I Will Survive

Me desperté sobresaltado, empapado en sudor y con sangre en los nudillos. ¿Qué leches había pasado? Sólo recordaba otra de aquellas pesadillas. Me pasé una mano por la frente para secar el sudor y suspiré. Estaba harto de todo aquello, necesitaba fumarme un cigarro y tomar un poco el aire. Me levanté, me lavé la cara y me puse lo primero que encontré, ni siquiera me preocupé por arreglarme demasiado el pelo, lo único que quería era pasear un poco y olvidar aquella horrible visión. No era consciente de la hora de la madrugada que debía ser hasta que puse un pie en la calle y la oscuridad de la noche me sorprendió, ¿Qué hacía yo aquella noche en casa, sin beber, ni drogarme, ni buscar alguna chica con la que acostarme? Tampoco lo recordaba y prefería no saber la razón, ¿Sería el alcohol? ¿O quizá la sangre de aquella chica que iba diciendo que era un demonio? Hacía mucho tiempo que había hecho mis pinitos con el satanismo pero nunca me lo había creído demasiado, ahora todo era posible.

Mientras paseaba me di cuenta de que ni siqueira llevaba chaqueta y hacía mucho frío, me encendí un cigarro y seguí caminando con apenas una camiseta detrozada, unos pantalones de cuero y unas botas (si, lo primero que había cogido)... Así fue como acabé en la plaza mayor. No era un sitio que visitara muy a menudo porque no me parecía demasiado espectacular y la gente que se solía reunir allí eran unos estirados que siempre te miraban por encima del hombro, además de que te criticaban, te miraban mal y en mi caso, se alejaban de mi por miedo. Pero de noche, todoe ra diferente, en el centro de la plaza, unas luces iluminaban la enorme fuente que se encotnraba en el centro y era casi lo único que se veía, caminando llegué hasta ella y me senté en el borde mientras fumaba tranquilo y miraba mi reflejo en el agua...

Me sentía libre, mucho más libre de lo que me solía sentir en mi anterior estado, en esa prisión que me desesperaba. Odiaba enormemente aquella situación, odiando lo que realmente era y sintiendo pena por lo que era capaz de hacerle a los demás. Por suerte me había encontrado la manera de liberarme de esa prisión, aunque tenía que esperar a que su mente fuera mucho más débil para poder hacerme con el control.

Me había despertado de esa cama con energías renovadas, aunque en realidad no había dormida ni un ápice. Me levanté y me miré al espejo, me arregle y me quité ese pijama que se ponía todas las noches. Me puse la ropa más atrevida que pude, a diferencia de ella era prefería jugar siempre que podía, algo que últimamente no hacía demasiado, sobretodo desde que había decidido dejar a un lado su carácter juguetón. Una minifalda y un top fueron mi elección, me puse una chaqueta de cuero y unas botas de tacón metálico.

Me maquillé muy al estilo gótico y cuando estuve satisfecha con mi aspecto salí de allí, no sin antes mirarme al espejo.

- Alex... ahora tengo yo el control – dije mostrando mi sádica sonrisa

Salí de allí con el coche rumbo a Houston. Aparqué donde pude y comencé a caminar. La última vez que pude salir de la prisión que Alex tenía por mente me había divertido con un chico bastante normalito, lo que le había llevado a un final bastante trágico.. al menos para él, la verdad es que esa noche me lo pasé genial. Aun recordaba el sabor de su sangre y lo que me gustaron aquellos gritos.

No tardé en llegar a la fuente de la plaza. Al ser las altas horas de la noche aquello estaba bastante abandonado, pero pude distinguir a una persona y por su energía sin duda era un ser extraordinario como yo.

Me acerqué a la fuente y me senté en el borde, dejando a este chico justo en frente. Elevé mi mano y comencé a hacer flotar algunas monedas que había en el fondo, sabiendo que aquel chico me miraría. Aquello sería divertido.

De repente, interrumpiendo mis pensamientos, un embriagador aroma llegó hasta mi. Iincluso aún fumando podía oler aquella fragancia que me resultaba tan familiar y a la vez tan extraña. Empezó a dolerme la cabeza, como si fuera a tener una visión o a desmayarme pero, por suerte, escuché un sonido detrás de mi que me distrajo, me giré y observé a una chica cogiendo monedas del fondo de la fuente y volviendolas a tirar. La miré extrañado y la estudié un momento. ¿Qué haría una chica así a aquellas horas de la madrugada en aquella plaza? Mi sentido común me dijo que no me fiara lo más mínimo pero no solía hacerle demasiado caso a mi sentido común... Y por eso mismo estaba así de jodido. Me levanté de donde estaba dándole una última calada a mi cigarro y lanzando la colilla lejos y di media vuelta la fuente para llegar a donde estaba ella, cuando llegué a su lado, me apoyé en la fuente y seguí observandola, estaba más que seguro de que ella se había dado cuenta de mi presencia pero había que ser algo paciente para con las mujeres, nunca se sabía por donde te iban a salir. Después de unos minutos terminé por encenderme otro cigarro y finalmente me giré y le sonreí.

