HOME SWEET HOME

Sin apenas dinero, el viaje que iba a hacer hacia Los Ángeles era una locura, pero lo necesitaba. Tardé muchisimo en llegar pero finalmente lo hice, empecé a recorrer las calles de Los Ángeles con una mochila en la mano y mi bajo colgado sobre los hombros, lo primero que hice fue visitar a Tommy, mi mejor amigo, en la cárcel. Al verme, los ojos se le salieron de las órbitas, como si viera a un muerto o algo por el estilo y empezó a gritar, me quedé de piedra, boquiabierto, sin saber exactamente que hacer o decir. Murmurando le pedí perdón por todo pero no sabía muy bien por que lo hacía, al parecer, él pensaba que era mi culpa que le hubieran encerrado... Yo no recordaba nada. Para el viaje había tenido que dejar por un par de semanas las drogas y el alcohol para poder ahorrar y ahora mi aspecto era demacrado, mi piel morena parecía pegarse a los huesos, como si no tuviera casi carne, apenas músculos bien formados por tocar la guitarra y el bajo y abdominales que me obligaba a hacer todos los días apra acabar con la resaca, pero cuando salí de aquella cárcel, fue como si el mundo se me callera encima, no entendía nda pero me sentía mal. Tommy habia matado a varias chicas, supuestamente yo había estado presente, debería haber recordado lo que pasó... Pero no podía hacerlo.

Salí de allí y empecé a recorrer la ciudad a pie, desde Van Nuys, West Hollywood, Sunset Boulevard... Todos los sitios emblemáticos que tantos recuerdos me traian a la memoria pero me sentía cansado y tenía mucho mono, de lo que fuera. Al final acabé por sentarme en una esquina saqué mi bajo y empecé a tocar un solo mezclado rock y blues, necesitaba dinero para comer o para beber o para drog o para mujeres... Los vicios eran los vicios y llevaba tiempo privandome de todos para aquel viaje, que me había demostrado que, sin duda, había sido mejor el remedio que la enfermedad. Y así, con unos pantalones pegados al cuerpo, unas botas, y una chaqueta de cuero dejando ver parte de mis tatuajes del pcho como única vestimenta empecé a tocar en la calle y, para mi sorpresa, la gente me dejaba dinero y algunosinluso me reconocían y decían que, en su época, fueron fans incondicionales de mi grupo.... Vaya tiempos aquellos.

El anticristo había atacado el pueblo en el que había decidido instalarme hacía ya tiempo acompañado de una horda de demonios causando una gran imrpesión, tanto en los pobres humanos que lo presenciaron y, en gran medida, fueron sus víctimas; como en los cazadores como yo, que recién descubrimos lo que aquel chico podía hacer si tan sólo se le pasaba por la mente, aunque fuera de manera fugaz. Para colmo, dos días después me había ido a una cafetería de la ciudad para desconectar y ver si podía oír algún rumor sobre algún trabajo que se me pudiera presentar y poder mantener así mi mente ocupada y ¿a quién me encuentro? Al mismo chico, que se presentó como Synyster y me había enseñado una faceta suya totalmente distinta que me hizo plantearme seriamente si era bipolar o algo así. Como mínimo me sentía totalmente confusa, pues no sabía cómo podía juzgar a Synyster, si como el chico amable que había estado tomando un café conmigo o como el loco que me lanzó a las garras de un demonio que no dudó en torturarme hasta mandarme al hospital. La cuestión era que ya no sabía qué pensar respecto a casi nada, y decidí conmigo misma que lo mejor sería tomarme un viaje para desconectar de la caza y de todo este mundillo que, desde que lo había vuelto a retomar, parecía perseguirme. Los Angeles me pareció la mejor opción, pues en el pueblo casi nunca hacía sol y que me diese la luz para no tener complejo de fotofóbica siempre venía bien. Cogí un autobús porque siempre me había gustado ver el paisaje y porque tampoco quería darle una paliza a mi moto, que bastante le había tocado soportar ya. En cuanto llegué a la ciudad la luz del sol me deslumbró, y me alegró notar que la temperatura que hacía era agradable: no demasiado calurosa pero tampoco demasiado fría. Me puse a callejear por el lugar, disfrutando de la sensación de calidez en mi piel, bastante visible porque llevaba tirantes, y acabé arrastrada por un grupo de personas que no tenía muy claro a dónde se dirigían. Llegamos a una esquina totalmente vulgar y nada especial de la ciudad en la que un chico vestido de cuero y dejando ver una serie de tatuajes en su pecho desnudo tocaba un solo de guitarra, algo entre rock y blues por lo que pude escuchar. Nada mal, si se me permitía añadir. La gente que nos rodeaba pensó lo mismo, al parecer, pues no dejaban de echarle billetes en la funda del bajo. El caso era que aquel chico me sonaba de algo, pero no tenía demasiado claro de qué exactamente, así que simplemente me quedé frente a él escuchando su música, siendo la única que no se movió frente al gentío que iba y venía, trayendo consigo a diferentes personas cada vez. Estuve un rato allí parada, dándole vueltas a la cabeza hasta que supeira de qué me sonaba exactamente, y el mirarle mejor me di cuenta de que era el bajista de Mötley Crüe. Vaya, un famoso enfrente de mí tocando en medio de la calle. Decidí ser generosa, que lo estaba haciendo bastante bien, así que abrí la cartera y le dejé un billete en la funda, girándome después para irme pero pensándomelo mejor y quedándome aún allí, porque tampoco tenía otro sitio al que acudir en una ciudad que no conocía apenas.

Poco a poco fui emoionandome y acabé de pie, moviendome de un lado a otro como cuando estaba en el escenario y el pelo caia sobre mi cara, tapándola casi toda, la gente empezaba a agolparse, en aquella ciudad aún no me habían olvidado y no pude evitar sonreir, aún era alguien, aún podía confiar en que la música me devolviera todo lo que me habían ido quitando poco a poco, observé que habían varias chicas rubias y con tetas de silicona que me sonaban demasiado, pero en aquella ciduad las caras se difuminaban y los recuerdos eran apenas grabaciones en la memoria que nunca sabías cuando se iban a acabar dañando y desapareciendo, entre todo el gentío con pintas punks, rockeras, metaleras o extrabagantes también habían empresarios y gente "normal" pero me llamó la atención una chica que había llegado hacñia un buen rato y no dejaba de mirarme con el cejo fruncido, como si intentara ver a través de mi pelo o algo, como si me conociera yo no pude reconocerla, pero la curiosidad me picó. Terminó por dejarme un billete en la funda del bajo y cuando fuer a marcharse, pareció que se lo pensó mejor y se dio la vuelta y volvió a su sitiod esde deonde seguía observando. Le dediqué una sonrisa y acabñe aquella canción lo más rápido que pude. Todos empezaron a aplaudir y tuve que reprimirla emoción, estaba exhausto pero aquello me había hecho sonreir de nuevo.

-Gracias... - murmuré a toda la gente que dejaban algo más dedinero y poco a poco se marchaban. Me limité a recoger el dinero y a guardar todas mis pertenencias. Me volví a colgar la funda del bajo en la espalda y, apra mi sorpresa, observé que la chica seguía allí. Me acerqué a ella con total naturalidad. - Perdona... ¿Nos conocemos? - pregunté algo inseguro. - Si no nos conocemos... Creo que no podría haber un mejor momento para hacerlo. - hice una pausa y extendí la mano. - Soy Nikki Sixx.

A medida que el tiempo avanzaba y la gente iba llegando, el chico al que pude identificar como un ex rockero conocido se fue emocionando, de acuerdo a su personalidad como estrella del rock. Definitivamente le pegaba, aunque casi pareciera más estar en un escenario que en una esquina con un puñado de gente de todas las clases, porque nos habíamos reunido perosnas muy variopintas. Las típicas chicas californianas con el pelo rubio platino y más tetas que crebro estaban dando la nota por allí, cerca de grupitos de peronas que iban vestidos según sus gustos musicales. La única que destacaba entre aquella tropa era yo, pues con mi piel pálida natural y mi ropa que no podía clasificarse dentro de ningún estilo parecido mínimamente a los suyos parecía una extraña. Era en esos momentos en los que más se notaban mis orígenes europeos, y también que me había guardado mucha ropa de cuando vivía en Inglaterra porque, en general, la de este país me desgradaba bastante. Tenía unas pintas de turista que no podía con mi alma.
Me miró y me sonrió, acabando la canción apenas unos momentos después. Parecía cansado de tocar, aunque con semejante paliza que se había dado recorriendo su escenario imagianario era bastante comprensible. La gente le dejó dinero y se fue yendo, pero yo no me moví de allí. Había algo en él que me llamaba la atención, aparte del hecho de que era un rockero famoso. Guardó sus cosas y se me acercó, preguntándome si nos conocíamos y presentándose como Nikki Sixx. Ah, cierto, ese era su nombre. Mi abuelo me había puesto la música de su grupo bastantes veces cuando cazábamos juntos, y ya recordaba de qué le conocía.
- No, no nos conocemos. Bueno, tú a mí no, pero teniendo en cuenta que eres famoso se podría decir que yo a tí sí. - contesté encogiéndome de hombros, con una sonrisa. - Me llamo Amanda. - acabé de presentarme, alargándole la mano para estrecharla con la suya.

Había algo en aquella chica que desde que la había visto me había llamado la atención, básicamente no era la típica grupie descerebrada que servía paralo mismo que una piña con un agujero y cuando habló me lo confirmó. Vale, pensaba que era famoso y eso quizá le dio algunos puntos de más pero yo, más bien, me veia como un pobre chaval alcoholico, drogadicto y adicto al sexo(aunque qué tio de mi edad no lo es) que no sabe exactamente cual es su lugar y que lo ha perdido todo, menos la vida. Estrechó mi mano y tuve que reprimir un escalofrío, hice mucha fuerza al estrecharsela porque noté como empezaba a dolerme la cabeza de repente pero, para mi sorpresa, no pasó nada. No vi absolutamente nada y no pude evitar respirar aliviado.

-Perdona... - murmuré después de aquello temiendo haberle hecho daño. - Vaya, gracias! Así que aún hay gente que me considera famoso, no se si reirme o llorar. - bromeé sin perder ni un segundo aquella enorme sonrisa en mis labios. - Pues...Mmmm... Amanda, por cierto, es un nombre precioso. ¿Qué te aprece si vamos por ahí a tomar algo con el dinero que he ganado? Al menos puedo invitarte a un par de rondas. - metí las manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero y me limité a esperar su respuesta mientras me mordía ellabio inferior. - Es una buena forma para conocernos... ¿No crees?

Al estrecharme la mano hizo bastante fuerza, más de lo que de normal alguien habría hecho. Me fijé en su expresión y vi pasar fugazmente el dolor, así que tampoco dije nada al respecto. Podía haber sido sólo que no se hubiera podido controlar porque le hubiera dado un dolor súbito, que no sería la primera vez que lo veía. A decir verdad su aspecto no era de una persona que no estuviera acostumbrada al dolor o a las miserias. Bajo el típico aspecto de rockero, duro por todo el cuero y por las apariencias, se le notaba que había sufrido mucho, y que trataba de ocultarlo o al menos mitigarlo mediante el uso de drogas o alcohol. Porque, a decir verdad, me había tocado estudiarme mientras estaba en la universidad las drogas y sus efectos en las eprsonas y ahora era capaz de reconocer a los drogadictos a kilómetros. No dejé que trasluciera, pues pensé que no era nadie para juzgar a los demás. Él tendría sus razones para serlo, y sin conocerle no estaba dipuesta a echarle la culpa por algo que podía ni siquiera ser por su culpa.
- No pasa nada. - le dije yo, con una sonrisa. No me había hecho daño, pues a pesar de mi aspecto exterior frágil era más fuerte de lo que aparentaba. - Sí, eres bastante conocido. Al menos para la gente a la que le gusta el heavy metal, vamos. - comenté yo. Si no sabías nada acerca de ese mundillo, él podía ser cualquier otro rockero amateur o incluso un chico al que simplemente le gustaba el rock, sin siquiera tocarlo. - Claro, por mi encantada. Y si me invitas ¿cómo puedo negarme? Así nos conoceremos mejor. - agregué, asintiendo. - Soy una turista por aquí, así que lo mejor será que me guíes tú. - comenté poniéndome a su altura y empezando a andar, dejándole que me guiara hacia donde él quisiera.

