Motherfucker of the Year (Nikki, James)

Después de mi interesante día en Los Angeles, en el que había tenido la oportunidad de conocer a Nikki Sixx, una estrella del rock venida a menos con quien había pasado una noche como mínimo curiosa, volví a Townhidden en busca de algo de tranquilidad. No dejaba de resultarme curioso que precisamente lo que había ido a buscar Los Angeles, paz y una posible desconexión de todo lo que me había pasado últimamente (mi reencuentro con James, mi encuentro con Odette que me había dejado unas ganas bestiales de abrirla en canal, la confesión de Cath de que medio infierno la estaba buscando...), era lo único que no había logrado obtener. A cambio había tenido una noche curiosa con un chico que, estando sobrio y sin dejarse dominar por su personalidad malévola, era un auténtico encanto, pero que en cuanto veía sangre y su alter ego le poseía se volvía alguien que daba miedo. ¿El resumen de mi pequeña excursión californiana? Una preocupación más pero también un amigo más. Había que ver los pros y los contras de todo, ¿no? Pues eso iba a hacer, desde luego.
El ambiente cerrado de Townhidden me resultó agobiante y de poca ayuda para tratar de aclararme las ideas, que era lo que más necesitaba en ese momento, así que decidí que ya que estaba podía ir a hacer otra pequeña excursión a Houston, ciudad que no conocía y por la que tenía cierta curiosidad. Además, algo em decía que iba a poder encontrar entretenimiento allí, así que no me lo pensé demasiado y cogí un autobús para llegar a la ciudad, que pareció acogerme con los brazos abiertos. Desde que me estaba volviendo tan ecológica y apenas usaba mi moto no dejaban de pasarme cosas raras...
El bus nos dejó a todos en la plaza mayor, y la mayoría de la gente se limitó a esparcirse en mil direcciones, según sus destinos. Yo me limité a contemplarla un instante, disfrutando como siempre de todo lo nuevo, y me acerqué hasta un banco para mirar el mapa que el conductor nos había dado. Lo abrí y estuve considerando varios destinos, pero al alzar la mirada del papel vi a lo lejos una figura que me resultó conocida. Y es que aquel aire de rockero de los 80 era único, casi tanto como su dueño. Recordé que me había dicho que él vivía en Houston, así que me acerqué a él con una sonrisa. - Hola, Nikki. - le dije en cuanto le tuve frente a frente.

Eran las... No sabía exactamente que hora de la mañana era pero el caso era que llevaba toda la noche por ahí de juerga y la noche anterior, y la anterior y aún así mi pelo y mi ropa estaban increíblemetne perfectos. Para mi sorpresa no me había metido en ninguna pelea y había conocido a un par de chcias interesantes, ¿Cómo se llamaban? Bah, no las volvería a ver en mi vida per al menos me habían hecho un buen trabajito en los bajos que no olvidaría... por lo menos hasta el final de la semana. Ahora caminaba por la Plaza mayor, volvía a casa a dormir un poco o a conseguir más dorga o... lo que fuera, pero tenía ganas de ir a casa, chutarme cocaina y pasarme horas encerrado en mi armario, dominado por la manía persecutoria y esa horrible sensación de que me espiaban, me vigilaban y que tarde o temprano alguien entraría en mi casa y me mataría... Sí, yo siempre tan masoca... Pero al menos así apartaba las visiones un buen rato. Hacía una semana o más desde que había estado en Los Ángeles y me hacían pasado más cosas de las que me hubiesen gustado, mi camello particular había vuelto y me había hecho matar por él y por la droga a un par de tios... Lo que hace uno por su mejor amigo... Y por una vez no me refería a la droga!
Mientras paseaba y silvaba "felizmente" escuché una voz a lo lejos que llamaba mi nombre, extrañado me giré y vi a una chica a lo lejos, al principio no la reconocí, pero aquello no me impidió acercarme a ella y una vez estuve frente a frente mirarla de arriba a abajo. ¿De qué me sonaba esa chica? Tanto alcohol y tantas drogas me pudrían el cerebro pero el caso es que me sonaba mucho... Una brisa matutina hizo que el pañuelo que llebava fuertemente anudado en mi bíceps ondeara al viento y al mirarlo, y ver las calaveras me acordé, aquella chica era su dueña, finalmente le sonreí.

-Hola... - me limité a decirle. - Qué pequeño es el mundo, ¿Verdad? - aún no caí en quien era ella pero aún así me quedé hablandole.

Fijándome un poco mejor en Nikki me pude dar cuenta de que aún llevaba el pañuelo de calaveras que, aquel día en la playa de Los Angeles, me había quitado y se había puesto como bandana. También tenía en la cara los restos innegables de un par de días de fiesta loca, o tal vez de bastantes más, por mucho que el resto de su aspecto físico no dijera nada aparte de que acababa de salir de casa vestido y peinado así.
No necesitaba darle demasiadas vueltas a la cabeza para darme cuenta, por su tono de voz, de que parecía que yo le sonaba de algo pero que no me acababa de localizar. ¿Tan pronto me olvidas, Nikki, después de aquella noche loca que tuvimos hacía apenas una semana? Y loca en el sentido literal de la palabra, entendiéndolo como simplemente bizarro y lleno de una serie de cosas que, unidas entre sí, daban como resultado algo difícil de olvidar. Bueno, al menos algo que yo no había sido capaz de olvidarla, algo difícil teniendo en cuenta la de alcohol que me había metido estando con él. Pero me defraudó un poco que él no la recordara, al menos aparentemente, y le miré a los ojos con la ceja enarcada.
- Sí, el mundo es un pañuelo. Casi como el que llevas en el brazo. - le dije, confirmándole que, efectivamente, aquel pañuelo era mío. - ¿De verdad no te acuerdas de mí? - pregunté, algo incrédula. Negué con la cabeza y suspiré. ¿Y por él había tenido semejante confusión encima durante una semana? - Haré un esfuerzo por recordártelo, ¿de acuerdo? A ver... Amanda, Los Angeles, Whiskey A Gogo, backstage, amanecer en la playa, putas rusas... ¿Algo de eso te resulta familiar o tendré que ir a preguntárselo al siguiente rockero que vea por la calle? - inquirí, con una media sonrisa en la cara y cruzada de brazos frente a él. Esperaba que lo recordara, porque si no iba a darme por vencida y simplemente hacer como que no nos habíamos vuelto a encontrar.

La chica notó que no me acordaba demasiado de ella, aunque en el fondo si que lo hacía... Aunque quizá a primera vista no hbiera caído pero... ¿Cómo olvidar a Amanda? Incluso en los momentos más extraños recordaba aquella noche en Los Ángeles y me seguía preguntando por qué no era capaz de olvidarla si ni siqueira había pasado nada realmente trascendental entre nosotros, creo que, en el fondo, quizá me atormentaba a mi mismo por no haberme acostado con ella aquella noche y haber despediciado mi oportunidad. Por suerte y, como había esperado e imaginado, Amanda no se enfadó, todo lo contrario, me miró con aquella encantadora sonrisa suya y señaló el pañuelo de mi brazo diciendo que era suyo, sí, eso ya lo sabía, y gracias a él había caido en apenas segundos en que estaba frente a aquel antasma que parecía perseguirme desde hacía un tiempo... Tenía muy claro que no le gustaría saber por que lo llevaba rpecisamente en esa zona del brazo y no era porque me gustara como quedaba, aunque quedara bien, sino porque me había pasado todas aquellas noches en vela pinchandome sin parar... Por suerte, el alcohol y las drogas no le dejaban demasiado especio a Amanda ni a los recuerdos de los momentos que pasé con ella para meterse en mi cabeza y torturarme y el resto de las chcias con quien me consolaba y divertía tambié hacían que lo olvidara por momentos. Cuando preguntó si de verdad no me acordaba de ella me limité a sonreir y fingir que no, que no me acordaba para nada de quien era ella y entonces, empezó a resumir en pocas palabras clave nuestro encuentro en Los Ángeles y no pude evitar reirme cuando llegó al punto de las putas rusas, Vale, ya no podía fingir más aquello había sido de lo más divertido... Y cuando mencionó lo de parar al siguiente rockero que viera volví a reirme de nuevo.

