche, no era una noche helada o con viento que nos soplara frio, pero despues de aquel abrazo, de aquel momento de "¿como llamarlo?" pasion, yo me sentia helado, frio y un poco solo. Mis manos estaban metidas en mis bolsillos de la cazadora, aunque mas bien las tenia prisioneras, por las enormes ganas que tenia de sacarlas y rodear con uno de mis brazos su hombro y acercarla a mi. No es el momento adecuado para ese tipo de acercamientos, mas que nada por mi propia seguridad y la suya.
Su paso se acelero para ponerse a mi lado de nuevo, ya que mis zancadas eran como 5 o seis pasos de los suyos. No queria mirarla, para no tentarme pero me preocupaba y no podia evitarlo. Mirando cada dos por tres de reojo para asegurarme de que estaba ahi, que por el silencion que nos rodeaba no se habia ido. Entonces ella hablo, rompio aquel silencio mas que incomodo pero necesario, y la mire.
- Dime Amanda - Pregunté sin imutarme mucho por fuera aunque algo por dentro comenzo a recorrerme y hacer que temiera lo peor, decirme que ya habia encontrado a alguien, o cualquier otra cosa que pudiera destruir la felicidad que llevaba hoy. No pare en ningun momento aunque al final senti necesario frenar el paseo y mirarla de frente algo serio.

Me había respondido al primer comentario de una manera seria que no dejaba traslucir sentimientos de ningún tipo ni me permitía atisbar qué era lo que se estaba cociendo dentro de su cabeza. ¿Qué sería? ¿Que temía que fuera a decirle que había sido un error volver a verle y que no quería hacerlo más? ¿O puede que lo que se estuviera temiendo fuera que yo fuera a decirle "te quiero", después de años sin estar juntos y sin llegar a decírselo nunca en el tiempo que permanecimos saliendo en el instituto? Tal vez su expresión significara que él no quería nada conmigo que se alejara de la mera diversión de una noche porque él se había enamorado de alguien durante mi ausencia y ahora esa persona era la única que ocupaba su corazón. Pensar en esa posibilidad hacía que se instalara en mi pecho un dolor terrible, como si alguien hubiera enganchado mi corazón con hierro candente y estuviera tirando de él para partirlo por la mitad. Casi era tan intenso que quería llevarme la mano para ver si así se calmaba, pero no quería delatarme delante de él por mis gestos, ya que mi semblante seguía siendo absolutamente inexpresivo. Algo a favor de mis años de experiencia en ocultar sentimientos eran situaciones como esta, y pocas veces lo agradecí más que esta. Cogí aire y encaré su mirada frente a mí, seria y preocupada.
- No sé cómo decirte esto, Jimmy. - empecé, con el consabido tópico que siempre se utilizaba cuando se quería hablar de algo serio. El problema era que en mi caso era cierto, no tenía ni idea de por dónde comenzar a explicarle para que no pensara que estaba loca de psiquiátrico. - Iré directamente al quid de la cuestión, sin ahondar en detalles. Las criaturas sobrenaturales existen y yo me dedico a matar a aquellas que supongan una amenaza para la seguridad de las personas. - solté de un tirón, casi sin respirar ni separar las palabras unas de otras y sin ser capaz de mirarle a los ojos, pues con la primera palabra ya había bajado los ojos hasta sus pies para no tener que enfrentarme a su posible gesto acusador y ahí los había dejado, sin querer alzar la vista por miedo a lo que pudiera pensar de mí, a pesar de que no le había mentido. A él no podía mentirle, ya no, y quería acabar de una vez por todas con ese secreto que había estado ocultándole desde que nos habíamos conocido y que ni siquiera a pesar de todo lo que habíamos compartido había llegado a confesarle, por miedo a que me rechazara.

Por fin la angustia de saber que es lo que tenia que decirme Amanda, parece que llego a su fin cuando se instalo como yo delante mia y parando por completo la caminata que habiamos iniciado a ninguna parte. Trague un poco de saliva y la mire a los ojos un poco mas intenso que antes.