Me sorprendió que elle me conociera y que dijera que era conocido en el mundillo, aquello me hizo sonreir pero a la vez pensar en los cientos de veces que había estado tirado en el baño de mi apartamento, sintiendome solo y drogandome para olvidar sabiendo qeu había más gente de la que yo podía imaginar preocupandose por mi. Era un egoísta. Dejé atrás aquellos pensamientos cuando aceptó mi invitación de tomar algo por ahí juntos y hablar, a decir verdad, nunca me habría esperado encotnrarme alguien como ella en Los Ángeles, era amable, simpática y muy guapa, pero su belleza era completamente distinta a la belleza artificial que era tan típica en aquella ciudad: pechos, labios y hasta culos postizos, tintes y potingues en el pelo, ropa todo lo descarada posible y morenos exagerados a causa de demasiadas hroas bajo el sol o en las sesiones de rayos uva. Ella no tenía nada que ver y aquello, quizá, fue lo que más me llamó la atención, era distinta, no solo por fuera, sino por dentro. Lo noté nada más verla y ahora quería saber si realmente estaba en lo cierto o seguía siendo un soñador que idealizaba a la gente, como un Sid Vicious perdido que seguía buscando a su Nancy Spungen como fuera...

La chica, Amanda, me dijo que la guiara ya que no conocía ningún sitio en la ciudad y así emepzamos a caminar. Hacía mucho tiempo que no visitaba la ciudad así que no controlaba del todo los lugares de moda pero si conocía los clásicos, aquellos que nunca pasarían de moda y en los que había vivido momentos increíbles e inolvidables. Sonreí al recordarlos y miré a la chica.

-Creo que ya sé donde te voy a llevar... - murmuré sonriente.

Eran apenas las 7 de la tarde y en un par de horas, quizá tres, la gente joven empezaría a llenar las calles y todo se convertiría en la fiesta descontrolada y en el desenfreno que tan bien conocía pero decidí llevarla al Whisky A Go-Go, aquellas horas era un pab realmente tranquilo y apacible: Por la noche era un club de conciertos que cada noche se llenaba de jovenes y grupos de lo más variopinto, de hecho, la primera vez que toqué en directo fue ahí.

-Bueno... Salta a la vista que noe res de aquí y tú misma has dicho que eres una turista... - comenté mientras caminabamos. - ¿Qué te ha traído hasta Los Ángeles, Amanda?

Una de las zonas más conocidas y concurridas era en la que nos acababamos de adentrar, Sunset Boulevard, y no tardamos demasiado en ver el enorme cartel en una esquina que decía en letras bien grandes "Whisky A Go-Go". Sonreí y la miré.

-¿Has estado alguna vez ahí? - dije señalandole con la cabeza el local. - Apuesto cualquier cosa a que te encantará... - dije anticipandome a su respuesta, que tenía muy claro que iba a ser negativa.

Su sonrisa me dejó clar que le había alegrado que le dijera que seguía siendo conocido. y eso que no lo había dicho por halagarle, sino porque verdaderamente lo creía. Había crecido en un ambiente bastante rockero por parte de mi abuelo, que me había enseñado a los clásicos, y luego yo me había desarrollado también en un ambiente lleno de sexo, drogas y rock and roll, aunque sin duda mis favoritos eran lo primero y lo último. Y si se sabían cosas acerca de este mundillo, conocer a Nikki Sixx era un requisito indispensable, pues era famoso tanto por la calidad de su música dentro de su grupo como también por las fiestas salvajes que se corría, legendarias por muchos motivos y fuentes innumerables de rumores por parte de quienes no habían estado en ninguna.
También tenía fama de drogata, alcohólico y muejriego, y mirándole a la cara se podía entender el por qué de las dos primeras, pues un aspecto muy sano no es que tuviera. Lo de mujeriego era común a todos los rockeros, y yo lo sabía por experiencia propia demasiado bien. Siempre me había sentido especialmente atraída por esta clase de chicos, cuantos más tatuajes y más cuero encima mejor. Y había que decir que mi único novio serio había sido un músico, por lo que conocía esta parte de ellos casi demasiado bien para lo que me convenía. A decir verdad, en este ambiente de morenos tan artificiales que parecían más anaranjados que otra cosa y personas rubias en su mayoría artificiales, tanto él como yo parecíamos haber encontrado la horma de nuestro zapato al encontrarnos, pues éramos los dos diferentes, los dos raritos que a la vista estaba que no eran del lugar.
Comenzamos a andar en dirección al centro de la ciudad, o al menos a una zona más apartada del paseo marítimo de la que estábamos en este momento. le veía mirar a nuestro alrededor, probablemente para recordar la ciudad, y al cabo de un rato de observación se le dibujó una sonrisa en los labios, diciéndome justo después que ya sabía a dónde me iba a llevar. Alcé las cejas y le miré, con curiosidad. - Sorpréndeme. - le dije, siguiendo su paso que ya había dejado de ser errante para tener ahora una dirección determinada.
Eran las 7 de la tarde y, de momento, se podía caminar tranquilamente por la calle sin que hordas de chavales hiperhormonados actuaran como una marabunta ante cuyo avance no te podías resistir. Me gustaba esta clase de ambiente, apartado del bullicio y más tranquilo aunque aún con ambiente festivo. Me sijo que saltaba a la vista que no era californiana, y me preguntó acerca de mis motivos para haber venido hasta Los Angeles. - Necesitaba un descanso de mi vida. Me han pasado muchas cosas en muy poco tiempo, no todas ellas fáciles de asimilar, y ¿qué narices? Me apeteció tomarme unas vacaciones. - contesté a su pregunta, mirándole a los ojos mientras seguíamos caminando. No era fácil hacerlo, porque su pelo los tapaba, pero bajo él pude notar que él había estado pendiente de mis palabras. - Supongo que tú sí que eres de por aquí, pero aún sí me gustaría saber qué te ha llevado hasta aquí, porque parece que hace tiempo que no visitas la ciudad. - inquirí, curiosa.
Me llevó hasta Sunset Boulevard, donde volvía a haber más gente que antes pero aún así se podía respirar. Me condujo directamente hasta un pub en el que se podía leer Whiskey A Go-Go con grandes letras de neón. El sitio me gustó bastante, aunque sólo había visto su aspecto exterior, y honestamente sólo con eso ya tenía ganas de entrar.
- No, no he estado nunca. - respondí riéndome. Era la única respuesta posible teniendo en cuenta que era la primera vez que visitaba la ciudad. - Entonces entremos para no perdernos nada de diversión. - le dije, cogiéndole de la mano y, con la otra, abriendo la puerta del local para dentrarnos en él. Había bastante gente dentro a pesar de ser relativamente pronto, y estaba bastante bien iluminado. Al fondo estaba la barra, y a la derecha un escenario donde había instrumentos preparados para que algún grupo los usara. Yo fui directa a la barra, con Nikki aún a mi lado y le sonreí. - Aprovechemos que me vas a invitar. - le dije con una sonrisa pícara. En cuanto vi al barman le pedí un whiskey doble, mirando a Nikki interrogante a ver qué iba a tomar él.

La conversación con Amanda era bastante agradable y aquello me gustaba, al menos, parecía tener la cabeza bien amueblada y aquello me gustaba. Una chcia como ella debía tener un buen trabajo y ser bastante buena en lo que hacía así que pensé, que seguro que se merecía aquellas pequeñas vacaciones. Yo hacía tiempo que había perdido el rumbo, pero huvo una vez en la que tenía más que claro lo que quería hacer, como quería ser y a donde quería llegar. Lo conseguí, fui feliz y, de repente, todo se vino abajo. Ahora eso había cambiado y me limitaba a refigiarme en la bebida y la drogas, que antaño habían sido pura diversión, ahora se habían convertido en una adicción. Amanda me preguntó qué hacía yo por la ciudad, y comentó que se notaba que hacía tiempo que no estaba por allí, me limité a sonreirle y no me dio tiempo a responderle ya que estabamos ante las puertas de uno de mis verdaderos hogares. Ella parecía emocionada, quería entrar cuanto antes. Me cogió de la mano y me quedé extrañado, bajo mi pelo la miré alzándo una ceja. No me dio tiempo, para variar, a comentar nada, ya que ma arrastrço dentro del lugar y nada más entrar un escalofrío recorrió mi cuerpo, si hubiera sido otra persona me habría puesto a llorar pero no, yo nunca lo hacía.

Amanda corrió hacia la barra mientras yo observaba maravillado el local, no había cambiado demasiado, ahora tenía algunas fotos y pósters más pero seguía teniendo aquel espíritu. Noté varios pares de ojos mirandome y escuché cuchicheos. ¿Era verdad que me recordaban? No importaba, ahora era demasiado tarde, me senté en uno de los taburetes de madera junto a la chica, que me miró con una sonrisa pícara y le pidió al barman un whisky doble, el hombre me miró sorprendido y me limité a sonreirle mientras pedía mi bebida.

-Yo quiero una botella de Jack Daniel's. Sin baso ni nada, yo mismo me sirvo, gracias.

El barman se quedó boquiabierto pero cuando reaccionó salió de allí volando y nos dejó solos mientras preparaba nuestras bebidas. Apoyé el codo en la barra y dejé descansando y cabeza en mi mano mientras miraba a la chica, que parecía casi tan maravillada como yo con aquel lugar.

-Es increíble. ¿Verdad? - dije captando su atención. - Y pensar que yo un día llené este sitio... - dije con melancolía. - Mira, en el reservado de allá arriba... - le señalé con la cabeza un lugar en la planta de arriba, justo frente al escenario. - Allí las chicas hacían cola para acostarse con nosotros. ¿Te lo peudes creer? - solté una carcajada por la cara que puso. - Lo siento... No puedo evitar recordar, ya sabes... Cosas de rockero acabado. - me encogí de hombros y sonreí. - Bueno... para responder a la pregunta que me hiciste antes... Vine a ver a un amigo... En realidad era como mi hermano. Y ahora está en la carcel... - bajé la mirada. - Y lo peor es que creo que es por mi culpa aunque no recuerdo nada... - me encogí de hombros y negué con la cabeza. - Pero bueno, dejemos de hablar del pasado y de cosas tristes. Centremonos en el presente y en conocernos, que es algo mucho má interesante!

El camarero llegó en ese momento, dejando un enorme baso con whisky para Amanda y una botella de Jack Daniels para mi. Cogí la botella, la abrí y empecé a beber, el primer trago que bebí fue casi como si me hubiera bebido de golpe el contenido del baso de Amanda, pero eso ni siqueira me afectaba, con los años, el beber tanto me había hecho casi inmune a los efectos del alcohol... o eso.. o que iba constantemente borracho.

Me gustaba hablar con Nikki, pues me estaba demostrando que era algo más aparte de un rockero tío bueno tatuado y con el pelo alborotado. Tenía una historia detrás de su nombre que no era famosa como la habían hecho parecer en todos los sitios, y la verdad era que hacía que me olvidara que estaba junto a una celebridad (o al menos alguien que en sus buenos tiempos lo había sido) y me centrara mucho más en que estaba junto a un chico normal que tenía sus problemas normales, como todos nosotros. Bueno, yo no era precisamente normal e incluible dentro de ese grupo de personas, así que tampoco me iba a echar flores que no me correspondían. Echaba de menos tener problemas normales, como algún asunto de novios o problemas con las amigas, pero en lugar de eso lo único que me tocaba era enfrentarme al jodido Apocalipsis y en eliminar a demonios que me querían comer viva, ¿qué hay de justo en eso? Me iba a dejar llevar del todo durante el breve tiempo que estuviera en Los Angeles, porque me merecía tener una oportunidad de olvidar mis problemas a base de fiesta, como alguien normal, y tenía la sensación de que con Nikki iba a lograr divertirme mucho.
Antes de pedir mi bebida me había dado cuenta de que se había quedado mirando el local extasiado, como si estuviera analizando cada detalle que era diferente desde la última vez que lo había visitado. Por las pintas parecía que había sido hacía bastante tiempo, más del que le hubiera gustado, y que también le traía buenos recuerdos el estar en aquel lugar. Posiblemente habría tocado aquí cuando era una estrella, y así me lo evidenció que muchos de los presentes se habían girado al vernos entrar, mirando en su mayoría a Nikki y reconociéndole. ¿Y seguía pensando que era la única que le creía famoso? Vamos, iba listo.
Nikki sonrió al barman, que había flipado un poco al escuchar lo que yo quería tomar. ¿Tan raro era que una chica que parecía tan joven como yo empezara a beber whiskey a las 7 de la tarde? Vale, puesto así sí que es raro, pero contando con el apoyo de una estrella del rock a mi lado no corría peligro de que me dejaran con las ganas de beber algo de alcohol, que buena falta me hacía.
Nikki fue más al grano que yo y se pidió una botella de Jack Daniel's, que el camarero se apresuró a traerle, no sin antes pasar un rato con la boca a la altura de los pies de sorpresa que estaba sintiendo en ese momento. Mientras él se iba yo solté una risita, pues poca experiencia tenía que tener si nunca había presenciado esto: una chica de aspecto casi de colegiala bebiendo whiskey a palo seco y una antigua estrella de rock bebiendo whiskey de la botella. Este no había vivido en Inglaterra...
Nikki se apoyó en la barra y se me quedó mirando. Me di cuenta de que tenía aspecto de estar tan flipado como yo con aquel lugar, y eso me resultó agradable. Me sentía bien no siendo la única que parecía una turista, la verdad, aunque él pintas de turista más bien pocas...
Me dijo que le parecía increíble, y con eso consiguió tener toda mi atención de nuevo. - La verdad es que sí, este sitio es simplemente alucinante. - contesté yo, sinceramente. Pocas veces había estado en lugares como este, y las veces en las que lo había hecho habían sido estando tan borracha que luego no podía recordar nada, así que ni contaban. - Me habría gustado estar en uno de tus conciertos en directo. Me juego el cuello a que habría sido una experiencia única. - comenté, soñadora. Luego me señaló la planta de arriba, encima justo del escenario, y me dijo que las chicas hacían cola para acostarse con ellos. No sé ni la cara que puse, pues se empezó a reir y consiguió pegarme sus carcajadas a mí también. Luego recobré la compostura, ya más tranquila y algo más seria, aunque sin perder el aire de broma. - Me lo creo, si te soy sincera, porque ¿para qué negarlo? Estás bueno. - solté, tan tranquila. Y ni siquiera había bebido todavía. - No te preocupes, recordar cosas de un pasado que creemos mejor es lo más normal del mundo. - le dije yo, cambiando de tema.
Me dijo que estaba aquí por ver a un amigo que estaba en la cárcel, y yo me sorprendí, pues no pensaba que sus razones fueran tan serias. Me dijo, además, que tampoco recordaba por qué estaba cuando se suponía que era su culpa. Iba a decir algo, pero cambió de tema para centrarnos en el presente y yo asentí, de acuerdo con él. - Sin duda alguna lo mejor es centrarse en el presente para no llevarse malos ratos. Lo hecho, hecho está, y no hay más vuelta de hoja. - le dije yo, con optimismo. Bebí un trago de mi vaso, que ya nos había traído el camarero, y ya me lo acabé, agradeciendo haber tenido siempre buen aguante para el alcohol, o al menos relativamente bueno. Él tenía su botella todavía en la mano, y aprovechando que habían puesto canciones rockerillas bastante aprovechables le sonreí. - Me apetece bailar. - sentencié. Dejé el vaso vacío en la barra y me levanté, dando un par de pasos hacia la pista. Me giré y le miré, divertida. - Un bailecito y después te cuento todo lo que quieras saber de mí, te lo prometo. - le dije, girándome de nuevo para meterme entre la gente que bailaba y dejarme llevar, esperando que Nikki viniera y se pusiera cerca para no perderle de vista.