-Desde luego, tan cabezota como siempre, pequeña. - esbocé una media sonrisa y le pasé una mano por la cabeza, despeinandola un poco. - ¿Cómo te ha ido todo desde nuestra noche loca en LA? - pregunté ahora hablando sabiendo quien era ella desde el principio. - Como ves yo he estado intentando conseguir una noche parecida a aquella o intentar mejorarla... Pero llevo... no sé cuantos días despierto y de marcha y no he conseguido ni igualarla... - me encogí de hombros. - Al final va a resultar verdad eso que dicen que no es cuando ni donde hacer las cosas, sino con quien las haces... - le guiñé un ojo y me limité a sonreirle de nuevo.

A decir verdad, y por muy estiloso que pudiera quedarle, me imaginaba que el pañuelo no era precisamente por marcar tendencia o simplemente ir diferente a los demás (pues no lo necesitaba si era eso lo que pretendía, ya que él solo con su aspecto habitual resultaba simplemente llamativo, con o sin accesorios como aquel que, encima, era mío), y teniendo en cuenta la zona del brazo en la que estaba resultaba bastante sospechoso. Más si se tenía en cuenta que en nuestro último encuentro (y también el primero, en realidad) había terminado drogado como sólo él podía, y casi a punto de ser yo misma la que le había inyectado. Por suerte me paró a tiempo y no tendría que cargar con ese peso en mi conciencia, porque si no lo veía chungo. Si ya sentía culpabilidad por no haber sido capaz de pararle los pies y evitar que encontrara todo aquel cargamento de droga en el Whiskey A Go Go, droga que después no dudó en meterse, ya haber contribuido a acabar tan colgado de heroína como terminó habría sido la guinda del pastel.
No acababa de creerme que, a pesar de todo, no supiera quién era, y menos después de todo lo que nos había pasado en Los Angeles. En parte era porque mi orgullo se rebelaba contra la idea de que pudiera haberle causado tan poca impresión cuando él a mí simplemente me había dejado un rastro que, bueno o malo, al menos tardaría bastante en desaparecer. Eso si llegaba a hacerlo, cosa que dudaba, porque yo tenía demasiada buena memoria para ciertas cosas y, para más inri, esta era una de las cosas de las que siempre me acordaba.
Nada más salir de mi boca las palabras putas rusas se empezó a reír, y casi estuve por darme un golpe en la frente, por estúpida. Se había estado quedando conmigo todo el maldito rato, y yo, a veces demasiado ingenua y crédula con respecto a lo que la gente enseñaba de sí misma, me había tragado el anzuelo enterito, de cabo a rabo. Muy bien, Amanda, minipunto para tí. Aún así no pude evitar alegrarme en cierto modo, porque que no me hubiera olvidado (por las razones que fueran, daba igual si era simplemente porque de los polvos frustrados por las situaciones más bizarras se acordaba o simplemente porque había habido una conexión casi automática desde que nos habíamos visto) suponía algo que simplemente hizo que la sonrisa volviera a mi rostro, con una facilidad que simplemente me asombró.
Me revolvió el pelo con un gesto hasta cariñoso, que me sorprendió un poco pero que me gustó bastante. - Ya lo sabes, la cabezonería es parte de mi encanto. - contesté, encogiéndome de hombros. Me pregunto que qué tal me habían ido las cosas desde nuestro encuentro loco en Los Angeles, y yo di un suspiro. - Demasiado tranquilas, la verdad. Eso de no poder ir de fiesta con nadie porque el haberlo hecho con Nikki Sixx me había sentado un precedente demasiado insuperable no me mola nada. - contesté, cruzándome de brazos y dirigiéndole una sonrisa divertida. Él me guiñó el ojo y me dijo que tal vez hubiera sido por la compañía, y yo estuve a punto de acercarme y abrazarle, pero me contuve. Es que a veces era tan adorable... Sobre todo cuando estaba sobrio.
Nos quedamos un rato en silencio, sin decir nada pero sin que hubiera necesidad de ello, pero al cabo de unos instantes sentí una mano en mi cintura, apretándola un poco, y la sorpresa debió ser patente en mi cara porque hasta Nikki miró raro. Me giré para ver a James mirándome con una media sonrisa de las suyas, de aquellas que le hacían tan irresistible a veces, y le sonreí amistosamente. - Hola, Jimmy. - dije a modo de saludo, con un gesto de la mano.
La situación acababa de convertirse en algo más rara de lo que yo había previsto que fuera, pero también era culpa mía por no recordar que James tenía un loft en Houston. Loft en el que había estado hacía algo más de una semana, para ser exacta. Oh, vaya. Tendría que apuntarme estas cosas para que no se me olviden y acaben pasando cosas como estas.
Decidí que lo mejor era presentarles, ya que estábamos allí los tres. - Estaba hablando con un...amigo, que me lo acabo de encontrar. Amigo no era la palabra que mejor definía la relación entre Nikki y yo, pero tampoco sabía cómo clasificar lo nuestro, exactamente, así que tiré por lo seguro.
- James, éste es Nikki. - dije girándome hacia él y señalándole. - Nikki, este es James. - acabé, apartándome de en medio de los dos para que quedaran frente a frente. Tampoco iba a decirle aún que era mi ex, pero vamos, ya habría tiempo de que se enterara.

La cara que puso Amanda cuando solté aquella carcajada fue todo un poema, al parecer, acababa de caer en que había estado haciendo como si no me acordara de ella pero enseguida se dio cuenta y me devolvió una cálida sonrisa. Me contó que sus noches habían sido tranquilas y de nuevo volvió a alagarme de aquella forma que solo ella sabía y de nuevo sonsiguió hacerme reir. Terminé diciendole aquella bobada de la compañía, aunque quizá hasta yo mismo me lo creía. Al final nos quedamos callados, pero no era necesario hablar. Nos quedamos allí de pie, mirandonos a los ojos y con una sonrisa en los labios. No sabía qué estaría pasando por su cabeza pero no me gustaba demasiado lo que pasaba por la mía... ¿Había hechado de menos momentos como ese? No, no podía ser eso... Entonces... ¿Era su sonrisa? Lo dudaba, aunque ya no sabía que pensar, simplemente llevaba demasiado alcohol y drogas encima como apra pensar con claridad pero, al verla, me había vuelto sobrío de repente e, incluso, podía pensar con claridad y no soltar ninguna burrada, aunque se me pasaran cientos de ellas por la cabeza... No, aquel no era el momento adecuado y no quería fastidiar las cosas con Amanda otra vez, en Los Ángeles ya la había cagado suficiente y ahora sentía que tenía una oportunidad para arreglarlo, en el fondo me preguntaba si entre ella y yo podría haber algo algunque enseguida rehusé esa idea... Vamos, ¿Pero qué me creía? ¿Qué aquelloe ra como Romeo y Julieta o algo así? Nah, los cuentos de hadas no existen, las historias de amor son fantasias creadas para niños y sin duda... Los finales felices son historias sin acabar. Para darle aún más credibilidad a mis pensamientos apareció por allí un tipo de aires soberbios que se nos acercó. No pude evitar seguir sus movimientos mientras alazaba una ceja y lo estudiaba con detenimiento, se había acercado a Amanda y le había puesto una mano en la cintura sin venir a cuento y le había sonreido. *Vale, vale vale... Nikki relajate....* me dije a mi mismo. ¿Qué leches me estaba pasando? De repente, fue como si la borrachera y el colocón que habían desaparecido en mi conversación con Amanda volvieran de golpe y me azotaran con fuerza el cerebro y el cuerpo entero. El tipo me ignoró por completo y pude ver perfectamente la sorpresa dibujada en los ojos de Amanda, escuché atentamente la conversación y... ¿Amigo? Oh, vaya... Ya era más de lo que había imaginado que me llamaría... Amanda nos presentó e intentó poner de su parte en todo pero, simplemente, había algod e aquel tipo que no me gustaba nada. El tal James no me inspiraba confianza y la forma de hablarle a Amanda... Bueno, el caso era que no me gustó nada. Nos quedamos mirandonos al los ojos un momento, atravesandonos con la mirada y noté como esperaban que yo hablara. ¿Qué pasa ahora era yo el que tenía que largarse por qué sobraba?

