Llamada a filas

Me siento perplejo. Tantos años esperando la liberación, tanto trabajo para volver arriba, el mundo perfecto que mi buen padre ha creado con tanto esmero para regalarselo a esos seres inmundos, humanos..puaj...escupo en cada una de sus supuestas virtudes. Tantos años y al ascender el aire fresco me solivianta los pulmones, la luz me ciega los ojos y lo unico que echo de menos es mi cálido y perfecto infierno...ya casi no recuerdo como era el paraiso. Pero recuerdo a mi padre, a mi padre y sus favoritismos. No he olvidado, nunca lo hago.

Vagando errante por el vertedero que estos animales llaman Nueva York arrugo la nariz asqueado mientras compruebo de primera mano la corrupción de sus almas..y a nosotros nos llaman diablos, ¿por qué? Porque no escondemos nuestros vicios tras una apariencia de sosegada virtud mientras la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda.

El hedor a pecado es como un aliciente que puedo distinguir en sus almas condenadas. Las luces de la calle se atenuan y camino por un callejón, indiferente a la escena que transcurre junto al contenedor del restaurante. Son humanos, los tres, y ella es una zorra manipuladora, la ambición apesta en cada poro de su piel. Se merece lo que le pase. Mis chicos lo harían mucho mejor pero...un alma condenada más siempre viene bien, se consiga como se consiga.

Nadie se fija en mi presencia más que el chico escualido que parece estar vigilando, le dedico una mirada pasiva y desvia la vista hacía otro lado. Sabe que no voy a implicarme. Les echaría una mano pero no estoy tan aburrido.

Al doblar el último recodo veo lo que ando buscando. La Iglesia. Una estructura majestuosa de piedra caliza que lleva emplazada en el mismo lugar desde antes de que esta ciudad pudiese llamarse barrio siquiera. El alto campanario recorta el cielo, antes era el edificio más alto de la ciudad pero esos insolitos y arrogantes humanos se han puesto a construir rascacielos de frio y áspero hormigón y metal, queriendo opacar hasta la magneficiencia del padre, ¿pero acaso Él se ha molestado? !No¡ Sólo ensalza sus capacidades de creación. Vomitaría pero hace siglos que no tengo nada en el estomago.

Al abrir las inmensas puertas dobles y recogerme en la suave tibieza de la sombra que proporciona el receptaculo me inunda una profunda sensación de tranquilidad. El silencio es abrumador, la iglesia está vacía. Es lógico pues estaba cerrada. El gran cristo enfrente del púlpito parece devolverme la mirada con enojo. Sonrio cinicamente y le devuelvo una mirada risueña. La casa de Dios. Bueno, tú me echaste de la mia, es justo que yo invada la tuya.

Me siento cruzando las piernas a espaldas de la puerta y envio un mensaje mental a mis primeros para que acudan al emplazamiento. Ya han rezongado demasiado, hay que comenzar a trabajar.

Lucifer caminaba en la tierra... Genial. Mi relación con mi señor no era precisamente buena, pero debía presentarme. Me aparecí frente a él y me arrodillé.

-Mi señor Lucifer... -murmuré.


Aunque teníamos un cierto odio mutuo, no podía destruirme... Yo era uno de sus generales más útiles. Eso sin contar que habíamos tenido ciertos encuentros muy interesantes.

Ya sabia de su advenimiento,y esos ultimos dias habian sido una cuenta atras demasiado deseada.Todos los que lo seguiamos,los que eramos fieles a el,a sus pensamientos,a...el que nos creo esperabamos su visita.

Camine,bueno,mas bien aparece frente a la iglesia,sonriente.Ni tan siquiera me fije en algunas estupidas almas que pedian a gritos acabar con su existencia,no,ahora ellos eran secundarios,no importaban,tenia cosas mas importantes que hacer que liberarlos de esas asquerosa vida que ellos mismos se habian buscado.

Abri las puertas sin rozar el metal ni la madera que la formaban y ahi estaba el.Note su esencia y camine hacia el,que estaba acompañado de otra demonio,no la conocia,pero era facil reconocerla.

-Al fin llego el momento esperado por todos.-añadi cuando estuve lo suficientemente cerca como para que se me escuchara.

Había llegado... Mi señor al fin había llegado. Llegué, altivo, allí había otros dos demonios pero yo era el segundo al mando de Lucifer.

-Mi amo... Al fin ha llegado el momento -dije con fervor enfermizo -Hemos deseado tanto este momento.

Me fijé en los otros dos. Odette y Alali, las conocía.