Conforme la conversación avanzaba me iba sintiendo cada vez más seguro de mí mismo y cómodo con ella y eso que apenas había empezado a beber, pero notaba que Amanda tenía algo familiar, aunque eso para mi era relativo ya que mi familia eran un par de amigos puesto que yo no tenía hogar y no tenía padres. El caso era que me hacía sentirme bien y eso era de agradecer. Cuando le comenté lo de las chicas y el reservado, al principio puso una cara que me hizo pensar que por su cabeza estaría pasando las palabras: viejo verde en letras grandes y subrayadas pero entonces, sin más, soltó que estaba bueno. Me reí por su comentario, parecía haberlo dicho sin pensar pero al mirarla justo después pude ver que no se arrepentía de ello, lo que me hizo sonreirle aún más.

Hablamos un poco más, esta vez los temas eran algo más serios y notaba un toque de melancolía en mi propia voz, odiaba recordar y más aún cuando tenía lagunas en mi mente que constantemente estaban torturandome, ya que en el momento menos pensado me encontraba preguntandome qué leches me pasaba en aquellos periodos de tiempo... Por no hablar de las malditas visiones. Cuando habíamos decidido dejar aquel tema porque sino acabariamos como dos borrachos deprimidos, ella se bebió de un solot rago el contenidod e su baso dejandome boquiabeirto, yo la acompañé bebiendo directamente de la botella, pasé un buen rato con labotella en alto y el alcohol entrando rápidamente en mi garganta, hasta que finalmente noté como , al fin, emepzaba a subirme un poco, bajé la botella y sonreí. Aunque mi sonrisa desapareció casi de golpe cuando dijo lo de bailar. Tan sólo dijo que le apetecía bailar y luego se levantó y con unas palabras se fue a la pista de baile, dudé entre quedarme allí sentado o acompañarla, pero la verdad era que se me daba muy mal bailar... Era bueno si había que mover la melena, dar saltos o pegar puñetazos ya que solo estaba acostumbrado a "bailar" en conciertos de rock, punk y cosas por el estilo y ni siqueira era bueno en eso. Pero pude ver como, de vez en cuando, Amanda se giraba para mirar hacia donde yo me encontraba, como si me pidiera sin palabras que la acompañara, miré la botella y volví a beber un buen trago, ya quedaba menos de la mitad cuando me levanté resignado, aún con la botella en la mano.

Solté un bufido y me pasé una mano por el pelo, no sabía por qué lo hacía pero aquello iba a ser un espectáculo. La gente se giraba al verme en la pista de baile. ¿Es que tenía monos en la cara? Ahora, además de Amanda, todo el local comprobaría que era un patoso bailando. Llegué junto a Amanda que se encontraba justo en el centro de la pista de baile y bebí un trago de whisky. Ella se movía muy bien y case me quedé embobado con sus movimientos, la canción era rápida de la época de los ochenta, llena de ritmo y melodía, me encantaba... Era exactamente el tipo de música que había hecho con mi grupo.

-Vaya, creo que tienes que enseñarme a hacer eso... - comenté viendola bailar. - Te voy a confesar una cosa... - me acerqué a ella y le susurré al oído: Soy un pésimo bailarin.

Me separé de ella con una media sonrisa en los labios e intenté moverme un poco al ritmo de la música junto a ella, pero era inútil: Bailar no era lo mío. Estuve a punto de pisarla e irremediablemente me eché a reir, no sé por qué pero a ella se le contagió la risa.

-Bueno, mirale el lado bueno... Al menos se me da bien hacerte reir. - me encogí de hombros y entonces la canción terminó, dejando paso a un ritmo lento y acompasado, la típica balada rock. - Bueno, esto quizá si que sepa bailarlo pero... No prometo nada!

La cogí por la cintura la atraje hacia mi y empezamos a bailar pegados aquella canción que, personalmente, me parecía una de las más ñoñas y romanticonas escritas jamás... Todo lo contrario a las mías...


[[OFF: Es más corto que el tuyo... Pero es que ya es imposible superarte... Me doy por vencido! ]]

Nikki tenía algo que me hacía sentirme cómoda estando con él. No era de aquella clase de personas con las que sólo se trata por obligación o con las que a los dos minutos te quedas aburrido y sin saber qué decir, produciéndose esos típicos silencios incómodos. Simplemente había algo en él que inspiraba confianza, tal vez alguna parte de nuestras personalidades que, en el fondo, no eran tan diferentes como en un principio podría parecer. O tal vez fuera simplemente que había acabado por encontrar en Los Angeles a alguien que estuviera tan desesperado como para irse de fiesta conmigo. En cualquier caso era divertido estar con él, pues me conseguía hacer sonreír cuando eso era de lo que menos ganas tenía en ese momento. Todo se me estaba echando encima desde que había ido a aquel pueblo, pues las cosas buenas pronto habían sido sustituidas por las malas y me impedían tener una buena perspectiva de mi breve estancia, así que cualquier cosa que me permitiera olvidar, aunque fuera simplemente un momento, la acogía con los brazos abiertos.
Pareció hacerle gracia que dijera que estaba bueno, aunque honestamente era cierto. O bueno, era cierto también que a mí los rockeros siempre me habían atraído más de lo que me convenía y respecto a ellos no podía ser objetiva. Lo que me sorprendió fue que se quedara tan boquiabierto cuando me bebí el whiskey de un trago. Había tenido una adolescencia digamos...problemática, y el alcohol había sido una parte importante de mi rutina diaria, llegando a convertirse en algo que apenas me subía a no ser que tomara grandes cantidades. Lo que hacía la costumbre, supongo, pues él estaba bebiendo más que yo y parecía estar también como si nada.
Al irme a la pista de baile él pareció un poco reticente y bebió más de la botella, dejando algo así como la mitad, si la vista no me fallaba. Pegó un suspiro bastante visible y se pasó la mano por el pelo, como cogiendo ánimos para decidirse y venirse conmigo. Al final lo hizo, aunque la gente que había a mi alrededor no dejaba de mirarle fijamente. A más de uno tuve que mirar yo mal para que dejaran de taladrarle con la mirada, pues encima de que parecía sentirse incómodo ya sólo con estar ahí la gente no tenía por qué ponérselo más difícil. Aunque claro, eso es lo que la gente siempre hace, ¿no? Cebarse cuando menos se necesita. Seguí bailando un rato a mi ritmo, hasta que llegó hasta donde yo me encontraba y bebió un trago de whiskey. Me dijo que tenía que enseñarle a hacer lo que estaba haciendo, y yo me limité a sonreirle, divertida. - Sólo es cuestión de dejarse llevar e ignorar todo lo que estos colegas de por aquí puedan estar pensando de tí. - contesté yo. La verdad es que la canción ayudaba bastante, porque al ser rápida permitía muy bien dejar de pensar en las masas de gente tan cotilla que nos estaban rodeando y limitarse a entregarse por completo al ritmo, sin pensar en nada más. Me confesó que era un pésimo bailarín, y yo le miré con las cejas levantadas, incrédula. - Pamplinas. Eres músico, tienes que tener el ritmo metido en el cuerpo. Lo que te pasa es que no sabes sacarlo. - respondí, negando con la cabeza. Vaya excusa, Nikki. Sin embargo lo intentó un momento y me demostró que, efectivamente, su coordinación era nula. Casi me pisó, y por lo cerca que estuvo se echó a reír. La situación en sí era bastante hilarante, así que me pegó la risa. Vale, estaba claro que con él me convierto en alguien de risa fácil.
En estas andábamos cuando la canción terminó, y mi sorpresa fue de nuevo grande cuando decidieron poner una de las típicas baladas de rock, tan melosas y empalagosas como sólo ellas sabían ser. Ni cuando estaba deprimida me gustaban, pues cuando tenía momentos de depresión lo único que me gustaba escuchar era hardcore. Así de rarita era. Sin embargo, él me dijo que tal vez esto podía dársele mejor, pero que no prometía nada. - Veamos si eso es verdad. - acepté. Me pegó a su lado y empezamos a bailar, lentamente. Al principio estuvo a punto de pisarme un par de veces, pero subí las manos hasta pasarlas por detrás de su cuello y le miré a los ojos, divertida. - Es fácil, tan solo relájate. - le aconsejé. Notaba sus manos en mi cintura y, por un instante, le guié para que supiera cómos eguir. Nada más dejarlo volvió a seguir él dirigiendo nuestro baile, esta vez mejor. Me permití sonreírle de nuevo, asintiendo para mí misma. - Mucho mejor. - aprobé. Aprovechando que era más alto que yo, apoyé la cabeza en su hombro y simplemente seguí bailando con él hasta que la canción dejó de sonar.

OFF: No te preocupes por eso, que te dejo que sigas intentándolo. Además, la culpa es tuya, que me inspiras xD.

Al principio, bailar aquella canción lenta, se me daba igual de mal que bailar una rápida, icluso casi piso a Amanda un par de veces, pero ella me guió un poco y acabé por cogerle el truco. Sí, solo tenías que saber seguir el ritmo y, siendo bajista, esa parte la dominaba a la perfección, pero lo de mover todo el cuerpo a la vez y al mismo ritmo, no sabía por qué pero me costaba bastante. Ella rodeó mi cuello con sus brazos y así nos pegamos aún más mientras bailabamos, normalmente, estando más bien sobrío como estaba, me habría puesto más nervioso de lo normal y aquello habría sido un desastre pero estaba tan bien con ella que ni siqueira me importó y cuando me dijo que me relajara, instantaneamente, mi cuerpo entendió la orden y la aceptó sin rechistar, enseguida todo empezó a salir mucho mejor, dejó de llevarme ella y constinué con el ritmo que había amrcado y la evrdad, no lo estaba haciendo nada mal. Sonrió y me dijo que lo estaba haciendo mejor, me sentí orgulloso de mi mismo y me limité a guiñarle un ojo. Acto seguido, ella apoyó su cabeza en mi hombro y así pasamos un buen rato hasta que la canción se acabó, y digo un buen rato, porque aquellas melancólicas y romanticonas baladas solían ser interminables y la que menos duraba ya eran sus buenos cinco minutos. ¿Dónde estaban el sexo, las drogas y el rock n' roll en aquellas canciones? Sin duda, yo no veía nada de aquello por ninguna parte. Nos paramos y miré de reojo a mi alrededor ahora la gente empezaba a cuchichear sobre lo que acababa de pasar, suspiré y volví a mirar a Amanda, esbocé una media sonrisa.