-Hola... - me limité a decirle con un tono algo hostil. Al final la maldita curiosidad me mató y no pude evitar preguntarle. - Y... James... ¿De qué conoces a Amanda? - había intentado suavizar el tono de mi voz, pero me había resultado practicamente imposible, maldito... lo que fuera. No sabía por que me sentía así y, simplemente, no podía entenderlo pero por alguna extraña razón que se escapaba a mi comprensión... Solo tenía ganas de romperle la cara a ese tipo y borrarle a base d golpes aquella estúpida sonrisa de lado que tenía.

La tensión entre ellos podía cortarse con un cuchillo. O más bien con uno desafilado hasta el extremo para hacerla aún más obvia de lo que ya era, a juzgar por las caras que habían puesto tanto Nikki como James. El tono de voz de Nikki al tratar de romper aquel hielo que la presencia de Jimmy parecía haber traído consigo no ayudó demasiado, pues aún se podía percibir tensión y hostilidad entre ellos. Pero por favor, si ni siquiera se conocían. ¿Cómo podían juzgarse tan rápidamente sin tener en cuenta cómo eran interiormente? Hombres, siempre teniendo en cuenta las malditas apariencias y no dando siquiera la oportunidad de conocer a la otra persona. Casi puse los ojos en blanco, pero me contuve para evitar que mis pensamientos fueran tan obvios como posiblemente ya lo estaban siendo.
Nikki preguntó que de qué me conocía con una voz que había intentado ser más tranquila que la de su saludo anterior, pero que no consiguió serlo, en absoluto. Vale, Amanda, repsira para no darles un sopapo a cada uno por mucho que se lo estén ganando a pulso. Jimmy contestó que de toda la vida y me guiñó un ojo, sacándome la lengua. Tampoco había que ser exagerados, pues de toda la vida exactamente no me conocía. Aunque bueno, nuestra relación siempre había sido tan cercana como la de personas que se conocían desde siempre, así que ni me molesté en corregirle. Simplemente entrecerré los ojos un poco, mirándole con falsa molestia, y negué con la cabeza. Apoyé las manos en las caderas y miré a Nikki, como pidiéndole permiso para responder por él. Más bien era una declaración de intenciones, pues iba a hacerlo de todas maneras.
- Nos conocimos hará una semana, en Los Angeles, y hoy que he venido a Houston me lo he encontrado y nos hemos puesto a hablar. - contesté, dándole la versión larga para evitar que así siguiera haciendo preguntas al respecto. No tenía demasiado clara la razón por la que ambos habían iniciado aquella política común y no verbal de tensión y agresión mutua, pero la cuestión era que no me agradaba demasiado, y que estaba dispuesta a hacer de mediadora entre ellos para evitar que la cosa pasara a mayores. Porque Nikki no lo sabía (pues no tenía del todo claro si estaba sobrio o no), pero con James me podía augurar lo peor si se llegaba a cabrear, y la cosa tenía todas las pintas de ir a acabar así. Lo mejor sería cortar de raíz, para tratar de evitar discusiones inútiles. Paz y amor, y todos esos rollos.
- Bueno, yo estaba buscando algún sitio interesante al que se pudiera ir en esta ciudad, pero dado que tengo aquí a dos expertos porque vivís en ella, ¿qué me recomendáis? - pregunté a los dos, con una expresión inocente y una pequeña sonrisa en la cara que encubriera mis intenciones de cambiar de tema para que así no tuvieran razones para estar de morros, aunque algo me decía que mi maniobra había sido obvia, como mínimo, y que no iba a tener demasiado éxito. Era pesimista por naturaleza y eso entraba dentro de lo esperable, aunque esperaba que por una vez me hubiera equivocado al albergar las peores esperanzas.

Aquel tipo, el tal James, hacía absolutamente todo lo que odiaba que las personas hicieran y sí estaba intentando controlarme pero aquelllo no servía de nada y si apretaba los pños con más fuerza incluso temía que empezaran a sangrarme los agujeros de los pinchazos que tenía en ambos brazos, sí, yo tan sano como siempre. Sus palabras me hicieron poner una mueca, perfecto, ahora resultaba que el que molestaba era yo, ¿Qué pasa? ¿Es que estaba intentando marcar su terriotorio o algo? James se comportaba exactamente igual que Vince, el cantante de mi antiguo grupo y no pude evitar compararlos, con kilos menos de maquillaje y el pelo corto y castaño pero, eran iguales... Ambos tenían lo que se conocía como el síndrome del cantante que tanto odiaba y tanta rabia me daba, aún no tenía demasiado claro como después de todo había conseguido llevarme bien con Vince pero quizá fuera porque nunca hubo una chica entre nosotros dos, por suerte, no nos interesaban las mismas chicas pero ahora... Regla número uno: CHICAS = PROBLEMAS. James me devolvió la pregunta como un boomerango volviendo directamente hacia mi y cortandome el cuello de golpe, vale, ahora tenía que responderle y volver a ver en su cara aquella maldita sonrisa aunque, por suerte o por desgracia Amanda decidió contestar por mi para "relajar" un poco la tensión que había entre nosotros. Le contó la verdad, la versión resumida porque yo le habría soltado alguna que otra perlita porque... En una noche como aquella cualquier cosa que mencionaras ya era increible y brutal. Amanda parecía nerviosa y como poco incómoda con aquella situación que se había creado de la nada entre el completo desconocido con síndrome de cantante y yo. Entonces, rápidamente, intentó cambiar de tema en un vano intento por despejar la atención de cualquier cosa que pudieramos utilizar en cotnra del otro, nos preguntó un sitio donde poder divertirse y, enseguida, una amplia sonrisa se formó en mis labios. Llevaba noches y noches e fiesta y sin dormir así que era el indicado para recomendarle buenos sitios, aquel engreído solo le hablaría de sitios pijos en los que ni siquiera puedes levantar la voz... Bah!

-Pues ahora mismo vuelvo de una fiesta privada en la que aún hay gente pero ahora estarán todos demasiado mal como para divertirte si no estás en su mismo estado... - dije pensativo y sin perder la sonrisa. - Pero también conozco un par de sitios con conciertos, buena música y... ¿Pero qué hora es? - dije pasandome una mano por los ojos y dandome cuenta que los ancianitos salian de la mano a pasear y en el cielo se alzaba un sol radiante. Ya no sabía ni en qué diía me encontraba. - Bah, ahora o vas al Starbucks a desayunar o a un Strip Club a... Desayunar. - esbocé una media sonrisa y me encogí de hombros intentando parecer inocente, la evrdad, a mi lo único que me apetecía en ese momento era una botella de Jack y partirle la cara a ese gilipollas que no dejaba de mirarme mal...