-Solo dilo - Pedi impaciente sin darme cuenta, ansioso por saberlo ya. Si tenia que comenzar a sufrir, que fuera lo mas pronto posible, asi dejaria de sufrir tambien antes... o incluso estaria exagerando todo demasiado para que luego el golpe no fuera tan doloroso... Entonces solto todo aquello sin respirar ni un momento, sin pensarselo dos veces. ¿Criaturas sobrenatural? Ella se encargaba de matarlas pero a que se referia con ese tipo de criaturas? Fantasmas, Vampiros, Hombres Lobo y... Tipos que tienen un control mental sobre la gente a traves de la voz? ¿Ahora que es lo que tenia que hacer, sorprenderme por todo aquello, declarar mi gran secreto a Amanda o simplemente callarme?

Solte un suspiro y por un momento solte el aire pensando ahora que no era tan grave como lo que habia esperado. Mi mano se poso sobre su menton e hice que levantara la mirada para mirarme directamente a mi. Uno o dos minutos despues de el silencio que hicimos ambos, hable - ¿Hace cuanto te dedicas a eso? Igualmente no tengo nada que recriminarte, yo no soy quien para hacerlo... - Dije soltando ahora su cara y metiendo mis manos en los bolsillos de nuevo en la misma posicion de antes.

Apoyó la mano en mi mentón suavemente y me hizo levantar la cabeza para encontrarme de nuevo con sus ojos, que sorprendentemente se encontraban tranquilos y hasta aliviados, en cierto modo. Vale, esa reacción no me la esperaba para nada. No leía en su expresión nada de incredulidad o siquiera el más mínimo pensamiento alertándole de mi locura y de la necesidad de encerrarme donde no molestara ni a mi misma ni a nadie en general. Tal vez fuera porque él era lo suficientemente abierto de mente como para creer en la existencia de estos seres, y esta opción era bastante probable teniendo en cuenta cómo era Jimmy respecto a las cosas nuevas: muy abierto y receptivo. Otra opción era que ya conociera la existencia de alguna de estas criaturas y que no necesitara que yo se lo dijera para creer en su existencia. ¿Tal vez habría sido una vampiresa sexy que le había seducido o puede que algún metamorfo que, adoptando la forma idónea para cualquier hombre, se le había acercado lo suficiente como para seducirle y así él había descubierto este mundillo? ¿O quizás una sirena que...? Basta, ya es suficiente. ¿Por qué me tengo que imaginar siempre que si conoce esto es porque alguna zorra le ha seducido y no porque haya presenciado algo que su mente no podía explicar, por ejemplo? La respuesta es muy clara: porque me importa demasiado y estos dos años alejados me han hecho más daño del que me imaginaba. Pero no podía evitar sorprenderme por su tranquilidad. Iba a preguntarle, pero él se me adelantó, soltando antes la mano de mi cara y volviendo a meterla en el bolsillo. - Desde antes de conocerte. Empecé cuando era pequeña, no recuerdo exactamente qué edad tendría en ese momento, y continué hasta que murió mi abuelo, que fue quien me enseñó. - respondí a su pregunta también más calmada. A él le había contado lo importante que mi abuelo había sido en mi vida y lo que me dolió perderle, pero sólo ahora podría llegar a imaginarse hasta qué punto me había llegado a afectar su muerte. - Cuando me fui de Inglaterra y vine a Estados Unidos lo abandoné porque me traía muy malos recuerdos, pero al acabar la universidad lo retomé de nuevo, pues ya lo había superado. - acabé de explicarle con calma, metiendo yo también las manos en los bolsillos.
Dirigí mi mirada de nuevo a sus ojos, disfrutando de lo hermoso que era sumergirme en ellos para no querer salir nunca. - Me alegra que no vayas a hacerlo, pero lo único para lo que yo creo que merezco reproche y de hecho te permito y casi te obligo a que me lo hagas es para no habértelo contado. No sé qué me pasó por la cabeza en ese momento para no hacerlo, pero ahora me arrepiento mucho. - añadí, algo melancólica. De hecho sí, lo sé, y es lo mismo por lo que lo temía ahora: el temor a que pensaras que estaba loca. Además, al haber dejado de serlo y no ver la probabilidad de retomarlo también influyó bastante en mi decisión. Sólo esperaba que él comprendiera y que nuestra relación no se echara a perder.