-¿Qué te parece si vamos a un sitio más tranquilo? En serio, odio que nos miren tanto... Ni que fuera un extraterrestre o algo. - me encogí de hombros. - Vamos, ven por aquí... Voy a enseñarte algo. - la cogí de la mano y la alejé de la pista de baile.

Pasé por delante de la barra, le chisté al camarero y le dije algo al oído, el simplemente asintió con la cabeza, me dio una llave y señaló con la cabeza una puerta. Volví a coger a Amanda de la mano que miraba extrañada todo aquello y la llevé hasta una zona oculta cerca del escenario, abrí una puerta que había allí con la llave y entramos. Ella fue la priemra en entrar, yo cerré la purta detrás de nosotros y por fin lo vi, no había cambiado demasiado, quizá ahora tenía muchas más pintadas por las apredes, firmas de grupos que habían tocado allí, empecé a tocar algunas de las firmas, recordando, pasé por delante de ella y cuando estuve en mitad de aquel pasillo me giré y le sonreí.

-¿Te apetece hacer un recorrido por el backstage? - pregunté.

Aquel pasillo era algo estrecho, cabían los integrantes de cualquier grupo puestos en fila y conforme caminabamos a la derecha había varias puertas cerradas que eran camerinos, al final del pasillo había una sala más grande con un sofá una mesa con camaras polaroid y algo de comida para algún grupo y varios intrumentos, incluso las paredes de aquella sala tenían agunos garabatos por las paredes. Yo iba por allí embobado, mirando todos y cada uno de los rincones de aquel lugar que apenas había cambiado desde la última vez que había estado allí, parecía un niño pequeño en una tienda de caramelos así que no pude evitar coger una guitarra acústica que había por allí, me senté en el sofá y empecé a tocar una melodía que últimamente me estaba rondando por la cabeza.

-Puedes sentarte, ¿Sabes? Tenemos aquí más o menos una o dos horas así que ponte cómoda. - esbocé una media sonrisa. - Si quieres ahora miramos dentro de los camerinos, quiero ver si alguien guarda droga o algo ahí dentro... - alcé la mirada y me encontré con sus ojos fijos en mi. - ¿Te gusta? - pregunté sin venir a cuento y sin dejar de tocar en ningún momento. - La melodía, quiero decir... Es que hace tiempo que no compongo nada pero esto lleva varios días en mi cabeza... En la ciudad en la que estoy tengo demasiado tiempo libre pero por degracia lo utilizo en cosas menos saludables que la música. - me encogí de hombros. - Por cierto... ¿Tú donde vives o de donde eres?

Desde el momento en que escuchó mi consejo pareció plantearse que de verdad tenía que tener el ritmo metido en el cuerpo y que bailar podía dársele medianamente bien. Y fue ya cuando le dije que se relajara cuando finalmente noté que su cuerpo perdía toda la tensión que había acumulado desde el momento en que habíamos empezado a bailar y pudimos finalmente dejarnos mecer por la música, que suavemente nos guiaba en nuestros movimientos cada vez más compenetrados. No recordaba la última vez que había bailado así con un chico desde que había estado con mi ex novio. Mi único novio serio, de hecho, pues el resto habían sido simplemente rollos más o menos duraderos pero que aparte de en mi cama no habían dejado mayor huella. Y ahora que había reaparecido el chico en cuestión en mi vida dejándome más confusa de lo que ya estaba, me encontraba con otro chico con el que la conexión había sido prácticamente instantánea para comerme aún más la cabeza. Aunque bueno, ¿no quería problemas de personas normales? Aquí los tengo, directa y especialmente para mí. Aunque bueno, que se combinaran con problemas que ya tenía no era exactamente lo que más deseaba en este momento. Por supuesto tenía que tocar, pues el maldito Murphy y sus leyes nunca podían mantenerse alejados de mí. Oh, bien, qué irresistible soy para lo que no debería.
La canción se me hizo bastante larga, aunque no por la compañía, que era muy agradable, sino más bien porque estas baladas son interminables. Me estresa que sean tan insoportablemente largas, porque sólo ayudan a deprimir más a quien las oye y no ayudan, precisamente. Al final nos acabamos separando y miró de reojo a nuestro alrededor, haciéndome darme cuenta de que la gente empezaba a cuchichear y no dejaba de mirarnos, como si fuéramos una panda de bichos raros o como si estuvieran en el circo. De nuevo me vi obligada a mirarles mal para que dejaran de taladrarnos con sus ojillos de predador, pero Nikki me sacó de uno de mis trances de malmirar diciéndome que lo mejor era apartarnos de ahí para que dejaran de cotillear.
- Estoy de acuerdo contigo, porque te juro que como sigan observándonos como si fuéramos unos bichos raros voy a acabar cargándome a alguien. - acepté yo, totalmente de acuerdo con él. No me gustaba ser el centro de atención, pues yo era más de ir a mi bola y que los demás se jodieran si lo que querían era saber algo. Yo era una tumba si era cuestión de contar secretos, y más si eran míos.
Me dijo que iba a enseñarme algo y me cogió de la mano, haciendo que las miradas se clavaran aún más en nosotros, si cabía. En cualquier caso me limité a ignorarlas y a seguir a Nikki, que me llevó hasta la barra, donde le dijo algo a un camarero que no pude oír. Se limitó a asentirle y le dio una llave. Yo estaba alucinando bastante, porque no sabía a dónde planeaba llevarme Nikki. Nos alejamos de allí y me llevó donde el escenario, descubriéndome así una zona oculta que albergaba una puerta cerrada con llave, que Nikki se apresuró a abrir. Entré yo antes que él y cerró la puerta tras de mí, y entonces fue cuando descubrí el backstage al que me había conducido.
Era la primera vez que estaba en uno, pues nunca había sido groupie de ningún chico a pesar de que mi ex era (y seguía siendo, de hecho) músico. Yo sólo había sido su novia, así que esta era la primera vez que pisaba alguno de esos espacios en los que se decía que habían pasado tantas cosas. Me resultaba curioso, como mínimo. Vi en las paredes un sinnúmero de firmas de todas las personas que habían tocado allí, y Nikki pasó las manos por algunas de ellas con expresión algo melancólica, como recordando los buenos tiempos. Pasó por delante de mi al acabar y me donrió, invitándome a un paseo por el backstage. - Por supuesto. - acepté yo, con una sonrisa igual de radiante. Estaba como una niña con un caramelo, y me encantaba disfrutar de esa felicidad que ahora mismo podía sentir, sobre todo desde que hacía tanto tiempo que no la sentía.
El pasillo era muy estrecho y había muchas puertas a la derecha, que conducían, según indicaban las superficies de madera, a los camerinos de los grupos. Al final del pasillo había una puerta que conducía a una sala con sofás, instrumentos, comida y fotos, y que en sus paredes también recogía el autógrafo de los grupos que habían estado allí. Yo me quedé mirándolo extasiada, disfrutando al ver que Nikki se sentía como pez en el agua. Cogió una guitarra acústica que había por allí y me invitó a sentarme, cosa que no dudé un instante en hacer. Me recosté en un sofá blanco que había, algo pequeño pero muy cómodo, y le sonreí. - Habrá que aprovechar este tiempo que estamos sin que ningún mirón nos observe. - afirmé, categórica. Me sugirió ir a dar una vuelta por lso camerinos, cosa que me resultó interesnate. Esbocé una sonrisilla traviesa. - Sí, quiero ir a los camerinos, pero la parte de la droga es bastante discutible. - le dije con expresión más seria. Me quedé mirándole fijamente a ver si había ido en serio o no, y entonces me preguntó acerca de su canción, la que había estado tocando. - Está muy bien, Nikki. Tiene fuerza y es atrayente. - contesté, dándole mi más sincera opinión. Era bueno que volviera a dedicarse a la música en vez de darle a vicios peores que sólo le perjudicarían. Me preguntó de dónde era, y yo le sonreí. - Soy de Bristol, Inglaterra, como ya te harás dado cuenta por el acento.. Era curioso que, a pesar de tantos años en este país, desde los 16, no se me hubiera pegado el acento americano lo más mínimo. - pero ahora estoy instalada en un pueblito de por aquí cerca. - acabé de contestarle, haciendo un gesto vago con la mano. - ¿Y tú de dónde eres o dónde vives? - pregunté igual que como había hecho él conmigo.

OFF: Como el pueblo aún no tiene nombre no lo pongo, pero te lo imaginas...xD

Arrancaba las notas de las cuerdas de la guitarra con mis dedos mientras la música inundaba la habitación haciendo que el hambiente fuera aún más agradable e impidiendo los silencios incómodos que tanto odiaba aunque con Amanda aún no había surgido ninguno, algo que me sorprendía mucho ya que normalmente cuando hablaba con mujeres no teníamos nada en común, me odiaban, querían perderme de vista, matarme o acostarse conmigo así que la conversación no era muy profunda ni intensa y o discutiamos... O directamente ni hablabamos. Amanda era distinta y tenía algo especial. Cuando mencioné la droga se puso a la defensiva y yo hice una mueca sin decirle nada, sabía que, probablemente, tuviera toda la razón sobre aquello pero no podía evitarlo, sí en un principio lo había hecho apra divertirme, mi grupo y yo lo hacíamos todo juntos, las fiestas eran brutales y en ellas había de todo pero ahora... Ahora no lo hacía por diversión, incluso sabía que estaba mal hacerlo pero no podía evitarlo. ¿Adicto? No, por suerte, aún no lo era. De hecho llevaba dos días sin drogarme, aunque, casualmente, desde que me había encotnrado con Amanda no había pensado en la droga hasta ese momento. Cambiando un poco de tema pasamoa a habalr de la melodía que acompañaba nuestra covnersación, le gustaba y eso me hizo sonreir, hacía tiempo que no escuchaba que nadie me dijera que le gustaba lo que hacía y eso era algo nuevo y por fin, llegamos al tema que más me interesaba: Ella. Era Inglesa, pero su acento la delataba y vivía en un pueblecito cercano, bueno me hubieran gustado más datos pero me conformé con aquello. Puse morritos por el fastidio de solo obtener aquella información y, aunque lo hice inconscientemente, acabé por reirme de verme la cara reflejada en un espejo cercano. Mientras yo me reía de mi careto ella me preguntaba por mi pero no podía evitar reirme, cuando conseguí calmarme un poco la volví a mirar, ella estaba sonriendo pero aprecía estar pensando "¿De qué leches se ríe el loco este? Tengo que salir de aquí!" o algo así.

-Pues... Yo soy... de todas partes. Pero desde que puse un pie en Los Ángeles me di cuenta de que este era mi hogar... Por desgracia he tenido que abanonarlo... Ya sabes, desde que la banda se deshizo... - me encogí de hombros. - Ahora vivo en Houston, no es un sitio que me guste demasiado, pero es lo que hay, al menos hay buenos camellos, conciertos todas las noches y la misma gente que me odia solo por como voy vestido que en todos los sitios. - me pasé una mano por el pelo, despeinandome algo más d elo que ya estaba y suspiré. - Creo que es hora de ver los camerinos! - dije dejando la guitarra a un lado y levantandome, no me apetecía hablar de aquello así que elegí la salida fácil. Cogí a Amanda de la mano y la levanté.

Llegamos a la primera puerta y la abrí sin más, cada camerino estaba personalizado pero, en esencia, todos eran iguales. Nada más entrar, a la derecha tenía una pequeña cama pegada a la pared, en frente un espejo para arreglarse y al lado un perchero móvil para poner toda la ropa y no había mucho más. Me quedé algo decepcionado al ver que habían pintado als paredes y arreglado los muebles, ya no parecía el mismo sitio que tantas veces habíamos destrozado y quemado con laca, por lo que dudé que fuera a encontrar droga allí. Otro ñugar donde se solía escocner era en las duchas, tras algunos de los azulejos, pero allí no iba a llevarla.

-Estos tipos se han vuelto muy sosos... - comenté al verlo todo. Me eché en la cama y apoyé la cabeza en los brazos. - Bueno, al menos las camas son cómodas. Pero antes no había de esto... - instintivamente me asomé bajo la cama y metí la mano, en busca de cualquier cosa comprometedora que pudiera haber, note un cosquilleo en el brazo y, al sacarlo, vi como la sangre empezaba a brotar desde mi codo hasta mi muñeca. - Vaya... - dije al ver la sangre y, por un momento, mi cerebro desconectó pero yo seguía allí con los ojos cada vez más y más negros cubriendo su color verde natural, llegando a dar miedo. Negué con la cabeza varias veces hasta vovler en mi e intenté que dejara de sangrar poniendo la mano encima, pero la herida era demasiado grande, aunque muy poco profunda. - ¿Es normal no sentir nada cuando te haces esto? - pregunté sonriente. La verdad era que ni siquiera me dolía, desde siempre había soportado muy bien el dolor. - Tranquila, no te preocupes, ya dejará de sangrar.

