I Promise This Won't Hurt (Cath!)

Una noche más y me estaba empezando a aburrir de Houston, para variar. Me habían echado de todos los locales interesantes y en algunos hasta me habían prohibido la entrada "de por vida", pero si dejaba de aparecer por allí durante un tiempo seguro que todo se les olvidaría con tal de conseguir dinero y conmigo, sin duda alguna, se forraban. Así que mi brillante plan era privarlos de mi "Maravillosa, Encantadora y Genial" compañía durante unos días pero... ¿Tenía que joderme yo y pasar unos días sin salir por ahí, ni emborracharme, ni conocer a chicas, ni drogarme? Lo tenían claro. Así que el pueblo fue mi primera opción, algunas noches estaba realmente muerto pero otras se podía sentir la noche como en cualquier otra gran ciudad y solo esperaba que aquella fuera mi noche de suerte. El priemr paso era buscar algún camello, conseguir droga y luego agenciarme un par de botellas de Jack Daniel's el resto venía prácticamente solo: Las chicas, los baños públicos, la diversión... Aquella noche llevaba unas botas, mis pantalones de cuero y unos tirantes como única prenda para mi torso, ah! y un pañuelo en el cuello con calaveras que me encantaba... ¿Quién necesitaba camiseta? Hacía poco me había hecho un piercing en el pezón inzquierdo y había que lucirlo, mi pelo estaba muy cardado y no iba demasiado maquillado, simplemente los ojos. Paseaba tranquilamente en busca de un callejón oscuro en el que estaba seguro de que habrían camellos, prostitutas y gente demal vivir y, efectivamente, encontré de todo en aquel oscuro callejón aunque quizá más de lo que me hubiera gustado... Cuando me adentré en el callejón me choqué contra alguien que salía corriendod e él, aterrorizado y que parecía que estaba a punto de mearse en los pantalones, cuando me vio se asustó aún más y salió corriendo dejando en el suelo varias bolsitas con droga... ¿Desde cuando un traficante salía corriendo así y regalaba la droga de aquella manera? No me importaba, era mi noche de suerte(o eso creía). Me adentré en el callejón para chutarme algo de aquella droga y poder empezar mi ronda y entonces fue cuando me di cuenta de que no estaba solo y contemplé la escena: Había una pareja en la zona más oscura del callejón, en principio todo era normal, pero el reguero de sangre que había debajo de la chica no, y el chico estaba demasiado centrado en su cuerpo y ambos llevaban ropa y... Definitivamente, algo no iba bien. Decidí acercarme a ver que estaba apsando allí y el tipo alzó la cabeza al escucharme, me di cuenta de que tenía la boca manchada de sangre y los ojos le billaban.

-¿Pero qué coño...? - fue lo único que conseguí decir.

El tipo se abalanzó sobre mi, más exactos, sobre mi cuello e intentó morderme, yo le di un puñetazo y lo alejé de mi, pero nos enzarzamos en una pelea brutal de la cual ninguno salió ileso... Dicen que la curiosidad mató al gato y también dicen que yo me parezco mucho a un gato así que... ¿Cuándo aprenderé a no meterme dodne no me llaman? Quizá aquella noche me merecía lo que me había pasado... Quizá...

Vale. Ya está bien de descanso por ahora, me dije a mí misma.

Estaba tirada en el sofá de mi casa, mirado la tele sin ver realmente ninguna de las imágenes que por su pantalla discurrían. Era cerca de la medianoche y estaba más aburrida que una ostra, con un exceso de energía acumulado en mi interior. Hacía varios días que mis poderes no se manifestaban en modo alguno, ni siquiera cuando dormía, y en cierto modo eso contribuía a que me sintiese más confiada que en los últimos tiempos, pero también a aumentar la energía que crecía cada vez más y más en el interior de mis músculos.

Me estiré en el sillón y me senté de forma correcta, sin dejar de juguetear con el mando de la televisión. En realidad, estaba tan inquieta e incómoda porque hacía demasiado tiempo que no iba de caza, y eso bien lo sabía yo. Desde el ataque de Odette y más aún desde la charla con Alex, no había salido a hacer mi trabajo ni una sola vez.

Y ya estaba bien. Ya era hora de recuperar el tiempo perdido, o si no acabaría por oxidarme.

Así que apagué la tele sin demasiados miramientos, corrí a mi cuarto a cambiarme y cogí mi bolso para ir de caza, el que era tipo mochila.

Salí de casa vestida con unos pantalones negros, una camiseta negra de asas y una chupa de cuero negra por si acaso hacía frío, y me dispuse a hacer una ronda rápida por los callejones antes de marcharme al cementerio, que es donde suele estar la marcha de verdad. Aunque, si lo que querías era fantasmas, mejor mirar en casas abandonadas y cosas así.

No esperaba encontrarme nada en las calles, a lo sumo uno o dos camellos traficando, prostitutas con clientes y cosas así. Tal vez incluso un vampiro, pero eso con mucha suerte, pero no esperaba tenerla. Por eso casi me paso por alto a los chicos que estaban peleando en uno de los callejones, antes de advertir el cuerpo desangrada de una joven a pocos pasos de ellos, y la extrema palidez y los dientes suplementarios de uno de los combatientes.

El otro chico era humano. Peleaba bastante bien, pero no parecía saber a qué se enfrentaba, no realmente. No era un cazador. Así que esperé a que se separasen un poco en medio de la pelea para darle una patada en el pecho al vampiro y mandarlo al interior del callejón, a la zona más oscura.

Lancé una rápida mirada al humano mientras dejaba caer mi bolso al suelo y desenfundaba mi mejor cuchillo, examinando de modo veloz sus heridas. No parecía haber sangrado sobre él, y tampoco le había mordido ni le había dejado heridas que pusiesen su vida en peligro de forma inmediata, así que me di la vuelta para internarme en las sombras y arrojarme sobre el vampiro. Peleamos durante unos momentos, pero la cercanía de la sangre de la chica le dejó momentáneamente aturdido y no supuso un gran obstáculo. Le clavé el cuchillo en la zona vulnerable de la garganta e hice presión hasta seccionarle la cabeza por completo, que cayó a un lado con un ruido sordo.

Suspirando, regresé a la zona de luz para recuperar mi bolso y examinar los desperfectos de la batalla (como poco debía estar bastante salpicada de sangre), pensando que el chico ya se habría largado.

Cuando estaba en mitad de la pelea con aquel tipo, me había dado cuenta de sus enormes colmillos, así que supuse que no era demasiado humano así que fue a matar. Intenté hacerle sangre, cortarle, lo que fuera, necesitaba saber si su sangre también me hacía más fuerte, porque casi había olvidado la sangre de demonio que se había covnertido junto con las drogas y el alcohol lo único que consumía día a día. En un momento dado le golpeé con fuerza en la mandíbula, dislocandosela, y haciendo que se echara hacia atrás, iba a atacarle ahora con más fuerza y probar su sangre pero una chica se interpuso entre nosotros y le dio una patada en el pecho a mi contrincante lanzándolo aún más lejos, junto a la chica con la que había estado antes. Observé la escena con una mueca en mi cara, la chica sacó un enorme cuchillo de su bolso y luego lo djó caer al suelo haciendo que un sonido metálico llegara a mis oídos ahora si que estaba extrañado. Se adentró en las sombras y peleó contra aquel tipo, lo sabía por los ruidos y sonidos que escuchaba, decidí aprovechar y fisgonear en el bolso de la chica, cuando me agaché y lo cogí me sorprendí aún más, solo habían armas, botellas de agua con rosarios en el interior y libros antiguos en idiomas que habían dejado de hablarse lo menos hacía 2000 años. ¿Quién leches era esa chica? Me aparté del bolso justo a tiempo, porque salió de entre las sombras y me dedicó una mirada interrogante, como si yo no tuviera que estar ahí o algo así.

-Mmmm ¿Qué prefieres que te pregunte antes? ¿Qué era eso o por qué llevas un bolso lleno de armas? - pregunté estudiandola detenidamente, vale, la chica tenía un polvazo y... el cuchillo que lleaba en la mano estaba manchado de sangre. Instintivamente me puse alerta pero el olor me llegó. - Esa sangre.... - Me callé. Tenía que cotnrolarme para no parecer un maldito maníaco o algo por el estilo así que me mordí el labio inferior y suspiré. - ¿Sabes? Podía haberme encargado de esa cosa perfectamente yo solito... Lo tenía todo controlado!

Salí de las sombras del callejón pensando en qué iba a hacer con el cuerpo de la chica muerta. Con el del vampiro no había problema, esos bichos se desintegraban sin dejar rastro nada más morir, pero en el caso de los humanos era más complicado. Lo más lógico y sensato sería dejar el cuerpo allí donde estaba, confiando en que tarde o temprano alguien lo encontraría y avisaría a las autoridades. Sí, era lo mejor que podía hacer, su familia se merecía saber dónde estaba ella y por qué nunca había vuelto a casa, no sería justo que quemase el cuerpo o lo trasladase de lugar.

Me aparté el cabello a un lado y contuve un suspiro pesaroso. No había llegado a tiempo para salvarla. ¿Cuántos más habrían muerto mientras yo me tomaba un descanso de la caza? ¿A cuántos podría haber salvado de no haberme comportado como una egoísta?

Sacudí la cabeza levemente. Había recorrido muchas veces ese camino desde mis inicios en la caza, y había aprendido que no llevaba a buen lugar. Lamentarme por lo que no había hecho no servía de nada. Lo único que servía era corregirlo para la próxima vez. La próxima vez sería más rápida, saldría de casa en cuanto se me ocurriese la idea. La próxima vez, salvaría a la víctima.