No sabia que hacer, los pensamientos se mezclaban en mi mente con ideas poco efectivas de como contarle todo mi secreto pero, ¿que pensaria de que no hubiera confiado antes en ella para contarle tal cosa? una cosa estaba clara, era la noche oportuna y gracias a ella, que habia sacado el tema, habia cogido la fuera suficiente para afrontar todo lo pasado y confesar.

Despues habló y la mire fijamente escuchando todo lo que tenia que decirme. Ahora entendia la mayoria de las cosas que en un primer momento no habia comprendido del todo. La muerte de su abuelo siempre le habia afectado sobremanera pero ahora sabia realmente porque no lo supero. Ambos con las manos metidas en los bolsillos nos mirabamos y ella, con los labios algo temblorosos, me contaba todo aquello mientras yo asentia lentamente escuchandola.
- ¿Sinceramente? Lo unico que saco malo de todo esto, es que no hayas tenido la confianza suficiente para contarmelo.. hasta ahora. - Dije reafirmandome en mi propio pensamiento y luego arrepintiendome ya que yo tambien guardaba un secreto, duro como el suyo y no se lo habia contado.

Luego puse mis manos a cada lado de su cara y levante un poco su cabeza para que me miraba a los ojos. - ¿Sabes una frase que decia mi madre? Deja de arrepentirte de lo que has hecho y disfruta. - Acaricie con mis dedos su suave piel mientras tragaba saliva para valentonarme y ser sincero con ella - Pero hay algo de lo que tengo que hablarte yo a ti y bueno... es tal vez igual de importante y jodido como lo tuyo. - Dije sin dejar de tocar su cara.

Suspire mirandola y sintiendo sus como sus ojos se agrandaban mas y mas y un brillo natural salia a la luz en aquella preciosa mirada. - Bueno, un pequeño secretito que pense en llevarme a la tumba pero que... tengo que compartir contigo. - Confiaba en ella, en que no me juzgaria, que no llamaria a un circo para que todo el mundo se enterara de mi maravilloso y aterrador don. - Tengo un don desde pequeñito... puedo controlar la mente de las personas... con mi voz.