-¿No deberías estar en tu casa durmiendo, preciosa? - le pregunté sin más y le di una calada al cigarro mientras me quedaba mirando el horizonte. Ella iba vestida con cuerpo, botas y un top pegado, muy del estilo que a mi me gustaba, aunque con el maquillaje quizá se había pasado... Sí, yo no era quien para hablar de pasarse con el maquillaje, pero para una vez que yo no llevaba maquillaje... Tenía derecho a pensarlo. - No sé, este sitio es demasiado solitario para alguien como tú... ¿No crees? - la volví a mirar y sonreir.

Escuché sus frases sin darles mucha importancia a las palabras, lo único que me interesaba se encontraba en su sangre y era ese poder que poseía. A diferencia de Alex yo tenía más control sobre los poderes y era mucho más fuerte, quizás porque no los rechazaba o escondía como hacía ella, sino que lo utilizaba siempre que podía dejando que mi imaginación hiciera el resto.

Cogí algunas monedas en la mano y sin apartar la vista de ellas las hice levitar, tal como hacía con el resto de objetos. Era una cosa sencilla, sobretodo para mi y muy divertido, sobretodo cuando la gente veía como lo hacía, aunque dudaba que él se sorprendiera de lo que era capaz de hacer.

- Yo nunca estoy sola – dije sonriendo – con el cuerpo que tengo siempre se me acerca alguien a intentar ligar conmigo

Pronto dejé lo que tenía en las manos y le miré, sonriendo divertida ante la idea de lo que sería capaz de pasar con dos seres “especiales” en una calle desierta y a las tantas de la noche.

- Aunque si te soy sincera nunca pensé que me encontraría a un medio demonio

Seguía fumando, no demasiado atento a ella, lo que hiciera o se le pudiera pasar por la cabeza, hasta el preciso momento en el que habló. Primero solté una bocanada de humo con su primera respuesta y sonreí, la chica parecía estar muy segura de sí misma y eso era bueno, yo solía ser así... Pero las cosas cambian y cuando estás en la cima del mundo y de repente todo se viene abajo, el golpe te hace cambiar y convertirte en lo que, en el fondo, siempre has sido: Un niño asustadizo y tímido. Aunque para ocultar esa faceta me cobijaba en el alcohol y en las drogas, los cuales, antaño había usado simple y llanamente por diversión ahora eran casi una necesidad y, en el fondo, sabía que si continuaba asi acabaría siendo un maldito adicto. Distrayendome de mis pensamientos, ella dejó lo que estaba haciendo, volvió a lanzar todas las monedas a la fuente y me miró sonriente y entonces lo dijo. Me quedé de piedra y el humo que tenía en la boca salió por mi nariz sin que me diera cuenta. Mi cara debía de ser un cuadro, como poco tenía los ojos fuera de las órbitas y los labios apretados, aparte de tener todo el cuerpo rígido.

Primero estaba Odette, que iba diciendo por ahí que era un demonio e incluso me había dicho que yo tenía sangre de demonio y por ello, era mitad demonio y ahora, esta chica, simplemente con mirarme había "descubierto" aquello. Cientos de preguntas se agolparon de golpe en mi cabeza que ya no podía pensar con claridad: ¿Quién era esa chica? ¿Cómo sabía aquello? ¿Acaso era como yo? ¿Al final, todo el royo ese de los demonios era verdad? Sentía que me estaba empezando a volver loco, pero mis visiones, el despertar en sitios manchado de sangre y sin recordar nada y todas esas cosas extrañas que me pasaban me hacían creer que todas aquellas lunáticas tenían razón y ya era hora de que empezara a asimilarlo o acabaría muy mal.

-¿Qué... Qué has dicho? - pregunté haciendome el tonto. - No... No sé de que me estás hablando. ¿Qué pasa te has metido algo y ya ves ángeles y demonios por todas partes? - dije con una media sonrisa en los labios. - Esas cosas.... No existen. - me encogí de hombros y le di otra calada al cigarro.

Al parecer, necesitaba aún más pruebas para creer en lo evidente, porque cada vez que pensaba en ello, trataba de convencerme de que era imposible, de que noe ra cierto y de que tantas drogas me estaban volviendo esquizofrenico perdido o algo así... Pero la chica era real y su mirada fulminante también.