Me quedé bastante sorprendida cuando vi al chico que luchó contra el vampiro todavía allí sentado, con gesto taimado. No esperaba que siguiese allí, lo normal era que huyesen despavoridos en cuanto se veían libre del ataque del monstruo.

-¿Nunca te han dicho que no se debe fisgonear en el bolso de una señorita? -repuse en tono algo cortante.

Me lancé una rápida mirada para comprobar los desperfectos: tenía los brazos y el rostro manchados de sangre y la camiseta algo desgarrada en varios puntos, algunos arañazos sin importancia en los brazos (había tenido la precaución de hacerle caer debajo a él). Nada grave.

- Puede que lo llevases bien, pero estabas lejos de ganar chaval. Estaba jugando contigo antes de matarte, es lo que les gusta. Y con las manos desnudas no se puede nada contra ellos -espeté.

Hice un movimiento brusco con los brazos y me di cuenta de que aún llevaba el cuchillo en la mano. Debía tener el aspecto de una psicópata o algo así, así que recogí mi bolso y saqué un pañuelo para limpiar la hoja antes de devolverla a su funda y volver a guardarlo todo. Me eché el bolso a la espalda, me llevé dos dedos a la frente y dije:

-Deberías volverte a tu casa, estarás más seguro allí. Adiós.

Y me di la vuelta para marcharme.

Alcé una ceja mientras escuchaba a aquella chica que no me había contestado ninguna de las pregutnas que le había hecho, perfecto, estaba hablando con una sorda o con una pasota... Aunque la verdad, prefería a las sordas, esas al menos saben utilizar sus otros sentidos a la perfección... Sobretodo el del tacto... La chica empezó a decirme que no habría aguantado contra aquel tipo, que solo estaba jugando conmigo esperando para matarme pero ella no sabía que yo era medio demonio y solo por eso yo tenía más ventaja que ella en ese combate pero decidí no entrar al trapo porque acabaríamos discutiendo y no me apetecía discutir con una chica así, de hecho se me ocurrían cientos de cosas que hacer con ella que no fueran discutir... Suspiré de nuevo y miré como limpiaba la hoja del cuchillo y lo
guardaba, adiós a mi oportunidad de poder comprobar si aquella cosa era
un demonio o qué. Pusé una expresión de descontento, la típica que ponía
sacando morritos y me crucé de brazos. Observé atentamente como ella se colgaba el bolso a la espalda y se despedía de mi. Se dio la vuelta, dispuesta a marcharse y empezó a caminar.

-Eh! - la llamé. - ¿Esa cosa era un demonio? - le pregunté sin más. Sin esperanza de que siquiera se girara hacia mi ni me cotnestara, las pasotas era lo que tenían... Que cuanto más atención les prestabas, más pasaban de tí. Y cuanto más pasaban de tí, más atención les prestabas y más te interesabas por ellas... El maldito círculo vicioso que solo se consigue romper cuando te estás tirando a otra... - Por cierto... ¿Cómo te llamas, preciosa? ¿Buffy Cazavampiros? - bromeé.

Me dirigí a la salida del callejón, ahora desierto a excepción de nosotros dos y el cuerpo de la chica muerta, que pronto comenzaría a atraer alimañas de todo tipo. No era seguro continuar allí por más tiempo, por no hablar de que sería complicado explicarle a la policía qué hacíamos allí con el cadáver de una desconocida desangrada. Máxime cuando mi bolso estaba lleno de utensilios que podían servir perfectamente para causar esas heridas y otras más graves aún. No quería ganarme fama de peligrosa en el pueblo, no era la mejor de las ideas.

Me llamó, y no tenía pensando responderle cuando mencionó a los demonios. Me detuve en seco, sin darme la vuelta.

-¿Qué sabes tú de los demonios? -espeté, con tono bajo.

Lo que menos necesitaba ahora era haberme topado con algún civil que conocía el mundo sobrenatural, o que estuviese chalado. Por el lugar y la situación en los que me lo había encontrado, cabía pensar que tal vez fuese un drogadicto o algo así, y de esos puedes esperarte cualquier cosa.

Estaba a punto de seguir caminando, sin hacerle demasiado caso, cuando salió con lo de Buffy. Bufé, incliné la cabeza a un lado y me giré levemente para mirarle.

-Ves demasiado las series para adolescentes. Yo diría que no tienes edad para eso.

Ahora que lo miraba bien advertí algo que antes se me había pasado por alto.

-¿Se puede saber qué haces sin camiseta?

Cuando la llamé, ni siquiera hizo ademán de girarse pero bueno, aquello ya me lo esperaba aunque cuando mencioné lo de los demonios se paró en seco, esbocé una media sonrisa al imaginar la cara que debía haber puesto en aquel momento y se formó en mi cabeza la idea de que aquella chica quizá hacia lo mismo que Amanda: cazar demonios. La mejor forma de descubrirlo era aquella y su pregunta con aquel tono tan hostil me dejó claro que ella sabía algo de todo eso, pero no quería soltar prenda y mucho menos a mí, un desconocido que estaba lleno de arañazos y que se acababa de encotnrar peleando contra algo con colmillitos digno de una película de terror de serie B... o Z! Cuando le solté lo de Buffy Cazavampiros fue cuando definitivamente se giró hacia mi y mirandome me dijo, de nuevo con un tono un tanto hostil, que aquello solo era una serie para adolescentes y que yo no tenía edad para ver esas cosas... ¿Y ella que se creía? ¿Acaso me estaba llamando abuelo o algo? Además, si había alguna razón de peso por la cual yo viera Buffy Cazavampiros estaba calara: La rubia tetona peleando y machacando vampiros tenía un morbo tremendo, su amiga la bruja lesbiana y su novia más de lo mismo, luego estaba la pija del instituto con un polvazo tremendo y con cara de comerselas como salchichas y por último, aquella cazadora mala o Dios, Esa era la mejor!!! Mientras mi mente se había perdido durante unos segundos(o minutos o yo que sé el tiempo que fue) entre los pechos de Buffy Cazavampiros, aquella chica seguia delante de mi y pasa variar, no me había respondido mi pregunta... ¿Tan difícile ra decirme su nombre? A cambio me había hecho otra igual de sencilla de contestar, ¿Por qué no llevaba camiseta? ¿No era obvio? A veces, sin duda, no entendía a las mujeres. Si llevas demasiada ropa, se quejan porque llevas demasiada ropa. Si llevas poca ropa se quejan porque llevas poca... ¿Es que no podían aclararse de una maldita vez? Me limité a fruncir el ceño y acercarme un poco a ella, acortando la distancia que nos separaba, que era mucha para mi gusto, ya que cuando hablaba con alguien me gustaba mirarle a los ojos, ya se sabe, los ojos son el espejo del alma...

- ¿En qué orden prefieres que te responda? - le pregunté aún mirandola con el ceño funcido. - Verás, sé que los demonios existen y que hay gente que los caza... Algo me dice que tu perteneces al segundo grupo. - esbocé una media sonrisa. - Y en cuanto a tu otra pregunta... ¿Acaso te molesta? ¿Qué pasa? ¿Es que no estoy lo suficientemente bueno como para ir por ahí sin camiseta? - pregunté alzando una ceja. - Bah, simplemente no me apetecía ponerme una camiseta, ya sabes, así ahorro tiempo y además es una prenda menos que quitar en caso de... Bueno, tu me entiendes... - le guiñé un ojo. - ¿Y qué? ¿Me vas a decir tu nombre o voy a tener que inventarme uno?

Al parecer no había escogido bien la noche para reincorporarme al trabajo. Primero llegaba tarde a salvar a una chica, y por poco tampoco llegaba para salvar a quien se había peleado con el vampiro que la mató, y por encima ahora él empezaba a fastidiarme. Me pregunté por qué diablos había empezado a pelearse con el vampiro. ¿Conocía a la chica muerta, tal vez? No, no lo veía probable. No parecía muy afectado por el suceso, a decir verdad. De hecho, ni siquiera le había lanzado la más leve de las miradas, al menos desde que yo había hecho mi aparición. Lo más probable era que simplemente se los hubiese encontrado cuando el vampiro estaba en plena comida, y lo cierto es que a nadie le gusta que le interrumpan cuando come. Además, a los chupasangres les gusta más la comida caliente, y seguramente la chica había muerto ya hacía un rato, con lo que al presentársele un inconsciente como aquel no había podido resistirse. ¿Quién se resistiría a un refrigerio con patas que prácticamente se le ofrecía en bandeja? Él solamente había estado en el lugar equivocado en el momento menos apropiado, y por ello había tenido que luchar por defender su vida.

Pero entonces mencionó lo de los demonios. Él no era cazador, eso estaba claro. Entonces, ¿cómo sabía de su existencia y de la de quienes acabábamos con ellos? Había algo extraño en él, sobre todo su calma a la hora de enfrentarse con aquella criatura que era tan obviamente sobrenatural. Era un humano conocedor del secreto que se oculta en las sombras de la noche, y uno que se lo tomaba con una tranquilidad pasmosa. Había algo que no encajaba del todo en él.

-¿Cómo sabes tú todo eso? -murmuré, con voz queda pero autoritaria, sin variar un ápice mi posición.

Pasó como un buen rato ensimismado, y con una cara que dejaba entrever muy a las claras sus pensamientos, cuando le dije lo de Buffy cazavampiros. Lo cierto es que no era muy mayor, lo suficiente como para haber visto esa serie más o menos en la época en la que las hormonas se disparan por completo. Y resultaba obvio que le había gustado bastante, aunque no precisamente por su argumento ni nada semejante...