Antes de empezar yo a hablar su aspecto era confuso, como si no supiera muy bien qué hacer. Una de dos, o se esperaba que yo le fuera a contar algo muy disparatado y que a él probablemente le acabaría doliendo el saberlo. O también podía ser que él guardara también alguna clase de secreto, bien escondido bajo aquella fachada de carisma tras la que yo sabía que se escondía una persona que había sido capaz de volverme loca una vez y que probablemente volvería a hacerlo, posiblemente sin que yo le diera siquiera tiempo a intentarlo. Yo le había ocultado algo muy gordo, sí, pero él tampoco lo había compartido absolutamente todo conmigo. Supongo que era nuestra forma de mantener nuestra intimidad incluso cuando estábamos juntos, porque tanto él como yo habíamos sido siempre personas muy independientes y nos costó bastantes acostumbrarnos a la idea de compartir algo de nuestro mundo interior con alguien que no fuera nosotros mismos.
A medida que yo le iba contando todo lo que, con los años, le había ocultado, su mirada se clavó en mí, llena de cada vez más comprensión, Eso me hacía sentirme bien, porque me gustaba que a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros todavía pudiéramos seguir confiando el uno en el otro sin barreras.
- Ya, sé que debería haberlo hecho, pero no estaba segura de que fueras a creerme y no quería que me mandaras al manicomio de una patada, Jimmy. - admití yo, con una sonrisa de medio lado, como de disculpa. - Por lo menos he cumplido el refrán aquel de "más vale tarde que nunca", y eso ya es algo. - añadí, encogiéndome de hombros. Mucho no ayudaba, pero me alegraba de haberlo soltado finalmente.
Subió las manos hasta ponerlas en mi cara, y las miré primero a ellas para después posar mi vista de nuevo en sus magnéticos ojos. - Tu madre era una mujer muy sabia. - le dije con delicadeza. Sabía que su madre había muerto cuando él era pequeño, pero era, como el de mi abuelo, un tema tabú, al menos mientras nuestra relación duraba. No la había mencionado muy a menudo porque aún le dolía, probablemente, y me alegraba que pareciera haberlo superado. Cargar con dolores del pasado no nos sentaba bien a nadie anímicamente. - Te escucho, James. - contesté en cuanto me dijo que tenía que hablarme de algo. por su tono serio también había eliminado la diversión del mío, sin siquiera llamarle por su apodo sino por su nombre compelto, como hacía bastante que no hacía.
Suspiró y siguió mirando mis ojos, haciendo que enarcara las cejas y, sin querer, los abriera más, instándole a que me contara aquello que le carcomía sin utilizar las palabras. Me soltó que podía controlar a las personas con su voz, y los rumores acerca de Sam Winchester me vinieron a la mente, de golpe. Se decía que él tenía la sangre de un demonio, Azazel, en sus venas y que por ello tenía poderes que escapaban del alcance de los demás seres humanos. La historia era clara, su madre había muerto para que él ahora fuera lo que era, si los rumores eran ciertos. Las piezas encajaban en Jimmy, pues su madre también había muerto y poseía un don que ningún humano podría tener. - Oh. ¿Oh? ¿Eso es lo único que eres capaz de decir, Amanda? A decir verdad no me lo esperaba para nada, pero por alguna razón no me molestó saberlo. - Nunca me lo hubiera imaginado, si te soy sincera. - le dije subiendo mis manos hasta ponerlas encima de las suyas, aún puestas en mi rostro. - Pero no voy a juzgarte por ello ni voy a tratarte de manera distinta. Sólo que ahora finalmente entiendo por qué cada vez que cantabas hacías que todas las chicas cayéramos rendida a tus pies. - le dije, sonriendo de manera divertida. Muchas cosas tenían sentido ahora que su secreto había salido a la luz, pero no me importaba lo más mínimo. Jimmy seguía siendo mi Jimmy, y aquello formaba una parte tan intrínsecamente unida a él que no podía imaginarle sin ella.

Algo de miedo se mezclo en mis palabras mientras pensaba a la vez que decia todo aquello. Ahora sabia el secreto de Amy, al igual que ella sabria el mio pero... porque no paraba de pensar que ella era todo lo contrario a lo que yo era. Ella cazaba monstruos y seres fuera de lo normal... y yo era uno de ellos. Si es cierto que nunca habia sabido de donde venia mi don pero, seguia siendo un humano por encima de lo normal y algunas personas me habrian llamado monstruo si supieran lo que puedo hacer... ¿que pasaria entonces?
- Me alegra un monton que hayas confiado en mi y eso te honra... - Dije finalmente sacando todos esos pensamientos de mi mente. Espere un momento a que ella asimilara todo lo que acababa de contarla.

Despues de todo eso, de contarle mi secreto, de que el nudo que habia en mi pecho desde que la habia visto en aquel bar se evaporara, senti que las piernas se aflojaban y no podia aguantar mi propio peso. Aun asi mirandola a los ojos, la movi lentamente hacia un lado de la calle, donde habia unas escaleras donde sentarnos. Apoye mis codos en mis piernas y hundi la cabeza en mis manos cayendo en la cuenta de cuanto cambiaria eso las cosas.

- Eres la primera y la unica persona que sabe de este don Amy, confio plenamente en ti y se que no me juzgaras. - Dije intentando sonreirla pero sin exito porque todavia sentia un poco de miedo ante todo lo desconocido que estaba por venir. - Tendria que haberlo sabido antes pero.. gracias por ser asi - Le dije guiñando mi ojo y recobrando toda la fuerza que me correspondia normalmente. Me encantaba tenerla cerca de nuevo, sentir su menudo cuerpo a mi lado o incluso el tacto de su suave mano que a veces me habia hecho incluso temblar. Sabia que con ella aqui, mi estancia se prolongaria durante mas tiempo del previsto.