No pude evitar reí a carcajada limpia cuando se hizo el tonto. En cierto modo era igual que Alex, intentaba negar todo lo posible su condición, incluso aunque usara de vez en cuando sus poderes, creía que aquello era una locura y se ataba a la idea de que todavía era una persona normal.

Me levanté y caminé hacia él, quedándome lo suficiente cerca como para rozarle. Acaricié ligeramente su cuello con los dedos de mi mano derecha. Pude notar esa fuerza en su interior, una fuerza que todavía no sabía usar en su beneficio, una fuerza por explotar.

- Puedo sentirlo, la sangre de ese demonio corriendo por tus venas – dije casi en un susurro – además a mi no puedes engañarme

Dicho esto me separé ligeramente y suspiré. Aquello me resultaba divertido, un hombre que no aceptaba su condición una condición que lo había convertido en un dios entre humanos y que incluso los demonios deberían temer. Y eso exactamente lo que yo quería que sintieran todos, que debían temerme, que era una diosa con la perfecta máscara de seducción y todas las ansias de dominarlo todo.

- Quién fue el demonio que te entregó su sangre? - le pregunté con cierta curiosidad

Al parecer, la chica misteriosa no se creyó mi mentira y soltó una sonora carcajada. Vale, supongo que lo que era podría llegar a ser algo evidente para los más... "expertos". Así que me limité a suspirar y empecé a fumar aún más deprisa, intentando ocultar mis nervios, no me gustaba estar cerca de gente así, cada vez que veía a Odette me sentía igual, era una sensación de malestar interminable, como si necesitara salir corriendo de allí, huír y así conseguir volver a ser yo y sentirme seguro y a salvo de todo. Ella se acercó a mi, quizá demasiado, y no pude evitar fijar mis ojos en los suyos, acarició mi cuello, casi rozándolo con la llena de sus dedos, consiguiendo que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo sus palabras fueron claras y simplemente confirmaron lo que ya me temía, por fin se separó dejandome respriar tranquilo, tenerla tan cerca me ponía nervioso y no precisamente porque fuera mitad demonio... Sin más me preguntó que demonio me había dado su sangre. Me quedé pensando intentand recordar aquel nombre...

-Azazel. - dije muy seguro. - Aunque... Ahora hay otro... demonio que me da su sangre. - confesé bajando la cabeza. - Tú... ¿Eres como yo? - pregunté. - ¿Cómo puedes controlarlo? ¿Y las visiones? Tú... ¿Recuerdas lo que pasa cuando bebes sangre de demonio?

Le hice demasiadas preguntas pero necesitaba aún más respuestas y algo me decía que ella sería la única que podría ayudarme en aquel momento. Odette no quería decirme nada, en parte porque quería tenerme como su perrito faldero y que hiciera todo lo que ella me pidiera... Pero necesitaba saber. Le di la última calada al cigallo y tiré la colilla al suelo, apagandola con mis botas. Me paséuna mano por el brazo desnudo intentando darme algod e calor a mi mismo porque notaba el frío de la noche. Suspiré y miré a la chica esperando que contestara al menos a alguna de mis preguntas.

Le miré tanto, si otro demonio le había dado su sangre sería mucho más fuerte de lo que era yo. Aquello resultaba interesante, Alex había descubierto que la sangre de demonio podía hacer más fuerte a un ser como yo o más bien como nosotras, por lo que debido a lo complicado que podía ser encontrar sangre de demonio había intentado buscar otra alternativa para volverme más fuerte y esa alternativa había sido la sangre de humanos e incluso de algún que otro monstruito.

- Eso es interesante... nunca he probado la sangre de demonio, aunque sé que puede hacer poderoso a alguien como nosotros – dije emocionada por la idea de haber encontrado una fuente de sangre demoníaca – qué demonio te ha dado su sangre? - le pregunté mirándole algo impaciente

Hacía demasiadas preguntas, preguntas de las cuales no sabía las respuestas o no me interesaba saberlas. Lo único que quería era ser fuerte y poder convertirme en lo que estaba destinada a ser, un ser superior. Además, me resultaba interesante lo de las visiones, había tenido alguna que otra cuando era más joven, pero no recordaba ninguna reciente... tal vez Alex me lo ocultaba, pero eso era imposible, ni siquiera sabía de mi existencia... de lo que se oculta dentro de su ser.