La melodía que estaba consiguiendo sacar de la guitarra sin apenas hacer esfuerzo amenizaba el ambiente de una manera sorprendente. No necesitábamos decirnos nada que nos evitara disfrutar de la suave música que sus dedos estaban sacando del instrumento, ni falta qué hacía. Tampoco habíamos sufrido ningún silencio incómodo desde que, por curiosidad, me había acercado hasta donde él estaba tocando y habíamos llegado hasta esta situación, en el backstage de un bar de Los Angeles con un completo desconocido. Si tenía que ser honesta, había tenido situaciones bastante más chungas a lo largo de mi vida, con gente menos recomendable que él (porque por mucho que tomara drogas o por mucho que su aspecto pudiera decir sobre él, no me había dado todavía razones para dudar de su integridad y de que fuera a dejar de estar segura a su lado. Tampoco era ninguna barbie que no sabía defenderse y que tenía miedo de romeprse una uña, y si algo había logrado desde que empecé a ser cazadora era no tener escrúpulos y no dudar ni un momento en hacer daño si mi propia situación lo requería). Pero aún así con él resultaba fácil estar y simplemente mantener una conversación normal o, por otro lado, ir de fiesta y explorar ambientes VIP de la escena californiana, cosa que me resultaba interesante y ante todo divertida, tanto por la novedad como por la compañía. Además, yo siempre había disfrutado mucho de las fiestas y cualquier ocasión que se presentara de salir y pasármelo bien sin importarme las consecuencias las aprovechaba al máximo.
Me había hecho una mueca cuando le había hablado de la droga, pero yo me limité a mirarle con cierto reproche. No podía culparle por necesitarla, pues sabía perfectamente lo adictiva que podía llegar a ser, pero sí me molestaba en cierto modo que quisiera tomarla a pesar de no haber hecho ni mención durante el rato que llevábamos juntos, que ya era bastante. No quise volver a sacar el tema porque no quería cabrearme, y mirándole a la cara me di cuenta de que mi elogio a su canción le había grabado una sonrisa en los labios que me hizo cambiar mi expresión a una más alegre. No lo había hecho por halagarle, sino porque su melodía me parecía bastante bonita. Puso una expresión muy graciosa cuando contesté a su pregunta sobre mí, y pareció que a él también le resultaba graciosa porque de pronto empezó a reírse. Miré a mi alrededor, algo confusa y vi que desde donde estaba sentado se reflejaba en un espejo y el motivo de su risa era el haber visto su propia cara reflejada. no pude evitar sonreír, pues del mismo modo que llevaba pasando un buen rato, su risa era contagiosa y se me pegaba muy fácilmente. Además, su expresión había sido tan hilarante que aunque él no se hubiera reído, probablemente yo sí.
Me contestó, tras el consabido ataque de risa, que él era de todas partes pero que se consideraba de Los Angeles, y que le había dado pena tener que abandonarlo. Me dijo también que vivía en Houston, y yo alcé las cejas con cierta sorpresa. Mi pueblo estaba bastante cerca de Houston, y si estaba lo suficientemente aburrida podía ir a visitarle. - Si la vida nocturna de Houston es tan interesante como dices tendré que ir más a menudo. - comenté yo. Dijo que era ya hora de visitar los camerinos, y me cogió de la mano, levantándome del sofá con bastante energía, y conduciéndome hasta uno de ellos.
Estaba bastante limpio y organizado, con una cama a la derecha, un espejo amplio donde poder mirarse y un perchero móvil donde poner la ropa. Pareció decepcionado al verlo, y supuse que era porque en sus tiempos de estrella del rock habría sido muy distinto, mucho más destrozado y caótico, posiblemente incluso por su culpa. Por su expresión podía imaginarme que parte de su decepción provenía de que posiblemente no iba a encontrar droga precisamente aquí, y yo me alegré por ello, porque a pesar de todo no me apetecía nada estar presente mientras él se drogaba. Seguro que conocía más lugares donde se podía esconder algo con lo que colocarse, pero por alguna razón no se movió de allí, posiblemente para que yo no los viera. No tenía ninguna intención de seguirle si lo hacía, pero en el fondo agradecí el detalle. Me dijo que se habían vuelto muy sosos, y yo me limité a encogerme de hombros. - O tal vez lo limpian muy bien después de que alguien no tan soso esté por aquí. - comenté yo.
Se tumbó en la cama, que según dijo era bastante cómoda, y yo sonreí desde donde estaba, acercándome a él para ver si de verdad lo era tanto como aparentaba. Cuando yo estaba a medio camino se agachó y metió el brazo debajo de la cama, en busca de algo que pudiera resultar entretenido. Dijo un vaya, que me hizo detenerme con expresión de contrariedad, y en cuanto sacó el brazo vi que se había hecho un buen tajo, que sangraba abundantemente. Sus ojos se pusieron negros un momento al ver la sangre, y yo me quedé tan sorprendida un momento que no me pude ni mover, tanto por su corte como por lo que le había pasado. ¿Podía ser que él fuera como Jimmy, un chico que había bebido la sangre de Azazel? Desde luego me había hecho sentir auténticos escalofríos sólo con mirarle un momento, aunque en nada de tiempo volvió a la normalidad, haciéndome pensar que podía haberlo imaginado. Posiblemente estaba demasiado agobiada y paranoica últimamente y ya me imaginaba cosas. Sí, eso pasaba. Eso tenía que pasar.
Intentó tapar la herida, pero era muy grande. Me hizo una pregunta que obtuvo una mirada fija como respuesta. - No, no es demasiado normal. - agregué. Me dijo que ya dejaría de sangrar y que no me preocupara, pero no podía evitar hacerlo. - Ahora vuelvo. - le dije. Salí del camerino casi corriendo y volví a la sala en la que habíamos estado antes, donde si no recordaba mal había visto un botiquín. Sí, ahí estaba. Lo abrí y saqué de él vendas, algo de agua, alcohol y algodones. Después lo cerré y lo llevé hasta el camerino, donde Nikki me esperaba. Me acerqué a él, aún tumbado en la cama, y me agaché en el suelo para llegar mejor. Con un poco de agua le limpié la sangre de alrededor de la herida para verla mejor. No era demasiado profunda, pero sí aparatosa, según pude comprobar. Empapé un algodón en alcohol y le miré a los ojos, seria. - Es posible que esto te duela, pero tienes que intentar no moverte mucho. - avisé, encogiéndome de hombros. Con suavidad empecé a limpiar la herida, intentando no pretar mucho para no hacerle demasiado daño. Soplaba de vez en cuando para evitar el escozor, pero aún así veía que le molestaba. Una vez limpia la herida, aparté el algodón y cogí las vendas, envolviéndole el tajo con ellas y sujetándolas con un poco de esparadrapo que había cogido del botiquín. Dejé todo lo que había utilizado ordenado a mi alrededor y me levanté, mirándome las manos llenas de sangre de Nikki. - Voy a lavarme. - le dije. Suerte que tenía a alguien que sabía primeros auxilios cerca, que si no mal le habría ido. Avancé en dirección a una puerta que había semioculta en el camerino, que por eliminación había supuesto que era el baño, y me dirigí a un lavabo, donde me lavé las manos con agua helada para eliminar todo rastro de sangre de mi piel.

Cuando la sangre empezó a brotar de mi braz pude ver la preocupación reflejada en su rostro, algo que hacía mucho tiempo que no había visto y me sentí realmente extraño, aunque aquello también podría ser por la sangre. Ella no me hizo caso y se fue corriendo a buscar algo con lo que curarme la herida. Cuando salió de la habitación empecé a marearme, no por el dolor porque ni siquiera me molestaba, sino por la visión de la sangre, entonces, sin previo aviso mientras observaba la sangre me asaltaron imágenes, flashes de momentos que no recordaba, que no había vivido... O quizá sí. Amanda volvió cargada con un montón de cosas para curarme como vendas, alcohol y algodone, yo seguía exactamente igual que antes de que abandonara la habitación, tumbado en la cama y mirandome el brazo del que no dejaba de manar la sangre. Alcé la mirada hacia ella que se arrodilló junto a la cama y empezó a curar la herida con cuidado. Parecía tener buenos conocimientos en primeros auxilios ya que lo hizo todo de una forma muy profesional y cuidadosa, lavando primero la herida y luego desinfectandola, me avisó de que quizá me doliera un poco y le sonreí.

-Tranquila... Soporto bien el dolor y, además, me lo merezco por meter la mano donde no debo! - le guiñé un ojo.

Pese a mis palabras no pude evitar morderme el labio inferior alguna vez por culpa del picor que sentía cuando el alcohol rozaba la herida. Curó mi brazo y lo vendó con cuidado, casi con cariño y con los ojos y mi sonrisa se lo agradecía sin palabras, aquella chica era un cielo. Cuando terminó recogió todo lo que había utilizado y lo dejó a un lado, una vez de pie junto a mi, me dijo que iba a lavarse y entonces me violvió a dejar solo en la habitación. El dolor de cabeza no había parado ni un segundo, me senté en la cama y me llevé las manos a la cabeza intentando hacer que se marchara de alguna manera, me miré el brazo vendado y suspiré pero el olor de la sangre seguía impregnando la habitación y aquello fue lo que lo despertó, de golpe, cai de nuevo sobre la cama y perdí el control.

. . .

Por fin desperté gracias al embriagador aroma de la sangre, si, mi sangre, la sangre de Nikki. Pero la noche aún era joven y pronto habría más sangre en mis manos y esta vez no sería la mía. A Nikki le resultaba imposible controlarme y no recordaba nada de lo que hacía, por lo que aún tenía mucha más ventaja sobre aquel maldito crío deprimido ya que yo lo recordaba y lo veia todo. Precisamente por eso sabía que en el baño se encontraba una dulcey adorable chica que Nikki había conocido aquel día, parecía tan pura y apetecible que no podía perder más tiempo en aquella habitación, me relamí los labios y con una macabra sonrisa me levanté y fui hacia el baño. Abrí la puerta y la encontré de espaldas a mi, con la cabeza gacha mientras se lavaba las manos. La asalté por detrás y rodeé su cuerpo con mis brazos, inspiré su dulce aroma y sin decirle absolutamente nada, retiré el pelo de su cuello y empecé a besarlo con pasión. Si aquella chica, Amanda, era inteligente me dejaría que hiciera con ella lo que quisiera y luego me marchara a divertirme por ahí y matar a mi antojo, sino y se negaba... La que acabaría muerta sería ella. Era así de sencillo. Pobre Nikki.... Si se enterara de la de cosas que hacía en su nombre... Yo mandé a su amiguito Tommy a la cárcel al matar a todas aquellas chicas, yo había asesinado a má prostitutas en una semana que Jack el destripador en toda una vida.... Sonreí satisfecho mientras seguía besando el cuello de Amanda y, dejandome llevar por el momento, le mordí con fuerza y la giré para que me mirara a la cara. Le mostré mi sonrisa, llena de maldad y me mordí el labio inferior.

-Hola... - la saludé como si no nos hubieramos visto nunca y, en cierto modo, así era. El aburrido de Nikki se había ido a dormir y ahora me tocaba a mi divertirme, había llegado la hora de Sikki, el maldito psicopata loco que estaba frente a Amanda, sin esperar una respuesta por su parte, o si respondió no le hice caso, la besé enredando mis dedos en su pelo y atrayendola hacia mi.

