Recordando buenos y malos momentos.

Habíamos llegado la noche anterior a Townhidden y nos habíamos quedado en la casa de Jessica, es decir, mi madre. Cuando murió su legado pasó a ser de mi padre, por ser su último esposo, ya que yo era aún menor de edad. Enseguida caí rendido en la cama, pues la cacería nos había consumido todas las fuerzas. Una vez más volvía a mi ciudad favorita para descansar y visitar a mi madre.

Caminé por el sendero hasta divisar la tumba de mi madre. Me acerqué a ella y me incliné para leer mejor la inscripción, aunque ya me la sabía de memoria, me sentía bien cada vez que la leía. Dejé las flores que tenía en la mano y me crucé de brazos para meditar durante un rato.

-He aprendido muchas cosas-comencé a decir-papá me ha enseñado a defenderme ya no tienes por qué preocuparte. Además, sé que quieres que papá y yo seamos felices así que intentamos pasárnoslo lo mejor que podemos. Tranquila-hice una pausa-no nos olvidaremos de ti. Eres lo más importante de nuestra vida, aunque no estés. Le cazaré mamá. Acabaré con el que te hizo esto…

Sentí el crujir de la tierra y me callé rápidamente mientras me giraba para ver quién había llegado.

Me extrañó no encontrar nada detrás de mí, pues había oído claramente las pisadas de alguna persona. Curiosamente estaba solo aunque no me asustó en absoluto simplemente me mosqueó, mis sentidos nunca me suelen fallar y menos cuando el cementerio estaba tan silencioso.

Volví la mirada hacia la tumba y me agaché para tantear la navaja que guardaba en el pie. La agarré y disimuladamente la puse tras la manga de mi muñeca, bien escondida y agarrada fuertemente con los dedos. Dejé que todos mis sentidos se concentraran de nuevo en aquel sonido que había oído, pero el silencio se había apoderado del lugar.

Levanté la cabeza para oler el aire, seguía sin detectar nada. Ni si quiera notaba frío, no podía tratarse de un fantasma, fuera lo que fuera me estaba observando, pues notaba como si una mirada se estuviera clavando en mi nuca.

Me santigüe ante la tumba de mi madre y le lancé un beso con la mano. Me giré para volver a ponerme en el sendero y encaminarme hacia la salida. Aunque esa no era mi prioridad.

Sostuve en alto mi navaja, estaba dispuesto a degollar a esa cosa si era necesario pero algo me hizo frenar la mano. Una mujer que era el doble de grande agarró a la chica que mostraba sus colmillos con ferocidad. No tuve miedo en ningún momento pero sí que tenía las de perder si no me concentraba. ¿No era su comida? ¿A qué estaban jugando? Yo era un cazador y no iba a permitir que se comieran a nadie.

Hice una media sonrisa y las chicas se quedaron un poco perplejas ante mi mirada, aunque la pequeña parecía tener mucha hambre.

-¿Te gusta mi sangre eh?-dije provocándole. Con la navaja me corté el antebrazo dejando que un hilo de sangre se derramara-. ¡Vamos, ven a probarla!

La chica se enfureció por completo y la mujer mayor intentó detenerla pero se le resbaló de las manos. La pequeña se lanzó para hacerme un placaje y tirarme al suelo pero lo esquivé a tiempo. Ella volvió a lanzarse contra mí y cuando estuve a punto de clavarle la navaja la señora se interpuso entre nosotros. Parecía una pequeña pelea de niños, aunque esta era totalmente diferente, ambos estábamos armados y ansiosos por matarnos.

Sonreí ante la mujer con el ceño fruncido.

-Que protectora… ¿También eres vampiro?-reí-¡Vamos, tengo sangre para las dos!-las seguí provocando. Me encantaba hacerlo con esos seres-. ¿O soy demasiado pequeño? Ella está que no aguanta más, ¿eh?-señalé a la pequeña-. ¿No vas a alimentar a la pobre cría? ¡Vamos inténtalo!-mis provocaciones parecían hacer mella en la pequeña-, colgaré tu cabeza en mi pared como recuerdo-sonreí.

La chica gritó con furia con un gruñido bastante estridente que me desconcertó, verdaderamente la había enfadado y la mayor parecía enojarse.

Volví a sonreír. Esto era verdadera diversión.

Me lanzó y caí de bruces contra una lápida de piedra. El golpe me hizo bastante daño en la espalda pero no estaba dispuesto a rendirme. Como me habían enseñado, me puse en pie. Esta vez con más cautela, no podía bajar la guardia tan fácilmente.

-¿Sois vegetarianos?-reí-, ¿Qué coméis?

La mujer me miró con asco y la pequeña parecía querer arrancarme el brazo de cuajo.
Entonces, todo ocurrió bastante rápido; la pequeña vampiresa volvió a escurrirse de las manos de su protectora y me atacó por un lateral. Levanté las manos bloqueando su mandíbula pero me desestabilizó el cuerpo y ambos caímos al suelo con un golpe seco. Una vez más mi espalda había sufrido el peor de los golpes, pero no podía permitir que esa vampira pusiera un colmillo sobre mi piel. Mi navaja se me había escapado de la mano con el golpe y había ido a parar dos metros por encima de nosotros. Estaba claro que no podía alcanzarla, aunque me quedaban más ases en la manga. Con una patada, conseguí quitármela de encima, aunque no fue por mucho tiempo, pero lo suficiente como para volver a alcanzar mi cuchillo y ponerme en pie. Arremetí contra ella pero la mujer se interpuso entre nosotros y por ello sajé su antebrazo.

La mujer sacó sus colmillos y sus ojos se tiñeron de una fría oscuridad, ahora si se podría decir que empezaba el combate, aunque parecía que la mujer solo quería asustarme. Como había dicho, no le gustaban los niñatos. Así que, probablemente solo hubiera acabado por desatar su furia.

Miré en silencio a la mujer y luego a la niña. Entrecerré los ojos y guardé la navaja en el bolsillo de mi pantalón mientras ellas seguían gruñéndome.

-Está bien, vosotras ganáis-dije-nos volveremos a ver.

Parecía que iba a necesitar más ayuda para enfrentarme a ellas. La próxima vez estaría preparado.

Hice un gesto de despedida con la cabeza y volví al sendero para encaminarme, esta vez sí, a la salida. Ignoré por completo lo que esas vampiras fueran a hacer en ese lugar, aunque no dejé de echar un vistazo atrás a cada paso que daba para asegurar mi retaguardia.