Me había parecido notar algo en las palabras de Jimmy, algo que si no le conociera tan bien como lo hacía habría calificado de...¿miedo? No, imposible, él era el valiente de los dos. Porque había una gran diferencia entre lo suyo, valor, y lo mío, ser temeraria por naturaleza. Yo me había metido en un montón de problemas precisamente por aquello, porque muchas vecez me limitaba actuar sin pensar y dejando que sólo un impulso guiara mis acciones, arrepintiéndome después de las consecuencias en la mayoría de ocasiones. Eso a él no le pasaba, porque aceptaba retos pero no aquellos que superaban su capacidad. Bendito Jimmy.
El miedo podría deberse a lo diferentes que éramos, pues yo me dedicaba a exterminar a lo que estaba fuera de lo natural y él no lo era precisamente. Si era por eso no tenía que preocuparse, pues sabía perfectamente que, llegado el momento, yo no sería capaz de hacerle nada por mucho que pudiera llegar a merecerlo. Si alguien tenía que acabar con él tendría que ser otro cazador, y desde luego contando con mi más férrea oposición, pues no estaría dispuesta a que Jimmy pagara por algo que no era culpa suya.
- Yo siempre confiaré en tí. - le aseguré yo, mirándole con una sonrisa. Después suspiré, tratando de asimilar todo lo que nos habíamos contado. Las cosas entre nosotros iban a cambiar, aunque no tenía muy claro si para mejor o para peor. Siendo lo único que no le había contado nunca podría ser que fuera para mejor, porque ahora ya nada quedaría de nosotros que el otro no supiera.
Siguió con su mirada fijamente clavada en la mía, y no varió ese gesto ni un solo momento, ni siquiera cuando me cogió y me llevó a unas escaleras que había en la desértica calle en la que nos encontrábamos. A decir verdad se lo agradecí, pues casi no podía sostenerme a mí misma y la cabeza me daba vueltas después de todo lo que me acababa de contar y lo que yo también había compartido con él. Me iba a costar algo más de lo que yo pensaba el aceptarlo.
- Puedes confiar en mí, ya lo sabes. Nunca le contaré a nadie tu secreto por voluntad propia. - juré yo, mirándole a los ojos. Vi su intento de sonrisa y le sonreí yo para darle fuerzas, sabiendo de sobra que podía confiar en él y en que no fuera a pensar peor de mí de lo que pudiera hacerlo ya. - Y tampoco tienes por qué agradecérmelo, sabes que yo vengo así de fábrica. - le dije con tono divertido. Me encantaba que pudiéramos volver a tener la confianza que normalmente nos caracterizaba, y la verdad es que agradecía que a pesar de que supiera mi secreto nada pareciera haber cambiado entre nosotros.
Aún sentada a su lado me dio un escalofrío, pues la noche era más fresca de lo que había calculado y mi chaqueta parecía no ser suficiente. Me encogí dentro de ella, buscando un calor inexistente, pero al ver a Jimmy sentado a mi lado me dio un impulso que seguí sin cuetionármelo. Me acerqué hasta su costado y me pegué a él, acurrucándome a su lado para que el calor de su cuerpo pudiera pasar al mío.

Sabia que yo no habia hecho nada mal, que solo habia sido victima de algo raro y que no podria haberlo evitado por mucho que hubiera querido. Me habia culpado durante muchisimo tiempo de la muerte de mi madre e incluso del don que algun ser poderoso me habia dado pero, aprendi a valorar el regalo tan grande que tenia y sacarle partido para las mejores acciones.