No era un demonio completo, no era un humano, no era un niño de Azazel ni de ningún otro demonio... Algunos nos llamaban a mi hermano y a mi "Los Anticristos"... Sí, podía ser. Pero lo que importaba era que yo servía a Lucifer, por algo había sido él el que había mandado crearnos. Sabía que la ascensión estaba cerca pero no tenía ni idea de donde ni cuando ocurriría, me preguntaba si siquiera se molestaría en avisar. Corrijo, me preguntaba si se molestaría en avisarme a mi o a mi hermano y si se centraría sobretodo en los demonios de alto rango... Ni que nosotros no pudiéramos igualar su fuerza o incluso superarlos, nuestros poderes eran mejores y habíamos nacido para hacer el mal, joder! No importaba, tenía un plan. Era bastante sencillo, quizá demasiado, pero era efectivo y eso era lo único que importaba. Conseguí información, localicé a los demonios "importantes" que había en la ciudad y cada noche, entre muerte y muerte, seguía a alguno de esos demonios... Aquella noche hubo premio. Seguía a una demonio, creo que su nombre era Odette, era bastante poderosa pero había hecho absolutamente todo lo necesario para que no me detectara y funcionó, la seguí hasta una iglesia, y esperé fuera... ¿Qué leches podía hacer un demonio en la iglesia? Luego llegó otro demonio, y supo que pronto comenzarían a llegar más. Sonreí, sí, aquello era una buena señal... Justo después, entré de forma sigilosa en la iglesia y me quedé petrificado al ver a aquel hombro en el centro, en el altar, su aura, su aroma, todo... Me quedé realmente impresionado y sorprendido, una media sonrisa se formó en mis labios.

-LUCIFER...

Intenté que nadie me escuchara pero fue demasiado tarde. Caminé por la iglesia y me senté en uno de los bancos, apoyando mis pies en el banco de delante mientras estudiaba a los demonios que ya habían llegado. Todo eran mujeres, realmente guapas y con cuerpazos, todo había que decirlo y todas me sonaban demasiado. Les sonreí y luego me quedé mirando a Lucifer, esperando que hablara, había ascendido, por fin... Por fin empezaría la batalla para la que había nacido, la batalla que llevaba toda mi vida esperando y que parecía que nunca llegaría.

Al...no esperaba que fuese la primera en llegar. No nos llevamos precisamente bien desde...ya ni me acuerdo. Está tan infectada de lujuria que su sola presencia densa el ambiente. Me provoca sentimientos encontrados y no precisamente agradables, en su mayor parte repugnancia, inquina y claro, deseo. Pero el último no lo considero un sentimiento agradable, sino una debilidad. Los humanos son la prueba. Confunden el amor con el deseo, este con la lujuria y acaban condenados. Libre albedrío, dijo Él. Y luego cree que sabe lo que hace...Aún asi he de reconocer que resulta útil. Nadie como ella para sonsacar información.

- Al...

Digo tan solo mientras sin moverme del sitio le indico con un gesto que deje las reverencias para quién le importen. Lo único que me importa a mi son los progresos, puedo ser un ser muy dadivoso si te esmeras lo suficiente.

El plan está forjado, pero sólo en mi cabeza, es hora de poner a las tropas a trabajar.

La llegada de Odette no es inesperada. Ella ha sido siempre un esbirro fiel, una leal mano derecha en los momentos necesarios, hábil en la tortura y sádica cuando quiere es inmensamente útil allá de donde venimos. Por su aspecto no lo ha pasado mal pero puedo distinguir en sus ojos un punto de angustía, el mismo que yo mismo siento por momentos. Algunos lo llaman morriña, yo lo llamo costumbre. Las costumbres también nos hacen débiles pero pueden tolerarse.

- Odette

Sonrio ligeramente al cuerpo que le sirve de receptaculo aunque puedo ver perfectamente su verdadero ser bajo e mismo, mucho más atractivo a mi gusto. Malditos humanos, tenemos que soportarlos, Estar encerrado en uno es el verdadero infierno.

Samael, mi poison, tiempo sin verla, la segunda al mando tras mi buen Baal. Querrán saber donde se ha metido mi primero pero nadie me pregunta jamás directamente y saben que no voy a contarselo. Yo sé donde está y que hace, es suficiente.


- Acercate Samael, sientate a mi lado- le ofrezco un banco a mi derecha, es un honor, debe apreciarlo- ¿Las chicas?

Sabe a qué me refiero, su misión era clara. Deben estar adiestradas, listas para lo que ha de venir. Tengo otra misión para ella, no confío en nadie más para ello.

La presencia no convocada de Ash sólo me produce una sonrisa torcida, no tengo que darme la vuelta para iedntificarlo, esperaba algo así de él. Es desobediente e inconstante pero...ha sido concebido para algo y su irreverencia me resulta entretenida...