Nikki y James se dirigían unas miradas que, de haber sido cuchillos, ahora mismo yo estaría bañándome en sangre. No necesitaban ser ni armas, porque la dureza que impregnaban a cada uno de sus gestos resultaba ya lo suficientemente expreiva per se como para encima darles ideas. Porque vamos, estaba segura de que llegaba a dejarles solos y empezaban a arrearse hostias como dos desperados que no sabían resolver sus problemas simplemente hablando. Qué genial encontrarme en una situación como esta. De puta madre, simplemente.
Nikki apretó los puchos, probablemente para evitar lanzarse contra él y montar una escenita que se viera frente a aquel paisaje tan animado de viejecitos que paseaban cogidos de la mano y demás gilipolleces que parecían salidas de una postal de Navidad barata. Vale, encima el paisaje no ayudaba para que se tranquilizaran un poquito siquiera. ¿Podía empeorar un poco más mi suerte? Sí, así que mejor no tentarla. Todo lo que va mal puede ir peor, primera ley de Murphy. O tal vez la segunda, pero en resumen la que se lleva la palma.
Me dijo que volvía de un sitio en el que había mucha fiesta y que estaban todos muy mal, lo que me hizo sonreír. Me encantaban las fiestas loca,s pero no llegaba hasta los extremos de Nikki. Nunca lo había hecho, por suerte, y esperaba que nunca se me fuera la pinza tanto como para probarlo. Experiencias de ese tipo las justas, gracias. Dijo que tal vez lo mejor fuera ir a desayunar a un Starbucks o a un club de streaptease. O vaya, tal vez me lo piense, porque al menos los streapers no dan tantos problemas como vosotros y pueden hacer que me lo pase casi igual de bien que con cualquiera de los dos. Oh, vaya, mal voy si ya empiezo a tener que taparme la boca para evitar soltar alguna que se vea demasiado. No ayudaría si yo también entraba al trapo, así que lo mejor era respirar y tratar de aguantar la tormenta que amenazaba con caer sobre nosotros en breves momentos. Le sonreí, simplemente, e hice un gesto con la cabeza que significaba que me lo pensaría. Buena opción era, y tal vez un día tendría que ponerla en práctica. A lo mejor me animaba el día, y todo.
Miré a James después, y no me sorpendió ver que le estaba costando controlarse casi tanto como a Nikki. Pensar antes de hacer las cosas nunca había sido su fuerte, y en ese momento agradecía que al menos estuviera resistiendo su impulso natural de lanzarse al cuello de Nikki porque no me obligaba a ver un combate entre los dos. Lo más probable era casi con toda seguridad que estuvieran esperando que me fuera para poder pegarse tranquilitos y sin testigo, y eso me hizo volver a suspirar y pedir fuerzas al Dios en el que había dejado de creer hacía tiempo para aguantar la que me estaba cayendo. Tíos, siempre tan jodidamente simples.
Su cara se tornó pensativa en cuanto Nikki dijo lo de desayunar, y probablemente era porque tendría otros planes. vaya, qué vida social más agitada tienen algunos a estas horas de la mañana. Pero también fingió aburrimiento cuando el plan del desayuno surgió, y yo estaba cada vez más crispada. Solía tener una paciencia de santa, pero en ese momento la estaban reventando del todo, sin posibilidades de mantenerla. Y si ellos querían pelear muy bien, pero si yo me cabreaba los dos podían darse por muertos porque mi mal humor sería digno de verse. En cualquier caso, Jimmy propuso ir a un Starbucks a desayunar, retomando la idea de Nikki y mirándome de frente para darle un poco la espalda. Ya está, a tomar por culo que me estáis empezando a hartar los dos.
- Siento comunicaros que yo ya he desyunado, y que lo único que me apetece en este momento no tiene nada que ver con la comida. - sentencié, con voz calmada. Mirando a los dos alternativamente con gesto de desafío me alejé un par de pasos y metí la mano en el bolso, de donde cogí una petaca de whiskey y bebí un buen trago, volviéndola a guardar después. Más de un viejo me miró mal, pero yo le saqué la lengua y les hice muecas para que se metieran en sus malditos asuntos. Sin alcohol no podría tener la paciencia para aguantarles, eso seguro. La volví a guardar en el bolso, para evitar tentaciones por parte de cualquiera. Que ya me los conocía, y esos nunca decían que no a algo de alcohol.
- ¿Alguna otra sugerencia? - pregunté con las cejas alzadas, esperando que no me obligaran a darles una bofetada para que espabilaran, como de nuevo me estaba apeteciendo hacer.

Aquello era digno de verse, eramos dos tios haciendo cualquier cosa por conseguir la atención de Amanda y era algo bastante triste, sobretodo por mi parte que estaba más bien acostumbrado a que hicieran eso por mi, nunca me había dado cuenta lo patético que resultaba hacer eso hasta que era yo mismo el que estaba en esa situación. James no tardó demasiado en rehusar mi idea de ir a un streapclub, la verdad es que me apetecía mucho más que ir a un Starbucks y tomarme un café, ahora necesitaba una maldita botella de Jack y más aún cuando James se interpuso entre Amanda y yo, dandome la espalda y centrandose solo en ella, pasando de mi y haciendo que quedara en un segundo lugar. Joder, aquel tipo me estaba tocando las narices como nunca antes lo habían hecho y uno tenía sus límites. ¿Desde cuando me aguantaba de aquella manera? Por Dios, me había metido en peleas por cosas más insignificantes que todo aquello y cuando iba muchi menos borracho... ¿Por qué leches no podía pegarle un puñetazo si es lo que más deseaba en el mundo? Definitivamente, en cuando Amanda se marchara y nos dejara solos acabariamos a puñetazo limpio y, en el fondo, lo ansiaba. Amanda estaba perdiendo también su paciencia cosa que se veía claramente en su expresión y cuando habó lo hizo de un modo en que aún lo hizo más evidente e impidió que le soltara un buena hostia a su amiguito. Nos dijo que ya había desayunado y que no le apetecía comer nada, nos miró y se alejó, sentandose en un banquito cercano, sacando una "sospechosa" petaca de plata del bolsillo y llevandosela a los labios dando un trago de ella. Sin duda me encantaría beber de aquello, fuera lo que fuera. Me acerqué con paso lento y relajado, y estuve pensando en "alguna otra sujerencia".

-Mmmmmm, ¿Tienda de música, cine, pub rockero...? - empecé a decir opciones que me apetecían y claramente omití romperle la cabeza contra el suelo a su amigo e irme con ella a la cama, pero eran las primeras de mi lista junto con meterme más drogas y beber más alcohol, aunque algo me decía que con esa compañía no conseguiría hacerlo. Hice una mueca. - Conozco un pub en el que a estas horas de la mañana hay un buen ambiente y se está tranquilo, aunque también me apetece ir a la tienda de música a ver si han traido algo interesante este mes... - me encogí de hombros. - Aunque veo a tu "amiguito" algo desesperado... ¿Por qué no le preguntas a él? Seguro que tiene un monton de ideas fantásticas... - mientras hablaba miraba de reojo a James y el sarcasmo inundaba mis palabras. Intentaba provocarle para que perdiera los papeles y de una vez por todas poder pegarle... Ojalá funcionara porque sino, en el momento menos pensado, me lanzaría a su yugular y ya no respondería de mis actos... ¿Por qué Sikki nunca aparecía cuando se le necesitaba? Maldito aguafiestas... Ahora me vendría bien una excusa como ÉL para poder hacer y decir lo que se me pasaba por la cabeza....