Y para variar otra más que pasaba de mis preguntas e iba directa a lo que a ella le interesaba, me estaba empezando a cansar de aquello y me molestó muchísimo. Me sorprendió el hechod e que ella nunca había probado la sangre de demonio, todo lo cotnrario que yo, decía que nos hacía poderosos pero... ¿A qué se refería? Yo no odía recordar nada de lo que pasaba cuando la tomaba, solo sabía que si había alguien cerca... Acababa muy mal. Primero aquellos chavales haciendo botellón, luego las monjas quemadas vivas y... Cerré los ojos y negué con la cabeza intentando alejar de mi la imagen de aquellos cuerpos sin vida, de toda aquella sangre.

- No pienso decirte nada hasta que no me contestes a mis preguntas. Estoy harto de que todas me trateis así. Sí, sé que tengo un hijo de puta dentro y como me toquen mucho las narices acabará saliendo. - amenacé y al darme cuenta de que había elevado un poco el tono de mi voz y mi expresión había cambiado, me volví a relajar un poco. - Lo siento... - murmuré. - Pero... Ya sabes, si queires saber algo... Responde antes mis preguntas. Aunque, personalmente, no creo que ella te de su sangre... - me encogí de hombros.

Alcé una ceja ante el comportamiento de aquel chico. ¿De verdad me estaba amenazando? A mi, quien era capaz de hacer daño a los demonios sin ni siquiera tocarlos, a mi quien había conseguido liberarse de una mente que la encerraba. Suspiré, harta por aquel chico, el hecho de que no me dijesen lo que quería me enfadaba mucho, estaba acostumbrada a conseguir mis fines ahora que había salido.

- Primero, si soy como tú, pero por lo que veo tengo un mayor control de mis poderes- empecé a enumerar sus preguntas – segundo, controlarlo es sencillo solo es ponerse, además me enseñó el anticristo así que digamos que he tenido un buen profesor – recordé a Syn enseñando a Alex, aquel chico si que era mi icono de hombre superior, era capaz de hacer lo que deseaba con solo pensarlo... y yo quería ese poder – y tercero – dije mirándole seria – no he probado la sangre de demonio, razón por la que te pregunto donde conseguiste la que tú probaste – acabé con otra de mis sádicas sonrisas, para luego cambiar y volver a fulminarlo con la mirada – ahora me vas a decir lo que quiero saber o seguirás amenazándome como un crío.

Me crucé de brazos esperando su respuesta, por suerte para hacerle daño no me era necesario moverme, y ahora ni siquiera concentrarme, solo me bastaba con pensar a donde quería mandarlo.

Me dio las respuestas que le había pedido aunque en realidad estaba exactamente igual que antes, me sentía frustrado, no sabía sie ra bueno tener a aquella chica cerca porque si perdía la consciencia y surgía mi otro yo no quería que estuviera cerca de ella... A mi no me quería ayudar, pero quizá a él si y aquello no me gustaba nada. Así que mi plan era decirle lo que quería y largarme de allí cuanto antes, ya ni recordaba la visión que me había sacado de la cama pero salir de casa había sido la peor idea que podía haber tenido. Saqué otro cigarro y lo encendí, ya no me quedaba casi tabaco y mucho menos dinero pero no podía evitar fumar, lo necesitaba. Ella seguía taladrandome con la mirada, solté una bocanada de humo y sonreí.

-Se llama Odette. Es una demonio. La conocí en el pueblo hace un tiempo y desde entonces nos hemos vuelto a ver un par de veces. - me encogí de hombros. - En cierto modo creo que lo hace para controlarme pero... No puedo decirtelo exactamente ya que no recuerdo nada. - hice una pausa. - Ya está... ¿Contenta? - le di una calada al cigarro y me tomé mi tiempo para soltar el humo y mirarla. - Creo que es hora de marcharme... Que te vaya bien... Mmmmm... como te llames. Adiós. - me separé de la fuente y empecé a marcharme de allí intentando alejarme cuanto antes de ella. Para variar, algo me decía que no me iba a resultar tan fácil...

Aquel chico me había dado la espalda... craso error. Comencé a mirar como se marchaba antes de coger y usar mis poderes. Con mi mente hice lo único que se me daba bien, la telekinsia, por lo que le parelicé evitando que pudiese moverse.

Luego sonreí, aquel juego me encantaba. Caminé tranquila y con el contoneo característico de este cuerpo, le rodeé y me encaré a él.

- No te vayas.. para un chico con poderes que encuentro no quiero que el juego acabe tan rápido – dejé que volviera a moverse y le sonreí – soy Axel – hacía tiempo había decidido que ese era el nombre que mejor me iba, era parecido al de Alex pero con algunos cambios.. igual que yo – cómo te llamas?

Mi voz comenzó a sonar como el de una niña buena, mi juego favorito, así que esperé que aquel chico no fuera tan aburrido o estúpido como para intentar algo raro.