Contuve un bufido de exasperación mientras aguardaba alguna reacción por su parte. Podía cortarse un poquito, la verdad, aunque lo más seguro era que ese término no entrase siquiera dentro de su vocabulario. No parecía de los que se cortan en ninguna situación, al menos eso dejaban entrever su aspecto y su actitud, y sus propias palabras no hicieron otra cosa que confirmar mi teoría.

Ignoré sus primeras preguntas por completo.

-Tienes suerte de que sea una noche cálida. Pero aún así, deberías vestirte -espeté con firmeza, viendo como se acercaba. En la semipenumbra que ocultaba parcialmente mi rostro, reí por lo bajo sin rastro de humor.- ¿No lo has hecho ya? Lo digo por lo de Buffy....Pero de todas formas, es mucho pretender por tu parte que te diga mi nombre sin que tú te hayas presentado primero.

Sin duda alguna me había topado con un hueso duro de roher y aquella chica me lo estaba poniendo todo tremadamente difícil. No ayudaban las miradas que me echaba ni su si actitud y la maestría con la que esquivaba mis preguntas y hacía y decía lo que quería pasando de mi con una facilidad pasmosa me empezaban a molestar así que cuando habló no pude evitar hacer una mueca. Vale, había intentado ligar con tías más difíciles que ella pero siempre había tenido la ventaja de poder emborracharlas o hacer que se drogaran y con tal de que me marchara y las dejara en paz hacían lo que hiciera falta, sí, mis estrategias siempre tan buenas, pero, para empezar, no quería ligar con ella... Sólo averiguar alguna cosa más sobre aquel ser sobrenatural, no tenía el comódin del alcohol y estaba seguro de que no se iba a drogar si le afrecía algo así que... Estaba jodido y solo me quedaba la opción de aguantar allí y jugar un poco con ella hasta que accediera a responder a mis preguntas. Cuando me preguntó como sabía de la existencia de los demonios me limité a sonreirle de lado y a encogerme de hombros. No pareció hacerle mucha gracia que me acercara a ella pero no me detuve hasta estar a unos centímetros de distancia, escuché sus palabras y sonreí.

-Bueno, si tanto te apetece saber mi nombre... Puedes llamarme Nikki, Y tú....

Me callé de golpe e hice una mueca, empezaron a darme pinchazos en la cabeza y a darme vueltas todo, no tenía muy claro si era una visión, que hacia tiempo que no tenía, o si era algo peor. Aquella otra parte de mi siempre aparecía en los momentos menos indicados y ahora mismo no me sería de mucha ayuda. Aguanté el dolor mordiendome el labio ifnerior y apretando los puños con fuerza y esperé a que pasara pero entonces lo vi....

- Mierda... Tenemos que salir de aquí, ya vienen! - la cogí del brazo y estiré de ella intentando que se moviera. - ¿Qué leches te pasa? ¡Van a venir más y no podremos con todos! - mi tono de voz había cambiado y ahora estaba preocupado, no por mi, por lo que había visto, por lo que podía pasar...

Solo esperaba que por una vez ella confiara en mi, que era un completo desconocido, y evitara cualquier cosa que podía pasar en ese oscuro callejón.

Al parecer no estaba tan oxidada como había pensado, me dije. Por la expresión de desagrado de aquel chico pesado, resultaba bastante obvio que no había perdido aquella habilidad para esquivar preguntas y salirme por la tangente que tan necesaria era en aquel trabajo y tanto me había costado adquirir. Al final estaba resultando que las palabras de Jeremy eran ciertas: aprender a cazar era como aprender a montar en bici; al principio cuesta un poco, pero lo que aprendes es para toda la vida. Si lo dejas por un tiempo y luego vuelves puede costarte un poco el reincoporarte, pero sigues sabiendo lo que tienes que hacer. Y una vez coges práctica de nuevo, es como si nunca lo hubieses abandonado.

Aquella capacidad de desviar las preguntas era una de las que resultaba más útiles para nosotros; te ganaba algunos enemigos, y el desagrado de mucha gente como en el caso que tenía delante de mis narices, pero eso solo pasaba cuando se daban cuenta de lo que estabas haciendo. La mayoría, ni siquiera se percataba que no le habías dado ni una sola respuesta realmente. O, si lo hacían, era cuando ya no importaba, cuando ya era demasiado tarde porque tú te habías marchado ya y no tenían forma de arreglarlo. Esos eran mis preferidos. Probablemente fuesen los enemigos más acérrimos que podías ganarte, pero eso solo sucedía cuando ya estabas a kilómetros de distancia de ellos, y con toda probabilidad no volverías a verlos en toda tu vida. O la suya, dependiendo de cual durase más. Y una no puede confiarse nunca a ese respecto: puede que sea como veinte años más joven que las personas a las que engaño y salvo, pero con el trabajo que llevo a cabo lo más probable es que acabe muriendo joven, siendo asesinada de alguna forma horrible y violenta en algún lugar alejado de la mano de Dios y sin que mi cuerpo sea hallado nunca. Es el sino del cazador, de quien juega con las Tinieblas y arriesga su vida una y otra vez para luchar contra cosas que no deberían existir.

En realidad es algo que todos sabemos. No hay esperanza para nosotros: estamos muertos desde el instante en que ponemos un pie en este mundo oscuro. Y el tiempo que transcurre entre que entramos en la noche y abandonamos esta vida definitivamente, es tan solo un mero trámite sin importancia. Es algo que aguardamos y, en el fondo, deseamos. Ansiamos con toda nuestro ser que ese momento llegue, para liberarnos de una guerra absurda, una guerra que no podemos ganar y que nos pesa en el corazón como mil piedras. Y también porque tenemos la esperanza de verles: a nuestros seres queridos, a aquellos que nos fueron arrebatados y por quienes entramos en esta batalla. Tal vez sea por eso por lo que entramos, a decir verdad: buscamos el pretexto para morir, la oportunidad de que alguien haga lo que nosotros no nos atrevemos a hacer por cobardía: quitarnos la vida.

Sacudí la cabeza para alejar esos sombríos pensamientos de mi mente, gesto que quedó disimulado por el juego de luces y sombras que se producía sobre mi cuerpo. En ese momento advertí que el desconocido había seguido avanzando en mi dirección y se había detenido a escasos centímetros de mí. No era algo que me resultase agradable, no me gusta que invadan mi espacio vital, pero me contuve de hacer ningún gesto. El chico no había respondido a mi pregunta sobre los demonios, pero al menos se había presentado, y la educación me obligaba a hacer otro tanto.

-Cath -murmuré.

Y, antes de que pudiese agregar nada más, hizo un gesto que supe identificar como causado por el dolor de una visión. No en vano yo misma lo sufría a veces.

Iba a preguntarle algo, cuando de pronto reaccionó algo alarmado y me aferró del brazo para tirar de mí. No me moví del sitio, tratando de contenerme, pero fue demasiado para mí: me solté de un brusco tirón y, con esa misma mano, le pegué un bofetón en la cara que resonó por todo el callejón.

-¡NO ME TOQUES! -chillé.

Cuando la cogí del brazo no reaccionó, se quedó clavada en el suelo mirándome con sorpresa y como si no subiera bien como reaccionar, le estiré apra que se moviera, joder teníamos que marcharnos y lo único que conseguí fue hacer que me soltara una bofetada que resonó por todo el callejón y un grito por su parte. Mir eacción fue soltarla de golpe y sin entender muy bien lo que había pasado me llevé una mano a mi mejilla, que ardía y debería estar poniendose algo roja y entocnes suspire. La cosa que había matado no estaba solo, eran varios los que "cazaban" en la zona e iban a reunirse con él, en mi visión nos encontraban y sólo llegué a vernos en problemas... Problemas muy graves de los que no parecía que fuermos a salir por eso teníamos que escapar antes de que fuera demasiado tarde pero tenía que hacerla entrar en razón y eso iba a ser difícil. Jugandomela otra vez, la cogí de nuevo con fuerza del brazo y sin decirme nada evité otro de sus golpes.

-Eh, eh, eh. ¡Escuchame! - le dije para intentar tranquilizarla y la solté por si eso ayudaba. - No nos queda demasiado tiempo, o salimos de aquí o nos convertiremos en la cena de los amiguitos de ese. - le dije claramente. - Me da igual que vayas de super cazadora y lo que quieras, yo también tengo bastante fuerza pero no vamos a poder, ¿Vale? Y no me preguntes nada, solo..... Confia en mi.

Que fácil era decir todo aquello, pero que difícil de creer. Cómo nos habíamos encotnrado y mis pintas no ayudaban pero estaba harto de que la gente juzgara solo por la apariencia, nunca puedes juzgar un libro por la tapa o un concierto por el cartel del grupo... Es una totnería pero en la maldita sociedad en la que viviamos la apariencia y el aspecto físico lo es todo. En Los Ángeles al menos pasaba más inadvertido camuflado entre los mios o cuando tocaba en mi grupo y aunqueya llevaba meses en el pueblo me seguía sintiendo como un extraño, porque aquel no era mi hogar y nunca lo sería. Noté que no estaba nada segura de mis palabras y mucho menos si la tocaba, parecía que aquello no le gustaba demasiado.

-Por favor... - me limité a decir casi en un susurro.