Mis provocaciones tuvieron el efecto contrario al esperado, James estaba con su cara de perro orgulloso y arrogante y dijo de muy ala gana que se marchaba que hicieramos lo que quisieramos y que ya nos veríamos... Ja! Yo no quería volver a verlo nunca de hecho era feliz porque se largara de allí de una maldita vez y me dejara a solas con Amanda, tenía tanto de lo que hablar con ella que ni siquiera sabía por donde empezar... Por todas aquellas razones no tenía interés alguno en que se quedara allí y una amplia sonrisa victoriosa se formó en mi sotro y entonces, sin razón alguna me giré hacia él con aquella sonrisa en mis labios y tuve que hacer que se parara con una de mis perlitas.

-Claro, largate ya... Llevas aguandonos la fiesta desde que has llegado... - hablaba con un tono amigable, todo lo contrario que mis palabras y la sonrisa en mis labios era eprpetua. - Nunca me ha gustado eso de compartir a las chicas con nadie, no es nada personal, pero si me voy a tirar a alguien quiero que sea solo mía... Aunque sea por esa noche.

Era difícil discernir a quien de los dos le habían sentando pero mis palabras si al idiota arrogante de James o a Amanda. Porque su cara en aquel momento era todo un poema, en mi defensa e de decir que todo el alcohol y las drogas que tenía en mi cuerpo me hacían soltar toda clase de burradas como aquella y no podía evitarlo... Salía solo. Era como el elixir d la verdad y ahora solo podía decir cosas como aquella.

-Vamos... ¿No te ibas? - le dije a James que seguía allí pasarado. - Joder, ¿Es que tengo que echarte a patadas? - mi tono ahora se volvió algo más brusco. - ¿Sabes? Se me ocurre una idea mejor, Amanda y yo nos vamos y así tu puedes quedarte aquí llorando cuanto quieras pedazo de maricón!

Cogí a Amanda del brazo y empecé a caminar en dirección contraria a él, intentando salir de la plaza a toda prisa. Joder, que bruto llegaba a ser a veces, aunque quizá bruto no era la palabra... Gilipollas. Sí, aquello estaba mejor. Pero aquel tipo me había dado malas vibraciones desde que lo había visto, había sido odio a primera vista y no lo soportaba, no aguantaba estar en el mismo lugar que él sin romperle la cabeza así que si él no iba a pelear, lo mejor era largarme de allí antes de que mis instintos más primarios me dominaran por completo y no pudiera controlarme....

La situación estaba siendo algo bastante extraña, por no decir otros adjativos más bestias. Porque a ver, eran dos tíos luchando por obtener mi atención. Cualquier chica en mi situación se habría sentido rebosante de felicidad o yse habría hecho de rogar para conseguir que aquello durarara más, pero de nuevo que no era como las otras quedaba claro, pues lo único que quería era que todo terminara de una vez y simplemente quedáramos los tres, hablando como amigos, tomando un café, dando un paseo o algo. No me gustaba sentirme como una espectadora en la batalla de gallitos que estaba teniendo lugar enfrente de mí, pues me hacía sentirme asqueada en cierto modo. Les conocía y sabía que los dos tenían mucho orgullo y muy mala idea, así que de esa combinación no podía salir nada bueno. Mucho menos si encima parecía que disfrutaban ignorando mis intentos por que hubiera paz entre ellos. La pregunta que me quedaba hacerme era ¿por qué lo intentaba, tan siquiera? Supongo que sería porque yo soy tan testaruda como ellos y en el fondo confío lo suficiente en mí como para ver esperanzas de pararles.
Nada más sentarme en el banco, Nikki se había acercado a mí y me había dicho un par de lugares a los que no me importaría ir, como la tienda de música o un pub rockero. En sus palabras, sin embargo, también había un claro desafío hacia Jimmy para o bien superarlo o bien dejarnos solos. Ese tonillo que había utilizado me hizo poner los ojos en blanco, y casi llevarme la palma de la mano a la frente para darme un buen golpe que me despertara de aquel mal sueño que, por desgracia, era jodidamente real. Genial, simplemente genial.
Provocar a James le iba a costar lo suyo, y más estando yo delante porque querría mantener las formas para que no pensara mal de él. O algo así. Además, imaginándome lo que pasaría por su mente, estaría tan cabreado a estas alturas que pegar a Nikki sería lo único que pasaba por su mente. Decidió irse y pasar del tema, cosa que confirmó la idea que tenía de lo que creía que estaba pensando. Daba la impresión de que ya había desistido de intentar protegerme de Nikki, y sus palabras indicaron exactamente eso. Mejor irse para evitar broncas que quedarse y acabar dándose de leches en medio de la plaza mayor de Houston. Estuve por aplaudirle, pero quedaría bastante mal. Además habría sido bastante inútil.
Nikki no pudo quedarse callado, obra seguramente de su rencor recién adquirido hacia James y de las altas cantidades de alcohol y drogas que llevaba encima y que le impedían pensar con claridad. Una sonrisa victoriosa acompañó a las palabras que dijo, incitando a Jimmy a que reaccionara mediante una alegría exagerada porque se fuera de allí, expresada en tono sorprendentemente tranquilo. Lo siguiente que dijo, sin embargo, me descolocó del todo.
Vale, sabía que me tenía que esperar de sobra que yo sólo significaba para él interés por ser un polvo frustrado y que su orgullo de macho dominante pudiera conseguir, pero aún así me dejó muda. Y noté cómo en mi interior algo se retorcía, aunque tampoco era capaz de reflejar nada en ese momento que no fuera sorpresa. Sí, era una boba ilusa que me había hecho ilusiones con quien menos debía cuando aún no sabía ni qué sentía por mi ex, pero sus palabras fueron un arma de destrucción masiva para mi interior, simplemente. Me habían dejado catatónica.
Siguió provocándole, supuse, pero sus palabras me entraban por un oído y me salían por el otro. Estaba inmóvil, pero en cuanto me agarró del brazo para llevarme lejos de allí me solté de su contacto, como impulsada por un resorte invisible que actuaba en mi lugar. Lo mejor sería que se fueran ambos para evitar broncas y complicaciones y que me dejaran sola para tratar de ser consciente de lo que verdaderamente pasaba en mi interior, pero ahora que Nikki le había tentado usándome a mí como arma arrojadiza, el hacha de guerra había sido oficialmente desenterrada y se iba a establecer una batalla entre ellos, de manera inevitable.
Se detuvo en seco intentando sacar fuerzas para seguir yéndose de allí, pero ambos le conocíamos lo suficientemente bien como para saber que no sería capaz de hacerlo. Dejó la guitarra y se dio la vuelta. Yo sólo pude dirigirle una mirada asesina a Nikki y me adelanté hasta donde estaba James, con ciertas dificultades porque sentía las piernas como si fuesen de gelatina. No fui lo suficientemente rápida, y Jimmy cogió a Nikki de la nuca y le golpeó para tratar de hacerle perder el equilibrio. Cosa que consiguió, porque Nikki no andaba demasiado sobrio y no podía apenas mantenerse en pie. Ahora fue el turno de mirar mal a Jimmy, y me puse enfrente de él mientras Nikki seguía en el suelo, apoyando una mano en su hombro para tratar de conseguir que la luz volviera a su mente.
- Déjalo, Jimmy, está drogado y no controla lo que dice. - le dije con voz casi suplicante, para ver si lograba conseguir que desviara su atención de Nikki y la centrara en mí, evitándonos un gran conflicto a los tres. - Por favor. - acabé por pedirle, tratando por todos los medios de los que era capaz de que me escuchara. Si tenía que recurrir al chantaje afectivo lo haría, por mucho que después la culpa me corroyera. Todo con tal de evitar que acabaran dándose de leches. Y en ese momento, veía chungo que fuera capaz de frenar algo que ya había empezado y que no les veía dispuestos a detener.