Estaba resultando demasiado fácil marcharme sonreí y justo en ese momento todo mi cuerpo se quedó inmóvil, los músculos estaban rígidos y no me podía mover. ¿Es que todos los demonios sabían hacer esas cosas menos yo? Ya me estaba empezando a mosquear y no quería que "Sikki" hiciera acto de presencia, así que intenté relajarme y controlarme. Escuché los pasos lentos y decididos de aquella chica, me rodeó y se quedó frente a mi, habló y me dijo que no me marchara, cosa que me resultaba imposible porque seguía completamente inmóvil, cuando acabó la frase sonrió y mis músculos volvieron a recuperar su movilidad. Entonces se presentó y me preguntó mi nombre, alcé una ceja mientras la estudiaba, parecía que estaba jugando, aquella expresión y aquel tono de voz ya los había visto antes no tenía que fiarme, no podía hacerlo...

-No soy cómo tú, ¿Vale? Tú sabes utilizar... todo esto mejor. Sabes manejarlo. Yo no. Así que no creo que te lo pases demasiado bien conmigo. - me encogí de hombros. - No quiero hacerle daño a nadie... No quiero matar a nadie. Sé que está en mi naturaleza.... en mi sangre. Pero si lo hago... Prefiero no recordarlo. - suspiré y bajé la mirada. - Me llamo Nikki Sixx.

- Dios eres tan impertinente como Alex – dije para mi, aunque en voz alta mientras el me comentaba sus estúpidos sentimientos.

Me dijo su nombre y volví a sonreír como si nada hubiera pasado. Nikki Sixx, la verdad es que resultaba un nombre un tanto cómico, pero teniendo en cuenta el nombre que yo misma había decidido ponerme no era quien para decir nada.

- El asesinato no está en nuestra naturaleza – dije respondiendo en cierta manera a su afirmación – si no quieres matar a nadie no lo hagas, es cierto que el hacerlo resulta más divertido, pero eso no lo lleva nuestra sangre... quien te haya dicho eso es estúpida

Si era cierto que aquel chico, incluso después de tomar la sangre de demonio no sabía usar sus poderes es que o una de dos, el demonio era una mierda o aquel chico era un poquito corto.

- Quieres aprender a usar tus poderes? - le dije animada por el hecho de poder practicar y divertirme. A ojos de cualquiera podría parecer una niña con un juguete nuevo.

Cuando dijo aquello en voz alta, que parecía ser un pensamiento propio, me quedé casi de piedra. No podía ser que hablara en tercera persona por qué sí, se había presentado como Alex así que en mi cabeza se formó la idea de que quizá ella fuera más parecida a mi de lo que me había imaginado, bueno ella no... Su otro yo quizá. Entonces explicó que el asesinato no estaba en nuestra naturaleza, así que me había autoengañado para pensar que si había matado a tanta gente era porque "tenía que hacerlo"... Aunque ahí estaba ella recordandome que era un maldito psicopata, un monstruo. Yo seguía callado, mirandola a los ojos sin moverme, casi sin respirar, escuchando cada una de sus palabras y analizandolas y entonces me sorprendió preguntandome que si quería aprender a usar mis poderes. La miré con incredulidad.

-¿E...Enserio? ¿Me vas a ayudar? - pregunté. - ¿Por qué? Quiero decir, parece que tienes cosas más importantes que hacer que ayudar a un "novato". Ya sabes, eso de hacerte más fuerte y poderosa y mala y bla bla bla... - me encogí de hombros y suspiré. - Pero si de verdad me vas a ayudar... Empecemos cuanto antes.

La verdad era que tenía algo de miedo, ya que cuando "me volvía algo más demonio" por decirlo de alguna manera, perdía el conocimiento. No sabía que poderes tenía, no sabía que podía hacer, no sabía si era "fuerte" o no... Aquello era reciente y nuevo, pese a que había estado toda mi vida dentro de mi.

Reí ante las preguntas de Nikki. Ayudarle, eso sería complicado cuando ni yo misma había alcanzado toda la capacidad de mi poder. No, no iba a ayudarle, esa no era mi intención, pero lo que si iba a hacer era enseñarle como hacerse más fuerte.

Cielo, no te ayudaré, no soy la indicada para enseñarte, pero lo que si te voy a decir es como hacerte más fuerte y poder controlarlo – dije sin perder mi sonrisa de niña buena – lo que tienes que hacer es concentrarte e ir practicando

Pensé en lo de sus visiones, yo jamás había tenido una visión, por lo que ciertos celos entraron en mi cuerpo. ¿Por qué el podía tener visiones y no yo?, eso no era justo. Yo era más fuerte que él, al menos podía controlar mis poderes perfectamente y aunque no era de las más poderosas eso se podía solucionar.