Aquello fue lo último que pude decir porque enseguida escuchamos un sonido destrás de nosotros, aunque no era uno eran varios y nos rodeaba, faltaba poco para que aquellos seres saleiran de la oscuridad y solo teníamos una última oportunidad para salir de allí con vida, era algo muy arriesgado y lo más seguro es que me llevara una bofetada, arañazos mordiscos y...bueno... Pensandolo bien no era nada que no me hubieran hecho otras veces ni en otras circunstancias. Cogí aire antes de hacer lo que tenía pensado y bajo la atenta mirada de Cath la cogí en brazos y salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo... En aquel momento me alegré de ser medio demonio porque mi fuerza me ayudó a levantarla sin problema alguno y mi velocidad había aumentado al beber más sangre de demonio así que todo el conjunto ayudó bastante...

Cuando el dolor de la visión se detuvo, él estaba preocupado por lo que fuera que había visto. Debía tratarse de algo serio, algo importante y que nos atañía a los dos y probablemente a nuestras vidas, por lo que dijo. Me quedé inmóvil unos segundos, observándole en silencio y reflexionando sobre sus palabras y la posible amenaza que de ellas se colegía, pero al chico eso no le pareció demasiado sensato o positivo. Por eso me aferró del brazo para hacerme moverme y sacarme de allí. Lo que no se esperaba era mi reacción: en vez de hacerle caso y dejarme llevar, le propiné una bofetada y un grito que resonaron en el oscuro y semidesierto callejón en el que nos encontrábamos.

Sabía que no debía haber hecho eso. Era consciente de que había sido una reacción desmesurada y no demasiado oportuna, ya que seguramente Nikki no hubiese agarrado a nadie de aquel modo de no ser algo importante. O tal vez sí que lo hubiese hecho; no podía saberlo, no lo conocía lo suficiente como para poder decirlo con seguridad. El caso es que no había podido evitarlo. No soporto que me toquen, pero eso él no tenía forma de saberlo.

Mi propia reacción me dejó un tanto atónita, asombrada por lo que había hecho. Nunca antes había golpeado a nadie solamente por haberme agarrado. Aquello era una clara muestra de lo mal que iban las cosas; mi problema se estaba agravando más y más a cada día que pasaba. Sobre todo, desde la paliza de Oddy. Jake había sido una excepción momentánea, tal vez por que me había salvado la vida y yo había salvado la suya al mismo tiempo. Pero, tras su marcha aquella noche, sentía que mis barreras y mis impedimentos habían vuelto a su lugar.

Tal vez necesitase ayuda médica, al fin y al cabo. Pero no era momento para ponerse a pensar en esas cosas.

Nikki estaba preocupado, pero se había repuesto de la sorpresa inicial y seguía empeñado en sacarnos a ambos de allí. Volvió a agarrarme del brazo con fuerza, la suficiente como para dejarme una marca, aunque en ese momento no advertí nada. Ni siquiera fui consciente de que había tratado de propinarle otro golpe hasta que le vi esquivarlo. Solo era capaz de notar la aversión que me producía el que alguien me estuviese tocando.

-No me toques -repetí, esta vez en tono más bajo.

Me soltó, lo cual me permitió pensar con más claridad y volver a mi mentalidad profesional.

-¿Vienen más vampiros? ¿Cuántos has visto? ¿Por dónde vienen? -inquirí.- No voy de súper cazadora, tienes razón hay que salir de aquí cuanto antes. No tendríamos ni una oportunidad contra ellos...

Era cierto. No tendríamos ni una sola oportunidad contra más vampiros. Primero porque no tenía ni idea de qué grado de entrenamiento podía tener él, y segundo porque yo misma estaba algo oxidada y no tenía armas ni tretas suficientes como para enfrentarme a más de uno por vez. Teníamos que escapar de allí cuanto antes.

Aún así, me costaba fiarme del todo de el. No era por su aspecto físico; a esas pintas y otras peores ya estaba acostumbrada, los seres sobrenaturales adoptaban aquellas formas y otras con tal de atraer a sus presas, causar terror o simplemente llamar la atención por un rato. No, lo que me pasaba a mí era que desconfiaba de todo el mundo. Hasta que alguien se ganaba a pulso mi confianza, no daba el brazo a torcer y permanecía alerta y desconfiando en cada ocasión. Y menos aún sería capaz de pensar con suficiente racionalidad si alguien me estaba tocando.

Por eso dudé, y entonces casi fue demasiado tarde.

Comenzaron a rodearnos en la oscuridad. Les oía perfectamente, desplegando su mandíbula de colmillos y moviéndose con suavidad, con lentitud. Sabían que estábamos perdidos hiciéramos lo que hiciésemos, y por ello pretendían jugar con nosotros, alargar el sufrimiento para castigarnos por la muerte de su compañero caído. Lo sabía porque lo había visto antes.

Pero no estaba preparada para lo que sucedió a continuación. De pronto, sentí que alguien me agarraba por detrás y me alzaba en volandas, y a continuación estaba casi volando sobre el suelo en brazos de Nikki. Me contuve para no pegarle, no era momento para hacer eso, pero tuve que recurrir a todo mi autocontrol para ello. Por eso me limité a estar muy quieta, con los ojos cerrados y sin decir nada mientras era transportada de aquel modo lejos del peligro. Cuando nos detuviésemos, aquello se iba a poner muy feo para Nikki.

Mientras corría con Cath en brazos escuchaba como aquellas cosas nos seguían muy de cerca e intentaba asimilar lo que ella me había dicho que eran... ¿Vampiros? ¿Es que también existían? No tenía suficiente con tener que creer en demonios y ahora me decían que los vampiros también existían... Por lo que había visto en la visión eran peligrosos y cuando atacaban en grupo... Aún más. Algo me decía que podría correr cuanto quisiera porque ellos nos seguirían pero tenía que intentarlo, con todas mis fuerzas empecé a correr con una rapidez sobrehumana hasta dejar el callejón tan lejos que cuando me paré de golpe ni siquiera sabía dónde me encontraba, porque no había edificios, solo urbanizaciones y casas a medio construir, estaba todo en silencio y algunas de las farolas estaban fundidas y otras fallaban. Me quedé mirando aquello embobado sin saber cómo había llegado allí y suspiré. La próxima vez me fijaría mejor por donde iba, ¿Por qué un sitio apartado? Si es que era idiota, si nos atacaban allí podrían destrozarnos enseguida... Por suerte había notado que hacía un rato que habían dejado de seguirnos o eso parecía porque ya ni les escuchaba ni les sentía. Suspiré aliviado y dejé a Cath el suelo, que había estado encogida en mis brazos, sin moverse y con los ojos cerrados mientras la había llevado... ¿Por qué me parecía que lo que me iba a pasar ahora era peor que los mismos vampiros? Antes que pudiera pegarme o gritarme me aparté un poco y me disculpé.

-Lo siento... No quería cogerte ni llevarte así pero... No tenía elección... - empecé a decir. - Joder, no reaccionabas y tenía que hacer algo, nos habrían destrozados... Créeme, Lo he visto!

Cath parecía demasiado calmada, demasiado callada y no me miraba directamente a los ojos... Era como la calma que precede a la tempestad y no sabía cómo iba a reaccionar ni lo que iba a hacer o decir. La verdad es que cuando ni siquiera conoces a alguien cosas así enseguida te ponen nervioso porque es un misterio lo que pasará a continuación y con mi experiencia tenía claro que era imposible que me pasara algo normal por una vez en la vida.

-Lo siento, de verdad... - volví a decir algo nervioso. Cuando una fría brisa se levantó de repente volví a mirar a mi alrededor algo extrañado. - ¿Dónde leches se supone qué estamos?

Nos movíamos muy aprisa. Aún con los ojos cerrados, sin ver el paisaje cambiar a nuestro alrededor, podía sentir el viento soplar sobre nosotros con una fuerza y una frialdad propia de los viajes en moto. Estaba claro que Nikki era más fuerte y corría mucho más que un humano normal: si no, los vampiros compañeros de aquel al que yo misma había matado, ya nos habrían dado caza haría un buen rato y estarían acabando con nosotros ahora mismo. Muy probablemente era algo relacionado con aquellos poderes suyos, como aquella visión que había tenido hacía un rato y que le había alertado acerca del peligro que nos acechaba. No era un chico normal y corriente, eso seguro, y empezaba a sospechar qué era él en realidad: un Niño Especial, un chico al que, siendo un bebé, un demonio había alimentado con su sangre para otorgarle ciertas cualidades especiales y utilizarlo para sus fines una vez se hubiese hecho lo suficientemente mayor. Eso explicaría por qué conocía a los demonios, si alguien le había explicado la realidad de su condición, y por qué no sabía nada sobre vampiros, ni posiblemente, otra clase de criaturas.

Procuré no moverme lo más mínimo, tanto para no entorpecer a mi "transportador" como para no romper el escaso autocontrol que mantenía sobre mí misma. No era el mejor momento para empezar a chillar y a volverme loca, no cuando mi vida dependía de que consiguiese llevarnos a un lugar alejado de nuestros perseguidores, a salvo de sus sedientos colmillos.

Cuando estuvimos lo suficientemente lejos de ellos, Nikki se detuvo con un suspiro de alivio, antes de depositarme en el suelo. Esperé a que sus brazos se apartasen por completo de mí, a estar en contacto solamente con el aire nocturno y el templado asfalto del suelo para abrir los ojos y comenzar a moverme. Me puse en pie con movimientos lentos y suaves, respirando acompasadamente y tratando de no estallar. Le ignoré por completo mientras me hablaba, dedicándome a examinar nuestro entorno: un lugar semiabandonado y a medio construir, con un alumbrado público que daba hasta lástima y una sensación de total dejadez en cada una de las piedras del lugar. Qué bonito destino había escogido, a saber por qué lo había hecho.

Me estaba conteniendo como podía, pero perdí el control por completo cuando lanzó aquella pregunta. ¿Dónde leches se supone qué estamos?