Nada más decirle que le iba a doler me había tranquilizado diciéndome que estaba acostumbrado a soportar el dolor y que, además, se lo merecía. Bueno, tranquilizarme era un decir, porque había visto después que tenía que morderse el labio por el escozor que mi toque cuidadoso le estaba produciendo. Y eso que ni siquiera estaba yendo a mala leche, que si no podía hacerle doblarse de dolor en el suelo simplemente con un poco de alcohol. Pero tampoco era eso lo que quería, así que hacerlo de manera cuidadosa fue la única cosa que se me había pasado por la mente. No creía que se lo mereciera demasiado, pues la curiosidad era algo que nos había atacado a todos antes o después y que, particularmente en mi caso, era algo que estaba desarrollado al máximo de su potencial. Simplemente era de una curiosidad inagotable, por eso no me parecía mal que se hubiera sentido atraído por algo que no podía verse nada fácilmente. Yo en su lugar habría hecho lo mismo. Además, los accidentes ocurrían siempre, y casi nunca por algo que fuera culpa nuestra, así que tampoco se lo merecía tanto como parecía estar empeñado en creer. Al terminar de vendar su brazo me había dedicado una mirada llena de agradecimiento, que yo respondí con una sonrisa amable. Lo habría hecho por cualquiera en la misma situación que él, mi sentido de alguien que había estudiado medicina así me lo pedía, pero a decir verdad con él había puesto un cuidado y una atención especiales, que no a cualquiera le habría dedicado. Simplemente me había dejado llevar un poco por el momento y por la impresión que él me había producido, tan buena que realmente me sorprendió y me hizo apreciarle casi en el mismo momento de conocerle, a pesar de que había mil cosas de él que no sabía. Tenía algo que me impulsaba a confiar en él, cosa que yo, desconfiada por naturaleza, no solía hacer con casi nadie.
Al entrar al baño me había parecido oír un sonido extraño proveniente del interior del camerino, donde Nikki estaba. Su expresión al ver la sangre había sido bastante extraña, casi como si la temiera o como si hubiera recordado algo doloroso al verla. Además del hecho de que sus ojos se habían vuelto negros durante un segundo. Pero bah, seguro que me lo había imaginado de nuevo, así que me limité a cercarme al lavabo y abrir el grifo, que dejó correr un chorro de agua helada sobre mi piel que me relajó y que eliminó toda la paranoia acumulada que mi instinto de cazadora me pedía que tuviera, al menos durante un instante. Dejé que cayera sobre mis manos, arrastrando la sangre de Nikki poco a poco mientras la veía caer a la piedra blanca del lavabo, con la mirada fija en ella pero la mente algo ausente. Estaba algo confusa acerca de lo que había visto o, al menos, creído ver. Había sido algo tan fugaz, tan nimio, que casi estaba segura de que no podía ni haber sido real. Pero sin embargo eso no podía apartarlo tan fácilmente de mi cabeza, por mucho que supiera que no tenía razones para siquiera cuestionármelo. Recordaba con claridad extraña los ojos de Nikki, habitualmente verdes, volviéndose de un tono negro que daba escalofríos, no sólo por lo antinatural que parecía sino también por la dureza que habían reflejado en apenas un momento, como si... Joder, Amanda, ya vale. Deja de darle vueltas a un tema que no sabes si es o no verdad. Bajé la cabeza y cerré los ojos, apartando los últimos residuos de esos pensamientos de mi mente.
Escuché cómo la puerta del baño se abría y, sabiendo que era Nikki, no me esforcé en levantar la cabeza, sino que seguí con la tarea de aclararme las manos, ya heladas y, como siguieran bajo el flujo del agua, arrugadas como pasas. Cerré el grifo y sacudí las manos encima del lavabo para quitar el agua sobrante, pero en ese momento noté el cuerpo de Nikki pegándose al mío, son sus brazos rodeándome. Espera, espera, tiempo muerto. ¿Nikki? - fue lo único que atiné a decir, confusa como estaba. ¿Esto a qué viene? me gustaría haber dicho, pero no me dio tiempo, pues noté que me apartaba el pelo del cuello y que se ponía a besarlo. ¿Qué demonios está pasando aquí? Vale que yo no era muy monja ni muy recatada, pero de eso a liarme con alguien que me había caído tan bien había un trecho bastante largo. El gran problema era que sus labios acariciando mi cuello no era precisamente algo que me desgradara, porque si algo había que reconocerle era que lo hacía muy bien. Casi incluso podría dejarle seguir... Me dio un mordisco que me hizo daño, mezclado con placer a partes iguales para mi gran confusión, pero que logró sacarme de mis pensamientos de dejarle continuar. Me giró para que pudiera mirarle a la cara y me dedicó una sonrisa maquiavélica y con un indiscutible aire de maldad, que me hizo darme cuenta de que lo que me había parecido ver había sido totalmente real. Oh, genial, y encima ahora había perdido el control de lo que fuera que su interior ocultaba y había decidido sacar las hormonas a relucir. Qué suerte la mía.
Me saludó con una voz escalofriante que me hizo fruncir el ceño y entrecerrar los ojos, mirando a quel ser que se hacía pasar por Nikki con reproche. - No, tú no eres Nikki. - le respondí yo, aunque pasó de mí totalmente y me cogió del pelo, acercándome a él y besándome con pasión arrolladora. La mala suerte se vuelve a repetir, porque con este beso que me estaba dando estaba mandando a tomar por culo toda mi posible resistencia. Que fuera tan bueno haciéndolo no podía ser nada bueno, y que encima yo tuviera las hormonas peor que una adolescente no ayudaba nada. Llegué incluso a responderle, subiendo mis manos a su pecho y metiéndole la lengua hasta el fondo, llegando a la suya, con la que me entretuve jugando un momento.
La bendita claridad volvió a mi cerebro justo a tiempo y, aprovechando que mis manos estaban bien apoyadas en su pecho, me separé de él empujándole para atrás. No se lo esperó, pues tengo más fuerza de la que aparento, y sin darle tiempo a reaccionar le di una bofetada en la cara que acabó de hacer que me soltara. Respiré hondo un par de veces apoyada en el lavabo, tratando de recuperar la calma y mirando al ser que tenía enfrente de reojo, rezando al dios que sabía que no me iba a escuchar porque o bien volviera a la realidad o bien me matara rápido y sin demasiado dolor. Esperaba, por mi bien, que fuera la primera, porque si Nikki no había vuelto a la normalidad estaba bien jodida después de lo que acababa de hacer.

Al principio, la dulce e inocente chica que tenía frente a mi se abandonó a sus más bajos instintos devolviendome aquel lujurioso beso, llegando incluso a hacer que su lengua jugara en mi boca y yo, como todo un caballero, correspondí sus juegos con mi propia lengua. La mano que me quedaba libre se iba deslizando lentamente por su espalda justo hasta llegar al borde de su camiseta, iba a meter la mano dentro de ella y rozar su piel justo en el momento en el que Amanda reaccionó y me dio un empujón que me hizo separarme unos metros de ella, no lo aprecíapero aquella chica tenía mucha fuerza. La miré extrañado y sin previo aviso ella me dió una bofetada, cruzandome la cara y haciendo que notara como se enrojecía, por un momento sentí como Nikki intentaba despertar pero no podía dejar que lo hiciera, sacudí la cabeza varias veces hasta que conseguí apartar aquella sensación de mi cuerpo y giré mi cara hacie ella mientras la taladraba con la mirada.

-Si yo fuera tú... No habría hecho eso. - amenacé. Miles de ideas empezaron a pasar por mi cabeza para hacerle pagar aquella impertinencia y mi sonrisa apareció de nuevo en mi rostro. - Y no... No soy Nikki. Precisamente por eso voy a disfrutar cada segundo de tu tortura y voy a saborear tu sangre mientras mueres.

La empujé con violencia contra la pared y alcé el puño con decisión fui a golpearle en la cara pero, sin saber como ni por qué, mi puño se desvió y golpeó contra la pared con una fuerza brutal, al separarlo pude ver como tenía unas pequeñas heridas en los nudillos, enfadado y muy molesto por aquello volví a alzar el puño apuntando perfectamente a la cara de aquella chica que me miraba aterrorizada, mis ojos desorbitados solo pedían sangre y odiaba que un contratiempo así me impidiera matar, entonces, volví a golpear con fuerza y, de nuevo, contra la pared. Solté un gruñido y esta vez lo intenté con la otra mano, fallé. La rabia se apdoeró de mi empecé a pegar contra la apred una y otra vez cada vez más fuerte, no sé exactamente en que momento Amanda se apartó, pero lo hizo, dejandome solo contra los azulejos del baño que empezaban a romperse y a mancharse de sangre que salía de mis nudillos. Los azulejos rotos cortaban mi piel, y los que no lo estaban hacian que mis huesos se resintieran con los golpes. No me importaba romperle las manos al maldito Nikki y que no pudiera tocar ni el bajo ni la guitarra, por mi mejor, porque a veces no lo soportaba. Y entonces acabé en el suelo, notando como la vista se me nublaba y me desplomaba sin más ante la atenta mirada de Amanda. Era la primera vez que Nikki ganaba. Y también era la última que pensaba permitirselo.

. . .

De golpé abrí los ojos sobresaltado, acostumbrandome a la luz del lugar, lo observé todo extrañado, no recordaba donde estaba pero sentí un dolor punzante en mis manos. Las miré y me horroricé al ver toda aquella sangre. ¿Qué leches había pasado? No lo sabía y, en el fondo, tampoco quería saberlo. Pero... ¿Habría hecho daño a alguien? Recordé rápidamente a Amanda, alcé la cabeza buscandola y la encontré allí, petrificada, con la mirada clavada en mi. El mundo se me cayó encima en aquel instante, al notar el miedo en sus ojos y me sentí mal, me sentí como si fuera un bicho raro o un monstruo.

-¿Qué... Qué ha pasado? - pregunté, aunque ya podía imaginarlmelo y sabía que la respuesta no me gustaría. Al ver su mirada, enseguida otra pregunta salió de mis labios sin pensarla. - ¿Estás bien? - Ahora estaba preocupado y tenía miedo de haberle hecho algo.

Con torpeza intenté levantarme, al apoyarme sentía como si miles de agujas me atravesaran las manos a la vez y por eso me caí varias evces antes de ponerme de pie. Me apoyé en la pared y noté los azulejos rotos contra mi espalda, me giré extrañado y vi aquel destrozo aunque para mi sorpresa encontré algo interesante. Examiné dentro de uno de los huecos y metí la mano, noté algo blando, un montón de pequeñas bolsitas que llevarían allí un montón de tiempo, las saqué y las examiné. Había de todo: Heroína, cocaína, qualudes, polvo zombie, LSD, Marihuana... Y también drogas más modernas como el extasis y el cristas. Había encontrado un gran tesoro, me quedé embobado mirando las bolsitas y sin más, me las guardé en el bolsillo. De nuevo volví a mirar a Amanda, y en sus ojos ahora veía la desaprovación y me pregunté si lo que había pasado era, simplemente, que mi mono me había superado y había hecho cualquier cosa con tal de encontrar la droga, aquella idea era improbable y solo la había aceptado como una manera de autoconvencerme de que no estaba loco pero la verdad era que, hacía un par de días que no me drogaba y había aguantado perfectamente el mono, sobretodo desde que había conocido a Amanda así que... ¿Por qué de repente iba a darme un ataque de locura por culpa de un mono inexistente de emterme cualquier tipo de droga? Era ilógico y poco probable. Aún notaba la mirada de desaprobación de Amanda sobre mi, le sostube la mirada durante apenas un segundo y bajé la cabeza, no podía hacerlo... Me sentía mal y el dolor de mis manos n ayudaba, vale, ahora si que necesitaba la droga.

-Lo siento... - murmuré. - Creo que... Será mejor que... salgamos de aquí y... cada uno vaya por su lado. - y para variar, la había fastidiado con la única chica con la que podría haber llegado a algo más que un polvo de una noche. Una amistad a la mierda, sí señor! Y todo por culpa de aquellos desvanecimientos, de aquellas visiones y toda esa mierda. Lo odiaba.