- Querido Ash, no creo haberte llamado.

En mi tono puede apreciarse un leve matiz de diversión. En realidad me resultará útil.

Nuestro padre nos llamo en aquella iglesia. Para su cometido. Tanto tiempo, esperando este momento. Había llegado. Dude que conozca de mí de quien soy, quizás se acuerde o tal vez no. Yo era un demonio como todos trabajando duro, para que llegara este momento. El momento de su resurrección, gracias a Sam Winchester que fue muy amable en regresarlo.

Caminando con paso decidido entre en aquella iglesia, para mostrarme ante mi padre. -Lucifer-dije elevando la voz. Pude observar algunos más, estaban en la iglesia ¿Hermanos tal vez? Que más me da. Solo me importa cumplir con sus órdenes.

-He venido a tu llamada -Sonrío acercándome a todos y pensando. En que uno de los Winchester era de mí de propiedad. Algo que puede interesarle a nuestro padre Lucifer. Claro que yo también quiero a cambio algo.

-Te agradara saber que tengo algo muy interesante, que decirle - me puse al frente de el.

Todos clavaban la mirada. Seguro que se estaban preguntando… Yo también se guarda mis secretos más ocultos. Algunos que no tengo mera intención, de contarlos.

Unos tacones resuenan en la ajada madera, inspiro el aire que entra en mis nuevos pulmones, el olor...si, la reconozco. Es sencillo reconocer a un demonio por su aroma cuando todos llevan parte de ti. Tenía planes para esta chica, ahora ya no sé si la necesito, las cosas cambian, los planes también. Pero siempre es interesante tener una carta bajo el brazo por si la partida se alarga más de lo esperado.

Ella habla, sin esperar a ser requerida, mi paciencia tiene un limite muy fino. Desvio la vista de Samael, y la miro de frente, mis ojos relucen de furia, si no fuese por este contingente humano ya estarían llameando.

Es cierto que la he llamado. Dudo entre decirle que mantenga la boca cerrada hasta que sea requerida o simplemente mandarla una temporadita a ver como siguen las cosas abajo amodo de advertencia pero...no tengo demasiado tiempo. Más tarde me ocuparé de su impertinencia.

- Habla entonces si crees que lo que tienes que decir es importante- hay una clara advertencia en mis palabras. Si me haces perder el tiempo lo pagarás con tus poderes, así como puedo darlos también puedo quitarlos.

¿Qué era la nada? ¿Existía la perpetuidad? O atreves de los años todo quedaría en el olvido, no lo sabia a ciencia acierta… pero de algo estaba seguro, al pasar de los tiempos todo se pierde, y es que al final no somos nada….

A sus odios los rumores de la llegada del señor oscuro, habían llegado, había sido llamado cosa que encontró sumamente interesante, aquel ser capaz de controlar su poder y todo aquello que pudiera destruir a la humanidad, había llegado…

¿Entendería? Bueno, estaba a punto de comprobarlo

Pronto entro a la iglesia, lugar donde la presencia demoniaca de ese ser, destacaba entre las otras, en su mano sostenía un libro de sicología mientras lo ojeaba caminaba por el pasillo sin siquiera mirar a los presentes-

-interesante puede ser pues Si en el mundo reina la desolación y todos las diarios muestran desesperación cuando todo es violencia, dolor y guerra... entonces, solo una cosa es seguro debes hacer...sonreír -

Interrumpió la platica, y… como todo buen cínico tomo asiento en una de las bancas no sin antes inclinarse en una reverencia respetosa a Lucifer, “su padre”, Luka podría ser quizá el demonio mas raro, mas bajo esa rareza ocultaba todo esa carga que tenia que llevar consigo…

El olvido.

La nada….

Asiento a las palabras de advertencia de mi creador.
-Mi señor, se que anhelas tener, tu verdadero vessel. Yo tengo un contacto cercano a Sam Winchester. Puedo hacer que su sueño se haga realidad. -
Aquí me encuentro frente a frente a mi creador, el cual puede terminar con mi vida. Con un chasquido de sus dedos. Que puedo perder si ya estoy muerta, todos en realidad….Estamos muertos.

Si no obedecemos a nuestro señor. Yo solo puedo ofrecerle lo que más quiere, lo que tanta ansia buscar. El verdadero recipiente, que escapo de sus manos. Yo puedo ofrecerle alguien bastante cercano, a el, tan cercano como un hermano.
-Le interesa saber también. Que alguien ha surgido de su propia muerte, alguien que usted conoce. Cuyo nombre es Azazel -Su expresión cambio de pronto, supe en ese momento. De que ese demonio que pronuncie ante todos, era muy conocido.