- Otra forma de ser más fuerte es con la sangre... en la sangre está el poder de todo ser – pensé en beber su sangre, no estaría mal y, aunque la sangre de humanos había resultado de los más inefectiva él era medio demonio por lo que algo de poder debería darme. También estaba la opción de contactar con Synyster y pedirle su sangre, era el anticristo y por lo tanto mucho más poderoso que un demonio normal – me pregunto si tu sangre me haría más poderosa...

Su risa no me gustó demasiado, yo seguía impaciente por aprender a dominarlo, a controlar a mi otra parte. Me empezaron a dar pinchazos en la cabeza y empecé a sentir mareos, ni una embarazada se sentiría así en su peor día pero a mi me pasaba a menudo y sabía que pronto pasaría lo peor, así que necesitaba toda la información que pudiera tener cuanto antes, no podía perder el tiempo y sus palabras no fuerond emasiado alagadoras, en todo caso me hicieron pensar que se estaba burlando de mí... Y luego llegó al tema de la sangre, ahí me puse tenso... Sobretodo cuando dijo aquello de beber mi sangre. ¿Acaso estaba loca? No pensaba dejarle beber mi sangre ni aunque me pagaran y mucho menos si eso la hacía más fuerte. Que se buscara su propio demonio a quien chuparsela... (La sangre, digo.)

-¿Mi sangre? Es como beberse la sangre de un perro con la rabia. Así que yo no jugaría con eso... - me encogí de hombros. - Bueno, si lo único que tienes que decir es que me concentre y practique creo que entonces no hay más que hablar... Me iré a "concentrarme y practicar" yo solito a otra parte... - mis palabras destilaban hostilidad por todas partes. - ¿Esta vez me vas a detener también... Alex? Yo... - iba a soltarle alguna joyita a modo de amenaza pero me callé al escuchar un sonido cerca de nosotros, más bien, un gruñido. - ¿Qué es eso? - pregunté extrañado, no parecía un perro, sino algo más grande y podía escuchar como poco a poco se acercaba. - ¿Es otro de tus truquitos, Alex? - le atravesé con la mirada esperando una respuesta antes de que el animal que se nos acercaba se dejara ver.

No pude evitar soltar una ligera risita cuando mencionó la comparación con la sangre de perro, se nota que no sabía el poder que tenía la sangre, sobretodo la sangre de seres como nosotros. Luego empezó a soltarme otras de sus palabrerías, las cuales no escuché, sim embargo unos pasos me llamaron la atención y no solo eso, sino lo que pude percibir cuando ese ser se acercó lo suficiente.

Me quedé mirándole, sonriendo, nunca había notado algo parecido... no era un animal, pero tampoco era del todo humano. Sabía de muchos seres que podrían tener un aspecto parecido, un hombre lobo no podría ser pues ellos sueles tener un aspecto humano, pero tal vez un wendigo o algún otro metamórfico... pero eso daba igual, sería divertido poder jugar con ese bicho durante un rato... además así Nikki tendría la oportunidad de entrenar.

- No me llames Alex... odio ese nombre – dije corrigiendo el hecho de que me llamara de esa manera – y ese animalito no lo he traído yo, ha venido por su mismo – dije sin perder mi sonrisa sádica – pero podríamos jugar con él... tal vez así aprendas a usar tus poderes

Alcé una ceja cuando dijo que lo que se nos acercaba no lo había traido ella porque aquello significaba problemas. Empecé a ponerme nervioso y entonces aquella cosa hizo acto de presencia, era un enorme perro negro al que le brillaban los ojos de una manera escalofriante, enseñaba sus enormes colmillos y se acercaba a nosotros lentamente mientras gruñía, intenté tragar saliva pero se me había secado la boca de repente, aquel animal helaba la sangre a cualquiera porque no parecía un perro normal, era distinto más... diavolico.

-¿Qué... Qué leches es eso? - pregunté como pude. - Tiene pinta de estar cabreado... Y creeme, creo que no me apetece enfadarle más y mucho menos si mis poderes empiezan a fallarme...

Mientras hablaba el perro había ido rodeandonos y caminando en circulos a nuestro alrededor como un cazador que arrincona a su presa y aquello solo conseguía ponerme más y más nervioso. Y sin previo aviso el perro saltó sobre nosotros intentando atacarnos y arrancarnos cualquier cosa que pillara con sus enormes y fuertes mandíbulas...

Observé como aquel enorme perro se movía a nuestro alrededor sin apenas inmutarme, con mi sonrisa en el rostro. Aquello resultaba divertido, sobretodo ver como Nikki se ponía tan nervioso, asustado por aquel animal. Era comprensible, siendo un simple humano no lograría nada sino acabar como carnaza de aquella bestia, pero si lograba sacar esa parte de él que tanto me interesaba la cosa cambiaría.