-¡Nos has traído aquí sin saber a dónde ibas? -chillé, mi voz reverberando en la noche.- ¿En qué coño pensabas?

Le propiné un fuerte bofetón en la mejilla izquierda, y luego otro en la derecha junto con un arañazo. Le golpeé tan fuerte que lo derribé al suelo y me quedé observándolo desde arriba, sintiendo que la furia en mi interior se hacía cada vez más y más grande hasta convertirse en una tormenta. Respiraba agitadamente, tratando de contenerme y no atacarle en el suelo como estaba, pero no fui consciente de lo que sucedía sobre mi cabeza hasta que el primer relámpago brillo en la noche.

Entonces alcé la cabeza para mirar las nubes negras que instantes antes se arremolinaban en mi interior. Jadeé, sintiéndome muy cansada de pronto, y caí al suelo sin fuerzas.

Cath parecía pasar olímpicamente de mi, centrándose más en observar el lugar en el que nos encontrábamos y en moverse de forma nerviosa que solo conseguía hacerme temer lo peor. Aún no sabía cómo iba a reaccionar y ya había visto que apenas cogiéndole del brazo ya me había dado una buena bofetada por la cual aún tendría la cara roja y ahora... Vaya, otra noche más en la que una mujer termina dándome una bofetada... Qué novedad! Enserio, debería empezar a buscarme otros hobbies porque ya empezaban a cansar... ¿Qué leches les hacía yo a las mujeres para que después de una noche de pasión desenfrenada y lujuria me odiaran y me abofetearan al verme con otra? Quizá eso de largarme a hurtadillas a la mañana siguiente o echarlas sin más diciendo que tenía que trabajar cuando en realidad estaba esperando a otra mujer tendría algo que ver... Pero, no, no era para ponerse así... Y ahora que Cath me había abofeteado simplemente por tocarla, ya no sabía que me faltaba por ver en esta vida... Cuando hablé se paró en seco y me atravesó con la mirada, ella tenía una mirada que podría matar y me quedé sin palabras, tragué saliva y esperé a que llegara la tempestad de golpe porque... ¿Qué más podía hacer? Cath estalló y empezó a gritarme, regañandome por habernos llevado a aquel sitio sin saber a donde iba y insinuando que era más bien cortito y no había pensado en nada. Iba a defenderme, a contestarle pero entonces... ZAS! Otro bofetón en la mejilla izquierda y justo después otro en la derecha que me dejó un arañazo en la mejilla del que empezó a salir un fino hilo de sangre. La miré realmente sorprendido, parecía que estaba fuera de sí y que no se podía controlar, su mirada no hizo más que dejarme claro que aquello no había terminado porque, sin saber cómo, acabé en el suelo, mirándola aún con incredulidad. Por suerte para mi, un relámpago iluminó la noche justo detrás de nosotros, Cath miró hacia el cielo y yo hice lo mismo y vimos como unos enormes nubarrones negros empezaban a llenar el cielo, amenazantes. Bajé la mirada a tiempo para ver como Cath caía al suelo de golpe como si, de repente, se hubiera quedado sin fuerzas por toda aquella explosión de adrenalina que había tenido y de la cual yo había sido el blanco al que lanzarla. Hice una mueca dudando si ayudarla o no, pero para un Nikki sobrio y sin drogas era prácticamente imposible no ayudarla ni acercarse a ella... En el fondo era todo un buenazo... Sí... MUUUUUY en el fondo. Gateando, me acerqué a ella con cuidado de no tocarla, ni siquiera rozarla.

-Eh... ¿Estás bien? - pregunté algo preocupado.

Me llegó un olor a sangre e instintivamente me pasé la mano por la mejilla y al ver aquellos restos rojizos me llevé la mano a la boca. Me sorprendí de que mi sangre supiera parecida a la de Odette, lo que me confirmaba que cada vez era menos humano. Me mordí el labio inferior y me centré en Cath mientras intentaba no pensar más en cosas como aquella que no hacían más que atormentarme día sí y día también... Cath tenía el pelo en la cara y no podía verla, así que no pude evitarlo, fue un acto reflejo y terminé por apartarle un mechón de pelo de la cara y poniéndolo detrás de su oreja con cuidado. Alzó la mirada y me atravesó con ella.

-Puedes pegarme todo lo que quieras... Eso nunca me ha detenido antes y no creo que ahora lo haga. - dije medio de broma medio en serio mientras esbozaba una media sonrisa. Entonces un trueno nos sorprendió y miré al cielo con desconfianza. - Mmmm, Creo que deberíamos irnos de aquí... Tranquila, esta vez cada uno andará por su propio pie, ¿Vale? Pero... ¿Podrías decirme que coño te pasa cuando la gente te toca? - pregunté sin poder reprimirme.

Era algo realmente extraño porque a mi me encantaba que me tocaran y adoraba tocar a la gente... No sé es algo que está en la naturaleza de las personas y hace que todo sea más cálido, más pasional... MEJOR. Esperé pacientemente su respuesta aunque dudé que me la diera porque antes ya había evadido mis preguntas con cierta maestría y no tenía nada seguro que ahora no lo volviera hacer. Joder... ¿POR QUÉ HABÍAN MUJERES TAN DIFÍCILES? Ya, por suerte o por desgracia, no todas podían ser como esas rubias de labios y tetas operados con menos de dos neuronas y que hacían absolutamente TODO lo que les pidieras con tal de que les hicieras un pequeño favorito... Suspiré inmerso en mis pensamientos... DIOS BENDIGA AMÉRICA!

Le ignoré cuanto pude, todo el cuerpo en tensión y realizando movimientos breves y rápidos, algo nerviosos y tensos, tratando de contener lo máximo posible toda aquella tormenta de ira que se iba fraguando lentamente en mi interior. Sabía que, en cuanto le mirase, en cuanto mi atención directa recayese sobre él, estallaría de forma irremisible. Y no sabía de qué forma iba a reaccionar, ni si encontraría forma de frenarme llegado el momento.

Tal vez si lo ignoraba durante el tiempo suficiente, aquella ira ciega que se arremolinaba dentro de mi ser comenzaría a calmarse y a aletargarse poco a poco. Si conseguía mantenerme de espaldas a él el tiempo suficiente, alejarlo de mi vista y de mi oído durante un tiempo crítico, tal vez entonces lograría minimizar mi reacción. Quizás pudiera contenerme y no hacerle daño de verdad, porque estaba segura de que del todo no iba a lograr detener mi reacción. Nadie me tocaba. Nadie podía ponerme un dedo encima sin mi permiso y salir indemne. Eso estaba fuera de discusión.

Pero no pudo ser. Nikki habló, preguntando qué lugar era aquel al que nos había llevado. En condiciones normales eso ya me habría cabreado bastante, por descontado. Pero, en aquellos instantes, fue la gota que colmó el vaso. El tiempo prudencial, ese tiempo en el que ponía mis esperanzas de contención, no había pasado aún, y yo me encontraba en la cumbre del enfado y la ira.

Me volví hacia él en un gesto rápido, seco, para clavar en sus ojos una larga mirada que dejaba traslucir todo lo que sentía por dentro en aquellos instantes, y avancé a pasos cortos y veloces hacia él. Llegué a su altura, aunque pronto dejé de verle realmente. Le percibía de un modo un tanto difuso, lo suficientemente claro como para poder saber dónde estaba a cada momento y en que lugar debía golpear para hacerle más daño. Pero, realmente mi mente estaba ocupada casi por completo por una imagen: la de una tormenta cobrando vida y fuerza, una tormenta de lluvia torrencial, fuerte viento y poderosos relámpagos y rayos.

Una tormenta que solamente era fruto de mi mente, pero que pronto se hizo muy real. Enseguida caí al suelo, perdidas todas mis fuerzas y mi ánimo. Ya no estaba enfadada, tan solo estaba cansada, muy cansada. Lo único que quería ahora era seguir allí tendida, sin que nadie me molestase, y dormir, dormir largo rato.

Pero mis deseos no iban a ser cumplidos. Sentí como de lejos la voz de Nikki hablándome, y pronto sus dedos apartaron con suma delicadeza el cabello de mi rostro. Alcé la mirada para clavarla en él, sin decir nada.

-Estás herido -dije por fin, fijándome en su rostro magullado y en la sangre que discurría por sus mejillas.-

Me levanté como pude, tambaleante, y estuve a punto de caer de nuevo varias veces. Mis ojos regresaron al cielo un par de veces, a las oscuras nubes que comenzaban a vomitar sus rayos. Por algún motivo, supe que lo peor estaba por llegar.

-Tienes razón, hay que salir de aquí cuanto antes...

Cath volvió a evadir mis preguntas y no pude evitar hacer una mueca. Se limitó a decir que estaba herido, oh, vaya ¿De veras? Yo creía que había empezado a llover salsa de tomate del cielo... Observé como se levantaba mientras aún seguía un rato en el suelo atravesándola con la mirada... Joder que rabia me daba que no contestaras a mis preguntas y más aún que pasaran de mi como lo estaba haciendo aquella chica, de nuevo, dijo apenas cuatro o cinco palabras, dándome la razón y diciendo que lo mejor sería salir de allí. Asentí y me levanté, tomándome mi tiempo mientras intentaba controlarme y no empezar a gritar ni a romper cosas, Dios... me estaba empezando a poner de los nervios pero, por fuera... Nunca nadie lo habría adivinado. Era muy buen actor y lo que mejor se me daba en el mundo era esconderles mis verdaderos sentimientos y pensamientos a los demás... Quizá por ello había desarrollado aquella sobrehumana resistencia al dolor, quizá también me estaba mintiendo a mi mismo haciéndome creer que no dolía cuando en realidad, una parte escondida en mi interior, estaba sufriendo por culpa de mi estupidez. Una vez me hube levantado empezamos a caminar sin decir ninguna palabra más dispuestos a volver al centro de la ciudad, donde se encontraba la civilización. Me vi demasiado tentado a preguntarle más cosas pero si me volvía a evitar acabaría saltando y, bueno... No me apetecía demasiado sabiendo lo que podría ocurrir.