En el momento en el que había perdido el control de lo que estaba haciendo, Nikki (o el ser que se estaba haciendo pasar por él, al menos) había decidido no ser menos y bajar la mano lentamente por mi espalda, como si en ese momento hubiera necesitado algún estímulo más que simples besos por su parte para continuar con lo que él había decidido comenzar. Por suerte había conseguido parar en el momento adecuado, antes de que empezara a meterme mano y la situación hubiera sido ya irreversible. Ya me había costado lo mío refrenarme, y eso que ni siquiera habíamos pasado de un simple beso. Pero menudo beso, joder, que alguien que bese así debería estar prohibido por la ley, o por lo que sea. debería recordar permanecer lejos de él la próxima vez para evitar tentaciones. Una orden de alejamiento me vendría muy bien en estos momentos, ¿por qué no las darán más a menudo?
Al separarle de mi lado su expresión había sido de sorpresa, como me había imaginado que pasaría. Tampoco era demasiado descabellado que esa fuera el cariz que habían tomado sus pensamientos, pues honestamente tengo pinta de no poder ni conmigo misma, pero en la práctica puedo llegar a dar bastantes sorpresillas. Como la que él se había llevado, por ejemplo. No me voy a adjudicar todo el mérito, pues el factor sorpresa también había jugado un papel importante en mi logro de haberle echado para atrás. Bendito don de la oportunidad, alguna vez hasta vienes bien.
La bofetada que le había dado pareció querer despertar a Nikki de su letargo y librarme de aquel...ser, a falta de otra palabra mejor. Sin embargo, sacudiendo la cabeza apenas un par de veces consiguió librarse de la molesta vuelta del auténtico dueño de su cuerpo, que tan mal le venía. Clavó su mirada en mí, provocándome auténticos escalofríos. Genial, Amanda, tu locura sólo ha conseguido cabrearle. Me confirmó lo que yo ya sabía, que él no era Nikki y que la había fastidiado a lo bestia habiéndole apartado. En el mismo momento en que lo había hecho casi me arrepentía, pero estaba segura ahora de que por muy mal que se pusieran las cosas, había hecho lo correcto. Si pasaba (cosa que no descartaba, aunque tampoco ponía la mano en el fuego porque fuera a suceder) tendría que ser con Nikki, y no con su otra personalidad chunga. Era algo que simplemente no iba a dejar que pasara, aunque tuviera que sufrir por ello.
La idea de que me iba a torturar hizo brotar en mi mente miles de imágenes de sufrimiento y dolor que me hicieron tragar saliva, casi dolorosamente. Pero ¿qué demonios? Soy una cazadora, tengo mi orgullo. Por mucho que sepa que este me vaya a matar no voy a bajar la cabeza. Al menos moriré luchando, como siempre supe que iba a acabar haciendo. Me empujó contra la pared y me hizo daño, pero no dejé que se reflejara en mi cara, ya no. Levanté la mirada y sostuve la suya, seria y casi inexpresiva. Alzó el puño con fuerza en dirección a mi cara, pero falló y le dio a la pared en su lugar. Fruncí el entrecejo, sin poder evitarlo. ¿Nikki estaba haciéndole fallar desde dentro? No, no podía ser posible. ¿O tal vez sí? A estas alturas de mi vida no descartaba ya nada, por muy inverosímil que pudiese resultar. Mi teoría fue cobrando solidez a medida que, con otro puñetazo, volvió a fallar, haciéndose heridas en los nudillos. La expresión de su cara me hizo mirarle con miedo de nuevo, en contra de lo que había decidido, pero es que era verdaderamente aterradora, llena de rabia y sed de sangre. Lo intentó con la otra mano y volvió a fallar. Pareció desesperarle tanto que empezó a arrear golpes a la pared, cargándose los azulejos y empeorando las heridas de sus manos. Me aparté como pude, esquivando sus golpes a ciegas, que no duraron demasiado porque en un determinado momento cayó al suelo, cerrando poco a poco los ojos y permitiéndome respirar tranquila durante un momento.
Me aseguré de que había perdido la consciencia y me agaché a su lado. en apenas un momentó volvió en sí, con expresión aterrorizada y sorpendida a partes iguales. Vale, acababa de ver toda la sangre que su pequeño ataque había dejado por todas partes. Me quedé clavada en mi sitio, intentando buscar la mejor amnera de contarle lo que había pasado sin que me creyera loca o paranoica. Me preguntó acerca de lo que había pasado y yo suspiré, sonoramente y con la mirada aún clavada en él. Salió de su boca una pregunta que me sorprendió gratamente, que si estaba bien. - Estoy bien, tranquilo. - le dije, con una sonrisa cálida y tratando de hacerle sentir mejor, cosa que, por supuesto, no conseguí.
Trató de levantarse varias veces con muchas dificultades, y era normal porque tenía las manos en carne viva y debía dolerle lo suyo. No le ayudé porque me imaginaba que era lo último que querría en ese momento, así que le dejé hacer. Se apoyó en la pared y, al meter la mano en el hueco que sus puños habían abierto, encontró todo un cargamento de droga que no dudó en meterse al bolsillo. Le dediqué una mirada de reprobación. ¿Es que ni siquiera teniendo las manos medio abiertas y con heridas como las que tenía era capaz de pensar en otra cosa? Me sostuvo la mirada apenas un segundo, pero yo suavicé la mía. No podía culparle, y menos ahora que con todo el dolor la necesitaba aún más. Se disculpó conmigo y dijo que lo mejor era que fuéramos cada uno por mi lado, y yo solté una ristotada seca que me sonó mal hasta a mí. - ¿Tú estás loco? ¿Quién te piensas que soy para dejarte así, que no puedes ni moverte? Anda, ven conmigo. - dije negando con la cabeza y poniéndome a su lado. Le pasé el brazo por los hombros para que se apoyara en mi y le llevé hasta el camerino en sí, donde le hice sentarse en la cama. Yo cogí el botiquín, que tan bien me estaba viniendo, y lo puse encima de la cama, sentándome yo al lado y enfrente de Nikki. Crucé las piernas al estilo indio sobre la cama y puse un cojín encima. Acerqué mis manos a las de Nikki y, de nuevo con suavidad extrema, las apoyé en él. - A este paso vas a tener que contarme como tu enfermera particular. - le dije yo, tan tranquila. Cogí el agua y volví a repetir el proceso de su corte en el brazo: limpieza, luego desinfección con alcohol y después vendarle. Me llevó algo más de tiempo, pues tuve que arrancar trocitos de azulejo que tenía incrustados y, como no quería hacerle daño, me lo tomé con calma. Una vez terminé, le vendé los nudillos de manera que pudiera mover las manos y estuviera protegido al mismo tiempo y se las dejé apoyadas en el cojín de encima de mis piernas, con mis propias manos al lado y todo lo que había utilizado para curarle a nuestro alrededor.
- Vale, ahora que ya estás bien me harías un gran favor si me dijeras algo acerca de lo que recuerdas y lo que no. - comencé yo para tratar de enfocar el tema de una manera más fácil para los dos. No me iba a creer, pero desde luego yo lo iba a intentar, y la mejor menra era siendo racional y ofreciéndole argumentos que, por cirtos, tuviera que creer por fuerza. Y eso era exactamente lo que me disponía a hacer en este momento.

No sabía exactamente como me sentía en aquel momento pero, sin duda, necesitaba un trago... Amanda se negó en rotundo a marcharse y mucho menos a dejarme a mi allí en mi estado. Le miré con cara de cachorro abandonado, pese a que me hiciera sentirme extraño que hicieran algo así por mi ya que nunca lo habían hecho antes, no podía evitar pensar que lo mejor que podría hacer ella era marcharse y alejarse todo lo que pudiera de mi. Porque, al final, la gente a mi alrededor acababa mal y en ese momento fue cuando abrí los ojos y me di cuenta de aquella cosa tan obvia... Estaba sólo, no tenía familia ni amigos ni mucho menos una chica, aunque en un principio había pensado que era por decisión propia ahora entendía que, más bien era apra proteger a la gente de mi... De mi otro lado. Pero siempre era una buena medicina refugierse en las drogas y en la bebida, entre las piernas de alguna mujer que cada noche era distinta... Amanda caminó hacia mi y una vez a mi lado me pasó uno de sus brazos por los hombros, ayudandome así a caminar. Volviemos de nuevo al camerino que habíamos dejado atrás nos sentamos en la cama y,d e nuevo, me curó las heridas, esta vez en las manos con mucho cuidado e intentando evitarme todo el dolor que pudiera, aunque sin duda me merecía la mayoría. Mientras me curaba los nudillos estuvimos en silencio, yo no hablé y ella tampoco lo hizo, estaba demasiado concentrada en curar mis heridas. Mi mente se distraía mirando como poco a poco la sangre desaparecía de mis manos y me ponía a penar seriamente en que quizá era demasiado quejica a evces, sí,había tenido una vida de mierda, pero también habia conseguido la fama y la fortuna y había sido feliz por un tiempo... Pero todo eso es tan efímero. Suspiré y cuando me quise dar cuenta, Amanda ya había terminado de vendar mis manos y yo aún las tenía apoyadas en aquel cojín que descansaba sobre sus piernas... Y entonces llegó el momento de la verdad, era hroa de enfrentar a mis propios demonios, Amanda me dijo que le contara que recordaba y suspiré.

-Es.... complicado. - comencé. - Verás, lo último que recuerdo con claridad es estar aquí, senado en la cama justo después de que tu entraras al baño y después... NADA. - bajé la mirada y me quedé mirando nuestras manos sobre el cojín. - También hay flashes, imágenes que no tienen sentido y están como grabadas en mi cabeza pero no recuerdo haberlas vivido ni nada por el estilo yo... ¿Estás segura de que no te he hecho nada? - pregunté funciendo el ceño mientras inentaba recordarlo todo y aquellos flashes con imagenes aparecían en mi mente. - Lleva pasandome mucho tiempo y para mi es algo normal pero... Ahora es cuando realmente me empiezo a dar cuenta y cuando... Bueno, ahora es cuando tengo conciencia de que no es algo bueno y mucho menos normal. - me encogí de hombros. - ¿Sabes? Creo que si alguna vez nos volvemos a ver me iré contigo a hacerme un tatuaje, más daño que el he me he hecho hoy creo que no podré hacerme ni aunque me tatue la espalda entera... - bromeé. Como siempre, intentaba evitar el tema, pero eso se me hacía bastante difícil porque, por mucho que lo intentara no era normal, no era como el resto de personas y ya me lo habían dicho varias veces pero estaba empezando a pensar que simplemente era un psocopata más en un país lleno de ellos...


[OFF: Joooo que cortito me ha quedado... >.< ... Pero es que mañana tengoe xamen de Francés y estoy pensando en otras cosas... Te compensaré! ]

Me miró con una carita de cachorro que hizo que yo, normalmente bastante inmune a esas cosas, lograra apiadarme aún más de él, si cabía. Pero, por otra parte, parecía que en su expresión quería asomarse la extrañeza, tal vez porque no estaba acostumbrado a que alguien hiciera algo por él sin esperar nada a cambio y sin haberle dado razones para ello. Bueno, entonces con poca gente como yo se había topado a lo largo de su vida, porque yo ayudaba a quienfuera siempre que, a mi parecer, se lo mereciera, y Nikki era uno de esos casos. Suficiente tenía el pobre con ser medio demonio y con tener una personalidad alternativa que mataba y se metía en líos usando la apariencia de Nikki como para encima ir yo y fastidiarle aún más. Vengativa vale, hasta un punto, pero meter el dedo en la herida y encima removerla a conciencia ya me parecían límites que, por el momento, no había alcanzado. No era tan cruel en esas cosas como a veces parecía.
Llegamos a la cama y le vendé las heridas, sin mayor conversación por parte de ninguno. Yo estaba demasiado concentrada en tratar de no hacerle daño, y él estaría haciendo elucubraciones acerca de las razones que me habían empujado a ayudarle o cualquier otra cosa, quién sabía. La cuestión fue que el diálogo no comenzó hasta que no tomé yo la iniciativa, preguntándole acerca de lo que recordaba y lo que no. Su respuesta no me tomó demasiado por sorpresa: lo único que tenía en la mente eran vacíos temporales de a saber cuánto tiempo y algún jirón de sucesos que le parecía ver. Asentí para mí misma, en silencio. Concidía con los típicos casos de soble personalidad que me había tocado estudiar en la universidad, así que no era nada que se saliera de lo normal. Bueno, el caso en sí lo hacía, pero aparte de eso todo entraba dentro de lo esperable.
Volvió a insistir en su pregunta de si me había hecho algo, y yo le sonreí. - Hombre, nada irreversible no me has...no hemos hecho. - me corregí automáticamente, pues él (o su otro yo, técnicamente) sólo había prendido la mecha de algo que ya era habitual en mí. Tenía más que claro que con el estímulo adecuado yo iba a cer en la tentación con una facilidad extrema, y eso sólo había servido para confirmármelo. De nuevo agradecí haber parado a tiempo, porque de otra manera probablemente lo hubiéramos lamentado ambos. Lo dejé ahí para escuchar lo que me decía, con interés. - Lleva pasándote tiempo, según dices, pero ¿nunca se lo habías contado a nadie? - pregunté, más para mí misma. - Oh, joder, menuda pregunta. ¿A quién se lo ibas a contar si no querías que pensaran cualquier cosa de tí? - solté, reprendiéndome a mí misma. Luego me di cuenta de lo que dije y le miré, con los ojos muy abiertos. - No pretendía decir eso, yo no creo que estés mal. Muy bien, Amanda, lo estás arreglando. - acabé por decir, ya incapaz de controlar lo que salía por mi boca. Respiré hondo un par de veces para tratar de poner en orden mis pensamientos y evitar que salieran chorradas como la que acababa de soltar, que podían hacerle sentir mal y eso era precisamente lo que trataba de evitar. Solté una risilla algo irónica. El daño ya estaba hecho, si le había herido, y ya no había vuelta de hoja.
- La idea del tatuaje me parece bien, aunque no cuentes conmigo para hacerme uno, que no me motivan demasiado. - contesté yo, tratando de salir del embrollo mental en el que, sin quererlo, me había metido antes.
Ahora comprendía mejor que necesitara con tanta urgencia las drogas que había encontrado antes, en los azulejos del baño que ahora yacían en el suelo y también en la cama, por haberlos quitado de sus manos. Eran, casi con toda seguridad, el único vehículo que había tenido para escapar de algo que no comprendía bien y que le había perseguido durante bastante tiempo. Tendría que contarle que sabía por qué le pasaba lo que pasaba, pero tampoco quería que él me considerara loca en exceso. Suspiré, indecisa y algo confusa. Honestamente no tenía ni idea de si debía hacerlo o no, pero algo era innegable: merecía saber la verdad, por mucho que le fuera a doler. - ¿Y no sabes nada del porqué de esos bloqueos? - pregunté, intentando que él me dijera todo lo que supiera para poder saber cómo soltarle la bomba de relojería que guardaba en mi interior. Iba a ser difícil de narices.