De pronto aquella bestia saltó sobre nosotros. Yo me encaré a él y con un gestó de la mano lo lancé hacía la derecha, chocando contra la fuente, haciendo bastante mella en ella. Aquel animal se levantó más malhumorado que antes.

- Sacarás a ese ser que llevas dentro o no? - le pregunté mientras le miraba de reojo – no quiero ser la única que patee a este bicho

Aquel monstruo era rápido así que tenía que estar atenta, cualquier fallo podría causar una herida o peor aún, mi muerte lo que sería muy malo para mis planes. Aunque yo podría lanzarlo lejos y hacerle daño dudo que pudiese matarlo, pero si Nikki espabilaba no habría problemas con él.

- Concentrate o este bicho te comerá como cena – miré a esa cosa, mientras nos miraba bastante furioso aunque algo aturdido por el golpe, quería estar atenta.

-Mierda, Mierda, Mierda! -grité cuando el perro se lanzó contra nosotros. Entonces, Alex, con sus poderes, lo lanzó lejos. - ¿Lo mejor que llevo dentro? No sé ni como hacerlo.... Joder... ¡Estoy acojonado! ¿Es que no se nota?

El animal volvió a levantarse y ahora parecía mucho más cabreado y malhumorado que antes. Si no conseguía utilizar mis maravillosos y demoniacos poderes estaba muerto. Tenía los nervios a flor de piel pero en cambio Alex se lo estaba pasando bien y se divertía bastante, su sonrisa la delatava. El perro había vuelto a caminar en circulos a nuestro alrededor y Alex me dijo que me concentrara pero... ¿Cómo podía hacerlo tienendo a aquel monstruo allí? Nos iba a destrozar y despedazar a ambos... De nuevo saltó sobre nosotros aunque esta vez se olvidó de Alex y fue directo hacia mi. Alcé los brazos hacia él como impidiendole acercarse mientras le gritaba.

- ¡ALEJATE DE MI! - Le grité. No surgió efecto y se me enganchó en el brazo haciendome gritar de dolor. Sin saber como alcé el brazo, levantando sin problemas al enorme perro y sacudiendo el brazo, lancé al perro lejos sin problemas, se dio un golpe brutal que lo atontó aún más que lo que le había hecho Alex. Yo estaba boquiabierto y ni siquiera me importó que mi brazo estuviera sangrando sin parar... ¿Desde cuando teenía tanta fuerza? - JO - DER....

Aquel enorme chucho se abalanzó contra Nikki olvidándose de mi. Yo no hice nada sino que observé, si realmente tenía poderes era un bueno momento para que aparecieran, a fin de cuentas Alex había conseguido sus poderes, y por consiguiente yo, cuando se encontraba en peligro de muerte. No me sorprendió demasiado que el perro se le enganchase al brazo, haciéndole mucho daño por cierto, aunque el que lo levantará con esa facilidad y lo lanzara como si fuera una camisa sucia me sorprendió un poco más. Sonreí ampliamente, no era el poder que esperaba pero al menos era un poder.

- Vaya... sinceramente por un momento pensé que ibas a morir a manos de ese chucho – dije acercándome a él.

Su brazo sangraba a borbotones, pero parecía que la adrenalina que tenía en el cuerpo evitaba que sintiera ese dolor. Ya lo había visto antes en algunos de mis “amiguitos”, pero cuando esto acabara vería las estrellas.

- ¿Acabamos con ese monstruo o seguirás aquí flipándo? - le pregunté mientras miraba como aquel animal se levantaba aturdido – deberíamos aprovechar ahora que esta así para darle el golpe de gracia... aunque viendo tu fuerza creo que ese golpe se lo darás tú

Estaba realmente sorprendido de lo que acababa de hacer y Alex también, no sabía que tenía tanta fuerza, de hecho, el único que la había disfrutado siempre había sido mi otro yo... Era la primera vez que tenía el control de mi cuerpo por completo, que hacía lo que quería y por un momento el pensamiento de que podría llegar a controlar al animal que había en mi me hizo replantearme seriamente que aquello incluso podría ser algo bueno. Las primeras palabras de Alex no fueron muy alentadoras, pero ahora sabía que aquella noche no iba a morir y quizá, en el fondo, disfutara lo que ibamos a hacerle Alex y yo a aquel animal. La sorpresa y el terror desaparecieron de mi rostro dejando paso a una sonrisa divertida, si ahora podía empezar lo bueno. El animal empezó a levantarse aturdido y mi "hermanita" medio demonio comentó que era hora de acabar con él. Comentó que con mi fuerza, debería matarlo yo, lo veía justo y si a ella no le importaba, lo haría... Lo que me habñia hecho en el brazo dolía y sangraba así que el animal me las iba a pagar. Empecé a caminar lentamente hacia el enorme perro negro y cuando estuve lo suficientemente cerca sonreí, salté y me elevé a una altura increible, pensaba darle un puñetazo y luego patearle el estómago pero mientras iba hacia él algo pasó. Mi cabeza empezó a doler y noté como mi seguridad se esfumaba. No pude controlarlo mucho más y el olor de la sangre solo conseguía hacerlo más fuerte y al cerrar los ojos durante un instante... Perdí el conocimiento. De nuevo ÉL había ganado.