-Creo que lo mejor será que volvamos por un camino distinto.. Alomejor esos... vampiros aún siguen rondando esa zona y no me apetece que nos cojan desprevenidos. - me encogí de hombros. - ¿Y bien, Srta. tócame y te mato? ¿Piensas explicarme por qué te pones así con un simple roce o me voy haciendo a la idea de que te pregunte lo que te pregunte no me vas a responder nada?

Poco a poco estábamos llegando a la ciudad y las calles estaban más concurridas: grupos de chavales de botellón, prostitutas en las esquinas y traficantes de droga en los callejones... Sí, aquella era la noche que yo conocía. Aunque me di cuenta de que aquella zona no era la mejor de la ciudad porque todo lo que veíamos parecía peligroso e ilegal, es decir, todas esas cosas que adoraba. Un par de traficantes me reconocieron y me saludaron, estuvieron a punto de venir a venderme cualquier cosa pero negué con la cabeza y les atravesé con la mirada lo que fue suficiente para que no se acercaran. Varias prostitutas nos guiñaron los ojos a Cath y a mi y no pude evitar sonreír como un idiota, la verdad es que había algunas que estaban de muy buen ver y otras... Que me resultaban demasiado familiares.

-¿Dónde coño nos hemos metido? - pregunté murmurando entre dientes para que nadie más que Cath me escuchara. - Bueno... supongo que prefiero esto a los vampiros...

No podía evitar sentir la necesidad de salir de allí corriendo y llegar a cualquier otro sitio, alejado de todo y de todos, sin vicios ni adicciones, solo y sin más distracciones... Aquello solo era un síntoma más de que necesitaba drogarme, el mono empezaba a hacer acto de presencia en mi cuerpo y el primero de los síntomas era aquel: Me volvía antisocial, odiaba y detestaba a la gente y sobretodo estar con ellos, en un lugar lleno de personas... Me agobiaba y no podía evitarlo. Por desgracia el segundo síntoma era sentirme enfermo, no poder moverme ni caminar y querer dormir... Solo esperaba no caer dormido mientras andábamos... Al menos no era como ir puesto de cocaína... Aguantaba mejor dormirme por las calles que la maldita manía persecutoria...

Había sido una estupidez decir aquello, yo misma lo sabía. Vaya, ¿es que no había nada más obvio que pudiese decir? Sobre todo teniendo en cuenta quién era la causante de que estuviese herido. Aunque no era realmente eso lo que había querido decir, pero mi orgullo me impedía hacerlo más a las claras. Lo que de verdad había intentado decir era que lo sentía mucho, que lamentaba haberle atacado de aquel modo. Pero no podía, simplemente no era capaz de despegar los labios y hacer salir aquellas palabras. Era superior a mis fuerzas.

Así que callé y me levanté, contemplándole de reojo. Seguía sentado en el suelo, atravesándome con la mirada. Sabía que no lo había entendido, que mis palabras le habían molestado más que los golpes en sí, pero no tenía modo de repararlo. Preferí callar, pues sabía que una disculpa era lo único que podría aplacarlo y eso era justo lo que no iba a decir. Cualquier otra cosa que saliese de mi boca solo serviría para empeorar la situación, y no era justo que siguiese molestándole después de haberle atacado sin siquiera haber mediado una provocación.

Iniciamos el regreso, tratando de dejar atrás aquella terrible tormenta, pero por mucho que caminásemos no era capaz de dejar atrás una terrible pregunta. ¿Yo he hecho eso? El miedo a la respuesta era casi tan grande como la certeza de que así era. De que yo había desencadenado aquella tormenta.

-Sí, tienes razón. Probablemente sigan por aquí, no suelen dejar escapar a una presa fácilmente.

Se encogió de hombros y por fin lanzó la pregunta que había estado deseando hacer, pero que obviamente no se había atrevido a pronunciar antes. Le miré a los ojos durante un par de segundos, tomándome mi tiempo antes de contestar.

-No soporto que me toquen. No sin mi permiso. Para mí, que alguien me agarre sin haberme pedido permiso antes es como un ataque directo.

Era la primera vez que ponía aquello en palabras, al menos con tanta claridad como acababa de hacerlo. Pero Nikki se lo merecía, después de aquel arranque de furia incontrolada de la que él había sido la víctima.

No dijimos nada más, nos limitamos a continuar caminando en silencio de regreso a la parte viva del pueblo. Aquella zona semiderruida y abandonada era considerablemente extraña. No era demasiado conocida en Townhidden, al menos no por la gente a la que mis tíos solían frecuentar. En todo el tiempo que llevaba por allí, nunca antes había entrado en aquella parte. Me pregunté qué habría sucedido en aquel sitio para quedar en aquel estado. En él se respiraba un cierto aire de abandono y desesperación, había algo malo flotando en el ambiente. Tal vez por ello la tormenta tenía ese cariz tan siniestro.

No fui consciente de que estábamos de vuelta en el pueblo hasta un rato de deambular por aquellas calles, pero pronto me di cuenta de que estábamos en la parte que más vivía la noche. La gente saludaba a Nikki como si lo conociese de toda la vida, entre ellos varias prostitutas a las que no les importó que estuviese acompañado. Varias de ellas incluso se me insinuaron a mí, lo cual no dejó de ser impactante.

-No lo sé, tú eres quien guía -mascullé en respuesta. Le lancé una mirada veloz-. Yo no sabría qué preferir.

El vistazo me confirmó lo que sospechaba desde hacía un rato: Nikki no tenía muy buen aspecto. Parecía nervioso, agobiado por algo, pero no sabía por qué podía ser y no quería entrometerme. A fin de cuentas, a mi tampoco me gustaría que lo hiciesen de estar en su lugar.

Mientras caminábamos por la zona del pueblo que yo mejor conocía aunque me costara reconocer, Cath me contó el por qué de sus ataques sin razón aparente por tocarla... Simplemente, no soportaba que otras personas la tocaran sin su permiso y bueno, yo era la típica persona a la que le encantaba tocar a los demás o, al menos, en determinados momentos... Otros podía ser el capullo más antisocial y perturbado de la tierra... Pero así eran las drogas. No le respondí me limité a asentir con la cabeza y a continuar caminando. Algo me decía que le había costado bastante contarme aquello así que decidí no darle más vueltas al asunto, de nuevo las prostitutas y los traficantes de drogas nos acosaban y sus palabras me hicieron soltar una risita nerviosa, yo sin duda prefería a las prostitutas antes que a los vampiros, eso por descontado y a los traficantes... Mientras no les debieras dinero eran tus mejores amigos sino... Prefería a los vampiros! Pero en aquel momento ya había empezado a sentirme mal, me había puesto tenso y mis ojos iban de un lado para otro, observando a toda la gente de la calle, alerta y deseando salir corriendo de allí, no tardé demasiado en empezar a sudar y mientras caminaba tuve que reprimir el dolor de barriga que sentía... Joder aquella mierda me estaba matando y yo no hacía nada por evitarlo, todo lo contrario, me drogaba aún más y por eso, en aquel momento, lo necesitaba tan desesperadamente. No me di cuenta que habíamos vuelto al centro de la ciudad, estaba demasiado ocupado intentando ocultar mi malestar, controlando a la gente y reprimiendo mis ganas de salir corriendo. Pero llegó un momento en el que no pude más y me paré en seco. Cath siguió caminando unos pasos más hasta que se giró hacia mi extrañada.

-Creo... Que lo mejor será que cada uno se marche por su lado ya... - conseguí decir sin ningún tipo de emoción en mi voz para que no se notara lo enfermo que estaba ni lo mal que me encontraba. Tuve que apoyarme en un panco cercano para no caerme al suelo e intentando que no se diera cuenta metí mi mano en el bolsillo del pantalón de cuero buscando algo de droga o quizá el móvil para llamar a mi camello... Pero no había nada. - Ha sido un placer conocerte... Buffy. - le guiñé un ojo y recé, deseé que se marchara pero... Algo me decía que no lo haría...

Entonces, sin más el sueño se apoderó de mi y no solo el sueño una sensación horrible de nauseas, no sabía que haría primero si vomitar o dormirme pero, por favor, solo pedía que no fueran las dos cosas a la vez, joder no podía imaginar una muerte peor: "Murió dormido, ahogado por su propio vómito". Repugnante. Caí en el banco y me cubrí el rostro con las manos ahora no se me veía, era una mata de pelo con patas que se encontraba como una mierda, joder, joder, joder... Necesitaba droga! No sabía si Cath seguía ahí o ya se había marchado, pero no me importaba, quería estar solo, lo necesitaba... Meterme en mi mundo y no salir hasta que todo aquello pasara... Debí quedarme dormido porque todo se volvió negro y lo siguiente fueron imágenes difusas y extrañas...

