Helter Skelter (Benot)

Después de aquella reunión en la Iglesia con Lucifer y el resto de demonios me sentía eufórico, tenía ganas de masacrar, destrozar, desangrar y matar, violar a quien pudiera y hacer lo que quisiera. Además, ahora que Lucifer estaba en la tierra y que había traído consigo a sus hijitas no podía evitar sentirme tentado con ellas. Sobretodo con una en especial... Había escuchado demasiadas cosas a lo largo del tiempo como para no intentar probar suerte con ella. Benot era la favorita de Lucifer, o eso decían, él la quería casta y pura... JÁ! como si fuera posible conseguir eso en un demonio y más en una mujer... Y conmigo cerca sería aún más difícil. Con lo que estaba a punto de hacer me jugaba mi propia vida pero me daba absolutamente igual, sabía que él había hecho que me crearan por alguna maldita razón que en aquel momento desconocía y le sería más útil vivito y coleando en la tierra que asandome en el infierno. Esa misma era una de las razones (junto con el puro aburrimiento y las ganas de masacre y muerte que tenía, además de la sed de sangre que poco a poco me consumía) que me llevó hasta aquella enorme cripta de mármol blanco que no pasaba demasiado desapercibida, aunque, bueno... En un cementerio eran típicas esas cosas. Suspiré una vez en la puerta y deseé con todas mis fuerzas que no hubiese nadie dentro. Abrí la puerta y... VOILÀ! Como si mis deseos se hubieran hecho realidad (cosa que no descartaba en ningún momento) la cripta estaba vacía y toda enterita para mi. Entré en ella y empecé a observarla y a estudiarla. Joder, Lucifer era demasiado típico en cuanto a hogares... Esperé allí hasta que apareciera alguien, aunque, en realidad, la esperaba a ella. Sí, había acudido allí solo buscando a Benot, quería... Mmmm... ¿Presentarme formalmente? Sí, podría decirse que si. Simplemente había ido a su casa, con un par de botellas de Jack Daniel's (para que Lucifer tampoco la dejara emborracharse, ya sería lo que me faltaba por ver...) y algo más arreglado que de costumbre, con mi pañuelo en la cabeza y cubriendome el torso tan solo una chaqueta de cuero abierta que dejaba ver todos mis tatuajes. Cosas peores habría visto la chica. Me quedé en una esquina, fumándome un cigarro mientras pensaba a donde podríamos ir, sabía que Lucifer no querría que hiciera absolutamente nada con ella, ni salir por ahí a matar, ni obligarla a hacer cosas que no quisiera, ni jugar con ella... Nada. Eso supondría mi muerte pero, al menos, podría llevarme bien con ella, hacernos amigos y, bueno, quizá después de un timpo su "papaito" la dejara venir a jugar con el anticristo... Suspiré, no tenía ni idea de como podía salir aqueñño, era demasiado impulsivo y esa era una de las veces en las que actuaba casi sin pensar, por eso estaba en la cripta de Lucifer, en su hogar, esperando entre las sombras a que llegara su hija para hablar con ella y camelarmela... Joder, al final iba a tener razón todo el mundo... Estaba como una cabra! Pero era feliz así... Y no pensaba cambiar por nada del mundo!

Acababan de terminar las clases, menudo toston, no me desagradaba comportarme como una humana para pasar desapercibida, de echo muchos se quejaban de que se me daba demasiado bien, pero eso de ir al instituto me mataba. Las clases de Historia eran detestables, sobretodo en cuanto a mitos se trataba, si ayer pintaban a mi padre como si fuera un fauno, hoy era algo parecido a un minotauro, joder, eran menos originales... suspiré. Caminé por el pasillo y llegué a mi taquilla, deje los libros como cada día y luego entre al baño, me teletransporte al cementerio.

El reloj marcaba las 4 en punto, perfecto papá aún no estaria en la cripta por lo que podia hacer lo que me dara la realisima gana. De nuevo miles de almas errantes por el cementerio, dios me daban incluso algo de grima ... suspire tras pasar una de ellas y entré en "casa", por así llamarlo.

Tras pasar la puerta una sensacion extraña, una energia o una fuerza diferente a la de mi padre, y no era de un demonio, almenos no al 100%... miré a mi alrededor y vi a un chico, un tanto raro, alce una ceja y puse cara extrañada. Resoplé quizá era otro de mis super guardaespaldas a los que tenia ganas de asesinar.

- ¿Y tú quien eres? Y lo más importante... ¿Quien te ha dejado entrar?

Me acerqué a él para verlo más de cerca y arrugué el morro, no me sonaba albsolutamente de nada.

La puerta de la cripta no tardó demasiado en abrirse, vaya, al final había ido en el momento adecuado. Seguía con la espalda apoyada en la pared pero tiré el cigarro al suelo(que ya era solo la colilla) y lo apagué con el pie. Entonces ella entró, miró a su alrededor con el ceño fruncido y enseguida me vio, alzó una ceja y resopló. No se acercó, simplemente se mantuvo a una distancia "prudencial" de mi y enseguida habló preguntándome quien era y quien me había dejado entrar. Ella se acercó a mi, no demasiado, para intentar ver si me reconocía, arrugó el morro como señal de que no tenía ni idea de quien era y, al fin, dejé mi oscuro rincón y empecé a caminar con una media sonrisa en mis labios hasta quedar frente a ella, era algo más baja que yo y tenía aspecto de niña buena, me pregunté si había elegido aquel cuerpo adrede... O si era el suyo de verdad, aunque dudaba bastante eso.

-Puedes llamarme Ashba, princesa... - le cogí la mano y se la bese, de forma caballerosa, enseguida la solté y empecé a caminar por la cripta, dando vueltas. - Bueno, podría decirse que soy sirvo de tu padre, él mandó que me crearan y supongo que tiene planes para mi... Como para todos. - me encogí de hombros y la miré. - Pero... Quería conocerte. He oído hablar de ti y creo que lo menos que podía hacer era... Venir y presentarme formalmente. - sonreí.

Ella parecía realmente sorprendida y extrañada a partes iguales por mis palabras pero me daba absolutamente igual, estaba actuando, como siempre, y esa era una de las reacciones que quería causar en ella. Lo único que quería era impresionarla y quizá hacerme su amigo, eso me vendría bien dadas las circunstancias, haría que me acercara a Lucifer y así... Podría darme todo el poder que quisiera, además, la chica no estaba mal... Terminé por volver a acercarme a ella y quedarme frente a frente, esperando que dijera algo, cualquier cosa...