En mi mente todo aquello estaba saliendo a pedir de boca: Había conseguido poner de los nervios a aquel idiota y, aún así, me llevaba a la chica... Era como en una de mis mejores noches en el Whisky y lo único que pudo borrar la sonrisa de mis labios fue cuando Amanda se solttó rápidamente de mi brazo y me pedé mirándola extrañado, aún dándole la espalda a James. Mi cara debía de ser un cuadro porque en mi mundo de yuppie no me entraba en la cabeza que Amanda no quisiera venir conmigo después de la increíble noche que habíamos pasado y todo lo que, inconscientemente, la había echado de menos porque después de todo solo había estado de fiesta constante para intentar olvidar aquella noche o más bien... A ella. ¿Desde cuando me importaba a mi una tía? Es más... ¿Desde cuando me importaba una tia con la que ni siquiera me había acostado? En todo aquel tiempo me había convencido de que lo que me pasaba era que estaba frustadro por no haberme podido acostar con ella... Ja Que mente más fácil tenemos los hombres a veces pero ahora, al mirar sus ojos con aquella expresión no sabía que pensar, estaba enfadada conmigo y sorprendida por mis palabras pero... ¿Qué podía hacer yo? Tan duro por fuera pero tan blando por dentro... A veces me asqueaba y me sentía incómodo en mi propia piel. Si tan solo ella supiera.... Iba a decirle algo, a volver a cogerla del brazo para marcharnos y entonces noté como alguien me estiraba del pelo y me hacía caer al suelo de un golpe en la nuca, mi sentido del equilibrio no estaba demasiado presente en aquel momento por lo que acabé en el suelo. Desde allí escuché lo que le decía Amanda a James y empecé a reirme mientras lamía mi labio del que había empezado a salir un poco de sangre. Sin más me levanté y le miré con una sonrisa malévola en mis labios.

-Vaya, vaya, vaya... Así que al final quieres pelea... - esbocé una media sonrisa. - Por mi perfecto, así al menos puedo practicar...

Dicho y echo, empecé a correr hacia él y le plaqué con fuerza, lanzandolo lejos antes que que cayera al suelo alcé el brazo y lo detuve en el aire, luego lo bajé y se golpe contra el suelo con fuerza. Ni siquiera me importaba que la gente viera aquello, mis poderes ni la pelea... Estaba demasiado obcecado en detrozarlo, justo después de aquello volví a correr hacia él que seguía en el suelo y empecé a darle patadas en el estómago, me cogió de la pierna y esta vez fui yo quien acabó en el suelo recibiendo puñetazos y golpes... Mientras me pegaba no podía dejar de reirme, una risa sobrehumana que no podía detener, era, simplemente, perfecto y había estadod eseando aquello desde que le había visto por primera vez hacía escasos minutos. De repente, la gente desapareció de la plaza, como ahuyentada por la pelea lo que me dejó más libertad para utilizar todo mi potencial así que continuamos luchando bajo la atenta mirada de Amanda, la única que realmente estaba sufriendo por aquello pero, en ese momento, ni a James ni a mi parecía importarnos otra cosa que no fuera destrozarnos mutuamente....

Nikki se debió levantar del suelo cuando yo estaba tratando de conseguir persuadir a Jimmy de su idea de partirle la boca, y tal vez bastantes cosas más. Empezó a reírse de una manera que no era tranquilizadora en absoluto, ni por la situación ni por la manera de hacerlo. Para ser sincera, estaba consiguiendo asustarme de verdad. Sabía de lo que era capaz si dejaba que su otra personalidad tomara el control (o mismamente si lo hacía sin que Nikki le dejara, que también podía pasar), y no me quería ni imaginar lo que pasaría si aquello llegaba a pasar. Bueno, sí, que los tres acabaríamos bien jodidos, aunque sobre todo ellos dos. A mí no me iban a pillar en medio a no ser que tuviera la más mínima oportunidad de pararles, y eso lo veía, de nuevo, bastante crudo. ¿He maldicho ya a mi suerte, que es pésima? Bien, pues vuelvo a hacerlo. Todas las veces que hagan falta, para más inri.
Las palabras que salieron por la boca de Nikki, como una provocación más que clara para que Jimmy se dejara llevar del todo y pasase de mí, lograron que en apenas un segundo yo me viera obligada a apartarme de mi posición frente al cuerpo de Jimmy para evitar ser embestida por aquel placaje de Nikki, que fue simplemente brutal. Apenas me bastó un segundo para darme cuenta de sus intenciones y se lo dije a Jimmy con la mirada, que mejor tuviera cuidado, pero él o me ingoró o no supo leer lo que yo trataba de transmitirle. El resultado fue que le placó, sí, pero después le elevó en el aire con su poder, ante la atónita mirada de un par de viejecitos que huyeron de allí lo más rápido que pudieron, y después le volvió a tirar al suelo con un golpe seco. Me quedé estática donde estaba, al margen de aquel combate y con el horror grabado en el rostro, de nuevo. Me sentía vacía e inútil por dentro, pues no era capaz de detenerles ni aunque lo intentara. Era como permanecer parada ante un huracán, al que sabías que había que detener para evitar daños pero ante el que te sentías tan pequeña e insignificante que sabías que hicieras lo que hicieras, no funcionaría.
Acabaron por ponerse uno encima de otro, primero Nikki machacando a Jimmy y después al revés, con Jimmy provocándole y llamándole drogadicto. Ya no sabía si simplemente huir de allí, tratar de llamar a alguien para tratar de separarles, o simplemente permanecer inmóvil allí. Algo tenía que hacer para tratar de separarles, pues estaban montando un numerito innecesario. Dios, ¿por qué nadie confía en el maldito poder de las palabras sobre la fuerza bruta? Fácil, porque pelear del modo en el que ellos lo estaban haciendo lograba, si no solucionar los problemas, al menos desahogarse y quitarse parte de la rabia que ambos llevaban dentro, que en el caso de Nikki sabía que era mucha y que corría el riesgo de arrastrarle con él. - ¡Parad de una vez, joder! - les grité, con la furia saliendo de mi voz.
Estaban allí en el suelo, golpeándose con uñas y dientes, puños y patadas, buscando cualquier cosa que pudiera hacerles daño mutuamente sin importar nada de lo que había alrededor. Y lo peor era que estaban casi igualados, porque lo que uno podía superar al otro en fuerza, quedaba anulado por la mala leche del otro, que enseguida tomaba el control de la situación de manera irreversible. Era un constante tira y afloja entre ellos, y yo sentía dentro de mí la ira y el dolor mezclados a partes iguales invadiéndome con rapidez pasmosa. Si a eso se le sumaba la confusión y el malestar acumulado de días y experiencias anteriores, el resultado era una Amanda a punto de explotar, incapaz de aguantar mucho más.
Fui corriendo hasta donde estaban en el instante en que Nikki hizo un movimiento que logró tirar a Jimmy al suelo. Se le veía sangrante y con el ojo hinchado, aunque Nikki tampoco estaba en mejores condiciones. La macabra sonrisa que aún cubría su rostro engañaba, y su al parecer nula capacidad para sentir solor físico de cualquier clase era también patente, pero aún así estaba hecho trizas, igual que Jimmy. Logré ponerme en medio de ellos, y me agaché para proteger a Jimmy y quedarme mirando a Nikki de frente, con expresión suplicante a ver si conseguía convencerle a él visto el éxito nulo que había tenido con James. Oye, que por intentarlo no quedara, ¿no? Que testaruda soy un rato largo, y si tengo la más mínima esperanza de que esto pare por lo menos voy a intentarlo.
- Nikki... - susurré, aunque lo suficientemente alto como para que ambos me oyeran, James detrás de mí y Nikki enfrente. - Por favor, detén esta pelea sin sentido. - le pedí, sosteniéndole la mirada a duras penas. Mi interior amenazaba con desbordarse, y en ese momento no querría que ninguno de los dos me viera, así que sólo me quedaba disimularlo todo lo mejor que pudiera.