. . .

Cuando tomé el control del cuerpo estaba sobre aquel asqueroso bicho que nos había destrozado el brazo. Le atravesé el cráneo con un codazo y apenas clavando las uñas en su tripa estiré y lo partí por la mitad. Problema resuelto. Ahora tocaba divertirse, con los ojos de un color negro intenso me giré hacia aquella chica que Nikki había conocido, la tal Alex... Ella era xactamente como yo, le dediqué una pícara sonrisa y caminé hacia ella. Una vez estuve delante la miré de arriba a abajo y mientras me mordía el labio inferior.

-Vaya, Vaya... Nikki cada día tiene mejor gusto... - comenté. - Aunque seguro que le has elegido tú... - su aroma me lo decía todo. - Tu también eres... especial. Y él no sabría distinguir a uno de nosotros ni aunque lo tuviera delante. Maldito crio depresivo y drogadicto. Este cuerpo es mío... - me quejé. Terminé de hablar solo y volví a dedicarle una amplia sonrisa. - Oh, pero qué modales son estos? Mi nombre es Sikki... Encantado. - le cogí la mano y le besé el dorso, estiré de ella hacia mi y cuando se acercó lo suficiente le metí la lengua hasta la campanilla besándola con una pasión incontrolable. Me separé de ella enseguida y me encogí de hombros. - En fin... ¿Vamos a matar a alguien?

Aquel cambio de personalidad tan radical me resultó la mar de interesante. Era complicado encontrar a una persona con la misma enfermedad mental que tenía Alex, o al menos eso decían los expertos, dos mentes dentro de un mismo cuerpo... pero allí estaba él. Podría ser que el hecho de tener la sangre de Azazel en las venas te hacía convertirte en algo así, una especie de superhombre encerrado dentro del cuerpo de un pardillo.

Disfruté de aquel inesperado beso todo lo que pude, relamiendo ligeramente mis labios tras este. Su mirada había cambiado totalmente, y por sus comentarios también su personalidad. Eso significaba que ahora me encontraba delante de alguien más parecido a mi, alguien con quien seguro podría divertirme. No pude evitar mirarle el brazo, que aún sangraba bastante. Por muy superhéroe que fuera seguía siendo mortal, por desgracia al igual que yo, lo que significaba que perder mucha sangre podría ser muy perjudicial.

- Has tardado en aparecer – dije sonriendo – pero antes de divertirnos deberías mirarte ese brazo tuyo.. nos me gustaría que volviera a aparecer aquel blandengue mientras jugueteamos con alguien

Me di cuenta al vuelo de que a la tal Alex le había encantado que apareciera yo por fin y el beso también lo gustó por lo que pude ver, antes de nada, me dijo que debería curarme el brazo antes de ir a por nadie, porque no le gustaría que apareciera el maldito Nikki apra estropearlo todo. Alzando una ceja me miré el brazo que estaba sangrando sin parar con una enorme herida, ni siqueira me dolia y mucho menos me había fijado en ella pero no pude evitar enfadarme con aquel estúpido quejica. Maldito Nikki, ni siquiera sabía cuidarse por si mismo, no se merecía estar en aquel cuerpo. Me quité la camiseta, que ya de por si estaba muy rota y la detrocé aún más. Con el agua de la fuente me limpié la herida y con los trozos de la camiseta me vendé el brazo de una forma bastante improvisada pero que no quedaba del todo mal.Enseguida me volví a girar hacie ella y esbocé una media sonrisa, ya estaba listo para destrozar todo lo que hiciera falta.

-Perfecto... Ya podemor irnos. - hice crujir mis manos y mi cuello de una forma muy poco humana. - ¿Tienes alguna preferencia sobre qué o quien matar? ¿O lo primero que nos encontremos por la calle?

Mientras hablaba iba caminando hacia ella y sin decir nada comenzamos a caminar juntos dejando cada vez a más distancia la enorme plaza mayor, a aquellas hora de la madrugada hacía frío pero ni siquiera lo sentía. Solo tenía ganas de matar...