Caminábamos por aquella zona del pueblo que no aparecía en las guías turísticas y que, en general, era la que más y mejor vivía la noche. La conocía bastante bien de mis ocasionales rondas, en especial los callejones oscuros en los que los vampiros más teatrales solían arrinconar a sus víctimas, u otra clase de criaturas buscaban su cena entre la amplia gana de prostitutas, camellos y clientes que pululaban por allí. Los humanos, por supuesto, no me conocían: aunque les hubiese salvado la vida a muchos, y a algunos hasta en varias ocasiones, sabía mantenerme en las sombras y disimular mi presencia, salvo cuando quería acabar con algún ser. Al parecer, Nikki también conocía muy bien aquella zona. Mucho mejor que yo, pues era él el que iba guiando de los dos. Y además, la gente también debía de conocerle a él, a juzgar por la forma en que le saludaban y sonreían amistosamente.

Me tomé mi tiempo antes de contestar, de darle una explicación a mi ataque de furia de hacía un rato. Cuando por fin me sinceré con él, no dijo nada. Se limitó a seguir caminando a mi lado, pensativo, en lo que probablemente fue la actitud más sabia de la que le había visto hacer gala en toda la noche, cosa que agradecí. Para mí no había sido fácil decir aquello, y si hubiese comentado cualquier cosa, si hubiese hecho cualquier tipo de broma al respecto, probablemente no hubiese podido soportarlo y habría hecho alguna tontería de la que luego me hubiese arrepentido.

Le vigilé de reojo, tenía cada vez peor aspecto. Parecía estar pasándolo mal, pero como él no dijo nada yo me limité a seguir caminando a su lado, respetando su intimidad. A mí no me gustaba que la gente se entrometiese cuando me sentía mal, así que no iba a hacérselo a otros. De pronto, se detuvo. Seguí caminando unos pasos más, hasta que me di cuenta. Entonces, me giré hacia él, que hizo un intento de despedida y se desplomó medio inconsciente en un banco.

Dudé. No sabía si marcharme o quedarme con él, pero finalmente venció esta parte de mí que se resiste a abandonar a nadie que esté en malas circunstancias. Me acerqué a él y lo tomé suavemente por el rostro. Lo empujé poco a poco hasta tenderlo de lado por si vomitaba, y le di suaves golpes en las mejillas.

-Nikki, Nikki, arriba -dije.- Vamos, despierta.

Me encontraba en un extraño estado de duermevela en el que mis ojos estaban medio cerrados y era medio consciente del mundo que me rodeaba, el golpe que me había dado al desplomarme en el banco había sido bastante leve, noté como alguien me cogía el rostro, supuse que sería Cath pero en mi estado no podía reconocerla, tampoco podía pensar con claridad y mucho menos ponerme a hablar o a decir cualquier cosa, estaba destrozado, enfermo, hecho un asco... Maldito mono! Las luces de las farolas daban vueltas en mi cabeza rápidamente y no conseguía distinguir nada más que eso, en medio de la oscuridad aquellas luces zigzagueantes me mareaban y hacían que mi estómago se revolviera. De nuevo sentí nauseas y las arcadas no tardaron en aparecer, no sé como, pero me impulsé y me lancé del banco hacia el suelo, aterrizando a cuatro patas, destrozandome los pantalones por la rodilla y haciéndome daño. Me quedé a cuatro patas en el suelo mientras notaba la bilis subiendo por mi garganta y entonces vomité, llevaba días sin comer y todo lo que había ingerido eran alcohol y drogas, por eso el vómito era de un color oscuro, amenazante y preocupante. Me pasé en el suelo un buen rato vomitando, cada vez que parecía que me había relajado y que ya había pasado todo, las nauseas volvían y de nuevo volvía a empezar. Después de un buen rato terminé por caerme al suelo, junto al vomito y rodando lejos de él para no mancharme. Estaba sudando y tenía el pelo empapado con sudor me pasé una mano por la frente y luego me puse el brazo sobre los ojos intentando hacer que las malditas luces desaparecieran de una vez para poder así relajarme y volver a la normalidad pero aquello me había pasado demasiadas veces como para saber que no iba a acabar de repente. De nuevo volví a meter las manos con cuidado en los bolsillos de mis pantalones pero allí no había nada y, en un momento de lucidez, tuve la maravillosa idea de mirar en el interior de mis botas pero... Joder, tenía que incorporarme y en aquel momento eso me parecía imposible... Me esforcé todo lo que pude por incorporarme, aún medio ciego y rebusqué en el interior de mis botas con urgencia. Finalmente saqué una pequeña caja de plata... No sabía si era coca, si dentro había porros, o si se trataba de polvo zombie(cocaina y triazolam) u otra clase de mezcla de narcóticos para caballo que esnifaba como si fuera azúcar glass... La verdad era que en aquel momento no me importaba nada. Me puse de nuevo a cuatro patas y cubriendo la droga con mi cuerpo abrí la caja y tiré todo el contenido en el suelo. Apenas con los dedos separé finas rayas de aquel polvo blanco y empecé a esnifar. Incliné la cabeza, tapé uno de los orificios de mi nariz y esnifé la primera raya, tirando después la cabeza hacia tras para que no se escapara anda de droga. Nada más notar como la droga iba directa a mi cuerpo y entraba propiciandome un ataque brutal e indiscriminado, distinguí que se trataba de cocaína. Repetí el proceso varias veces hasta que poco a poco fui recuperando la visión y mis sentidos, que en vez de agudizarse se volvieron aún más torpes pero, por suerte, aquel malestar había desaparecido de mi cuerpo al fin. Mi sistema nervioso estaba alterado, en marcha y dispuesto para cualquier cosa. Me levanté de un salto y eché un vistazo a mi alrededor, centrándome en Cath que seguía allí, mirándome con una mezcla de sorpresa y horror en su mirada. Me limité a dedicarle una media sonrisa.

-Tranquila, ya estoy bien... - me acerqué a ella, moviéndome rápidamente, como si estuviera nervioso, era simplemente la droga que había despertado mi cuerpo y mi mente, cuando me paré junto a ella estaba prácticamente temblando por la necesidad de moverme o hacer algo. Por suerte o por desgracia, era cuestión de tiempo que tarde o temprano el efecto de la droga cambiara y todo aquello fuera completamente diferente. - Eh, ¿Estás bien? Ahora la que está blanca eres tú... - alcé un brazo para tocarla pero antes de llegar a ello me paré, recordando aquella manía que tenía de "tócame y te mato".

Mis sentidos estaban alerta y se me puso la carne de gallina cuando noté unos ojos fijos en nosotros, ahora los nervios eran infundados y empecé a mirar a todos lados sin moverme, intentando apartar la mirada de Cath cuando menos posible pero... ¿En realidad había algo o alguien observándonos? ¿O se trataba simplemente de la manía persecutoria que empezaba a surtir efecto en mi? Cath tendría la respuesta, ella era cazadora, si se sentía en peligro o vigilada... Haría algo y entonces me confirmaría si estaba a punto de pasar algo de verdad o solo eran las drogas...

Me preocupé bastante cuando apenas reaccionó a los estímulos que le estaba proporcionando. Tenía los ojos entreabiertos levemente y lo poco que lograba ver de ellos no era muy alentador: estaban semividriados y no se fijaban en ningún punto. Aquello no era bueno. ¿Es que iba a darle un ataque o algo así? No lo sabía, pero esperaba que no le fuera a pasar nada grave de verdad, nada que yo no supiese como arreglar. Se fue poniendo pálido, cada vez más pálido, y pronto adquirió un matiz verdoso horrible que presagiaba unas nauseas muy virulentas en breve. De hecho, apenas unos segundos después se lanzó al suelo desde el banco, antes de que yo tuviese tiempo de reaccionar, y comenzó a vomitar todo lo que llevaba en el estómago. Me quedé indecisa unos instantes, pero luego me acerqué a él de lado y le sostuve el pelo alejado del rostro mientras vaciaba hasta la primera papilla. Por el aspecto de lo que estaba soltando, no había comido algo sólido en días. Tal vez ni siquiera había comido en varios días.

Cuando terminó de arrojarlo todo, se dejó caer al suelo justo al lado del charco de su vómito. Todo aquello desprendía un olor horrible, pero aguanté a su lado, esperando que se mejorase un poco después de aquello: normalmente, después de vomitar lo que te hace mal, sueles sentirte algo mejor. Pero entonces, empapado en sudor, comenzó a rebuscar en sus bolsillos y hasta en sus botas, hasta encontrar lo que estaba buscando: droga. Lo echó todo al suelo y comenzó a esnifar frenéticamente el contenido de una cajita que llevaba en los zapatos, mientras yo asistía a la escena paralizada, sin saber cómo actuar.

No es que no me hubiese dado cuenta de que Nikki se drogaba: era bastante evidente que sí que lo hacía. Pero del dicho al hecho hay un trecho, y de saber que alguien se droga a contemplar en primera persona, también. Porque, ¿qué haces en esos casos? Sabía cómo actuar contra un vampiro o contra un demonio mas, ¿cómo luchas con los demonios que están del corazón y de la mente?

Así que no hice nada. Me limité a seguir allí, mirando como se destrozaba por dentro y arruinaba su vida un poco más, con horror creciente, demasiado débil para hacer nada, demasiado inútil para impedírselo.

Cuando terminó, se puso en pie y vino hacia mí. Le observé en silencio cuando habló; a juzgar por sus palabras, yo no debía tener muy buen aspecto. Le vi alzar un brazo para tocarme, pero se contuvo a tiempo.

-Estoy bien -repuse, con voz serena.

De pronto me asaltó un mal presentimiento. No estábamos solos, allí había algo más, algo que no nos deseaba ningún bien.

-¡NO! -chillé, derribando a Nikki al suelo justo a tiempo.

El vampiro se levantó, con reflejos felinos, y nos dedicó una sonrisa siniestra. Se dio la vuelta y se fundió en la sombras. ¿Por qué diablos había hecho eso? Peleé con la respuesta unos instantes, hasta que la verdad me golpeó como un mazazo. Tan solo era una avanzadilla, los demás venían detrás.