La pelea estaba siendo brutalmente genial, había estado deseando algo así desde hacía... bueno, ni siquiera sabía el tiempo aunque me sorprendió que Sikki no hiciera acto de rpesencia ya que mis emociones estaban bastante desvordadas y él solía aprovechar esos momentos para adueñarse de mi cuerpo pero ahora... Él era yo... Como si de nuevo mi otra personalidad no existiera y todo lo que él era había sido absorbido por mi, haciendome disfrutar de la pelea y estar sediento de sangre. No podía pensar con claridad debido al odio irracional que sentía por James, no haber dosrmido en unos cuantos días y llevar en el cuerpo únicamente sustancias bastante nocibas para mi salud pero aquello era lo único que conseguía mantenerme allí, luchando sin importar si acababa o no la pelea de una pieza, sin preocuparme por si alguien me veía utilizando mis poderes.... Sin siquiera escuchar las súplicas de Amanda. Estaba cansado de recibir puñetazos en la cara, no sentía demasiado dolor y por eso no dejaba de reirme pero si que notaba el sabor de la sangre en mis labios y empapando mi pelo, me harté de aquello sobretodo cuando me llamó "desgraciado drogadicto", ya se sabe, no hay nada que duela más que la verdad, así que le pegué un violento puñetazo en el ojo a James utilizando toda mi fuerza y lanzándolo lejos haciendo que su ojo se inchara en apenas segundos. Aún con una sonrisa en los labios aproveché para levantarme y quitarme el polvo de la ropa y cuando di un paso ahcia James para rematar el trabajo Amanda se interpuso entre nosotros y se agachó junto a él, como protegiéndolo, me miró a los ojos y me suplicó que terminara con aquella pelea. La sonrisa se borró por completo de mis labios y tuve que desviar la mirada y cerrar los ojos para no acabar sucumbiendo a sus palabras, no, ahora no me podía parar ni ella ni nadie, de hecho, no iba apermitirlo... Suficiente tenía con el hecho de haberme vuelto como un maldito perro faldero que besaba el suelo que ella pisaba, yo nunca había pedido aquello y no es que me hiciera demasiada ilusión, así que lo menos que podía hacer era desahogarme... Ya no solo por todo lo que odiara a aquel gilipollas... Sino por todas las cosas que me atormentaban y que necesitaba descargar con alguien. James se había covnertido en mi saco de boxeo y ahora lo estaba utilizando a base de bien. Suspiré.

-Lo siento... - murmuré justo antes de mirarla.

Alcé el brazo bruscamente y James quedó en el aire, cerré el puñe y entonces, empezó a no poder respirar, de nuevo una enorme sonrisa se formó en mis labios. Era como un niño con un juguete nuevo y estaba disfrutandolo enormemente. Me acerqué a él mientras disfrutaba viendolo sufrir al notar comos e iba ahogando, escuchaba a Amanda detrás de mi rogandome que parar y que lo dejara en paz me giré aún con aquella diavolica sonrisa y la miré.

-Tus deseos son órdenes....

Bajé el brazo y James volvió a darse un golpe contra el suelo, me acerqué a él y pasé por su lado, dándole una fuerte patada en la cara y empezando a caminar dispuesto a marcharme de allí aunque tenía muy claro que aquel tipo no me dejaría marchar, de hecho, era lo que quería... Que me volviera a atacar. La verdad es que iba a amrcharme, tenía pensado dejarle allí en el suelo escupiendo sangre pero algo dentro de mi me lo impidió, no... No podía marcharme así, me giré con una sonrisa sarcástica en los labios.

-¿Quieres más o puedo irme ya con Amanda? - al parecer era lo que necesitaba para provocarle, ella era como su punto débil y al parecer también el mio... aunque aún n sabía hasta que punto aún así me la estaba jugando demasiadocon ella sin ser siquiera consciente de ello. Volví junto a Amanda que me miraba con una expresión en el rostro que no supe discernir. No pude evitar acariciarle el rostro y apartarle un mechón de pelo rebelde que tenía en medio de la cara, aunque su primera reacción había sido apartarse luego no vio maldad en mi rostro ni en mis actos pero... A ella nunca le haría daño. Ahora me daba cuenta. No pude evitarlo y, como si una fuerza mayor me empujara a hacerlo, besé a Amanda con pasión, olvidandonos por completo del tal James, por lo menos por mi parte que me entregué al beso quizá con demasiada intensidad. Ella se separó de mi, no sin antes dejar que mordiera su labio inferior, y me miró realmente extrañada. Me encogí de hombros y puse cara de culpable. - ¿Nos vamos? - le tendí la mano a Amanda y me quedé allí esperandola...