OFF: No te preocupes, que creo que el haberte hecho esperar tanto ha compensado lo que me hubiera podido molestar que el post no haya sido tan largo (que no me ha molestado en absoluto ). Aunque si quieres compensármelo no te diré yo que no

Seguía sin entrarme en la cabeza por qué se comportaba así conmigo, porque me curaba as heridas con aquel cuidado y me hablaba así. Estaba seguro de que no me lo merecía, además, si hubiera sido otra persona me habría gritado y habría salido corriendo, no sin antes llamar a la policía y decir que un loco la había intentado... yo que sé! Ni siquiera recordaba lo que había hecho así que tampoco podía autoinculparme más de lo que ya lo estaba haciendo. Ella no arregló las cosas con lo que me dijo, ¿Qué se suponía que significaba aquello? ¿Le había hecho daño? ¿O quizá había intentado... otras cosas? Conociendome estaba seguro de que la segunda opción era la correcta, simplemente, algo me lo decía. Suspiré y de nuevo la volví a mirar, la verdad es que si que se me había pasado por la cabeza, Amanda era guapisima, simpática, amable y tenía cerebro, cosa difícil de encontrar en una ciudad como Los Ángeles. Podría tenerlo todo, pero yo seguía siendo... ¿Qué? La verdad no lo sabía y tampoco estaba seguro de querer saberlo. Entonces analizó mis palabras más bien en voz alta, en el fondo tenía razón, podría haberselo contado a alguien pero no tenía a nadie en quien confieara realmente, más bien, no tenía a nadie, punto. Me limité a encogerme de hombros. Amanda pensó que había dicho algo malo y rápidamente intentó corregirse y disculparse de alguna manera pero yo negué con la cabeza.

-Tranquila, no apsa nada no... No es nada. ¿Vale? Es lógico, cualquera pensaría que estoy para internarme en un psiquiatrico o algo... - observé como respiraba hondo e intentaba calrmarse y pensar sus palabras con claridad para no "meter más la pata", aunque en ningún momento sus palabras me parecieron malas... Había oído cosas mucho peores hacia mi.

Terminó por reirse, lo que me hizo sonreir inevitablemente. Entonces aceptó mi oferta para que me acompañara a hacerme un tatuaje, en realidad lo había dicho medio de broma, pero siempre estaba vien ir acompañado a hacerse un tatuaje y quería uno que significara más que la amyoría que llevaba queme había hecho cuando iba colocado o drogado. Me di cuenta de que se había quedado algo pensativa durante unos minutos que pasamos de nuevo en silencio, yo la miraba casi embobado y un mechón de pelo rebelde cayó por su cara, me apresuré a apartarlo y colocarlo en su sitio, finalmente me preguntó si sabía el por qué de todo aquello. Suspiré de nuevo, aquella era, sin duda, la pregunta del millón y lo poco que sabía, no sabía muy bien como explicarlo así que me mordí el labio inferior y empecé a hablar. *Que sea lo que Dios quiera...* pensé.

-Es... Complicado. - comencé. - Cuando era pequeño, bueno, me convertí en un niñ bastante problemático. Un día unos niños se estaban metiendo conmigo y al día siguiente llené mi mochila de piedras y empecé a golpearles con ella cuando volvieron a meterse conmigo... Creo que rompí pómulos, mandibulas, narices... No lo sé. Pero apenas tendría 6 años. Luego está el tema de mi madre, nos odiabamos a muerte... - suspiré. - La verdad es que siempre he tenido como dos lados, pero de pequeño en cierto modo, los controlaba. Simplemente tenía muy mala leche pero ahora... es como si cada vez que algo fuera mal o me enfadara de verdad o... Nosé! Él toma el control y no puedo evitarlo... Lo odio. Te parecerá que estoy como una cabra... - hice una pausa y esperé a que fuera asimilando la información. - No sé cuál es la razón ni por qué me pasa esto, solo se que... cada vez me pasa más. - No quería asustarla con todo aquello y me guardé bastantes datos y detalles que si que le hubieran hecho pensar que estaba loco, como cuando me atravesé el brazo con un cuchillo a los 14 años para que encerraran en la cárcel a mi madre y poder vivir solo, a parti de entonces fue cuando conseguí toda la libertad que siempre había querido, por decirlo de algún modo... fue el principio de mi vida, el principio del fin. - Bueno, y luego está el tema de la sangre... Cada vez que veo sangre también me pasa... - hice una mueca.

Su cara seguía siendo un auténtico poema. Parecía que aún no le cabía an la cabeza por qué me estaba portando así con él, ignorando lo que cualquier persona cuerda haría: ponerse a correr en dirección contraria, llamar a la policía o, en casos extremos, tomarse la justicia por su propia mano. Oh, tal vez fuera ese el problema. Tal vez lo que no comprendía era que yo no era precisamente alguien que se caracterizara por su cordura, pues lo primero que había hecho cuando su alter ego me había empezado a besra había sido seguirle, y no apartarle, lo más razonable en esa clase de situaciones. Si es que, desde luego, lo mío ya es de procupar, y encima él extrañándose de que no actúe como una persona normal. No lo soy, Nikki, es imposible en la práctica que pueda llegar a hacerlo alguna vez en mi vida.
También podía reflejar su expresión curiosidad acerca de lo que había pasado entre nosotros. A decir verdad, mi respuesta había sido bastante críptica y podía significar mil cosas distintas, según la interpretación que cada cual quisiera darle. Y si realmente no recordaba nada de lo que había pasado (cosa que no ponía en duda, dada mi experiencia en temas de doble personalidad), posiblemente no había ayudado demasiado a tranquilizarle, sino más bien incluso todo lo contrario.
Me dijo que era lógico que pensara que estaba para tenerle encerrado y bien atado, pero yo me limité e fruncir el ceño. - Por mucho que tú creas que sea lo lógico créeme, estoy acostumbrada a soportar cosas bastante peores que un caso de doble personalidad. Además, yo no soy así, y no me gusta juzgarte simplemente por eso. Tú eres tú, y al único Nikki al que considero verdaderamente como tú es a tí, no al otro. - le dije, mirándole fijamente a los ojos.
Había notado que me había ausentado mentalmente un momento, y me quitó un mechon de pelo que se me había caído por la cara. Ni lo había notado, la verdad, pero al sentir sus dedos rozarme suavemente la piel le sonreí, con dulzura. Cuando era él mismo me estaba demostrando que era un auténtico cielo, y la verdad era que me caía muy bien.
Empezó a explicarme lo que recordaba acerca de toda su vida anterior y de sus experiencias. Me dejó muda con todo lo que había pasado, con la de cosas que había hecho cuando tenía apenas seis años. Bueno, yo a esa edad ya me entrenaba para matar licántropos y vampiros, pero no era lo mismo, en absoluto. Su infancia había sido bastante peor que la mía, y aunque no me quejaba de ella, ahora que conocía lo que le había estado pasando no podría hacerlo, nunca. Y eso que estaba segura de que me había ahorrado los peores detalles para que no conociera lo más duro. No dije nada, pero mi mente estaba funcionando rápidamente. Tenía sentido que su madre hubiera hecho un trato con Azazel, aunque la razón seguía siéndome desconocida. Y hasta que no nacieron sus poderes no acabó de empeorar su incipiente bipolaridad. Vale, eso tiene ya más sentido. El problema de turno es cómo demonios le explico lo que sé sin que crea que estoy loca. Va a ser difícil, eso sin duda.
Suspiré, pero una vez introducido el tema de su otro yo estaba decidida a contarle lo que nos había pasado y dejar de tratar de evitar el tema.
- Sé que tienes curiosidad por saber lo que acaba de pasar, y creo que lo mejor será dejarme de largas y contártelo. - comencé, inspirando profundamente para coger valor. - Digamos que después de que te cortaras fui al baño a lavarme las manos. Nada más llegar estuve un rato como ausente, andaba medio en la luna, y sin darme cuenta tú viniste y me abrazaste por detrás. Después empezaste a besarme por el cuello y me giraste del todo, hasta quedar frente a frente. - conté, rememorando lo que había pasado entre nosotros mientras él no era quien solía. Cerré los ojos un momento, recordando, y los mantuve cerrados para que las sensaciones e imágenes fueran más nítidas. - Una vez enfrente de mí me besaste, y yo me sorprendí pero te seguí, sin poder evitarlo. Empezamos a dejarnos llevar, y casi llegó un punto en el que iba a haber mandado todo a la mierda y dejarte seguir, pero no sé por qué algo me hizo parar antes de que pasara nada más. De ahí te cabreaste o bueno, mejor dicho ese ser se cabreó, y me intentaste dar un par de puñetazos que, por suerte para mí, aterrizaron contra la pared, dejándote las manos como las tienes. Después se cayó al suelo y pedió el conocimiento, dejándote de nuevo lugar en tu cuerpo. - temriné diciendo, pegando un hondo suspiro. Vale, la parte fácil (o al menos algo fácil) había pasado ya, pero todavía me quedaba lo más crudo, explicarle el por qué de sus espacios en blanco.
- Y no estoy segura de que sea exactamente como yo pienso, y puedes creer lo que quieras de mí al respecto, pero creo que tengo una teoría acerca de lo que te pasa y creo que no te va a gustar demasiado. - empecé a decirle, mordiéndome el labio inferior para tratar de buscar el valor de decirle a la cara que era medio demonio cuando, posiblemente, ni creyera en ellos.

Doble personalidad. Cuando dijo aquellas dos palabras hice una mueca. Eso solo reforzaba más la teoría de que estaba como una cabra. Doble personalidad, oh, Dios, ¿Así de simple era todo? ¿Con esas dos palabras solucionabas años de bloqueos, de despertarme en sitios desconocidos, de ver chicas muertas en las noticias que habia conocido hacía un par de noches? Me vino instintivamente a la memoria la imagen de aquella lunática que decía que era una demonio, entonces, ¿Aquella mujer también estaba loca? Recordé el día que la conocía y la de cosas inexplicables que pasaron... Quizá estaba más colocado de lo que recordaba, pero también podía ser cierto todo lo que había visto o... Alomejor también era un esquizofenico paranoide en un grado bastante elevado. En ese momento solía podía pensar una cosa: Joder, estoy como una puta cabra! Aunque la verdad es que Amanda me hizo sonreir con su siguiente frase, cuando dijo que yo era yo, el evrdadero Nikki, el único que importaba. Mientras me decía aquello me miraba a los ojos con una intensidad abrumadora y tuve que bajar la mirada, esquivarla por miedo o perderme en sus ojos. Tuve que responder sus preguntas y controlarme, evitar lanzarme cotnra ella y besarla, si aquella era una increíble forma de olvidar aquel tema que tanto detestaba pero sabía que Amanda no me permitiría dejarlo correr tan fácilmente. Suspiré y volví a alzar la mirada para encontrarme con sus ojos fijos en mi, ella también sus piró y finalmente habló. Empezó por contarme qué había pasado cuando "aquello" había tomado el control de mi cuerpo. En cada una de sus palabras podía reconocer una pequeña parte de mí, aquella persona y yo podíamos ser dos mundos distintos pero, en el fondo, eramos lo mismo. Lo que hacía él, lo podría haber hecho perfectamente yo. Hizo una pausa y cerró los ojos, no se si para evitar mirarme a mi mientras lo contaba o para rememorar todo aquello. Esperé con paciendia a que volviera a retomar la historia. Me contó que estuvimos a punto de pasar a mayores y de que ella estaba dispuesta a hacerlo pero que, en el último segundo cambió de idea, por suerte para ambos. No pude evitar hacer una mueca cuando dijo que iba a pegarle, yo nuncahabría hecho eso, me resultaba imposible, a la única mujer que odiaba tanto como para hacerle daño era a mi madre y cuando era pequeño ya le había causado todo el daño que me había sido posible hacerle. Pero, entonces, los flashes en mi memoria que recordaba empezaron a tener sentido, yo hice que el puño acabara pegando contra la pared, una y otra vez, no quería hacerle daño, después de todo. Cuando terminó de relatarlo todo suspiró y abriço de nuevo los ojos.

-Vaya... - me limité a decir algo sorprendido y abrumado con lo que me acababa de contar. - Pues... Lo siento. - me encogí de hombros. No sabía qué más podía hacer o decir para disculparme. - Yo... Nunca te haría daño.

Se hizo un nuevo silencio entre ambos, Amanda aprecía enrviosa por alguna razón. ¿Es que acaso había más? Al parecer si, y lo comprobé del todo cuando volvió a hablar. Creía saber por qué me pasaba aquello, tenía una teoría pero dijo que no me iba a gustar yo no entendí nada y no pude evitar coger sus manos que seguían sobre el cojín.

-Por favor, Dímelo! - le rogué. - Si sabes lo que me pasa dimelo. Me da igual si es algo bueno o malo, podré vivir con ello. Pero necesito saberlo... No sabes lo que es esto... Si sé lo que es quizá pueda controlarlo y todo sea más fácil! - ahora estaba ansioso.

Si ella podía ayudarme no iba a impedirselo. Y si al final lo que me pasaba no era un simple caso de doble personalidad, aún sería más feliz. Si había una explicación racional para todo aquello... Quizá podría controlarlo y volver a ser yo mismo de una vez por todas.