-Mierda -mascullé, medio tendida en el suelo sobre Nikki.- ¿Estás bien? Hay que salir de aquí cuanto antes...

No sabía si Cath había estado presente en todo momento, había veces en las que la había notado a mi lado, junto a mi... Quizá tocándome pero todo estaba demasiado borroso como para diferenciar si era ella realmente o productos de mi febril imaginación, además, me encontraba tan mal que aquello simplemente podría haber sido una ráfaga de viento. Justo después de meterme la droga todo cambió, todo fue mejor... Exceptuando con Cath que parecía estar asustada pero... ¿Era de mi? Sin razón aparente comencé a sentirme mal por dentro de nuevo... Me había dicho que estaba bien pero su cara no decía lo mismo iba a hablar a preguntarle algo más a decirle que no se preocupara por mi si era aquello lo que pasaba pero aquella horrible sensación de estar siendo vigilado me hizo detenerme y concentrarme en aquello. Ponerme aún más nervioso por culpa de no saber si eran imaginaciones mías o era de verdad, no sería la primera vez que veía enanos vestidos de nazis con metralletas y pistolas viniendo a por mi o gnomitos verdes que me decían que quemara cosas o... Cualquier gilipollez que puede ver un maldito drogadicto puesto de coca. No sé el tiempo que pasamos en silencio, podría haber sido apenas un segundo pero a mi me pareció una eternidad y de repente, Cath gritó, se abalanzó sobre mi, apartándome de algo y acabamos en el suelo, nos giramos y vimos a un vampiro sonriente levantándose del suelo y en apenas un segundo desapareció en las sombras. Me quedé mirándolo extrañado, con cara de gilipollas, sin entender que leches estaba pasando.

-¿Pero qué coño...? - dije sin terminar la frase. No me había percatado de que Cath estaba encima de mi y no se había levantado,a demás, me estaba tocando... Sentí deseos de comprobar si me seguiría dejando tocarla durante más tiempo y lo que podría hacer en ese tiempo... Pero volví a la tierra cuando ella habló, sacudí la cabeza apartando aquellos pensamientos e intenté centrarme en lo importante. - Tranquila, estoy bien... - comencé, aunque tenía un corte en un brazo. - ¿Qué leches ha sido eso? ¿Qué ha pasado?

No me respondió se levantó y estiró de mi, poniéndome de pie, supuse que los vampiros estaban a punto de llegar, solté un bufido, estaba harto de huir, no me importaba cuantos fueran, estaba preparado. Cath esturó de mi para intentar marcharnos yo me quedé quiero y negué con la cabeza, su expresión de horror aumentó cuando escuchó las risas de los vampiros que parecían habernos rodeado de nuevo, eran como una manada de lobos, lo que tenías que hacer era separarlos y matarlos uno por uno, era difícil, pero no imposible. Esbocé una media sonrisa. Cogí a Cath de la mano y la miré a los ojos.

-Huye, adelantate... Yo te daré ventaja, ¿Vale? - le dije sonriente y muy confiado. - Si quieres nos encontraremos luego bueno... Ponte a salvo que es lo que importa, ¿De acuerdo? ¡Corre!

No supe cuanto tiempo duraba aquella escena, que parecía salida de alguna peli mala de serie B o algo semejante. Tan solo que, para mí, fue más de lo que hubiese deseado saber o ver de él o de nadie: esas cosas deberían formar parte de la vida privada de cada uno y no hacerlas en público. Pero, siendo honesta, lo que me pasaba es que estaba molesta conmigo misma por no haber podido ayudarle, por no haber sabido actuar correctamente. Tendría que haberle impedido que se drogase, pero no había sabido cómo hacerlo. Y no haberlo hecho me estaba torturando por dentro. Mi trabajo era ayudar a la gente en todo lo que pudiese, principalmente cuando los atacaba alguna clase de criatura sobrenatural y peligrosa, pero también hacía lo que podía por ellos cuando no era así. Y con él había fallado: había contemplado, impotente, como se arruinaba un poco más la vida aquella noche. No había hecho ni un solo movimiento para detenerle, ¡apenas le había tumbado de lado, solo para evitar que se ahogase en su propio vómito si se dormía! Y al final, mi maniobra no había servido de nada. De nada.

Aunque, ahora mismo, tenía otras preocupaciones. No era momento de autocompadecerme por ser una inútil incapaz de ayudar a la gente: era momento de ocuparme de salvar nuestras vidas. Lo derribé a tiempo de evitar que un vampiro salido de la nada lo matase allí mismo, dándome cuenta de que no teníamos mucho tiempo antes de que llegasen los demás.

Seguí tendida sobre él unos segundos, tratando de recobrar el aliento. Luego, sin responder a sus preguntas, me puse en pie y tiré de él para levantarle.

-Vampiros. El nido del que matamos... nos ha encontrado -murmuré en respuesta a su exabrupto.

Traté de arrastrarle tras de mí para lograr huir de allí con vida. Pero debía haber sabido que no iba a ser fácil: él estaba drogado, y a decir verdad, no es que fuera muy sensato antes de hacerlo, así que no me iba a poner las cosas precisamente en bandeja.

Escuché unas risas en torno a nosotros en la oscuridad. Tarde. Ellos ya estaban allí. Nikki me cogió de la mano y, en un arranque de galantería o de idiotez (me inclinaba más por lo segundo), me dijo que me adelantase y huyese, que él los entretendría mientras tanto.

-Pero ¿tú estás tonto o qué coño te pasa? -exploté.- Estás puesto joder, y en condiciones normales ya no supondrías demasiada amenaza, así que ahora menos que nunca. ¡No pienso dejarte solo, cretino!

Mi intentó de salvar de alguna manera su vida o darle ventaja a la hora de huir no funcionó y ya teniamos a los vampiros encima, a pesar de mi ataque de heroicidad y mi repentino complejo de caballero andante, aquello no sirvió de nada, es más, Cath me insultó, llamándome tonto, cretino y drogadicto... Vale, lo último era cierto pero a nadie le gustaba que le recordaran que era un gilipollas por auto-destruir mi vida pero, mi vida estaba destrozada desde el preciso instante en el que nací, cuando el hijo de puta de mi padre me puso su nombre... Vale, en aquel momento debería haberle rogado a mi creador que volviéramos al principio y empezáramos de cero otra vez pero... A lo largo de los años enmendé, al menos, aquel error: Me cambié de nombre. De todas maneras... ¿Por qué no joder mi vida un poco más? Total ya no se iba a notar. Solté un bufido y volví a cogerla del brazo acercándola a mi dispuesto a decirle que no se fiara de las apariencias y que me hiciera caso de una puta vez si quería salir viva de allí, pero no llegué a tiempo ya que algo me agarró el brazo y como un acto reflejo lo aparté con fuerza haciendo que el vampiro volara por los aires ya ni controlaba mi fuerza, alomejor había hecho daño a Cath y ni siquiera me había fijado pero no importaba estábamos rodeados de vampiros sedientos de sangre que nos mostraban unas sonrisas malvadas, sus enormes y relucientes colmillos brillaban en sus bocas y les daban un aspecto aún más amenazante. Los observé con cuidado y seguí todos sus movimientos, atento a cualquier ataque. Estaban dando vueltas a nuestro alrededor, como decidiendo a por quien irían primero, sin duda yo tenía las de perder. Un vampiro se lanzó sobre mi y lo alejó de un puñetazo, luego otro, otro y otro más.Conseguían arañarme o hacerme pequeños rasguños pero yo peleaba con uñas y dientes para alejarlos, mientras continuaran así podría contenerlos... Pero algo me decía que solo estaban intentando cansarme... Era hora de cansarlos a ellos. Observé cual iba a ser el siguiente en atacar y salté contra él a la vez enzarzandome en una pelea cuerpo a cuerpo, rodando por el suelo mientras él intentaba morderme con sus colmillos y yo le golpeaba en el rostro, destrozándole la cara a puñetazos. El resto de vampiros miraban a Cath y también estaban atentos a la pelea.. Terminé sobre el vampiro y empecé a darle puñetazos en el pero sin parar y con todas mis fuerzas, como si fuerza un animal... Tenía que matarlo, era su vida o la mía y,a demás, ya estaba muerto. Se me había nublado la vista por la rabia contenida y cuando golpeé con fuerza el suelo retiré mi puño, volví a golpearlo volví a darle al suelo, no sabía que estaba pasando hasta que conseguí enfocar y vi al vampiro debajo de mi con un par de agujeros en el pecho causados por mis puñetazos, el vampiro miraba atónito su cuerpo y yo estaba igual de desconcertado. Aprovechando aquello otro vampiro se lanzó a por mi y me tiró al suelo, consiguió morderme en el cuello y solté un grito, le di un rodillazo en la entrepierna y clavé mis uñas en sus brazos, estiré de uno de ellos y como si fuera una muñeca de trapo, se desprendió de su cuerpo, quedándose de nuevo todos boquiabiertos y ambos vampiros con muecas de dolor, aún así, los hijos de puta no se morían.

-¿Sabes? Ya que estás aquí... Me vendría muy bien una ayudita! - le dije a Cath quitándome al vampiro de encima de una patada y poniéndome de pie a duras penas. La droga me hacía perder el control, literalmente, sobre mis poderes. Ahora sabía que sin querer podría matar a alguien sin proponermelo y sin razón alguna empecé a temer el hacerle daño a Cath de forma involuntaria. Me puse junto a ella y me vi obligado a preguntarle por su estado. - ¿Estás bien?