- Gracias - Solo atine a decir aquello ya que estaba totalmente agradecido por la confianza que habia depositado en mi y la que habia hecho que tuviera yo con ella al contarle mi secreto. Esto iba a marcar un antes y un después en nuestra relacion pero algo de lo que si estaba seguro, si alguna vez la distancia de los dos años habia hecho que nos enfriaramos, esto nos juntaria de nuevo como dos clavos candentes.

Sentados ambosa en el escalon bajo de aquella escalera nos mirabamos y sonreiamos intentando romper un poco la tension de la situacion, matandome con esa cara dulce que ella siempre mostraba para mi. Acaricie su mejilla sin perder la misma sonrida, teniendo unas ganas enorme de abrazarla fuerte y estar toda la noche en la misma posicion. Sin embargo lo unico que hice fue echar hacia atras un mechon de su pelo y guardar aquella mano en mi bolsillo de la cazadora.

Agradecia a Amy el gesto que acababa de tener, acercando su cuerpo al mio, con un escalofrio de frio que veia perfectamente en su cara y su cuerpo. Saque de nuevo la mano, rodeando su hombro con mi brazo y apoyando la mano en su otro hombro. La aprete un poco contra mi, pensando en que deberiamos movernos de alli para que no pasara mas frio, pero sin ganas de que desapareciera ese momento al hacerlo.

- ¿Quieres venir a casa? Tengo un loft alquilado en Houston.

No era el primero que conocía con algún poder extraño dado por algún demonio, y sabía de sobra que la culpa no era suya, ni mucho menos. Todos ellos habían sufrido la pérdida de sus madres y constantes sufrimientos por aceptar lo que eran, además del sentimiento de culpabilidad que siempre se les había acumulado por creer que eso era culpa suya cuando, en realidad, no eran los verdugos sino las víctimas. Y eso tenía que doler un montón como para que encima venga alguien que no els comprende tan bien a juzgarles. A mí no me solía gustar el dufrimiento ajeno, y mucho menos de manera gratuita (aunque sí que había determinados seres que constituían excepciones para la regla, principalmente los que odiaba y con los que mi relación era de odio-odio), así que trataba de no juzgarles para no añadirles más presión de la que tenían ya sobre sus hombros.
- No hay de qué. - respondí yo con una sonrisa amable. Después de este momento de confianza el uno en el otro que habíamos tenido creía que nuestra relación podría volver a ser como antes, como si estos dos años que nos habían hecho permanecer apartados el uno del otro se hubieran esfumado en el aire y fuéramos como antes, los dos mejores amigos que lo sabían todo uno del otro y la pareja perfecta. No sabía cómo me sentía en este momento al respecto, pero tampoco me apetecía comerme demasiado la cabeza sobre eso.
Se me quedó mirando mientras estábamos sentados, como si quisiera tomar la iniciativa y separar la poca distancia que, hasta el momento en que me acurruqué contra él, existía entre nosotros. Yo contiuaba perdida en el abismo de sus ojos, que me hechizaban de una manera indescriptible e inexplicable. Sólo me apartó un mechón de pelo de la cara, y e el fondo lo agradecí porque estaba demasiado confusa en este momento.
Me pasó los brazos por los hombros al notar mi escalofrío, y yo sólo pude sonreírle, agradecida. Estaba helada, por alguna razón que desconocía porque no hacía tanto frío. Tal vez porque conocer tantas cosas de golpe me había dejado el cuerpo un poco sensible o porque simplemente él alteraba hasta mi termómetro interno. La cuestión era que él pareció dudar un momento, hasta que finalmente me sugirió que podíamos ir a su casa, un loft en Houston. Dudé un momento, pues sabía lo que era probable que pasara si nos quedábamos los dos solos donde nadie pudiera vernos ni juzgarnos y si la pasión podía con nosotros, cosa probable, y la verdad es que no tenía el cuerpo demasiado bien para eso. Agradecería dejar de pasar frío, eso sí, así que asentí a su proposición, contenta en cierto modo aunque no pudiendo dejar de sentirme preocupada por otro lado.
- De acuerdo, vayamos a tu loft. - contesté con una sonrisa débil, más que nada por el frío que tenía.