Lo que más conseguía extrañarme de todo aquello era que a pesar de risa malévola y en cierto modo desequilibrada, de su aspecto fuera de control, de su odio irracional hacia James manifestado en cada uno de sus golpes y simplemente en cosas que se podían apreciar con una simple mirada, si se le conocía, él seguía siendo Nikki, y su otra personalidad, la enferma sádica, no había salido a la luz. Y me preguntaba el porqué de aquello, la razón que justificaba su comportamiento. Porque vale, si su otra personalidad había tomado el control de sus actos podía encontrarlo comprensible, aunque nunca aceptable. Pero si era el mismo Nikki con el que había estado aquella maravillosa noche en Los Angeles algo simplemente no cuadraba. Y estaba mosca del todo intentando averiguar sus razones, por mucho que él pareciera querer limitarse a centrarse en la pelea e ignorar tanto mis patéticos e infructuosos intentos por calmarles como también el estado en el que se hallaba Jimmy. A diferencia de Nikki, él sí podía sentir el dolor en todas sus formas, y mirando a su ojo hinchado y a la mano que se llevaba al pecho, se podía ver que no era moco de pavo, aquello que le tocaba aguantar. No había que ir tan lejos, pues su aspecto sangrante y demacrado ya hablaba por sí solo.
Mis palabras parecieron tener efecto, al menos en apariencia, pues la sonrisa macabra que tanto miedo me estaba empezando a dar se borró inmediatamente de su rostro. Apartó la mirada de mí un instante, el que me bastó para darme cuenta de que estaba luchando contra el impulso extraño que en su interior le decía que tenía que hacerme caso y frenar aquello. Me decepcionó que tratara de evitarlo, pues ambos sabíamos (o deberíamos saber) que eso era lo mejor para los dos. Irse por lados distintos y no volver a verse nunca sería la mejor solución, pero no estaban dispuestos a hacerlo, y mucho menos ahora.
De su boca salió un "lo siento", apenas murmurado, que me hizo poner de nuevo cara de horror porque no necesitaba girarme para ver que había vuelto a tomarla con James. Sin embargo lo hice, y el panorama de verle ahogándose en el aire por efecto de los poderes de Nikki fue brutal, como si me hubieran apaleado en el estómago directamente con un trozo de hormigón armado a mala leche, además. De nuevo me quedé sin palabras, pero apenas un instante, porque Nikki se empezó a acercar a él y entonces aquellos gritos de antes pidiendo clemencia para James volvieron a mí. - Nikki, te lo suplico, ¡para esto! ¡Por favor! - ya me estaba cansando de suplicar, pues tenía mi orgullo y no me gustaba rebajarme así, aunque por Jimmy probablemente habría hecho eso y bastante más. Seguía siendo muy importante para mí, aunque el mayor problema era que no sabía exactamente de qué modo.
Se giró hacia mí con su perennemente maquiavélica sonrisa y me dijo que mis deseos eran órdenes. Le dejó caer en el suelo, y yo sufrí un pequeño temblor por el momento en el que James cayó al suelo, tosiendo sangre que teñía de rojo el pavimento. El temblor se extendió a mis piernas y las volvió de gelatina durante unos instantes, en parte por la patada que aprovechó para darle en la cara tras su caída. Me llevé las manos a la boca, horrorizada y con los ojos muy abiertos. Pero no ayudaba, porque por más que siguiera mirando la situación no iba a cambiar.
Dijo algo que por mi estado de shock no pude llegar a escuchar ni digerir, pero probablemente no nos habría gustado ni a Jimmy no a mí. Nikki se acercó a mí y, contrastando con su dureza anterior, me acarició el rostro con dulzura y me apartó en mechón de pelo de la cara, recordándome a nuestro primer encuentro. Me parecía lejano, como si realmente no fueran la misma persona aunque sabía de sobra que, para mi desgracia, sí lo eran. Eliminó la distancia que nos rodeaba y me besó, como ya lo había hecho aquel día en Los Angeles. Sólo que aquella vez yo permanecí inmóvil, simplemente dejando ser besada mientras él hacía todo el trabajo. No podía pensar y, es más, no quería hacerlo. Pero las lágrimas amenazaban con empezar a caer de mis ojos, quemándome las mejillas a su paso y destrozando la fachada de dura que me había costado tanto tiempo forjarme. No, Amanda, ahora no. Espera a quedarte sola, al menos. Porque sí, mi orgullo de nuevo me impedía mostrar aquellos pequeños signos de que la situación me estaba destrozando por dentro más de lo que inicialmente había supuesto. Y no era justo para ninguno, pero era así.
Me separé de él al final, cogiendo fuerzas de donde ni sabía que las tenía, y le miré con sorpresa, lo único capaz de disimular mi interior agrietado y débil. Me dijo que si nos íbamos, y me extendió incluso la mano para que la cogiera y nos alejáramos de allí. Mi mente se divió en dos, la parte que quería olvidar y simplemente alejarme con él y la otra que lo único que quería era agacharse junto a Jimmy y asegurarme de que iba a salir de esa. - Nikki...no me hagas esto. - le dije con la voz rota, incapaz de lograr disimular mis sentimientos en aquella parte de mi ser. Dolía demasiado, y más estando entre la espada y la pared gracias a ambos, que no ayudaban precisamente.
James murmuró que Nikki era un hijo de puta, pero lo escuché, aparté lña mirada de ambos y la centré en un punto indefinido, a millones de kilómetros de allí. No, no podía ser cierto que me estaban obligando a elegir. Y sin embargo sí, lo era, terriblemente cierto. Mirando a Nikki con el dolor reflejado fui donde estaba James y me agaché a su lado. - ¿Estás bien? - le pregunté. No, no lo estaba, pero tenía que asegurarme. Me volví a levantar tras creer apreciar un asentimiento en Jimmy y miré a Nikki, de nuevo. - Mira cómo estáis los dos, Nikki, y dame una buena razón por la que no quieras parar esto. Sólo una. - le pedí, situada entre ambos, a igual distancia, y sins er capaz de moverme ni un milímetro.

Estaba allí parado, justo después de besar a Amanda y volver a sentir el sabor de sus labios pero, esta vez, había sido distinto... El único que "quería" de los dos era yo y había sido extraño, casi como besar a un maníqui. Para mi eso había sido suficiente respuesta le pedí que eligiera sin palabras. La estaba mirando a los ojos, esperando su decisión y haciendo caso omiso del saco de boxeo que eprmanecía en el suelo retorciendose de dolor... Sí, mi cara sangraba, seguro que tenía la nariz fracturada y la ceja y el labio abiertos pero podía soportar el dolor es más... eran simples pinchazitos que como mucho me molestaban aunque me entraron unas ganas irremediables de beber sangre de demonio para recuperar fuerzas pero, no, aquel no era el momento... Estaba en algo más importante. Amanda me miró y luego a James y me dijo que no era justo lo que le pedía pero... Tenía que hacerlo. Desde el suelo aquel gilipollas me había llamado hijo de puta, le atravesé con la mirada y estuve a punto de volver a darle una paliza pero antes de eso Amanda me miró y se fue a donde estaba el maldito saco de huesos arrogante que ahora ya no parecía creerse tanto, me daban arcadas. Ella le preguntó cómo estaba, parecía realmente preocupada por él y en un momento recordé cómo se había portado conmigo aquella noche en LA... Había sido la única persona que se había preocupado realmente por mi en mucho tiempo y... No pude evitar sentirme espedial por un momento pero... No lo era. Y nunca lo había sido, mi madre se habían encargado de enseñarme eso durante mi infancia. Apreté los puños con fuerzsa mientras observaba la escena, sintiendome desplazado, sintiendome enfadado y frustrado... Me mordí el labio inferior con fuerza y noté como la sangre empezaba a salir de forma más abundante, Amanda se levantó y volvió a mirarme a los ojos con fierza en la mirada, pero sus ojos dejaban ver que aquello eran simples apariencias, sabía que en aquel momento no se sentía fuerte y no tenía fuerzas, le sobrepasaba todo aquello pero... No era a la única. De hecho el ejemplo más laro era si amiguito que estaba en el suelo sin poder moverse y quien había tenido suerte de que ella estuviera allí sino... Estaría aún peor de lo que estaba... Y yo... Bueno, yo no tenía demasiadas excusas pero el insomnio era malo y no comer y solo ingerir mierda como la que había tomado noche sí y noche también... Entonces Amanda me soltó todo aquello, noté como de algún modo me culpaba por aquella pelea cuando el que había emepzado era James y entonces en mi mente volví a juntar todos los cables demasiado rápido. ¿Quería decir aquello que le elegía a él? Me pedía una razón por la cual habíamos emepzado la pelea, una razón por la que debieramos continuar, solo una razón.... Y mirandola a los ojos le dije claramente cual era la razón que nos había movido a James y a mi a todo aquello.

-¿En serio quieres saber la razón? - pregunté. - ¿Acaso no la sabes ya...? - hice una pausa pero seguí mirandole a los ojos. - La razón eres tú. Por tí estamos así y gracias a tí no estamos peor de lo que podríamos estar... - aparté la mirada para evitar ver sus ojos. - Además, el capullo ese ha empezado la pelea ¿Vale? Creo que aun que esté peor al que tienes que pedirle explicaciones es a él pero claro... Seguro que lo harás cuando esteis solos, ¿Verdad? - mastiqué las palabras antes de soltarlas con rabia y desprecio. En el fondo eran más celos irracionales que otra cosa... Ahora recordaba la ver que había empezado a salir con una chica y cuando lo dejamos y ella empezó a salir con otro... A él le di una paliza. Mi historial en cuanto a celos no era el mas limpio pero en este caso no tenía razón alguna para sentirlos... Conocía a Amanda de apenas una noche, no era mía... No me pertenecía! Pero mi instinto de macho alfa había hecho acto de rpesencia y ahora ya era imposible contenerlo. Le eché una fugaz mirada a James y de nuevo me inundaron las ganas de volver a darle una paliza... Me acerqué a él olvidando por un segundo a Amanda pero ella me cortó el paso impidiendo llegar a él. - Vamos... ¿Qué puedo hacerle que no le haya hecho ya?